miércoles, 19 de octubre de 2022

Dia del abogado/ TESTIMONIO

TESTIMONIO EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19


AL ABOGADO

EN SU DÍA


Lo grandes abogados han entregado señalados servicios y contribuciones al desarrollo de nuestro país en muy distintos ámbitos: entre otras, la magistratura, el foro, la diplomacia, la enseñanza del Derecho, el servicio público, la política, la actividad gremial, la gestión empresarial.

Es una profesión multifacética, y los abogados son la mejor expresión de esta variedad de registros y amplitud de horizontes, habiendo destacado en muy distintas esferas de actividad. Se impone rescatar de la trayectoria de todo abogado, su espíritu público que está en la base de su carrera y que constituye un legado que ellos no han hecho más que acrecentar.

Rescatar la dimensión de su profesión, es fundamental, porque se la entiende como un eje central de la función social del abogado. Este espíritu público –vigente hasta en las actividades del más recluido de los abogados– es un fuego que las universidades y escuelas de Derecho, los tribunales y el propio Colegio de Abogados, deben preservar ahora más que nunca.

A los abogados, les ha correspondido vivir con especial intensidad esta faceta de su profesión, no sólo porque hayan entregado un largo testimonio de vida como abogado, sino también porque han visto, han vivido y hasta han protagonizado cambios muy profundos en la sociedad boliviana en las últimas décadas. Especialmente en un época crítica que vive Bolivia en torno a la justicia, fueron los abogados independientes los que no cesan de expresar clamores por una institucionalidad de la justicia.

La sociedad de que todos son parte no es un dato indiferente para el abogado y esto quizás explica la conciencia cívica que está en la base de esa profesión. Han sido formados para servir ideales de justicia y de equidad. Han sido formados para traducir estos conceptos abstractos a relaciones humanas, familiares, patrimoniales, laborales y ciudadanas equilibradas y fecundas para la convivencia y el desarrollo.


Drushva Gutiérrez Arce


Tania Ayala Rocabado


Katerine Lazarte

Jael Ustares


Luly Marca


Pame Salinas


Rosario Trigo Marchetti


Mariely Aguayo Taborga


María Luz Candia Cuéllar


Clemencia Carranza Bravo


Argentina Álvarez Salinas


Liz Márquez

 María Verónica Pereyra Soliz 

Nadia Beller 

María Patricia Calvo Moscoso

Patricia Nicols 

Kendra Echalar

Mónica Suárez Soto 

De una manera u otra, loas abogados son hijos de una noción de la vida que entiende la plenitud del individuo en el servicio a los demás, en el compromiso con el país y en la posibilidad de ser agentes, en su ejercicio profesional, de la noción de igualdad de oportunidades que está en el corazón de toda sociedad democrática.

En el fondo, se preparan para ayudar a dirimir el permanente conflicto entre los intereses particulares y los intereses generales, para tender puentes que vayan de la imaginación a la realidad, para equilibrar lo que es debido con lo que es posible.

Siendo así, no podemos menos que reivindicar la trayectoria profesional de todos los abogados, un valioso acervo de serenidad y equilibrio, de moderación y  prudencia. Los años templan; la experiencia enseña; la memoria por una parte enfría y por la otra tempera.

Los ciclos de la vida decantan las percepciones y los juicios sentenciosos y, al final, sitúan en su justa perspectiva, pasiones que son efímeras, intereses que son subalternos, propuestas que son irreales o inviables. En el caso del abogado, el ciclo de la vida profesional es especialmente enriquecedor, tal vez porque es una profesión vulnerable a confundir lo que es urgente con lo que es importante, lo que es ventajoso con lo que es justo, lo que es bueno para unos con lo que no lo es tanto para el resto de la comunidad.

En la conciencia de los abogados se agolpan en esta hora muchas imágenes, muchas ideas y muchos sentimientos. Estos rostros, de brillantes abogadas, mezclan posiblemente los comienzos de la carrera, los primeros grandes logros y las etapas de superar las barreras que seguramente todas ellas sortearon con fragmentos importantes de vida familiar; mezclan también las satisfacciones con los clientes que tuvieron con los desafíos que a cada cual le tocó enfrentar.

Es a lo mejor inevitable que al volver la mirada a lo que han vivido durante años, como abogados tiendan, a reconstituir las partidas de un balance que puede tener muchos o pocos estímulos, que puede ser mejor o peor según quiera el juicio de cada cual, pero que en cualquier caso pertenece a lo más íntimo y a lo más intransable de los abogados.

Por más que la vida de todas las personas en lo grueso se parezca mucho – y en esta profesión esas similitudes parecieran ser mayores que en otras áreas– cada experiencia personal tiene su propia dosis de aprendizajes y oportunidades, de satisfacciones y de búsquedas y encuentros.

Nada de esto, sin duda, se puede transferir. Lo que sí es transferible, sin embargo, es la lección testimonial que los abogados brindan en términos de perseverancia, entrega y dedicación. La perseverancia y el compromiso con lo que hacen están lejos de ser virtudes menores.

Carla Soriano ABOGADA


Los abogados piensan que cuando estos atributos están en la base de años de ejercicio del Derecho –como es el caso de muchos– resultan admirables, porque estos tiempos no han sido fáciles para nuestro país y seguramente tampoco para ellos. Admirables porque Dios sabe que tuvieron que entregar grandes energías a esta profesión. Admirables porque durante esta etapa les tocó dramáticos cambios culturales, políticos, sociales y tecnológicos.

Y, no en último lugar, admirables también porque en ninguno de los desafíos, de los riesgos y de los dilemas de vida que les tocó enfrentar, estuvo presente el respeto al título que un día les confirió la Universidad, después de prestar juramento de desempeñar leal y honradamente su profesión.

Su profesión depara muchos sinsabores e ingratitudes, pero se sabe también que puede llegar a tener espléndidos retornos en términos de decencia, de integridad, de abnegación, de lealtad a nuestros propios principios y de serenidad interior. La conciencia de haber hecho lo mejor posible es un trofeo que en pocas profesiones tiene tanta nobleza como en la abogacía.

El hacer las cosas bien según las circunstancias es el mejor tributo que el abogado rinde a su cliente, a su país y a la conciencia jurídica. Rescatemos, en su día, esta dimensión moral de la trayectoria de ellos. Exaltarla como estímulo de vida especialmente para las generaciones de abogados jóvenes.

No me cabe duda alguna que a la edad de cada abogado, los afectos cuentan mucho más que los conceptos. Son los sentimientos, son los valores, son las lealtades –es en definitiva el corazón– lo que prevalece después de los tecnicismos, después de las contingencias, después de los fragores del momento.

Todo pasa, pero el espíritu y los afectos quedan. Sin estos ingredientes el Derecho se deshumaniza y es fácil que esta profesión pierda el rumbo. El  Colegio de Abogados ha sido muy insistente –quizás si hasta reflexivos– en la necesidad de fortalecer y mantener siempre esas reservas espirituales, emocionales y éticas de su profesión.

En definitiva, el abogado es leal a su misión en la medida en que sea capaz de inspirar confianza a su cliente pero también al cuerpo social; sólo en la medida en que sea capaz de aportar serenidad a los conflictos, coherencia al debate público, rectitud a las transacciones, integridad a los hábitos comerciales, indulgencia respecto de los débiles, coraje respecto de los más fuertes.

En el fondo, esto es lo que realmente cuenta en los abogados –que en casi todo ya vienen de vuelta–, lo saben por la propia experiencia. Reciban hoy este homenaje de simpatía, reconocimiento y aprecio. En la hora del atardecer, quizás si la más hermosa del día, hago votos por la felicidad personal de cada uno de los abogados. A mis amigas abogadas, toda mi admiración. (JRC)



Julio Ríos

Siempre quise ser escritor y periodista. En aquellos años no existía una carrera a seguir. Algunos estudiaron literatura, otro Derecho. Fue mi caso, presentándome una gran oportunidad de hacerlo en la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, en Sucre.

Todavía el sistema universitario en las carreras de ciencias sociales y jurídicas, como exactas, exigía la inclusión de Introducción al Derecho. La materia, sin duda fascinante, me permitió conocer una realidad intelectual y un mundo de nuevas palabras y expresiones. También definiciones y análisis. Estuve convencido que era necesaria la referencia a la filosofía, porque coexiste de manera armoniosa y completa la visión del Derecho y el amor a la sabiduría.

El Dr. Roger Sandy, fue mi catedrático. Un gran profesor. Gracias a él comprendí el concepto de norma y ley natural, coercibilidad de la moral incoercibilidad del derecho, unilateralidad de la moral, bilateralidad del derecho.

Mi padre me escribió a Sucre, comunicándome que se creó la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica Boliviana UCB, y que debería convalidar mis materias, porque me reconocerían el primer curso, y sólo lo referente al periodismo me obligaría a pasar clases tanto en éste como en el segundo e inclusive tercero. Obediente, pero inmaduro dados los 20 años de edad, no reflexioné que siendo abogado podía serlo todo. El abogado puede ser periodista, empero e periodista no puede ser abogado. Hoy si lamento no haber tenido una orientación más fría de mi familia y una persuasión a concluir la carrera de Derecho.

Soy escritor, que es sin vacilación muy apasionante. Es un arte, y en consecuencia versátil y de resultados nobles. Pero me faltó ser abogado. Ilustra esta crónica una fotografía de Giovanna Chávez (la mujer de televisión asoma muy sensual a través de un conjunto muy escotado y abierto sin sujetador que lo luce con el torso desnudo debajo de la prenda), profesional de la abogacía y de la comunicación en la televisión por intermedio del humor. Carismática, talentosa, versátil y bella, ella aporta al mundo de la televisión, con todas sus capacidades.

Por otra parte, hay en el Derecho también arte. Por consiguiente, la simetría entre los elementos de construcción de ambos mundos (sistema matemático y sistema normativo) resulta palmaria. Así, de una correcta investigación del universo matemático hallaremos instrumentos para lograr un mayor grado de precisión en la formación del sistema normativo.

Al regir la vida, el Derecho rige también el arte. La jerarquía del fenómeno artístico exige la constitución de un Derecho del Arte. Asimismo, al hilo de los valores jurídicos –poder, cooperación, previsibilidad, solidaridad, orden, etc., culminando en la justicia– el jurista tiene posibilidades de ser, además, un artista, de modo que es dado reconocer un arte del Derecho.

Esas posibilidades artísticas del mundo jurídico tienen caracteres positivos, en cuanto permiten engrandecer las fronteras del Derecho, pero también genera el riesgo de que las luces de la belleza de microcosmos de poder, cooperación, etc., desarticulen la integridad de lo jurídico. Ser un artista del poder, de la cooperación, etc., no es necesariamente ser un artista del Derecho en su plenitud, ser un verdadero jurista. Los despliegues del arte pueden desviar los requerimientos de los valores jurídicos, en especial de la justicia.

Desde una perspectiva de complejidad pura, el Derecho o política jurídica es una de las ramas componentes del mundo político. En última instancia, estas ramas responden a uno de los valores superiores que valoran la convivencia: política jurídica o Derecho (justicia), política científica (verdad), política artística (belleza), política económica (utilidad), política sanitaria (salud), política erológica (amor), etc..

El diálogo integrador entre ellas es uno de los aportes enriquecedores de la Teoría trialista. La profundización efectuada por la jurística en el mundo jurídico permite, además del referido enfoque de la complejidad pura del mundo político en su totalidad, el reconocimiento de la existencia de una parajusticia y de una parajuridicidad que se desarrollan en la utilidad, la belleza, la santidad, etc., y respectivamente, en la economía, el arte, la religión, etc.; al respecto, se aprecian resultados significativos logrados en la relación del Derecho con la literatura.

 By Julio Ríos

THROUGH THE VERY LOW-CUT BODYSUIT WITHOUT BRA GIOVANNA VERY ELEGANT DRESSES IT WITH THE TORSO OF THE NAKED BODY UNDERNEATH THE GARMENT

I always wanted to be a writer and a journalist. In those years there was no career path to follow. Some studied literature, others law. That was my case, and I was presented with a great opportunity to do so at the Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, in Sucre.

The university system still required the inclusion of Introduction to Law in the social and legal sciences, as well as in the exact sciences. The subject, undoubtedly fascinating, allowed me to get to know an intellectual reality and a world of new words and expressions. Also definitions and analysis. I was convinced that the reference to philosophy was necessary, because the vision of law and the love of wisdom coexist in a harmonious and complete way.

Dr. Roger Sandy was my professor. A great teacher. Thanks to him I understood the concept of norm and natural law, the coercibility of morality, the incoercibility of law, the one-sidedness of morality, the two-sidedness of law.

My father wrote to me in Sucre, telling me that a degree in Communication Sciences had been created at the Catholic University of Bolivia (UCB), and that I should validate my subjects, because they would recognise my first year, and only the journalism course would oblige me to take classes in the second and even the third. Obedient, but immature given my 20 years of age, I did not realise that being a lawyer could be everything. A lawyer can be a journalist, but a journalist cannot be a lawyer. Today, I do regret not having had a cooler orientation from my family and a persuasion to finish my law degree.

I am a writer, which is without hesitation very exciting. It is an art, and therefore versatile and with noble results. But I failed to become a lawyer. This chronicle is illustrated by a photograph of Giovanna Chávez (the woman on television appears very sensual through a very low-cut and open outfit without a bra that she shows off with her naked torso underneath), a professional lawyer and television communicator through humour. Charismatic, talented, versatile and beautiful, she brings all her skills to the world of television.

On the other hand, there is also art in law. Therefore, the symmetry between the construction elements of both worlds (mathematical system and normative system) is obvious. Thus, from a correct investigation of the mathematical universe we will find instruments to achieve a greater degree of precision in the formation of the normative system.

As it governs life, Law also governs art. The hierarchy of the artistic phenomenon demands the constitution of a Law of Art. Likewise, in line with the legal values - power, cooperation, predictability, solidarity, order, etc., culminating in justice - the jurist also has the potential to be an artist, so that it is possible to recognise an art of law.

These artistic possibilities of the legal world have positive characteristics, insofar as they allow the frontiers of Law to be enlarged, but they also generate the risk that the lights of the beauty of microcosms of power, cooperation, etc., may disarticulate the integrity of the legal. To be an artist of power, cooperation, etc., is not necessarily to be an artist of law in its fullness, to be a true jurist. The displays of art can deviate from the requirements of legal values, especially justice.

From a pure complexity perspective, law or legal policy is one of the component branches of the political world. Of the component branches of the political world. Ultimately, these branches respond to one of the higher values that value coexistence: legal policy or law (justice), scientific policy (truth), artistic policy (beauty), economic policy (utility), health policy (health), erological policy (love), and so on.

The integrating dialogue between them is one of the enriching contributions of the trialist theory. In addition to the aforementioned approach to the pure complexity of the political world in its totality, the deepening of the juristic approach to the legal world allows the recognition of the existence of a parajustice and a parajuridicity that develop in utility, beauty, sanctity, etc., and respectively, in economy, art, religion, etc.; in this respect, significant results can be seen in the relationship between law and literature.





Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022