APUNTES DE SALUD EN TIEMPOS DE
LA COVID - 19
LAS VACUNAS
EN PERSONAS EMBARAZADAS
Se necesitan dos dosis de las vacunas
PARA TENER PROTECCIÓN
POR LA DRA. Andrea Edlow
COMENTARIOS. Julio Ríos
La Dra. Andrea Edlow es especialista en
medicina maternofetal en Massachusetts General Hospital. Tras la llegada de la
pandemia de COVID-19, su laboratorio comenzó a investigar la respuesta
inmunitaria en personas embarazadas y lactantes vacunadas.
En esta entrevista informa los resultados
de este estudio, realizado con el apoyo del Instituto Nacional de Salud
Infantil y Desarrollo Humano, y ofrece un vistazo de las investigaciones
venideras sobre COVID-19.
¿Por qué decidieron estudiar las respuestas inmunitarias a las vacunas de Pfizer y Moderna en personas embarazadas?
Antes de la última década, la inmunidad
durante el embarazo se comprendía de una manera más simplista. Se creía que las
personas embarazadas entran en un estado de inmunodepresión para que sus
cuerpos no rechacen al feto.
Pero el embarazo no es un estado
inmunitario estático sino que cambia en forma constante. Las personas
embarazadas pueden responder a las vacunas de maneras diferentes según el
momento del embarazo. También hay razones para pensar que quizás respondan de
forma diferente a las vacunas porque el estado inmunitario general del embarazo
es único.
Lo mismo ocurre con la lactancia o el
amamantamiento. Durante el período de posparto, se vuelve a un estado
inmunitario más similar al de antes del embarazo. El marco de tiempo en que esto
ocurre no es algo bien estudiado.
Entonces, lo que queríamos averiguar era
si las personas embarazadas y lactantes responden de la misma manera a la
vacuna que las no embarazadas de la misma edad, y si las respuestas de las
personas que amamantan son diferentes de las de las personas embarazadas?
¿Cómo estudiaron eso? Lo medimos
comparando la respuesta de anticuerpos de personas embarazadas y no
embarazadas. Medimos sus niveles de anticuerpos antes de vacunarse, después de
la primera dosis y unas cuatro semanas después de la segunda dosis. "Es
realmente importante que las personas embarazadas y que amamantan cumplan con
el calendario de vacunación".
¿Qué averiguó la investigación? Lamentablemente,
descubrimos que después de la primera dosis de las vacunas, las personas
embarazadas y lactantes están relativamente menos protegidas que las no
embarazadas.
Después de la segunda dosis, los dos
grupos tienen relativamente la misma protección. Este fue un resultado
interesante porque sugiere que es realmente importante que las personas
embarazadas y que amamantan cumplan con el calendario de vacunación.
También descubrimos que las personas
lactantes vacunadas producían niveles de anticuerpos sorprendentemente más
altos que las personas no embarazadas y embarazadas.
Esto demuestra que la lactancia es, en
efecto, un período inmunitario misterioso del que sabemos poco.
¿Por qué son importantes estos resultados?
Estos resultados son especialmente importantes ahora por la proliferación de la
variante Delta del virus COVID-19. Ahora sabemos que las personas embarazadas y
lactantes que recibieron una sola dosis apenas están protegidas. Por eso, es
muy importante que se cuiden hasta estar totalmente vacunadas.
¿Qué otras investigaciones hay en el horizonte? Las investigaciones han descubierto que un beneficio secundario de vacunarse durante el embarazo es que algunos de los anticuerpos que la madre produce atraviesan la placenta y protegen por un tiempo al bebé.
Estamos
investigando exactamente cuánto tiempo dura esta protección. También queremos
averiguar si los anticuerpos que produce la madre pasan al bebé a través de la
leche materna.
Desde agosto de 2021, los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés)
recomiendan que todas las personas embarazadas reciban la vacuna COVID-19.
El uso de mascarillas de diseño
es una costumbre que se originó en Asia como forma de protección ante la
contaminación del aire. Hoy, por causas estrictamente medicinales, la pandemia
del coronavirus extendió este hábito al mundo entero, al punto de convertir el
tapabocas en el nuevo accesorio que cambiará por completo la industria de la
moda. Ocurría en las calles de Pekín pocos meses antes del brote.
En febrero, por las tiendas más
exclusivas del barrio de Sanlitun, que concentra marcas de moda y belleza de
lujo, era muy común ver a grupos de jóvenes fashionistas con una especie de
barbijo de tela que en sus inicios era negro o blanco, sobrio y sin ningún tipo
de estampado y cumplía una función meramente sanitaria: proteger a los
habitantes y visitantes de la capital china de los altos índices de
contaminación ambiental a los que está expuesta la ciudad.
Estas mascarillas comenzaron a
refinarse en su confección, materiales y prints hasta convertirse en accesorios
de moda entre los adolescentes, que encontraron en este pedacito de tela con
elástico un escudo de protección contra los aires poco puros de Pekín y una
especie de barrera o refugio contra las inclemencias del mundo exterior. Las
jóvenes asiáticas adoptaron la mascarilla, además, como un fashion statement
que rezaba: “Enfrentemos este mundo contaminado que nos han dejado, pero
hagámoslo con estilo”.
Hoy la situación del mundo cambió
y la pandemia del coronavirus hizo de su uso una cuestión primordial para
cuidar nuestra salud: llevarlo es obligatorio en gran parte de mundo, incluso
hasta se aplicarán multas en la ciudad de La Paz, a quienes no acaten la norma
de cubrirse la cara para proteger al resto de la población.
En los Estados Unidos, su uso se
masificó en los últimos días, más allá de la polémica sobre su efectividad, que
allí también es motivo de debate, y así surgieron cientos de opciones que van
desde lo meramente preventivo hasta piezas de diseñador. Los modelos
tradicionales cuestan entre 30 y 50 centavos de dólar en tiendas como Amazon,
pero en diversos locales de diseño aparecieron modelos exclusivos que cuestan
desde 20 hasta 45 dólares por unidad. En Europa, por su parte, las grandes
cadenas de moda low cost, como Zara y H&M, se abocaron a la confección de
barbijos para donar a asociaciones públicas y no para su venta.
Si se convertirá en un accesorio de moda dependerá de si habrá o no un cambio en el estigma de utilizar un barbijo en el mundo occidental. Lo cierto es que, además, muchos jóvenes se entusiasmaron con la idea de convertir el tapabocas en un accesorio, más allá de la importancia primordial de protegerse y proteger a los demás. Una de las características distintivas y fundamentales es que están desarrollados por cuatro capas protectoras.
La primera, una exterior de poliéster y licra que repele microgotas exteriores y permite ajustar el producto ergonómicamente a cada rostro sin que haya efecto bolsa. Luego, dos capas de algodón hipoalergénico internas que forman un sobre para estar en contacto con el rostro. Por último, un filtro de Spunbond de 80 gramos que evita que las microgotas de quien lo usa se transmitan al exterior. Cada unidad tiene su manual de instrucciones y diez filtros de cinco a diez días de uso cada uno.
Es
decir, la vida útil de cada máscara es de 50 a 100 días. En cuanto al diseño,
hay siete colores distintos en talle para hombre, mujer y niños mayores de ocho
años. Los barbijos se consiguen a través de la web de la marca
(themicromask.com), en sus redes sociales y en Mercado Libre. Los precios
arrancan en $590 y ofrecen un 20% de descuento para los que compren cien o más.
Hablar de moda en un tema como
este, hoy empieza a ser tangible en el resto del mundo. Mascarillas con motivos
de calaveras, cómics, manga japonés, flores, cuadros o pajaritos se ofrecen por
decenas en algunas calles y avenidas de la urbe paceña.
Pero lo que al principio era cosa de pequeñas boutiques especializadas en esta nueva “prenda” terminó por instalarse en el curioso mercado de la moda mundial, cuando Dsquared2, Prada Fendi y Louis Vuitton comenzaron a fabricar y vender mascarillas de diseño propio para un mercado asiático rico y ávido de nuevos diseños. Y tuvo su toque de gracia masivo en cadena mundial cuando Billie Eilish, la joven cantante y compositora del momento, se presentó en la alfombra roja de los Grammy con un conjunto de saco y pantalón diseñado especialmente para ella por Gucci, con una mascarilla de la misma marca y material que su atuendo (transparencias negras con el famoso logo de la G en pedrería verde) que cubría la mitad de su rostro adolescente.
By Julio Ríos
The use of designer face masks is a custom that originated in Asia as a
form of protection against air pollution. Today, for strictly medical reasons,
the coronavirus pandemic has extended this habit to the whole world, to the
point of turning the face mask into the new accessory that will completely
change the fashion industry. It happened on the streets of Beijing a few months
before the outbreak.
In February, in the most exclusive shops of the Sanlitun district, which
concentrates luxury fashion and beauty brands, it was very common to see groups
of young fashionistas wearing a kind of cloth mask that was initially black or
white, sober and without any kind of print, and fulfilled a purely sanitary
function: to protect the inhabitants and visitors of the Chinese capital from
the high levels of environmental pollution to which the city is exposed.
These masks began to be refined in their construction, materials and prints
until they became fashionable accessories among teenagers, who found in this
little piece of elastic fabric a shield of protection against the unpure air of
Beijing and a kind of barrier or shelter against the inclemency of the outside
world. Young Asian women adopted the mask as a fashion statement that read:
"Let's face this polluted world that has been left to us, but let's do it
in style".
Today the world situation has changed and the coronavirus pandemic has made
its use an essential part of our health: wearing it is compulsory in much of
the world, and even fines will be applied in the city of La Paz to those who do
not comply with the rule of covering their faces to protect the rest of the
population.
In the United States, its use has become widespread in recent days, beyond the controversy over its effectiveness, which is also a matter of debate there, and hundreds of options have emerged, ranging from the merely preventive to designer pieces. Traditional models cost between 30 and 50 cents on the dollar in shops such as Amazon, but exclusive models have appeared in various designer shops costing between 20 and 45 dollars per unit. In Europe, meanwhile, the big low-cost fashion chains, such as Zara and H&M, are making chinstraps to donate to public associations rather than for sale.
Whether or not it will become a fashion accessory will depend on whether or not there will be a change in the stigma of wearing a chinstrap in the western world. What is certain, moreover, is that many young people have become enthusiastic about the idea of making the mask an accessory, beyond the overriding importance of protecting themselves and others.
One of the distinctive and fundamental characteristics is that they are made up of four protective layers. The first, an outer layer of polyester and lycra that repels external micro-droplets and allows the product to fit ergonomically to each face without any bag effect. Then, two inner layers of hypoallergenic cotton that form an envelope to be in contact with the face. Finally, an 80-gram Spunbond filter that prevents micro-droplets from the wearer being transmitted to the outside.
Each unit comes with an instruction manual and ten filters, each of
which can be used for five to ten days. In other words, the lifespan of each
mask is 50 to 100 days. As for the design, there are seven different colours in
sizes for men, women and children over eight years old. The chinstraps are
available through the brand's website (themicromask.com), its social networks
and Mercado Libre. Prices start at $590 and they offer a 20% discount for those
who buy a hundred or more.
Talking about fashion on a subject like this is now starting to become
tangible in the rest of the world. Masks with motifs of skulls, comics,
Japanese manga, flowers, paintings or birds are offered by the dozen in some
streets and avenues of La Paz.
But what at first was a matter for small boutiques specialising in this new "garment" ended up becoming part of the curious world fashion market, when Dsquared2, Prada Fendi and Louis Vuitton began to manufacture and sell masks of their own design for a rich Asian market eager for new designs. And it had its massive, worldwide chain of grace when Billie Eilish, the young singer-songwriter of the moment, appeared on the Grammy red carpet in a specially designed Gucci jacket and trouser ensemble, with a mask of the same brand and material as her outfit (black transparencies with the famous G logo in green rhinestones) covering half of her teenage face.
Julio Ríos, escritor y crítico de arte, licenciado en ciencias de la comunicación, es asesor en proyectos de redacción. Escribió el libro DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017). En la fecha trabaja una novela basada en la vida y obra de W.A.Mozart. Estudió en la Universidad Mayor Real y Pontifica de San Francisco Xavier de Sucre y en la Universidad Católica de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de La Jolla en San Diego, California.
Iara Szlazer (22) es estudiante de arquitectura y siempre le apasionó el diseño. Aun cursando en la facultad, decidió crear su propia marca de bikinis. “Arranqué este emprendimiento hace 5 años fabricando indumentaria. Al poco tiempo y viendo los resultados mis amigas me sugirieron que lanzara una línea de diseños exclusivos de trajes de baño y de esta manera nació @MarkBikinis”.
Todo marchaba muy bien hasta que se declaró la pandemia por el Covid-19. Conmovida por la situación mundial y sobre todo lo que podía suceder en la Argentina, buscó la manera de aportar su pequeño granito de arena. “Se me ocurrió cambiar en respuesta a la necesidad y la falta que había de barbijos. Y así colaborar con el mensaje para que la gente no desabastezca los insumos medicinales.
UN ANTES. UN DESPUÉS. Iara Szlazer, muy guapa antes de la pandemia ya dedicaba su labor al diseño. No advirtió que se venía la vigencia de un mortal virus, empero filosofando la circunstancia, Iara —ilustra un antes una fotografía suya arropada con una camisa negra muy escotada, a través de su piel desnuda, vistiendo el atuendo con el cuerpo desnudo debajo—, diseñó un tapabocas trabajando con un material que no sea descartable y además tiene la cualidad de ser de lavado y secado rápido, como es la lycra.
UN
DESPUÉS. Iara Szlazer, sintió que además de reinventar su pequeño
emprendimiento, necesitaba ayudar. Con su corta edad y la inspiración de su
abuela, cambió la producción de trajes de baño de lycra para hacer tapabocas.
Lo que gana con ellos lo dona a distintos comedores. Allí, además, prepara
viandas junto a una ONG. En el gráfico, muy hermosa luce de negro, combinando
el barbijo que es de su creación, también de color negro.
Iara
Szlazer (22) is an architecture student and has always been passionate about
design. While still at university, she decided to create her own brand of
bikinis. "I started this venture five years ago making clothes. After a
short time and seeing the results, my friends suggested that I launch a line of
exclusive swimwear designs and that's how @MarkBikinis was born".
Everything
was going very well until the Covid-19 pandemic was declared. Moved by the
global situation and especially what could happen in Argentina, she looked for
a way to do her bit. "It occurred to me to make a change in response to
the need and the lack of face masks. And in this way I could contribute to the
message so that people would not run out of medical supplies.
A BEFORE. AN AFTER. Iara Szlazer, very beautiful before the pandemic, was already working in design. She did not realise that a deadly virus was on its way, but philosophising the circumstance, Iara —a before picture of her wearing a low-cut black shirt, through her bare skin, wearing the garment with her naked body underneath illustrates a before—, designed a mask, working with a material that is not disposable and also has the quality of being washable and quick-drying, such as lycra.
AN AFTERMATH. Iara Szlazer felt that in addition to reinventing her small business, she needed to help. With her young age and the inspiration of her grandmother, she switched from producing lycra swimming costumes to making loincloths. She donates what she earns from them to different soup kitchens. There, she also prepares meals together with an NGO. In the graphic, she looks very beautiful in black, combining her own chinstrap, also in black.