viernes, 5 de agosto de 2022


 

In memoriam, Mario D. Ríos Gastelú

Julio Ríos Calderón

Página Siete, viernes 5 de agosto de 2022



Falleció el 31 de julio, a 6 días de cumplir 91 años. Ascendió al Cielo acompañado de un ángel, y en las puertas del Oriente Eterno el Padre Celestial, lo presentó en una mirada retrospectiva a su nacimiento el 6 de agosto de 1931, en la casa ubicada en la calle Junín esquina Pagador de la ciudad de Oruro. La bandera boliviana flameaba en el cerro Conchupata, y los felices padres David Ríos Reinaga y Raquel Gastelú, festejaban el alumbramiento de su cuarto hijo, antecedido con una diferencia de 6 años por tres hermanas mujeres.

Amante de la música clásica y el tango, entusiasta del deporte, coleccionó desde niño la revista argentina EL GRÁFICO. Aunque no era su vocación ingresó a la facultad de Medicina, empero el bichito de la epidermis del periodismo lo atrapó con firmeza. A los 19 años, en Radio Illimani, junto a Cucho Vargas, transmitió un partido en el Estadio Hernando Siles (el primero que fue demolido) y de ahí pasó a otras radios hasta su ingreso al periódico La Nación, más adelante El Diario, luego Presencia y finalmente Última Hora. El arte y la cultura, junto al género literario del ensayo, asomaron como una pasión sin límites, convirtiéndose en crítico de música, pintura y literatura. Creó el suplemento PUERTA ABIERTA que difundió día a día el quehacer intelectual del país.

Dos pausas marcaron su ingreso al ambiente político, primero con un alto cargo en el entonces Ministerio de Informaciones, Cultura y Turismo, y luego la Oficialía de Cultura de la Alcaldía de La Paz. No fue su campo, más se tornó en una experiencia que lo alejaría para siempre de la política que jamás le agradó.

Dentro de sus virtudes y talentos, fue la lectura la que lo atrapó, restando inclusive horas de sueño por el hambre de conocer, estudiar y adquirir una formación intelectual y espiritual muy profunda. Su patrimonio: una gran biblioteca, discoteca y una valiosa pinacoteca. De carácter optimista, tenía el corazón de un niño, la mente de un filósofo y la sonrisa de un gato, acompañándolo una firme sensibilidad y misericordia por el dolor ajeno, la miseria. Si algo identificaba su amoroso modo de ser, era el sentido del humor espontáneo y recurrente. Todo un maestro, en respuestas chistosas o expresiones, como referir a tener un problema. “Si puedo, expresaba, lo resuelvo, sino, ¿dónde está el problema?”, decía. Dos líneas basadas en la fe, la esperanza y la caridad, se tradujeron en dos sabias sentencias de llamar a la reflexión o dar alguna enseñanza sobre algo: “Todo tiene remedio, menos la muerte” y “Dios proveerá”.

Cuando se le preguntaba ¿cuáles eran los centros de enseñanza más grandes del mundo? Manifestaba: “La universidad de Oxford, Salamanca y el Colegio Oblitas de Oruro”. Si se hablaba de países productores de accesorios o perfumes, él afirmaba: “Londres, París, Oruro”, o de Fútbol, “Manchester, Real Madrid y San José de Oruro”.

Nunca odió a nadie. Nos amó a sus hijos, sus nietos y su bisnieta Naíma que era su Princesa y su gran alegría. La única mujercita en una familia de hombres. Como suegro era un ejemplo y nunca usó el término de nuera, sino de hija y nieta. Como hombre fue prueba de honradez, moral, y ética. Como ser humano con virtudes y defectos, muy fino en sus modales y educación prolija. Fue un gran orador y un escritor brillante.

Y de pronto, sin pensarlo, Dios lo llamó. Yo contaba los días para festejar sus 91 años, pero creo que la numerología me ganó. Tenía él 90 años; sumemos nueve más cero y da como resultado 9; sumemos nueve más nueve y da como resultado 18; uno más ocho igual a 9. Tres por tres, igual a 9. Tres son las virtudes teologales y 3 días los de Jesús, entre su muerte y resurrección.

Papá resucitó en el Cielo y se encontró con su compañera, mi Mamá, Elba, a quien amó toda su vida, y ahora junto a ella vive una eterna luna de miel.

Julio Ríos Calderón, es escritor y consultor