martes, 23 de noviembre de 2021

MUSICA / Testimonio en su día



MÚSICA EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19



EN EL DÍA INTERNACIONAL DE

LA MÚSICA





Santa Cecilia

PATRONA DE LA MÚSICA



¿Por qué se celebra el Día de la Música el 22 de noviembre? El 22 de noviembre también hay otras efemérides relacionadas con la música. El 22 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Música, como una fecha dedicada a todos los músicos, amantes de la música y en general todas las personas que disfrutan con la música.

Esta fecha también se conoce como Día Internacional del Músico y en muchos países se celebra el 1 de octubre. Sirvan ambas fechas para rendir homenaje al arte de la música.

¿Y a quién no le gusta la música? Es prácticamente imposible encontrar a un ser humano que no disfrute con la música. Otra cosa diferente es el estilo de música. Pero en general a todos nos agrada. Y el motivo no es otro que el hecho de que lo llevamos en los genes.

Así que ya sea rock, clásica, country, jazz, pop, seguro que te resulta agradable escuchar una melodía bonita. Por ello, se celebra este Día Internacional del Músico o Día Internacional de la Música.

¿Por qué se celebra el Día de la Música el 22 de noviembre? La fecha del 22 de noviembre conmemora la muerte de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Esta mártir cristiana fue retratada en el siglo XV por los artistas de la época, siempre tocando el arpa u otros instrumentos musicales. Por ello se le ha vinculado tanto a este arte de la música.

Las primeras celebraciones se remontan al Edimburgo de 1695. Posteriormente se unieron a las celebraciones países como Alemania, España y Francia. En América Latina fue Brasil el país pionero de celebrar una fiesta el 22 de noviembre, comenzando entre 1919 o 1920, extendiéndose posteriormente al resto de los países iberoamericanos.

El 22 de noviembre también hay otras efemérides relacionadas con la música. Da la casualidad de que también un 22 de noviembre se produjeron otras efemérides musicales importantes, como son las siguientes: 1901: nace el compositor español Joaquín Rodrigo (1901-1999), autor del Concierto de Aranjuez (1939). 1901: fallece el compositor mexicano Genaro Codina (1852-1901), autor de la Marcha Zacatecas. 1908: fallece el músico francés Claude-Paul Taffanel (1844-1908), quien se considera el fundador de la escuela francesa de la flauta. 1913: nace el compositor, director de orquesta y pianista británico Benjamin Britten (1913-1976), considerado el más importante creador musical académico inglés del siglo XX.

En muchos países del mundo, el Día Internacional de la Música se celebra el 1 de octubre. De hecho el primer Día Internacional de la Música se celebró el 1 de octubre de 1965, organizado por el Consejo Internacional de la Música, y su presidente Yehudi Menuhin (1916-1999) que fue un violinista y director de orquesta estadounidense, de origen ruso.

Ayer lunes 22 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Música en honor a Santa Cecilia. El Día de la Música nació  —el epígrafe o introducción a esta crónica ya refiere—, con el objetivo de recordar a Santa Cecilia, patrona de la música. La historia se remonta a fines del siglo segundo después de Cristo, en momentos que la religión católica todavía no era aceptada en el Imperio Romano.

Por aquellos años, una joven devota llamada Cecilia fue obligada por sus padres a casarse con un joven de la misma sociedad patricia: Valeriano. Poco después, tras ser respectivamente instruido y bautizado por el Papa Urbano, el flamante esposo adoptó la religión de su mujer.

Tiempo después, junto a su hermano Tiburcio, se encomendaron a la labor prohibida de sepultar cadáveres cristianos. El hecho generó consecuencias, ya que ambos fueron detenidos y obligados a enunciar que solo adoraban a Júpiter. Ante la negativa, fueron torturados y condenados a muerte.

Finalmente, en 1594, el Papa Gregorio XIII nombró a Cecilia como patrona de todos los músicos y los homenajes no tardaron en aparecer. Desde entonces, y de distintas maneras, todos los 22 de noviembre se celebra el día de la música.

Una de las santas más conocidas y veneradas a lo largo de la historia cristiana ha sido Cecilia de Roma. Universalmente reconocida como patrona de la música, esta mártir primitiva ya tenía una amplia veneración y reconocimiento por parte de la comunidad cristiana en el siglo IV de nuestra era, y posteriormente se la ha conmemorado tanto en Oriente como en Occidente.

Su nombre también es de los que figuran entre las santas mujeres mártires conmemoradas en el Canon de la Misa. Pero, ¿sabemos realmente quién fue esta mártir tan reverenciada?

La Iglesia Católica conmemora el 22 de noviembre, la muerte de Santa Cecilia, una mujer de familia noble que falleció en un año indeterminado entre el 180 y el 230 de nuestra era después de ser torturada por su conversión al cristianismo.

En 1594, el papa Gregorio XIII la nombró patrona de la música, y así sigue siendo hasta hoy. Al parecer, buena parte de su historia se conoce gracias a la aparición a mediados del siglo V de unos textos llamados ‘Actas del martirio de Santa Cecilia’.

En ellos se indica que la joven se convirtió al cristianismo y que sus padres la casaron con un noble pagano al que, en la misma noche de bodas, la novia hace saber que se ha entregado a Dios.

Con esto quiere decir que guarda su virginidad para Él y que ésta es custodiada por un ángel. Como es natural, el extrañado novio quiere ver al ser alado, y Cecilia le convence de que sólo se le aparecerá si se bautiza, cosa que acaba por suceder y el hombre acaba convertido a la fe de su amada esposa.

No corrían buenos tiempos en Roma para los cristianos y fueron condenados a morir de formas aberrantes. En el caso de Cecilia, primero lo intentaron en las termas de su propia casa, tratando de ahogarla con el vapor sin conseguirlo.

Luego, llamaron a un verdugo para que le cortara la cabeza: la historia dice que éste dejó caer tres veces su hacha sobre ella sin conseguirlo, con lo que huyó despavorido abandonando a la joven ensangrentada pero viva.

Aunque quedó maltrecha y murió finalmente tres días después. De ahí que en algunas obras de arte se la represente ya cadáver con un tajo en su cuello, como en la escultura en mármol de Stéfano Maderno (1576-1636), que se encuentra en en la iglesia de Santa Cecilia en Roma, donde supuestamente reposan sus restos.

En muchos cuadros se la ve, sin embargo, entre instrumentos musicales, comúnmente tocando un órgano. Pero: ¿sabía tocar santa Cecilia? ¿Por qué es la patrona de los músicos? Una explicación se basa en que, según dicen, la chica se dedicó internamente a cantar a Dios mientras los músicos tocaban en su boda, acordada por sus padres, aunque parece una explicación insuficiente.

El Papa que la nombró patrona, dijo que había “demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música”.

Pero el director de orquesta venezolano y profesor de historia de la música Jesús Ignacio Pérez-Perazzo apunta los que a su juicio son los dos argumentos más plausibles para ello.

En primer lugar, “el hecho más probable para que se le relacione con la música es que desde muy joven, y de acuerdo con las costumbres y tradiciones de las familias patricias romanas, Cecilia debió iniciarse y tocar algún instrumento musical, probablemente la lira, la cítara o algún tipo de arpa de las utilizadas por las damas de la sociedad romana”.

Y a esto le añade que en las citadas ‘Actas del martirio’ está escrito ‘Candéntibus órganis Cæcilia Dómino decantábat dicens’, lo que quiere decir: ‘Mientras estaba el horno al rojo vivo (las termas de su casa donde intentaron asfixiarla), Cecilia cantaba al Señor diciendo’.

La tesis de Pérez-Perazzo es que en algún momento la persona que realizó la trascripción “tradujo la palabra ‘órgano’ –que por aquel entonces, en el siglo III, se empleaba para referirse a una especie de fuelle, herramienta o utensilio para hacer insuflar algo, por el neologismo que nombra al instrumento musical actual que derivó del ‘hydraulis’ utilizado por los romanos para animar las festividades del circo romano”.

De ahí los numerosos cuadros que la muestran tocando el órgano. En cualquier caso, el 22 de noviembre, los músicos seguirán celebrando el día de su patrona.



La música posee una dimensión fisiológica que conforman los elementos rítmicos, una dimensión emocional, conformada por elementos melódicos, y una dimensión racional que equivale a los elementos armónicos. Pero, además, existe una cuarta dimensión en la música que es la espiritual. Esta dimensión espiritual está constituida por la relación de los tres elementos anteriores, rítmicos, melódicos y armónicos.

La música es una puerta de acceso a nuestra naturaleza espiritual. La música trasciende nuestra mente pensante y nos transporta a un estadio superior, un lugar sin juicios y sin miedos limitantes. A lo largo de la historia, la música ha sido un elemento de conexión con la naturaleza y de elevación hacia los dioses. En una sociedad como la actual, llena de ruido externo abrumador y enajenante, es difícil mirar dentro, el único lugar donde habita el espíritu. La sociedad del S. XXI crea falsas expectativas de realización en la consecución de bienes materiales y éxito social. Sin embargo, cuanto más ruido recibimos, más difícil se hace el proceso de encuentro personal y de desarrollo espiritual. Para escucharnos internamente existen dos herramientas muy útiles: el silencio y la música.

Compositores como Bach, Beethoven, Brahms o Schubert son poderosos guías espirituales para la cultura occidental. Hoy elijo escribir sobre Brahms por la espiritualidad de su música y por formar parte de las tres “B” de la Santísima Trinidad: Bach, Beethoven y Brahms. A la muerte de Beethoven, primer romántico de la Historia de la Música, se crean dos corrientes con diferentes criterios musicales. Un movimiento era fiel seguidor de la línea clasicista romántica de Beethoven, y otro era la nueva escuela alemana que apostaba por salir de ese clasicismo que les encorsetaba y no les permitía innovar. El primer grupo fue liderado por Brahms y el segundo por Wagner.

Johannes Brahms (Hamburgo 1833-Viena 1897), tardó 14 años en componer su primera sinfonía, años en los que tuvo que recorrer un largo camino de gestación hasta llegar a su total composición. Uno comienza y cree que tiene claro hacia dónde va a dirigirse, pero la vida sigue su curso. La vida no es como nuestra mente humana anticipa, sino que tiene su propio itinerario. Brahms vivió un proceso espiritual que supo plasmar en su obra. La estructuró en cuatro movimientos, los cuales representan el camino espiritual del hombre: empezando por el padre, continuando por el hijo y siguiendo con el espíritu santo hasta llegar a la unidad. El cuarto movimiento representaría la unidad de los 3 anteriores, la trinidad. La música de Brahms parece quedar suspendida en el espacio y tiempo, y nos hace adentrarnos en un estado místico sonoro. A través de su música, Brahms nos descubre las claves para comprender y sentir el verdadero sentido del viaje de la vida.

Platón decía que “la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”. Es alimento, es activadora, es segregadora de endorfinas, es generadora de calma y es constructora de estados elevados, inalcanzables de otra manera. La música es expresión de amor. La música nos hace mejores personas. Nos hace más conscientes, más espirituales.

La primera vez que toqué con un grupo sentí una plenitud que no había sentido nunca tocando sola. Cuando el batería golpeó sus baquetas 4 veces y entramos todos al unísono fue una sensación de unión indescriptible. Me sentí parte de un todo. Me sentí más cerca de mí misma, me sentí más cerca de mis compañeros y me sentí más cerca del universo. La música nos conecta con nuestra esencia humana, nos conecta con los demás y os conecta con Dios.



 

ESCRIBE Julio Ríos

El Día internacional de la música –fecha instituida en testimonio espiritual a SANTA CECILIA patrona del arte sonoro–, sin vacilación alguna es una fecha conmemorativa y asoma un testimonio a todos los protagonistas de tan bello arte.

Ludwig Van Beethoven, en sus pensamientos escribió uno muy particular que refiere a que sólo la música y la ciencia elevan al hombre hasta la divinidad. Dios, por tanto, omnipotente, omnipresente y omnisciente, creó por intermedio de los pájaros, lo que hoy traduce el pentagrama.

Son tan variados los géneros, que desde la música clásica –también llamada culta–, hasta el tecno y la música popular internacional han avasallado el espíritu del ser humano inclinado a tocar un instrumento, cantar, formar conjuntos, llamar al baile, la danza, en un ejercicio que permite entrever cuán grande y sin limitaciones es la música.

El arte de combinar los sonidos  y el tiempo –es la definición universal– junto a tres elementos que entrevera la armonía, la melodía y el ritmo, conjugan la práctica del arte sonoro. No existe mala música, sólo se puede expresar que en todo caso sería mal ejecutada; entiéndase también que toda música bien interpretada es el logro final de todo artista entregado al piano, la guitarra, la trompeta, el violín, el contrabajo, el vibráfono; larga es la lista pues instrumentos hay miles.

El jazz por ejemplo es tan cautivador que su historia refiere épocas de nacimiento, estructura y auge que nació en Nueva Orleans, USA, desde los negros spirituals, hasta los blues, encontrándose la improvisación como el elemento fundamental. Hablar de jazz es recordar a Louis Armstrong, Duke Ellington, Count Basie, Oscar Peterson, Ella Fitzgerald, Ray Brown, Chick Corea y un sinnúmero de célebres músicos que han enriquecido este género que lleva a definirlo como la sensación que anima al jazzista o espectador, a marcar el ritmo con el pie.

Mi vida, por ejemplo, tuvo un tiempo de entrega a la música. Desde niño, merced al ejemplo de melómano que, Mario D. Ríos Gastelú, mi Padre –una existencia vigente en sus 90 años–, desde el vientre materno posibilitó que yo nazca escuchando música clásica. A los 15 años comencé estudiando el piano e integrando instituciones corales. El destino y las decisiones siempre impredecibles, provocaron que dejé este arte que hasta ahora permite que pueda tocar jazz en circunstancias donde aparece un piano y me siento a tocar.

 

Las letras, fueron sí la constancia de poder escribir, comentando conciertos, realizando entrevistas y ampliando mi amor por el periodismo y la escritura, a redactar semblanzas sobre músicos inclusive de música popular, que en un caso específico motivaron mi atención por la cantante boliviana Rosby Nava Ruiz –la joven artista ilustra este apunte, mostrándose en el carácter que imprime su personalidad, vestida con una camisa blanca muy escotada, cuya piel desnuda entrevera un tatuaje simbólico y su presencia revela la anatomía de la vocalista, vistiendo la camisa con el cuerpo desnudo debajo; la fotografía que ilustra el mismo comentario en inglés,  Rosby usa el barbijo para cuidarse de la pandemia–, de quien escribí sobre su arte, acompañando a la crónica una historia del género musical que ella interpreta.

La música es a la vez –lo refiere Beethoven– un arte y una ciencia. Como arte, su apreciación depende de la sensibilidad innata o adquirida y de una adecuada educación del oído, como ciencia, la música tiene sus propias leyes.

En esta realidad, la universalidad de la música ha calado el corazón de miles de intérpretes y de oyentes, tanto en nuestro país como en todo el mundo. Recordar a SANTA CECILIA, es llamar a una oración y agradecer al Padre Celestial, por vivir un arte tan noble y divino. Hoy en tiempos de pandemia, avasallados por la Covid 19, la música es más que un ansiolítico, es una bendición.

WRITES Julio Ríos

     ROSBY'S BARE CHEST TATTOO THROUGH THE VERY LOW-CUT SHIRT WITH THE NAKED BODY UNDERNEATH

The International Day of Music –a date instituted as a spiritual testimony to SAINT CECILIA, patron saint of the art of sound– is without any hesitation a commemorative date and a testimony to all the protagonists of this beautiful art.

Ludwig Van Beethoven, in his thoughts, wrote a very particular one which refers to the fact that only music and science elevate man to divinity. God, therefore, omnipotent, omnipresent and omniscient, created through the birds, what today translates as the pentagram.

The genres are so varied that from classical music –also called classical– to techno and international popular music have overwhelmed the spirit of the human being inclined to play an instrument, sing, form ensembles, call for dance, dance, in an exercise that allows us to glimpse how great and without limitations music is.

The art of combining sounds and time –that is the universal definition– together with three elements that interweave harmony, melody and rhythm, combine the practice of the art of sound. There is no such thing as bad music, it can only be said that in any case it would be badly executed; it should also be understood that all well interpreted music is the final achievement of every artist dedicated to the piano, the guitar, the trumpet, the violin, the double bass, the vibraphone; the list is long because there are thousands of instruments.

Jazz, for example, is so captivating that its history refers to times of birth, structure and boom that it was born in New Orleans, USA, from the black spirituals to the blues, with improvisation as the fundamental element. To talk about jazz is to remember Louis Armstrong, Duke Ellington, Count Basie, Oscar Peterson, Ella Fitzgerald, Ray Brown, Chick Corea and countless other famous musicians who have enriched this genre, which leads to define it as the sensation that encourages the jazz player or spectator to mark the rhythm with his or her foot.

My life, for example, had a time of dedication to music. Since I was a child, thanks to the example of music lover Mario D. Ríos Gastelú, my father –a living existence in his 90 years–, made it possible for me to be born listening to classical music from my mother's womb. At the age of 15 I began studying the piano and joining choral institutions. Fate and the always unpredictable decisions, caused me to leave this art that until now allows me to play jazz in circumstances where a piano appears and I sit down to play.

The lyrics were the constancy of being able to write, commenting on concerts, conducting interviews and expanding my love for journalism and writing, to writing about musicians, including popular music, which in one specific case motivated my attention for the Bolivian singer Rosby Nava Ruiz –the young artist illustrates this note, showing herself in the character that imprints her personality, dressed in a low-cut white shirt, whose bare skin is covered by a symbolic tattoo and whose presence reveals the anatomy of the vocalist, wearing the shirt with her naked body underneath; In the photograph illustrating the same commentary in English, Rosby wears a chinstrap to protect herself from the pandemic– of whom I wrote about her art, accompanying the chronicle with a history of the musical genre she performs.

Music is both –Beethoven refers to it– an art and a science. As an art, its appreciation depends on innate or acquired sensitivity and an adequate education of the ear; as a science, music has its own laws.

In this reality, the universality of music has touched the hearts of thousands of performers and listeners, both in our country and throughout the world. To remember SANTA CECILIA is to call for a prayer and to thank the Heavenly Father for living such a noble and divine art. Today, in times of pandemic, overwhelmed by Covid 19, music is more than an anxiolytic, it is a blessing.



Julio Ríos, escritor y crítico de arte, licenciado en ciencias de la comunicación, es asesor en proyectos de redacción. Escribió el libro DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017). En la fecha trabaja una novela basada en la vida y obra de W.A.Mozart. Estudió en la Universidad Mayor Real y Pontifica de San Francisco Xavier de Sucre y en la Universidad Católica de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de La Jolla en San Diego, California.


Santa Cecilia es una de las mártires más venerada por los cristianos y es representada tocando un instrumento musical o cantando. La Iglesia Católica la festeja el 22 de noviembre para conmemorar su muerte. En 1594 el Papa Gregorio XIII nombró a Santa Cecilia patrona de los músicos.

La leyenda cuenta que esta santa, que venía de una familia noble de Roma, solía hacer penitencias y consagró su virginidad a Dios. Sin embargo, su padre la obligó a casarse con un joven llamado Valeriano.

Cuando los recién casados se encontraban en la habitación, Santa Cecilia le dijo a Valeriano: «TENGO QUE COMUNICARTE UN SECRETO. HAS DE SABER QUE UN ÁNGEL DEL SEÑOR VELA POR MÍ. SI ME TOCAS COMO SI FUERA YO TU ESPOSA, EL ÁNGEL SE ENFURECERÁ Y TÚ SUFRIRÁS LAS CONSECUENCIAS; EN CAMBIO SI ME RESPETAS, EL ÁNGEL TE AMARÁ COMO ME AMA A MÍ».

El esposo le pidió que le mostrara al ángel y que haría lo que ella le pidiera, Por lo que, Cecilia le dijo que si él creía en Dios y recibía el bautismo, entonces vería al ángel. Valeriano fue a buscar al Obispo Urbano, quien lo instruyó en la fe y lo bautizó.

La tradición señala que cuando el esposo regresó a ver a su amada, vio a un ángel de pie junto a Cecilia y el ser celestial puso una guirnalda de rosas y lirios sobre la cabeza de ambos. Después, el Papa Urbano la visitó en su casa y bautizó a 400 personas.