El verbo indeleble de Marcelo
Por Julio
Ríos Calderón
Página
Siete 15 de julio de 2022
Hace 42 años, un régimen truculento y de arbitrario origen acalló el fuego de la voz de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Eliminaron a un destacado hombre que sacrificó su vida por defender, de manera consecuente, la Justicia. Se privó la vida a un intelectual poseedor de una excelsa oratoria que la puso siempre de relieve y que llegó a lo más hondo de quienes tuvimos el privilegio de escucharle, conocerlo y aprender de él.
Su
inclinación por el socialismo asomó auténtico, desde una perspectiva
intelectual y la clara línea que él trazó junto a Roger Cortés. Totalmente
ajeno al llamado "comunismo del siglo XXI" que pertenece a los
fracasados y "ninis", que tienen, parafraseando a Carlos Mesa, líder
de CC, a Arce más técnico que Morales. Choquehuanca marea con la filosofía
aymara."Si Morales fue el impulsor del cáncer que nos devora, sus
sucesores nos aproximan a la metástasis".
“¡Sabemos,
que más pronto que tarde, se cobrarán esto que estamos haciendo! ¡Estamos
dispuestos a pagar este precio! ¡Siempre estuvimos dispuestos! ¡Jamás vamos a
rehuir el peligro, porque mucho más temible que ese enemigo que está buscando
la manera de anularnos, aun físicamente, es una conciencia culpable! ¡Y no
podríamos soportarnos a nosotros mismos si no cumpliéramos nuestro deber!”,
expresó Marcelo Quiroga Santa Cruz, a tiempo de anunciar el juicio de
responsabilidades a Banzer. Hoy, el gobierno de la mentira, se robó esta
importante declaración que pertenece únicamente a Quiroga, y no al Presidente
Arce que nos quiso hacer creer que es suyo.
Gran
orador Marcelo. Juicio ordenado y palabra vehemente. Gesto teatral. Honestidad
ideológica. Exposiciones estudiadas a conciencia. Fue la mejor figura del parlamento
de 1980, donde ningún colega suyo se dormía o leía el periódico. Le miraban
como se mira a un iluminado.
Tenía 49
años cuando lo asesinaron, por defender lo que era justo. Nunca hizo daño a
nadie. Como escritor su novela, LOS DESHABITADOS, circuló por todo el mundo.
Bolivia lo recordó el 17 de julio, y él allí arriba en un parlamento chiquito
con dos o tres sillas curules, en la inmortalidad hizo suya su vocación
definitiva.
El mejor
ejemplo de literatura ("psicológica") que postuló Quiroga Santa Cruz
es identificado con el que Marcel Proust habría ejecutado en una novela
monumental (En busca del tiempo perdido).
Quiroga
Santa Cruz representó uno de los liderazgos más lúcidos y honestos de la
política boliviana de la segunda mitad de siglo. Su excepcional inteligencia y
sus notables dotes de palabra elocuente se combinaron con una particular
mística que lo convirtió en uno de los símbolos más sobresalientes de la
humanidad e intelecto bolivianos.
Su
entrega política estuvo a la par con su pasión por la literatura y el arte.
Fundó y dirigió el semanario Pro Arte, el periódico El Sol, y la revista Guión,
dedicada a la crítica cinematográfica y teatral.
Entre las
100 obras capitales de la literatura boliviana sobresale su novela Los
deshabitados. Esta narración —sin acción alguna y referida solo a lo que sucede
en la conciencia de los personajes, sin descripciones de paisajes ni ambientes,
pero atenta a los problemas y el destino del hombre sobre la tierra— ganó un
premio de convocatoria internacional.
El verbo
de Quiroga Santa Cruz, producto de la retórica, se impuso como una voz que
emitía frases y mensajes hilados con vehemencia en el tono, capaces de cautivar
auditorios y cuando no masas. Su elegante oratoria apareció en las tribunas,
donde fue acogido por los aplausos entusiastas de grandes multitudes.
Es
importante recordar que en 1977 Quiroga Santa Cruz retornó clandestinamente a
Bolivia, para reasumir la conducción del Partido Socialista, que había
permanecido proscrito durante el régimen banzerista, y que adoptó la
denominación de Partido Socialista-1 (PS-1). Fue candidato a la presidencia de
la República en las elecciones de 1978 (obtuvo el 0,7% de los votos), así
como también en las de 1979 (4,82%) y de 1980 (8,71%, cuarto lugar).
Como
diputado en la legislatura de 1979, impulsó un juicio de responsabilidades
contra Hugo Banzer por los delitos cometidos durante siete años de dictadura,
en medio de una lúcida capacidad analítica y crítica. Consecuente con sus
ideas, sin desmayar sus propósitos, no influyó en nada saber que arriesgaba su
vida al defender la Justicia e iniciar un juicio de responsabilidades, iniciativa
que evidentemente marcó el comienzo de una resistencia que finalmente silenció
esa voz de “los que no tienen voz” en una fecha aciaga.
Tras el
asalto a la sede de la Central Obrera Boliviana (COB) el 17 de julio de 1980,
Quiroga Santa Cruz fue herido, torturado y brutalmente asesinado. Su familia
nunca pudo recuperar sus restos. Murió a los 49 años de edad.
Los recuerdos en torno a su obra política y literaria son verdaderos homenajes de quienes quedamos en el sinuoso y tráfago camino de la vida. 42 años han transcurrido desde entonces –Marcelo hubiera tenido 91 años–, pero sus obras quedarán grabadas para siempre.
Julio Ríos Calderón, es escritor y consultor