TESTIMONIO
EN TIEMPOS DE
LA COVID – 19
6 MESES
DESPUÉS DEL
16 DE JULIO DE 1809
La ejecución
de
MURILLO
El 29 de enero es una fecha aciaga para la historia de Bolivia. Hace 212
años un emisario de la muerte, Manuel de Goyeneche, ejecutó el acto mercenario
más agresivo en términos de tiranía, asesinato y sin compromiso con el bando
que le dio la misión de acabar con patriotas, como Pedro Domingo Murillo a
finales de enero de 1810.
Los revolucionarios de la ciudad de La Paz que habían decidió levantarse
en armas, destituyendo a las autoridades españolas y formado un nuevo gobierno,
el 16 de julio de 1809, sufrieron las consecuencias de estos actos con una
sangrienta represión emprendida por el sicario Goyeneche, quien, por mandato
del virrey del Perú, llegó a Bolivia para poner de relieve la tiranía, hoy
vigente en nuestro país.
La fría mañana del 29 de enero, la entonces plaza de Armas estaba
reguardada por la artillería realista. Por un callejón que daba a subterráneos
llamados Santa Bárbara, asomaron nueve hombres: Pedro Domingo Murillo, Gregorio
García Lanza, Melchor Jiménez, Juan Catacora, Buenventura Bueno, Mariano
Graneros, Apolinar Jaén, Juan Bautista Sagárnaga y Juan Antonio Figueroa.
En la plaza estaba instalado un tablado o patíbulo con una horca.
Murillo llegó arrastrado por un burro, venía atado con grilletes, al subir a la
horca exclamó: “Compatriotas, la llama que dejó encendida, nadie la podrá
apagar”. Inmediatamente el verdugo cumplió con su macabra tarea. Siguieron a
Murillo en el sacrificio: Gregorio García Lanza, Melchor Jiménez, Juan
Catacora, Buenventura Bueno, Mariano Graneros, Apolinar Jaén, Juan Bautista
Sagárnaga (ejecutado al garrote) y Juan Antonio Figueroa.
Todos murieron, pero en el caso del gallego Figueroa, cuando creyeron
que estaba muerto en el garrote, éste se levantó andando porque tenía la
garganta muy angosta, entonces se ordenó que fuera ahorcado, así se hizo, pero
inexplicablemente la cuerda se rompió, el patriota volvió a levantarse del
suelo y quiso huir, finalmente se ordenó que fuera degollado y fue muerto con
un cuchillo que fue dado por un chapetón. La ejecución del presbítero José
Antonio Medina fue aplazada, los otros revolucionarios sufrieron confinamiento
a tierras lejanas.
La ira de Goyeneche, hombre perverso se exaltó al conocer el manifiesto
de la retórica y el estilo propio de los juristas de la Academia Carolina. En
esta Academia estudiaron numerosos abogados paceños que participaron en el
levantamiento del 16 de julio de 1809: Basilio Catacora, Juan Bautista
Sagárnaga, Manuel de Oma y Echevarría, Gregorio Lanza, Tiburcio León de la
Barra, Joaquín de la Riva, Felipe de la Riva, Juan Pórcel; Manuel Ortiz,
Federico de Castro, José Aliaga,Bartolomé Andrade, Gabino Estrada, Baltasar
Alquiza, Crispín Santos Diez de Medina y Gerónimo Calderón de la Barca. Todos
ellos estudiaron en Chuquisaca y precisamente ahí entraron en contacto con las
redes independentistas y estuvieron con varios de los más importantes
revolucionarios sudamericanos.
El texto, de carácter universal, habida cuenta que al releerlo ratifica
al día, los criterios escritos, como “tiranía de un usurpador injusto”, “hemos
guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”, “ya es tiempo de
levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias,
adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía”.
Han transcurrido 212 años desde aquella página de sangre, y hoy continúa
la represión. La tarea que se presenta no es fácil: abordar la Bolivia actual a
partir de un hecho histórico libertario nos sugiere un número considerable de
posibilidades e ideas. ¿Cuáles debemos priorizar? Aquellas cuyas herramientas y
recursos como sociedad poseemos para generar una conciencia nacional que sortee
las discriminaciones y que pueda erigir una unidad. Una historia que no
terminamos de conocer ni de comprender.
Desafortunadamente, la forma de hacer política permanece enquistada
dentro de la mentalidad de ciertos políticos. La manipulación mediática de la
historia ha pasado a ser en sus manos un peligroso instrumento de odio del que
no hemos visto todavía su peor rostro. La estrategia política que vemos
configurarse hoy es la de utilizar un recurso poco usual, vale decir, la
maniobra histórica. Ciertos intereses políticos erigen entonces un discurso
histórico que alimenta el odio y la violencia.
La "tea de luz y esperanza" que fue sostenida por Murillo pero
que ha de ser reavivada por cada uno de nosotros, es el fuego que no se puede
encender. Es la "tea de luz y esperanza", como un símbolo que
contiene en su interior diversas historias, vidas y luchas.
No es la ley del más fuerte la que gobierna al hombre; es la ley del
poder: eliminar el obstáculo que se interpone en el camino. Medrar en las
sombras. Acallar las voces que exigen su derecho. No dejar vestigio de semilla
en el surco sembrado.
La verdad es el obstáculo. Nuestra voz los enloquece, por eso podrán
silenciar palabras, pero no matarán jamás el clamor de justicia. Proclaman la
mentira, intimidando al prójimo. Proclaman la libertad amordazando la verdad.
Bolivia, sin duda alguna, entenderá que psicológicamente nos reclutaron para
marchar con la bandera de un régimen autoritario.
29 January is a fateful
date in the history of Bolivia. 212 years ago an emissary of death, Manuel de
Goyeneche, executed the most aggressive mercenary act in terms of tyranny,
murder and uncompromising commitment to the side that gave him the mission to wipe
out patriots such as Pedro Domingo Murillo at the end of January 1810.
The revolutionaries in
the city of La Paz who had decided to take up arms, ousting the Spanish
authorities and forming a new government on 16 July 1809, suffered the
consequences of these acts with a bloody repression undertaken by the hitman
Goyeneche, who, on the orders of the Viceroy of Peru, arrived in Bolivia to
highlight the tyranny that is still in force in our country today.
On the cold morning of
29 January, the then Plaza de Armas was guarded by royalist artillery. Nine men
emerged from an alley that led to the underground passage called Santa Bárbara:
Pedro Domingo Murillo, Gregorio García Lanza, Melchor Jiménez, Juan Catacora,
Buenventura Bueno, Mariano Graneros, Apolinar Jaén, Juan Bautista Sagárnaga and
Juan Antonio Figueroa.
A platform or scaffold
with a gallows was set up in the square. Murillo arrived dragged by a donkey,
bound in shackles, and as he climbed up to the gallows he exclaimed:
"Compatriots, the flame he left burning, no one will be able to extinguish
it". Immediately the executioner carried out his macabre task. Murillo was
followed by Gregorio García Lanza, Melchor Jiménez, Juan Catacora, Buenventura
Bueno, Mariano Graneros, Apolinar Jaén, Juan Bautista Sagárnaga (executed by
garrote) and Juan Antonio Figueroa.
They all died, but in
the case of the Galician Figueroa, when they thought he was dead in the
garrote, he got up walking because he had a very narrow throat, so it was
ordered that he be hanged, which was done, but inexplicably the rope broke, the
patriot got up from the ground again and wanted to flee, finally it was ordered
that he be beheaded and he was killed with a knife that was given by a
chapetón. The execution of the priest José Antonio Medina was postponed, the
other revolutionaries were confined to distant lands.
The anger of Goyeneche,
a perverse man, was aroused when he learned of the manifesto of the rhetoric
and style of the jurists of the Carolina Academy. Numerous lawyers from La Paz
who took part in the uprising of 16 July 1809 studied at this academy: Basilio
Catacora, Juan Bautista Sagárnaga, Manuel de Oma y Echevarría, Gregorio Lanza,
Tiburcio León de la Barra, Joaquín de la Riva, Felipe de la Riva, Juan Pórcel;
Manuel Ortiz, Federico de Castro, José Aliaga,Bartolomé Andrade, Gabino
Estrada, Baltasar Alquiza, Crispín Santos Diez de Medina and Gerónimo Calderón
de la Barca. All of them studied in Chuquisaca and it was there that they came
into contact with the independence networks and were with some of the most
important South American revolutionaries.
The text, of a
universal character, given that on rereading it, ratifies up to date, the
written criteria, such as "tyranny of an unjust usurper", "we
have kept a silence quite similar to stupidity", "it is time to raise
the banner of freedom in these unfortunate colonies, acquired without the
slightest title and preserved with the greatest injustice and tyranny".
212 years have passed
since that page of blood, and today the repression continues. The task ahead is
not an easy one: approaching today's Bolivia from a libertarian historical fact
suggests a considerable number of possibilities and ideas. Which ones should we
prioritise? Those whose tools and resources we possess as a society to generate
a national consciousness that can overcome discrimination and build unity. A
history that we do not fully know or understand.
Unfortunately, the way
of doing politics remains entrenched in the mentality of certain politicians.
The media manipulation of history has become in their hands a dangerous
instrument of hatred whose worst face we have not yet seen. The political
strategy that we see taking shape today is to use an unusual resource, namely
historical manoeuvring. Certain political interests are therefore creating a
historical discourse that fuels hatred and violence.
The "fire of light
and hope" that was held by Murillo, but which must be rekindled by each
one of us, is the fire that cannot be lit. It is the "fire of light and
hope" as a symbol that contains within it diverse stories, lives and struggles.
It is not the law of
the strongest that governs man; it is the law of power: to remove the obstacle
that stands in the way. To thrive in the shadows. To silence the voices that
demand their right. To leave no trace of seed in the furrow sown.
Truth is the obstacle.
Our voice drives them mad, so they may silence words, but they will never kill
the cry for justice. They proclaim lies by intimidating others. They proclaim
freedom by gagging the truth. Bolivia will undoubtedly understand that we were
psychologically recruited to march under the banner of an authoritarian regime.
Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).
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