lunes, 11 de abril de 2022


FORBES BOLIVIA

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 SER COMO NIÑOS 

ES VOLVER A REÍR

“Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es El Reino de los Cielos” 

Mateo 19:14

Entre la inocencia de la infancia y la dignidad de la madurez encontramos una encantadora criatura llamada niño.

Los niños vienen en diferentes medidas, pesos y colores, pero todos tienen el mismo credo: disfrutar cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día y de protestar ruidosamente (su única arma) cuando el último minuto se termina y los padres los meten a la cama.

A los niños se los encuentra dondequiera: encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo o brincando. Las mamás los adoran, las niñas los detestan, los hermanos mayores los toleran, los adultos los ignoran y el Cielo los protege.

Un niño es la verdad con la cara sucia, la belleza con una cortada en el dedo, la sabiduría con el chicle en el pelo y la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo.

Un niño es una combinación. Tiene el apetito de un caballo, la digestión de una traga espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, y cuando hace algo tiene cinco dedos en cada mano. Nadie más se levanta tan temprano ni se sienta a comer tan tarde.

Un niño es una criatura mágica. Puedes cerrarle la puerta de tu despacho, pero no puedes cerrarle la puerta del corazón. Puedes sacarlo de tu estudio, pero no puedes sacarlo de tu mente.

Mejor ríndete; es tu amo, tu carcelero, tu jefe y tu maestro. Pero cuando regresas a casa por las noches con tus sueños y esperanzas hechas trizas, él puede remediarlas y dejarlas como nuevas con dos mágicas palabras: ¡Hola pa! ¡Hola Abu!

Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro.

Ser como niños es volver a reír, tener la autoestima alta para soñar. Los niños no tienen que hacer nada para ser perfectos, ya lo son y se comportan como si lo supieran; se saben en el centro del mundo.

No tienen miedo de pedir lo que quieren y expresan sus emociones libremente. Se sabe cuándo un niño está enojado; de hecho, todos se enteran hasta los vecinos; también se sabe cuándo está contento porque su sonrisa ilumina la casa.

Están llenos de amor, y mueren si no lo reciben. Los niños no soportan la indiferencia ni la soledad, pues los niños aman su entorno y cada parte de su cuerpo.

El niño es optimista, ingenuo, dependiente, emotivo, elástico, flexible, jugador incansable, íntegro, espiritual y amoroso. ¡Todos fuimos así!


Julio Ríos Calderón, es escritor y consultor