martes, 9 de agosto de 2022

Crucita Gutiérrez Segovia A TODO NAIF

 

ARTISTAS PLÁSTICOS EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19

 

El mundo Naif de

CRUCITA

 

Crucita Gutiérrez Segovia

A TODO NAIF

Nace en Madrid en el seno de una familia de artistas. Pintora, grabadora calcográfica, escritora e ilustradora de cuentos, que se expresa en el ámbito del naif, sus primeras obras datan de 1977, siendo sus fuentes de inspiración y la esencia de sus obras todos los recuerdos desde la niñez hasta hoy, la cotidianidad, el amor, los sentimientos, los sueños, la naturaleza, la vida.

Ha realizado desde entonces múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas, estando su obra ubicada en diferentes museos de España, Francia, Italia y Portugal, así como en importantes colecciones particulares de España, Reino Unido, Polonia, Italia, Francia, Portugal, Egipto e Israel.

Realiza sus trabajos de Grabado en el taller “Artcontraprova” de Clara Oliva en Barcelona, España, y colabora en la Asociación Civil sin fines de lucro, “Foro Peruano de las Artes”, en Lima, Perú, de la cual es fundador y presidente el escultor Gino L. Ataucusi Arenas. 

 Ha expuesto en el Museo de Arte Naïf “Manuel Moral- Palacio Villadompardo, Jaén, España. Museo de Arte Primitivo Contemporáneo “Cesare Zavattini” – Luzzara – Italia. Museo de Arte Primitivo Moderno de Guimeraes – Portugal. Museo de Arte Naïf de Bagés, Francia. Museo Internacional de Arte Naïf MIDAM, Viq, Francia. Museo D’Art Naïf, Marginal y Popular, Chateau D’Ensoulès, Béraut-Francia. Fundación Hervás Amezcua para las artes, Gavá, Barcelona, España. Biblioteca de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, España.

Gutiérrez, dentro de sus obras sobre papel hecho a mano, destacan          Primitivos Contemporáneos Museo Manuel Moral, Jaén, España, 1998. Diccionario Rafols de Artistas Contemporáneos de Catalunya y Baleares 1987. El Teatro en la Pintura Naïf, Teatro Albéniz, Madrid 1989. El Teatro en la Pintura Naïf, Museo Teatro de Almagro, Ciudad Real, España, 1990.

L’art Naïf Espagnol, Museo Max Fourny, París, Fancia, 1990. Pintura Naif Espagnola, Museo de Luzzara Italia 1991. Homenaje a Vallejo Nájera. Ayuntamiento Madrid, España 1991. Museo Manuel Moral de Jaén. Museo Guimeraes-Portugal 1992. Diccionario de Pintores y Escultores Españoles del Siglo XX – 1997. Homenaje Naïfs Catalanes Museo Arte Naïf El Molí de la Torre- Figueres 2000, Girona. Las cuatro estaciones de año, tradiciones y costumbres, Ayuntamiento Madrid 2002. Museo de Arte Naïf de la Diputación Provincial de Jaén- Jaén 2002. Certamen de Arte Naïf, Ayuntamiento de Madrid 2002. Museo de Arte Naïf de Guimeraes, Portugal 2004. Salón Internac. Arte Naïf Casino de Estoril, Portugal 2004 al 2009.

La artista plástica ganó el Tercer premio Certamen Nacional Artes Plásticas MºTrabajo Barcelona 1983. Tercer premio Certamen Nacional Artes Plásticas Mº Trabajo Salamanca 1984. Primer premio Certamen Nacional Artes Plásticas Mº Trabajo, Madrid 1995. Tercer premio “VI Exposición Pintura Naïf, Asociación Española Pintores Escultores, Madrid 1995. Accésit 1º Certamen Toros y Fiestas” Asociación Española de. Pintores y Escultores, Madrid 1997. Mención de Honor “XXX Salón Internac. Pintura Naïf “Sala de Exposiciones del Casino Estoril, Portugal 2009. Segundo premio exposición internacional arte Naif SIAN, Rumanía, 2013.

"Una de las características del pintor naif es que es estéticamente verdadero. La verdad personal y sin agresión es un logro que da paso a la calidez idealizada de la dura realidad. Procedente de una familia acomodada, donde la música tenía una importancia primordial, al ser su madre profesora de canto y piano, Crucita Gutiérrez Segovia se dio a conocer en el mundo de la pintura para deleite de los coleccionistas, y nunca llego a imaginar que hoy, sus lienzos, figurarían en un Sancta Sanctorum.

Sus obras pueden verse en museos de Portugal, Francia, Italia y España. Crucita tiene un mundo interior apacible y sugerente que, junto a una visión ordenada de un mundo exterior, hacen de su obra una pequeña ventana que nos invita a sumergirnos en su propia mirada."  

"La Pintura Naïf de Crucita Gutiérrez Segovia contraviene en absoluto lo que suele llamarse costumbrista referido al Arte Naïf. Esta pintora no reproduce las cosas que ve, las inventa, las recrea. Pinta unos paisajes totalmente imaginados. Sus obras son semejantes y personales, por su color y por sus composiciones.

El entorno es lírico, poético, ingenuo, con simplicidad en el sentido más positivo. Crucita tiene un mundo de fantasía y se complace en él; lo interpreta plásticamente, con riqueza, en tonos también característicos (azules en todos sus grados, ocres, blancos, dorados). Todas sus escenas son coherentes y parte de la misma dinámica creativa. Son cuadros alegres, bonitos, apetece “entrar en ellos”, tienen paz y armonía a raudales y pone un “clima” especial de serenidad y sosiego. Es una pintura la suya, intimista y cálida."

"La ingenuidad representa, frente a la abstracción, otro aspecto del arte figurativo. Descubrir la imagen dentro de nosotros y poder representar con ella el entorno, no es una tarea para todos; aceptar el propio lenguaje, decir mucho con poco, mostrar al mundo su mundo, decirlo con la frescura auténtica de un niño sin descuidar el detalle, el relato, simplificando las formas porque brotan desde el sentir.

Crucita es una pintora y grabadora que se expresa en el ámbito del arte naïf, y su obra está representada en diferentes museos de España, Italia, Francia y Portugal. Combina los grabados con otras técnicas como pastel, acuarelas, lápices de colores, etc. creando una serie que denomina “Más allá de los límites del grabado”. Les invito a entrar en su mundo “el mundo de Crucita”.

"El mundo naif de Crucita: Si intentamos imaginar al mirar un cuadro como es la persona que lo pintó, puedo asegurar sin temor a equivocarme, que Crucita encierra en lo más hondo de su alma una alegría e ilusión por vivir que queda reflejada en los vivos colores de todos sus cuadros. 

La inocencia no perdida aún es patente en sus temas preferidos, en sus personajes, en sus ambientes tan llenos de ternura y sencillez, de un mundo onírico no exento de amor hacia los demás y de una total entrega desinteresada. 

En su pintura, consigue esa paz interior que todos necesitamos, ese equilibrio necesario para hacer felices a todos los que la rodean y también a todos los que la admiramos y conseguimos encontrar en sus pinturas lo que la realidad nos niega. Afortunado aquél que al estar delante de tus cuadros, consiga sonreir recordando algo por él vivido. Yo lo he conseguido. Gracias, Crucita."

"Si bien el lenguaje y la plástica del arte naïf son ya un código afín al espectador, no podemos olvidar que cada artista es en sí un ente singular. De ello es muestra la pintora Crucita Gutiérrez Segovia, que del estilo naïf hace su mundo y su propia casa. 

Una de sus peculiaridades radica en el uso del color como uno de los principales elementos compositivos; le confiere fuerza y brillantez suficiente para atraparnos fácil y deliciosamente. Podríamos hablar, sin temor, de esos azules evanescentes que captan estrellas infinitas, y de la masa arbórea que configura el horizonte, rotunda armonía de formas y colores. 

Con todo, Crucita Gutiérrez Segovia hace que cada obra sea una pequeña ventana que nos invita a sumergirnos en otra realidad, es decir, en la recreación de su universo ideal. Por ello no debemos de sorprendernos si mientras nos deleitamos en la contemplación de los lienzos, oímos el suave chapoteo de los niños en el agua y captamos el murmullo de sus juegos. Así pasearemos por tranquilas calles que exhiben lindas mercaderías y la tenue brisa de la noche mecerá un liviano cortinaje, filigrana tejida por un pincel."  

"EL MUNDO A TRAVÉS DEL CALEIDOSCOPIO: Llámese naif, ingenuo o primitivista, la pintura de Crucita Gutiérrez Segovia se presta a la recuperación de un tiempo que damos por perdido y también a la representación de un mundo cada vez más ajeno, pero cada vez más positivo. 

La anécdota y el testimonio son el punto de partida de una obra en la cual los pigmentos de color brillan con intensidad propia, casi de forma irreal pero necesaria desde la perspectiva del observador que, ante sus obras, deja de enfrentarse a sus secretas motivaciones y a su andar angustiado para abandonarse a las sensaciones, puesto que en la pintura de Crucita, lo cotidiano abraza el fluir de emociones, inundando el espacio de vida y luz, de alegría y también de reflexión".  

"Las obras que ahora tenemos la oportunidad de contemplar, se han ido gestando en un proceso que ha durado largos años, en los cuales, Crucita, ha experimentado los avatares del autodidactismo, haciendo aflorar aquello que de entre lo oculto luchaba por mostrarse, porque, al igual que la palabra, la pintura es para ella su medio de comunicación y la forma más sincera de expresar sus sentimientos. 

Esas pequeñas parcelas que son los acrílicos, pueden sugerir mundos y contagiarnos su ternura, pueden, incluso, hacernos trocar nuestra mirada en caleidoscópica, tanto para el color como por la forma. 

Este juego entrañable que nos propone esta artista, sobresale por su sensibilidad, lo cual le permite modelar personajes y situaciones inagotables, con rigor constructivo y cromático, que le han hecho merecedora de figurar en buen número de museos y colecciones particulares, porque se bebe en el viento lo añejo, lo íntimo, un algo insondable pero festivo que, ante sus obras, no puede hacernos sino estremecer”.  

 Por Julio Ríos Calderón

La libertad es un aire habitual, sin perfumes exóticos, que se respira junto con el oxígeno sin pensarlo, pero conscientes de que existe. Siguiendo el cauce de esta idea podemos vislumbrar con claridad el sentido primordial de la obra pictórica de Crucita Gutiérrez Segovia. Se enmarca en el escenario “naif”, corriente en la que esta artista ilustra el mundo de acuerdo con una interpretación personal y espontánea.  

Sus cuadros desde una perspectiva de estilo, retrotraen de alguna manera a Rousseau, que edificó con reprimida pertinacia y sencillez su autenticidad eminentemente “naif”, que él descubrió de una vez para siempre. Gutiérrez busca las cosas mismas: en el paso desde la idea a su realización se le plantean menos problemas estéticos que técnicos. En ella existe una relación de identidad como la que hallamos en los niños, junto a una inconsciencia que no distingue entre el ser y la representación.

Muchos se pusieron en camino para ir en busca del Paraíso Perdido, en el que el arte no pertenece a ningún estrato profesional, sino que tanto la plasticidad como la palabra son otorgadas a todos. Pocos alcanzaron las utópicas islas del “naif”. Una de ellas es Crucita Gutiérrez.

Los cuadros de la artista oscilan entre una infantilidad innata en ella misma, y otra adquirida inconscientemente. Con tonalidades suavemente matizadas y sencilla espontaneidad, configura las vivencias ópticas de su mundo íntimo. La habilidad de observar con ojos no velados por los convencionalismos y con plasticidad, Crucita permite entrever la perspectiva de rostros, algunos identificados con el carácter universal, sus montañas, sus árboles y la pintura del concepto de un árbol que es un mitema o arquetipo generalizado en las mitologías del mundo, relacionado con el concepto más general de árbol sagrado y, por lo tanto, en la tradición religiosa y filosófica, como metafísica y esotérica.

Son cuadros de culto ingenuos, en los que coinciden lo conocido y lo posible: casas adheridas unas a otras, frontis de viviendas amalgamadas entre sí. A pesar del movimiento de los hechos que pinta, sus pinturas se caracterizan por el silencio.

Gutiérrez pinta lo que ella desea o le parece más adecuado sin atenerse a ninguna norma. En este sentido lo naíf de Crucita, puede estar dado por dos motivos distintos, aunque no excluyentes: en primer lugar, una ingenuidad (que ronda el éxito respecto a las técnicas y teorías para realizar obras de arte) y, en segundo lugar, una búsqueda (consciente o no) de formas de expresión que evocan árboles, sembrados, globos aerostáticos, calles de París, edificios, gente que camina, trenes, cursas Franciscanos,

Crucita pintora, está colmada  de sus visiones y percepciones, se atreve incluso con los temas más difíciles y consigue a veces mediante la tensión entre conocimientos técnicos e imagen real interna, entre la sencillez ideológica y la representación visual, aquella peculiaridad de la expresión creadora que la diferencia de otros artistas. Las deformaciones y transformaciones de su manifestación pictórica no se deben en ella a una intención estilística, sino que son proyección de su verdad interna.

En cada pincelada hay una bendición. Es el comienzo de la vida donde van el pan y la plegaria. En el arte de Gutiérrez, lo místico está frenado por el candor de sus rostros ingenuos. Ellos no llevan la carga belicosa de los arcabuceros porque su obra se hace poema cuando menciona a la luna. Rostro infantil. Admiración íntima en la mirada perdida. Quietud sólo por un instante. Es un rostro mirándonos desde la luna en cuarto creciente. Crucita es una de esas personas que mira con ojos nuevos lo que los demás miramos con ojos gastados, o atufados por la urgencia, o cegados por la angustia cotidiana de sobrevivir. Ella está perdidamente enamorada de los adoquines, de las tejas, de las hojas de los árboles, de los animalitos y los toma de ciudades del mundo y nos lo da a cada uno en forma de pinturas.

En esta realidad, la obra de esta talentosa pintora, primorosamente elaborada, quiere hacernos ver de nuevo, con serenidad y cariño lo que desde siempre tenemos delante de los ojos, para volver a querer este mundo, esta tierra deleznable y fugaz, ciudades del mundo magníficas, e intentar con renovado brío seguir transformándolo sin cambiarlo.

By Julio Ríos Calderón

Freedom is a habitual air, without exotic perfumes, which is breathed together with oxygen without thinking about it, but aware that it exists. Following the course of this idea we can clearly glimpse the primordial meaning of the pictorial work of Crucita Gutiérrez Segovia.

She is part of the "naif" scene, a current in which this artist illustrates the world according to a personal and spontaneous interpretation. Her paintings from a style perspective somehow go back to Rousseau, who built with repressed pertinacity and simplicity his eminently "naïve" authenticity, which he discovered once and for all. Gutiérrez looks for the things themselves: in the passage from the idea to its realization, he faces fewer aesthetic problems than technical ones.

In it there is a relationship of identity like the one we find in children, together with an unconsciousness that does not distinguish between being and representation. Many set out to go in search of the Lost Paradise, in which art does not belong to any professional stratum, but both plasticity and speech are granted to everyone. Few reached the utopian islands of the “naif”.

One of them is Crucita Gutiérrez. The artist's paintings oscillate between an innate childishness in herself, and another acquired unconsciously. With softly nuanced tones and simple spontaneity, she configures the optical experiences of her intimate world. The ability to observe with eyes not veiled by conventionalism and with plasticity, Crucita allows us to glimpse the perspective of faces, some identified with the universal character, its mountains, its trees and the painting of the concept of a tree that is a generalized mytheme or archetype. in the mythologies of the world, related to the more general concept of the sacred tree and, therefore, in the religious and philosophical tradition, as metaphysical and esoteric.

They are naive cult pictures, in which what is known and what is possible coincide: houses adjoining one another, facades of houses amalgamated with each other. Despite the movement of the events that she paints, her paintings are characterized by silence. 

Gutiérrez paints what she wants or what seems most appropriate to her without adhering to any rule. In this sense, Crucita's naïveness can be due to two different reasons, although not mutually exclusive: firstly, a naïveté (which is about to be successful with respect to the techniques and theories for creating works of art) and, secondly, a search (conscious or not) of forms of expression that evoke trees, crops, hot air balloons, streets of Paris, buildings, people walking, trains, Franciscan courses, Crucita painter, she is full of her visions and perceptions, she dares even with the most difficult themes and sometimes achieves through the tension between technical knowledge and internal real image, between ideological simplicity and visual representation, that peculiarity of creative expression that the difference from other artists.

The deformations and transformations of her pictorial manifestation are not due to a stylistic intention, but are a projection of her internal truth. In every brushstroke there is a blessing. It is the beginning of life where bread and prayer go. In Gutiérrez's art, the mystical is restrained by the candor of her naive faces. They do not carry the warlike charge of the arquebusiers because her work becomes a poem when she mentions the moon. Child face. Intimate admiration in the lost gaze.

Quiet just for a moment. It is a face looking at us from the crescent moon. Crucita is one of those people who looks with new eyes at what the rest of us look at with tired eyes, or blinded by urgency, or blinded by the daily anguish of surviving.

She is madly in love with the cobblestones, the tiles, the leaves of the trees, the little animals and she takes them from cities around the world and she gives them to each one of us in the form of paintings. In this reality, the work of this talented painter, beautifully elaborated, wants to make us see again, with serenity and affection, what we have always had before our eyes, to love this world again, this despicable and fleeting land, cities of the world magnificent, and try with renewed vigor to continue transforming it without changing it.

Por Julio Ríos Calderón

A liberdade é um ar habitual, sem perfumes exóticos, que se respira junto com o oxigênio sem pensar, mas consciente de que existe. Seguindo o curso desta ideia podemos vislumbrar claramente o significado primordial da obra pictórica de Crucita Gutiérrez Segovia.

Faz parte do cenário "ingênuo", corrente em que este artista ilustra o mundo segundo uma interpretação pessoal e espontânea. Suas pinturas, do ponto de vista estilístico, de alguma forma remontam a Rousseau, que construiu sua autenticidade eminentemente "ingênua" com pertinácia e simplicidade reprimidas, que descobriu de uma vez por todas. Gutiérrez procura as próprias coisas: na passagem da ideia à sua realização, ele enfrenta menos problemas estéticos do que técnicos.

Nele há uma relação de identidade como a que encontramos nas crianças, juntamente com uma inconsciência que não distingue entre ser e representação. Muitos partem em busca do Paraíso Perdido, onde a arte não pertence a nenhum estrato profissional, mas tanto a plasticidade quanto a fala são concedidas a todos. Poucos chegaram às ilhas utópicas dos “ingênuos”.

Uma delas é Crucita Gutiérrez. As pinturas da artista oscilam entre uma infantilidade inata nela mesma, e outra adquirida inconscientemente. Com tons suaves e espontaneidade simples, configura as experiências óticas do seu mundo íntimo.

A capacidade de observar com olhos não velados pelo convencionalismo e com plasticidade, Crucita nos permite vislumbrar a perspectiva de rostos, alguns identificados com o caráter universal, suas montanhas, suas árvores e a pintura do conceito de árvore que é um mitema generalizado ou arquétipo nas mitologias do mundo, relacionado ao conceito mais geral da árvore sagrada e, portanto, na tradição religiosa e filosófica, como metafísica e esotérica. São quadros de culto ingênuos, em que coincidem o conhecido e o possível: casas contíguas, fachadas de casas amalgamadas. 

Imagen

Apesar do movimento dos acontecimentos que pinta, suas pinturas são caracterizadas pelo silêncio. Gutiérrez pinta o que quer ou o que lhe parece mais adequado sem aderir a nenhuma regra. Nesse sentido, a ingenuidade de Crucita pode se dar por dois motivos distintos, embora não mutuamente exclusivos: primeiro, uma ingenuidade (que está prestes a ser bem sucedida no que diz respeito às técnicas e teorias para a criação de obras de arte) e, segundo, uma busca (consciente ou não) de formas de expressão que evocam árvores, plantações, balões de ar quente, ruas de Paris, prédios, pessoas andando, trens, cursos franciscanos, Pintora Crucita, cheia de suas visões e percepções, atreve-se mesmo com os temas mais difíceis e consegue, por vezes, pela tensão entre o conhecimento técnico e a imagem real interna, entre a simplicidade ideológica e a representação visual, aquela peculiaridade de expressão criativa que a diferença de outros artistas.

As deformações e transformações de sua manifestação pictórica não se devem a uma intenção estilística, mas são uma projeção de sua verdade interna. Em cada pincelada há uma bênção. É o início da vida onde vão o pão e a oração. Na arte de Gutiérrez, o místico é contido pela candura de seus rostos ingênuos. Eles não carregam a carga bélica dos arcabuzeiros porque sua obra se torna um poema quando menciona a lua. Cara de criança. Admiração íntima no olhar perdido.

Silêncio apenas por um momento. É um rosto olhando para nós da lua crescente. Crucita é uma dessas pessoas que olha com novos olhos o que o resto de nós olha com olhos cansados, ou cegos pela urgência, ou cegos pela angústia diária de sobreviver.

Ela é loucamente apaixonada pelos paralelepípedos, pelos azulejos, pelas folhas das árvores, pelos bichinhos, e os leva de cidades do mundo todo e os dá a cada um de nós na forma de pinturas. Nesta realidade, a obra deste talentoso pintor, lindamente elaborada, quer fazer-nos ver de novo, com serenidade e carinho, o que sempre tivemos diante dos olhos, voltar a amar este mundo, esta terra desprezível e fugaz, cidades do mundo magnífico, e tentar com renovado vigor continuar a transformá-lo sem mudá-lo.

 



"JUEGOS DE NIÑOS"
Acrílico sobre Lienzo


"EL BAUTIZO DE GINOCHAY"
Acrílico sobre Lienzo


"EL GATO DE AMADOR DE EGIPTO
Acrílico sobre Lienzo 


"LA BODA". Acrílico sobre Madera 


CRUCITA GUTIÉRREZ SEGOVIA

En esta realidad, la obra de esta talentosa pintora, primorosamente elaborada, quiere hacernos ver de nuevo, con serenidad y cariño lo que desde siempre tenemos delante de los ojos, para volver a querer este mundo, esta tierra deleznable y fugaz, ciudades del mundo magníficas, corridas de toros, un gato, e intentar con renovado brío seguir transformándolo sin cambiarlo.
 

Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Católica de La Paz, y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

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