sábado, 22 de octubre de 2022

LEXIE SMITH Cuerpo desnudo vestido de PAN

 

MUJERES INDELEBLES EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19

LEXIE SMITH

Cuerpo desnudo vestido de PAN

EL ARTE DE LA ESCULTURA

EN EL PAN

COMENTARIOS: Julio Ríos

Desde el autorretrato de la artista con su “Máscara de solsticio”, elaborada con pan en su horno, Lexie Smith, la artista neoyorquina que transforma el pan en política, busca analizar la sociedad con su trabajo, recorre el mundo investigando lo que dice el pan de distintas comunidades y comparte su masa madre por correo.

Justo cuando la harina y la levadura comenzaban a escasear en Estados Unidos porque millones de personas se habían puesto a hornear en sus hogares, la artista Lexie Smith ofreció gratis su masa madre para quien la quisiera. Fue a mediados de marzo, lo hizo través de su cuenta de Instagram y en 24 horas recibió 400 peticiones.

Para atenderlas a todas, metió un pedacito de masa madre deshidratada en cada sobre junto a una guía de cómo activarla en casa y los envió por correo. Desde entonces ha llegado a más de 1.000 domicilios. 

Y, según afirma, todavía quedan cientos por llegar. «He mandado a destinos tan lejanos como India, Bulgaria, Islandia, Nueva Zelanda, Australia, Japón, China, Croacia, Malasia, Singapur, Hawái o México. Además de todo Estados Unidos y Europa», cuenta. Smith tiene 31 años, vive en el neoyorquino distrito de Queens, pero se encuentra pasando el confinamiento en Sky High Farm, en Hudson Valley, al norte del estado de Nueva York. (Foto derecha: Almudena Ávalos, periodista de EL PAIS, el periódico global).

«Estoy en una granja regenerativa donde todo lo que se cultiva es para donarlo a bancos de alimentos para los neoyorquinos más vulnerables. Es un lugar muy inspirador para estar y más especialmente ahora. Aunque reconozco que me paso la mayor parte del tiempo dentro de la cocina o frente al ordenador».

El arte y el pan se enroscan en la vida de esta escultora como hace en su brazo la serpiente que tiene por mascota. Desde el campo, confiesa que su obsesión por el pan fue un latido que sintió con los años. «Me atrae de una manera innata, como a millones de personas en todo el mundo. No me lo ha transmitido nadie en mi familia», confirma. Casi todo lo contrario. Sus primeros recuerdos son de niña abalanzándose sobre la cesta del pan en un restaurante italiano mientras su padre intentaba impedirlo.

Smith estudió Artes Liberales en la Universidad de Nueva York y comenzó a hornear obsesivamente al cumplir los 20. En 2015, trabajaba como panadera para ganarse la vida cuando le ofrecieron participar en una exposición colectiva en una galería emergente en SoHo. Esa invitación cambió su vida. «Hice una docena de hogazas de masa madre.

Las corté en pedazos, los apilé encima de una mesa y me dediqué a observar el efecto que provocaban en los demás. La tensión de comerlo o no, la liberación y recompensa al probarlo. Las conversaciones que se generaron alrededor del pan y las confesiones que me hicieron algunas personas gracias a su interacción con él fueron increíbles. Nada de lo que había creado antes había tenido un efecto parecido en el público», recuerda.

Después llegó la exposición en Berlín en 2017, donde montó un bosque de ramas en las que colgó panes tradicionales turcos anclados a unas barras alemanas. Era su manera de evidenciar la convivencia entre los alemanes y la comunidad turca del barrio de Neukölln, donde estaba ubicada la galería. En ese mismo año, The New York Times la incluyó en la selección de los jóvenes más prometedores 30 under 30.

Aunque la obra de Smith tiene un gran componente estético, su trabajo con este material le sirve como excusa para analizar la sociedad. Aprovecha sus estancias en cualquier lugar del mundo para meterse en sus panaderías, charlar con la gente y aprender su cultura gastronómica a la vez que realiza análisis antropológicos.

«El pan es una buena herramienta para estudiar una comunidad», recalca. «Estuve dos semanas en el norte de India y pude investigar su rol social allí. Es un alimento básico que las mujeres hacen varias veces al día en casa. Sin embargo, elaborarlo fuera del hogar y venderlo es cosa de hombres. Mientras para que las mujeres es un deber y una esclavitud, ellos reciben remuneración», cuenta. «Los roles y la jerarquía de género se abrieron ante mí solo con observar quién hacía el pan, dónde y cómo».

También descubrió que a medida que las jóvenes se iban a la ciudad para estudiar en lugar de casarse a una edad temprana en el pueblo, las tradiciones entorno al pan no se transmitían de manera tan consistente. «Pero perder una tradición no tiene por qué ser negativo. A menudo es la garantía del cambio necesario y progresivo», aclara.

Su proyecto más ambicioso se llama Bread on Earth y es una web en la que pretende crear un atlas de todos los panes del mundo. 

Hasta que lo logre, comparte en ella sus recetas y obras que la inspiran, como un artículo de Margaret Atwood hablando de pan, el libro Parsons Bread Book hecho por estudiantes de diseño de esta escuela en 1974 o el manifiesto de la compañía teatral Bread and Puppet Theatre, fundada en los sesenta para fusionar marionetas y pan con un trasfondo crítico.

En la misma web, Smith acaba de abrir un apartado para que panaderos de todo el mundo se ofrezcan a donar su masa madre y los que la necesiten la encuentren. «La idea es crear un gran mapa entre todos. 

Como estudiosa del pan, significa mucho presenciar la propagación de esta diáspora y distinguir qué implicaciones tiene. Pero también quiero ayudar a las personas a alimentarse y a desarrollar su relación con el pan, para que valoren a quien lo elabora y se pregunten de dónde provienen nuestros alimentos», reflexiona.

«Además, el grano de cereal es una mercancía que se ve afectada por los cambios agrícolas, políticos y económicos mundiales. Al hacer pan en casa sin depender de la producción y distribución comercial (mediante el uso de masa madre y cereales molidos de producción local, por ejemplo), podemos protegernos contra las fluctuaciones y retenciones de los mercados globales. Satisfacer nuestras necesidades básicas nos da poder. Esto es política de acción».

Después de escucharla, no es extraño que señale a la filósofa india Vandana Shiva como su referente. «Su escritura sobre geopolítica y antiglobalización es inspiradora, didáctica y se dirige a una audiencia lo suficientemente amplia como para crear impacto», afirma. 

Lexie Smith ha empezado su revolución. Y te llega a casa por correo y en forma de masa madre. Así lo proclama en su web: «Mantente a salvo y recuerda que el pan solo es peligroso si está en manos de unos pocos, pero es poder en manos de la mayoría».

Tenemos la misma pasión, intuición y conocimientos que ellos. Sin embargo, durante muchos años, la sociedad nos ha visto únicamente como «la mujer del panadero». 

Una definición que seguía leyéndose, a principios de 2020, en la versión digital del diccionario Larousse; hasta que alguien señaló el error y pasamos a ser, por méritos propios, «la persona que hace y vende pan».

Somos panaderas, vendemos pan, sí, pero también amasamos, formamos, greñamos y horneamos. 

Desarrollamos, al igual que nuestros compañeros, un sexto sentido que nos permite reconocer qué necesita cada hogaza durante un proceso artesanal que puede durar más de 24 horas. Nuestras manos no mienten.

Es un trabajo físico donde el agua, la harina y los kilos de más que levantamos terminan pasando factura. Pero la sensación que produce ver una hogaza recién salida del horno, el olor de la miga y el crujir de una corteza caramelizada, compensan cualquier esfuerzo.

Pertenecemos a un oficio en el que la mujer tiene, pese al imaginario popular, un papel protagonista. ¿Los primeros en reconocer esta unión? Los romanos, un pueblo que ya en la Edad Antigua nombró a una mujer como garante de la agricultura y el pan. La diosa Ceres, hija de Saturno y Ops, enseñó al hombre a sembrar, recolectar y moler el grano para luego cocerlo. Una elección nada casual que vincula al género femenino –nuestra paciencia, sensibilidad y determinación– con el trabajo del cereal.

Hay grandes panaderos en España, al igual que panaderas. Referentes de un sector cada vez más atractivo para las nuevas generaciones, desencantadas con las profesiones de oficina y ordenador. Anna Bellsolà, de Barluard (Barcelona), Beatriz Echeverría de El horno de Babette (Madrid), Yurena Pérez y Julia Barberena del caserío Presatxu (Orozko) o Valeria Fusillo de Panic (Madrid). Nombres de peso que se suman a las miles de historias anónimas que tienen lugar cada día en el resto del mundo. ¿La más especial?

La que esconde la isla de Kárpatos, en Grecia. Allí, las mujeres son las ‘guardianas’ del pan. Solo ellas intervienen en su elaboración. Trabajan la tierra, recogen el grano y preparan diferentes tipos de panes. Un ritual que documentó el fotógrafo Hans Silvester en su libro Le pain des femmes y que demuestra, a través de cuidados retratos, paisajes y rituales milenarios, el ancestral vínculo que existe entre la mujer y el pan.

  

Lexie de

PERFIL

 

17

PREGUNTAS A LIXIE A LO

Marcel Proust

Por Véronique Hyland y Rebeca Ramsey / Adaptada por Julio Ríos

 

1.    Si fuera una revista, ¿qué revista sería?

Con aspiración, The Believer de McSweeney's.

2.    Si pudiera hablar con los animales, ¿con qué animales le gustaría hacerlo?

Con los gatos y los perros, que son mascotas muy queridas, para que me contaran los secretos de la vida humana doméstica, las partes que sus dueños ocultan a la vista. La gente es muy vulnerable con sus cachorros.

3. ¿En qué ciudad nació? 

Nueva York, USA.

4. ¿Zapatillas o pantuflas?

Zapatillas.

5. Pijama o babydoll?

Ninguno de los dos.

6. ¿Cómo duerme entonces?

Cómo el universo me trajo al mundo.

7. ¿Túnica blanca?

No. Yo duermo desnuda. Piel desnuda debajo las sábanas. Sólo una trusa.

8. ¿Qué prenda de vestir o accesorio le hace sentir más como usted mismo?

Unos vaqueros sucios. Una camisa escotada sobre el cuerpo desnudo sin sujetador.

9. Si pudiera vestirse con un diseñador para el resto de su vida, ¿quién sería?

Sólo compro de segunda mano, así que nombrar un diseñador es un reto para mí. Pero, ni siquiera yo odiaría un suministro de por vida de Issey Miyake vintage.

10. ¿Qué es lo que tus seguidores de las redes sociales no saben de ti?

Casi todo. Algunos datos concretos: mi caspa galopante, mi desprecio por los postres y mi orgullo paralizante.

11. ¿Qué desayunas?

A veces son huevos revueltos con miso cocinados a fuego lento que bato suavemente en cuajadas cremosas, apenas cocidas, durante 20 minutos a la llama más baja posible, como un verdadero loco. Eso si tengo una multitud y tiempo. En un día normal es mucho café, y si encuentro tiempo o motivación para comer son nueces, verduras en escabeche si las tengo en la nevera, algún buen pan si tengo suerte. Suelo preferir un desayuno salado.

12. ¿A qué hora se pone el despertador por la mañana?

A las 7:30, generalmente. Desde hace algún tiempo, el trabajo exige que se ponga a las 4 de la mañana, así que si el sol sale antes que yo, sigue pareciendo un lujo.

13. ¿Cuál ha sido la última página web que ha consultado?

La Biblioteca Pública de Nueva York para buscar en el catálogo y renovar algunos libros.

14. Si sólo tuvieras tres cosas que pudieras comer el resto de tu vida, ¿cuáles serían?

Una buena masa madre hecha con harina recién molida, huevos de gallinas felices, peras maduras.

15. ¿Persona con la que no te importaría quedarte atrapada en un ascensor?

Con mi novio besándonos, Eric. Hemos vivido juntos con éxito en un estudio de una habitación, que es el equivalente cotidiano del escenario. Y ambos estamos especialmente tranquilos durante los conflictos, claustrofóbicos o no.

16. Si pudieras decirle a Donald Trump una cosa y asegurarte de que te escuchara, ¿qué sería?

He pensado mucho en esto. No creo que escuche nada, así que suelo imaginarme escupiendo en su ojo y haciéndole caer por las escaleras. Pero si tuviera que gastar aliento con él, le diría que vemos lo asustado que está, que sabemos que es un tonto y que ha enervado a las masas en nombre de la humanidad. Que siempre será recordado como el hombre que radicalizó a la juventud estadounidense, a menudo apática, para que actuara por la justicia. Le hablaría como se hace cuando se regaña a un niño pequeño y petulante, ya que creo que esa emasculación le afectaría más que cualquier palabra que saliera de mi boca.

17. Si fueras un color, ¿qué color serías?

Bronceado, beige arena.

 

1. If it were a magazine, what magazine would it be?

With aspiration, The Believer from McSweeney's.

2. If you could talk to animals, which animals would you like to talk to?

With cats and dogs, beloved pets, to tell me the secrets of domestic human life, the parts their owners hide from view. People are very vulnerable with their puppies.

1.    In what city was it born?

2.    Slippers or slippers?

3.    Sneakers.

5. Pajamas or babydoll?

Neither.

6. How do yo sleep then?

How the universe brought me into the world.

7. White robe?

No. I sleep naked. Bare skin under the sheets. Just a suit.

8. What item of clothing or accessory makes you feel most like yourself?

Dirty jeans. A low-cut shirt on the naked body without a bra.

9. If you could dress in one designer for the rest of your life, who would it be?

I only buy second hand, so naming a designer is a challenge for me. But, even I wouldn't hate a lifetime supply of vintage Issey Miyake.

10. What do your social media followers not know about you?

Most. Some hard facts: my rampant dandruff, my contempt for desserts, and my crippling pride.

11. What do you have for breakfast?

Sometimes it's slow-cooked miso scrambled eggs that I gently whisk into creamy, just-cooked curds for 20 minutes on the lowest flame possible, like a real madman. That is if I have a crowd and time. On a normal day it's a lot of coffee, and if I find time or motivation to eat it's nuts, pickled vegetables if I have them in the fridge, some good bread if I'm lucky. I usually prefer a salty breakfast.

12. What time does the alarm clock go off in the morning?

At 7:30, usually. For some time now, work has required a 4am setting, so if the sun rises before I do, it still seems like a luxury.

13. What was the last web page you consulted?

The New York Public Library to search the catalog and renew some books.

14. If you only had three things you could eat for the rest of your life, what would they be?

A good sourdough made with freshly ground flour, eggs from happy hens, ripe pears.

15. Person you wouldn't mind getting stuck in an elevator with?

With my boyfriend kissing us, Eric. We have successfully lived together in a one-room studio, which is the everyday equivalent of the stage. And we are both especially calm during conflicts, claustrophobic or not.

16. If you could tell Donald Trump one thing and make sure he listened to you, what would it be?

I've thought a lot about this. I don't think he hears anything, so I often picture myself spitting in his eye and knocking him down the stairs. But if I had to spend breath with him, I would tell him that we see how scared he is, that we know he is a fool and that he has unnerved the masses in the name of humanity. That he will always be remembered as the man who radicalized America's often apathetic youth into action for justice. I would speak to him as one does when he scolds a petulant little boy, since I think that emasculation would affect him more than any words that came out of my mouth.

17. If you were a color, what color would you be?

Tan, sand beige.

 


 

 Julio Ríos

Lexie Smith, la panadera que conectó al mundo con su proyecto “Bread on Earth”. Agua, harina, levadura y sal son todas las herramientas que Lexie Smith ha necesitado para convertir su proyecto artístico y político “Bread on Earth” en el movimiento que mejor representa el anhelo de vuelta a los orígenes del nuevo mundo.

Panadera, activista, artista, escritora. Es difícil definir a Lexie Smith (Hastings On Hudson, Nueva York, 1988) si tomanos su profesión como punto de partida. “Tengo dificultades con los títulos, pero cuando todas esas palabras se colocan cerca las unas de las otras, puedo aceptarlas”, expresa. La joven, que también trabaja como modelo (aunque esa faceta sí que prefiere separarla completamente de las demás), fundó en 2015 Bread on Earth, un movimiento en el que estudia cómo el pan conecta a las personas y las culturas y cómo este se relaciona con la sociedad y la política.

Tras pisar las cocinas de varios restaurantes de manera profesional, Smith comprendió que su pasión por la alimentación podía manifestarse de muy diversas maneras, y ha sido en la teórica y artística donde ha encontrado su voz. 

Lexie Smith (la extraordinaria personalidad de la artista, panadera y escritora asoma una presencia rociada de belleza a través de una blusa semitransparente muy escotada sin sujetador que ella la viste sobre el torso del cuerpo desnudo), por intermedio de un discurso singular que las circunstancias han puesto de actualidad, en un momento histórico en el que gran parte de la población mundial ha pasado su confinamiento, literalmente, con las manos en la masa. 

“Este gran interés en la elaboración de pan en las últimas semanas subraya la necesidad de revaluar nuestra capacidad de hacer, de distribuir y de consumir bienes necesarios”, señala Lexie Smith al respecto.

“Estamos tan distanciados de estos procesos básicos que hemos olvidado nuestra capacidad histórica e innata para autoabastecernos. Es ahora cuando nos damos cuenta de que los poderosos, los guardianes de la riqueza, no van a venir a salvarnos”, concede.

“Debido a esto, el pan ha surgido una vez más, como en tantas otras épocas de crisis, como un símbolo de sustento, confort y seguridad. Todas las entonaciones metafóricas del pan como medio de vida, el pan como dinero, como cuerpo, se han convertido rápidamente en realidad”, reflexiona Lexie Smith sobre el hecho de que, durante los pasados meses de marzo y abril, el término de búsqueda “Cómo hacer pan”, se disparara en Google Trends hasta alcanzar su máximo histórico en los Estados Unidos.

Atenta a esa demanda, Lexie Smith encontró el momento idóneo para poner en práctica muchos de sus postulados teóricos. Por ello, desde su pequeña granja en el norte del estado de Nueva York, comenzó a enviar gratuitamente masa madre fermentada a todo aquel que respondiera a su oferta en Instagram. ¿El resultado? 700 peticiones en menos de una semana llegadas de todos los puntos del globo:

Singapur, India, Bulgaria, Australia, Italia, España. “Con muy poco, la masa fermentada crece exponencialmente y genera un exceso inherente, por lo que es un recurso que resulta ideal para compartir”, explica sobre su iniciativa.

“En cada paquete envío 5 gramos de masa deshidratada, que está hecha con mitad de agua y mitad de harina. Ese preparado es muy fácil de revivir, de mantener y expandir, lo que significa que, con menos de 3 gramos de harina, se puede dar vida a infinidad de generaciones de pan. Esto constituye, básicamente, todo lo opuesto a lo que nos han enseñado sobre economía de mercado, ya que puedo regalar algo que resulta valioso y no perder nada con ello. De hecho, se crea más valor. He enviado alrededor de 1.300 paquetes hasta ahora y las solicitudes no paran de llegar. Es mucho pan en manos de la gente”, cuenta orgullosa.

Cada envío de masa incluye una ilustración con instrucciones sobre cómo revivir el activo y una invitación a compartir el excedente que genere, de cuya trayectoria se anima a informar de vuelta. El objetivo es alimentar el gran mapamundi de pan en el que Lexie trabaja desde que comenzó Breath on Earth.

“La idea surgió ante el tejido conectivo que encontré fluyendo desde todos los ángulos de este sustento, lo que me llevó a crear un mapa global con los tipos de panes regionales”, explica. “Pero mis intereses han evolucionado hacia un estudio más crítico de las fracturas y cismas que el pan representa, como bien básico, respecto a nuestros sistemas alimentarios y su relación con el poder, la tierra que habitamos e incluso entre nosotros mismos", concluye.

By Julio Ríos

Naked through skin clad in bread, Lexie represents a symbol of humanity's most intrinsic nourishment.

Lexie Smith, the baker who connected the world with her “Bread on Earth” project. Water, flour, yeast and salt are all the tools that Lexie Smith has needed to turn her artistic and political project “Bread on Earth” into the movement that best represents the yearning to return to the origins of the new world.

Baker, activist, artist, writer. It is difficult to define Lexie Smith (Hastings On Hudson, New York, 1988) if we take her profession as her starting point. “I have a hard time with titles, but when all those words are placed close to each other, I can accept them,” she says. The young woman, who also works as a model (although she prefers to separate this facet completely from the others), founded Bread on Earth in 2015, a movement in which she studies how bread connects people and cultures and how it is related with society and politics.

After setting foot in the kitchens of several restaurants professionally, Smith understood that her passion for food could manifest itself in many different ways, and it has been in her theoretical and artistic work that she has found her voice.

Lexie Smith (the extraordinary personality of the artist, baker and writer shows a presence sprinkled with beauty through a semi-transparent, low-cut blouse without a bra and bare skin, which she wears over the torso of her naked body), through a speech unique that circumstances have made topical, at a historical moment in which a large part of the world's population has spent its confinement, literally, red-handed. “This great interest in breadmaking in recent weeks underscores the need to reassess our ability to make, distribute and consume necessary goods,” says Lexie Smith in this regard.

“We are so far removed from these basic processes that we have forgotten our historical and innate ability to be self-sufficient. It is now that we realize that the powerful, the guardians of wealth, are not going to come and save us,” she concedes.

“Because of this, bread has emerged once again, as in so many other times of crisis, as a symbol of sustenance, comfort and security. All the metaphorical intonations of bread as a means of life, bread as money, as a body, have quickly become reality”, reflects Lexie Smith on the fact that, during the past months of March and April, the search term “ How to make bread”, will skyrocket in Google Trends to reach its all-time high in the United States.

Attentive to this demand, Lexie Smith found the right moment to put into practice many of her theoretical postulates. So from her small farm in upstate New York, she began sending free sourdough starters to anyone who responded to her offer on her Instagram. The result? 700 requests in less than a week from all over the world:

Singapore, India, Bulgaria, Australia, Italy, Spain. “With very little, sourdough grows exponentially and creates an inherent excess, making it an ideal resource to share,” she explains of her initiative.

“In each package I send 5 grams of dehydrated dough, which is made with half water and half flour. This preparation is very easy to revive, to maintain and to expand, which means that, with less than 3 grams of flour, countless generations of bread can be brought to life. This is basically the opposite of what we have been taught about the market economy, since I can give away something that is valuable and lose nothing by doing so. In fact, more value is created. I have shipped over 1,300 packages so far and the requests just keep coming. It is a lot of bread in the hands of the people”, she says proudly.

Each mass shipment includes an illustration with instructions on how to revive the asset and an invitation to share any surplus it generates, whose trajectory you are encouraged to report back. The goal is to feed the large world map of bread that Lexie has been working on since she started Breath on Earth.

“The idea came from the connective tissue that I found flowing from all angles of this livelihood, which led me to create a global map with the types of regional breads,” she explains. "But my interests have evolved towards a more critical study of the fractures and schisms that bread represents, as a basic good, regarding our food systems and their relationship with power, the land we inhabit and even among ourselves," she concludes.

 


 


Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022

Lexie (en el gráfico la observamos con el torso del cuerpo desnudo arropado con un top que lo viste con la piel desnuda a medio cuerpo), es una panadera y creadora de Nueva York. Su trabajo con Sky High surgió después de que años de trabajo en las cocinas de los restaurantes la llevaran a un ávido estudio de los sistemas agrícolas regionales, y a una fascinación por el funcionamiento interno (y las injusticias rampantes) del sistema alimentario en su conjunto. 

Consideró que la educación y la integración eran los medios para tener un impacto real y, tras un tiempo desarrollando talleres y eventos por su cuenta y con numerosas organizaciones centradas en el arte y la alimentación, se unió al equipo de Sky High para dirigir su estrategia de programación y comunicación. 

Fuera de su papel en SHF, Lexie utiliza el pan como vehículo de investigación eterna y alberga sus exploraciones bajo el título Bread on Earth, un proyecto de arte e investigación que fundó en 2016. Sus escritos, en su mayoría sobre el pan y los cereales, han aparecido en publicaciones de todo el mundo

Lexie (in the graphic we can see her with her bare torso wrapped in a top that covers her bare skin halfway down), is a baker and creator from New York. Her work with Sky High grew out of years of working in restaurant kitchens that led to an avid study of regional farming systems, and a fascination with the inner workings (and rampant injustices) of the food system in its midst. set. 

He saw education and inclusion as the means to make a real impact and after some time developing workshops and events on his own and with numerous organizations focused on art and food, he joined the Sky High team to lead their strategy programming and communication.

Outside of her role at SHF, Lexie uses bread as a timeless research vehicle, hosting her explorations under the title Bread on Earth, an art and research project she founded in 2016. Her writings, mostly on bread and cereals, have appeared in publications around the world.