miércoles, 9 de febrero de 2022

 


Oruro te quiero más


JULIO RÍOS CALDERÓN

Página Siete, miércoles 9 de febrero de 2022


Rosario Arce Embajadora de la música boliviana en Canadá.


María  Eugenia Ortega Soto / Psicóloga

Aun sopla el “fulgor de la aurora” por las grietas milenarias de la ciudad minera. Una historia bordada en la plenitud arenosa del altiplano boliviano dejó escrita las estampas de un recorrido que enmarcó su ejemplar desarrollo, tras el flamear de la Tricolor Nacional en lo alto de la colina de Conchupata, donde fue levantado el histórico faro de la libertad.

La ciudad de hoy descansa en sus tradiciones y en la calidez de sus habitantes. Ciudad de temperaturas muy bajas, compensa el frío con el calor que irradian sus pobladores. La amistad se vuelca sobre cada uno de los turistas haciendo más llevadera su presencia en la capital del departamento.

El Carnaval de Oruro, afectado por la pandemia que tiene vigente a la mortal Covid 19, volverá a dar su luz. Clamamos a la Virgen del Socavón, para que participantes y público se cuiden del virus. Allí está el Chiru Chiru. No hay duda que en los socavones mineros se tejieron las historias más fantásticas y apasionantes de Oruro. La creencia en seres superiores, como el Tío de las minas, es algo que pervive en la gente del subsuelo y en la festividad del carnaval. Pero también está el misticismo llevado a la devoción por la joven Candelaria, así denominada por un franciscano.

Oruro de habitantes amigables, donde más de un visitante extranjero sintió agitado el corazón, y no por la altitud, sino por alguna muchacha de ojos oscuros. Oruro fue la primera ciudad que tuvo teléfonos automáticos, la primera en ser asfaltada en su totalidad, la primera en transporte ferroviario. Fue la primera en contar con un equipo de bomberos eslavos. Fue la primera. Su espectacular Carnaval, fue declarado por la UNESCO “Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad”.

Evocación y homenajes a la histórica gesta patriótica pusieron tinte a la celebración orureña el pasado 10 de febrero, llevando a los círculos sociales el perfil de una tierra apasionada por el trabajo y la fraternidad. Todo diálogo acercó la imagen de un pasado que aún vibra en el recuerdo humedecido de nostalgias de cada orureño, cuando ya los años vencieron dificultades y dejaron en su balance la sonrisa del haber cumplido la misión que le signó el destino.

Una es la perspectiva citadina y otra la característica de cada una de sus provincias: pueblos levantados en plena pampa, sujetos a ciertas circunstancias de vida adaptadas a una tierra hostil. Sin embargo, ellas ofrecen atractivos y productos de alto contenido alimenticio contribuyendo, así, a la economía de la región, además de despertar interés ilustrativo en quienes las visitan.

Pero no sólo esos productos de la tierra dan a Oruro una fisonomía muy particular, pues como región rica en minerales los productos no renovables han sido el sustento del país; las históricas minas de estaño y de otros minerales fueron por años razón de la existencia de una población ubicada entre las más selectas de la nación, llevando a la ciudad a ubicarse entre las más importantes del país.

Oruro, una tierra conservadora y amante de sus costumbres, ofrece al visitante, como entre sus atracciones, una gastronomía no fácil de ser encontrada en otras ciudades. Los platos criollos conocidos como Rostro Asado, Intendente, Cola, Nudos, Charquecan (valgan las mayúsculas de patentes para la creación doméstica orureña) van complementados por la Cerveza Huari, bebida infaltable en las recepciones de mantel largo y en todos los bares y restaurantes más selectos de la ciudad.

¡Oruro hermosa! con sus plazas y parques florecidos. Lugares embellecidos por aves del paraíso, cisnes y otros plumíferos que asoman en el Parque Castro de Padilla. La Plaza 10 de febrero, tan singular, con su fuente y sus fieras.

Oruro destaca una generación que podría ser la tercera, de mujeres que desde intelectuales, artistas y profesionales, hasta las pasarelas de la moda y la belleza, hoy en homenaje a esta tierra bendita, pongo de relieve los rostros de esta mujer que trabaja, representa y hace evidente lo grande que es Oruro.

La educación, desde las aulas del Colegio Anglo, el Colegio Saracho, el Colegio Bolívar, la Universidad Técnica de Oruro, y por otro lado el deporte, con su gran equipo San José, pone en alto a esta tierra enaltecida que vio nacer a mi Padre, que, con sus 90 años de vida, jamás olvida sus años primaverales.

 “Qué daría por verte, hoy por tu plaza pasear. Arriba de aquel faro, con mi niñez soñar. Cómo poder decir que te olvidé, cómo poder matar este mi amor, cómo poder decir te quiero más, Oruro te quiero más.”


 JULIO RÍOS CALDERÓN, ES ESCRITOR Y CONSULTOR