sábado, 20 de noviembre de 2021

UNA PELÍCULA DE EDGARDO VIERECK / Gente Decente

PELICULAS DVD EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19

UNA PELÍCULA DE

EDGARDO VIERECK


Gente decente

DECENT PEOBLE

FILME ERÓTICO

DE TRAMA REFLEXIVA

(Todos tenemos un secreto)

Escribe: Jorge Morales   

REVISTA DE CINE NABUSE

"Necesito crítico extranjero para película chilena" se titulaba un mail que hizo circular la productora Claudia Demaría para defenderse de los devastadores comentarios publicados en la prensa chilena hacía Gente decente, de Edgardo Viereck, film del que era productora ejecutiva. El mensaje no tenía desperdicio. Buceaba hasta en el inconsciente de los críticos para explicarse por qué habían querido destruir la película.

"¿Un intento por destacar entre la fauna periodística? ¿Oscuras intenciones por destrozar el impulso que ha dado el cine chileno en los últimos años? ¿Envidia? ¿Competencia por lograr notoriedad a través de irónicos comentarios? ¿Incapacidad de hacer una buena crítica? ¿Ignorancia? ¿Mala entraña? No lo sé", se preguntaba indecisa Demaría.

Era el año 2004, y en ese entonces, Jorge Letelier le contestó a través de Mabuse, y a nombre del colectivo, con un texto titulado De la crítica y Gente decente:

La conjura de los necios, donde, en síntesis, revisaba la (otrora) rivalidad histórica entre críticos y directores chilenos, y hacía algunas reflexiones sobre el ejercicio mismo de la crítica de cine. Letelier aprovechaba también de repasar nuevamente la mediocridad de la película (protagonizada por Luciano Cruz-Coke, un actor que ya pintaba mejor para futuro ex ministro de Cultura de Piñera), y fustigar de paso la tibieza de los colegas chilenos hacía otras cintas tan despreciables como ésa.

Eran otros tiempos. El cine chileno era muchísimo más torpe e ingenuo y no ganaba ni diplomas de consuelo, y Mabuse era un espacio muchísimo más combativo (e influyente) donde atacábamos sin piedad a un cine que apostaba por la utopía rentable de lo "artísticamente comercial", pero donde ni el arte ni los negocios funcionaban.

Una tendencia que fue cayéndose a pedazos tras la irrupción de una nueva generación de cineastas menos pretenciosos y con más ideas y oficio. Desde luego, ahora el cine es muchísimo más interesante y "producido" en el más amplio sentido (positivo y negativo) de la palabra, y los críticos muchísimo más complacientes, afables y prestos para dejarse seducir (influenciados sin querer queriendo por los contagiosos laureles festivaleros).

Sólo los directores (los de ayer, los de hoy y los que vendrán) siguen siendo los mismos: unas primas donnas a las que hay que acariciar con el pétalo de una rosa. 

Pero como ahora una mayoría está inmunizada por el éxito extranjero, poco les preocupa si aparece (aunque ya nunca aparece) algún matón de barrio robándoles la chaucha. Ya no hay perros rabiosos, ya no hay maldad.

Pero volviendo al artículo de Letelier, lo que él no dice en el texto, es que intentamos una maniobra perversa: cumplir el deseo de Claudia Demaría. Es decir, buscamos "un crítico extranjero para película chilena".

Hablamos con Quintín, en ese entonces, director del Bafici, y el crítico más respetado y temido de Argentina, para pedirle que nos escribiera una crítica de Gente decente. 

Algo perplejo, Quintín nos contestó de inmediato, aceptando encantado y divertido con la idea. Nos quedaba con Letelier ingeniarnos cómo pasarle la película. Una tarea casi imposible en ese entonces porque desde luego que la producción jamás nos hubiera pasado una copia. 

En el fondo, siempre supimos que Quintín terminaría por sepultar la poca dignidad que le quedaba a Gente decente, y nos empezó a remorder la conciencia porque sabíamos que el gesto era más una jugarreta pícara que el deseo honesto de abrir un debate intelectual. Gente decente no era mucho peor que otras películas chilenas de la época.

Sólo se diferenciaba del resto porque tenía una productora ejecutiva que había perdido la chaveta. Pero nosotros sabíamos algo que Demaría ignoraba totalmente: no siempre el ataque es la mejor defensa. Así que dejamos el sadismo para otra ocasión, y la película pasó al olvido como otro engendro del montón.

Todavía recuerdo que estuve a punto de conseguirme un VHS de la película con un amigo que trabajaba en el Café Literario de la Biblioteca de Providencia donde curiosamente Gente decente sería exhibida. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y la logística no estaba dando los frutos esperados, la idea también comenzaba a flaquear.

Recordé este incidente cuando vi en la portada del canal de CNN Chile en YouTube la perfomance hiperventilada de Jorge Alís, el humorista y actor argentino que escribió, produjo y protagonizó, Argentino QL, la película dirigida por Patricio Pimienta, que al parecer tiene bastante éxito de público en Chile.

En medio de la conversación, sin que el periodista le preguntara sobre el tema, Alís sacó a la luz un rencor que se notaba le retorcía la punta de la lengua. Completamente fuera de sí, Alís empezó a despotricar contra los críticos de cine.

"Tuvimos unas críticas pelotudas. Un montón de críticos pajeros que no sirven para nada que son unos frustantes... frustrados escritores frustrados", sentenció ofuscado. Particularmente apuntó sus dardos contra Gabriel Bahamondes de LUN y María Inés Saez de Mega, dos periodistas que –yo recuerde– nunca han sido especialmente venenosos, pero que al parecer habían sido bastante duros con la cinta.

Para ser honesto, y sin ánimo de ofenderlos, no me interesé mucho en leer lo que escribió Bahamondes ni en escuchar a María Inés Saez porque, aparte de no haber visto ni poder ver la película, el arranque de furia de Alís es tan patéticamente intolerante que no importa qué tan buenos o malos hayan sido los fundamentos de esos u otros críticos para enjuiciar la cinta, no justifican la desmedida virulencia de su ataque.

Aparte de insultar, Alís repasó uno a uno el listado histórico de los "picados" que han pasado por delante o detrás de nuestra pantalla grande: que los críticos, como citaba antes, son unos artistas frustrados y no sirven para nada, que sólo quieren perjudicar al cine chileno, e incluso –aunque esto es más nuevo- que están comprados por las trasnacionales cinematográficas... 

Y eso acompañado del "insobornable" discurso patriotero del esfuerzo, de la protección, amor y cuidado por lo chileno, sumado a la supuesta falta de pretensión artística (en otras palabras, que la película es simplona a conciencia).

Soledad del Río y Jorge Alís en Argentino QL

Iba a escribir: "Lo que ni Alís ni la olvidada Demaría entienden es que la libertad de expresión consiste en dejar libre la expresión, valga la redundancia". Pero, ¿es necesario decirlo? Porque es el lugar común más elemental de una sociedad democrática.

Pero cada cierto tiempo (o a cada rato) Chile se encarga de recordarnos que son conceptos que no entiende ni quiere entender, sumergido en las aguas profundas de su eterno provincianismo cultural.

Porque dicho sea de paso: ¿cómo es posible que un canal supuestamente serio, abierto y librepensante como CNN Chile ponga de portada en su canal de YouTube a un sujeto puteando a mansalva porque no le gusta lo que opinan los demás de su trabajo público? Y ¿cómo es posible que el pusilánime periodista que lo entrevistó se mantenga en silencio y con risitas nerviosas sin herramientas para confrontarlo con su propia intolerancia?

Hasta cierto punto, la difusión de la alharaca de Alís resulta ilustrativa de cómo se entiende la libertad de expresión en Chile en donde al que grita más fuerte se le escucha más. Porque al final por más mordaces que Bahamondes, Sáez o cualquier otro crítico hubiesen sido para opinar sobre la película, no van a tener jamás la difusión del griterío desarticulado de Alís que dice lo que nadie se atreve a decir. "No tengo temor", decía Alís, como si estos dos críticos tuvieran algún poder real para perjudicarlo. Una ingenuidad total.

Han pasado más de 10 años del mail de Demaría, y desde luego no fue la primera de las reacciones descontroladas de algún integrante de una película contra los críticos de turno como tampoco la rabieta de Alís va a ser la última.

Lo raro es que alguien que no es precisamente un primerizo en el cine (como actor, Alís tiene varias películas en su curriculum) no conozca las reglas del juego. Y todavía más extraño es que siendo humorista no tenga la piel más curtida frente a las críticas, aparte de un sentido del humor más desarrollado para asumir humildemente y sin dramatizar que no todos lo van a adorar ni a sobarle el lomo. Pero así es el cine chileno.

Puede triunfar en festivales o romper taquillas, pero todos sus responsables, quien más quien menos, quiere la aprobación incluso de aquellos a los que supuestamente desprecian. Al parecer se puede tener éxito en el país o en el mundo entero, pero la verdadera victoria es ganarte el respeto de tu peor enemigo.

 


Escribe Julio Ríos

Dos artistas protagonizan la polémica película. Dos artistas revestidas de talento, bellas y con una técnica cinematográfica extraordinaria. Hoy en tiempos de la Covid 19  —a consecuencia de la aciaga pandemia que ha golpeado mortalmente al mundo—, tuve oportunidad de adquirir GENTE DECENTE en su versión DVD.

Sin duda una película erótica, empero de fino erotismo, donde las ocurrencias —en este caso muy dirigidas a circunstancias que rayan en el desnudo discreto y la fogosidad de las escenas de besos muy apasionados— están filmadas en dos apuntes muy claros: desnudos y acto sexual cauto. No asoman para nada tintes pornográficos, y las referidas artistas imprimen naturalidad y mensaje que es lo más importante. Las dos están hoy en día en el año 2021, en los 50 años de edad.

Viviana Cecilia Rodríguez Dreckmann (Santiago, 2 de diciembre de 1970) es una actriz chilena de cine y televisión. Realizó sus estudios secundarios en el colegio Nido de Águilas, y estudió actuación en la Universidad de Chile. Debutó como actriz en la televisión chilena en la teleserie Doble juego (1993). Ha trabajado en teleseries chilenas como Sucupira, Oro Verde, Iorana, Machos, Brujas y Verdades Ocultas entre otras, y en los largometrajes Mujeres infieles, del director Rodrigo Ortúzar.

Actualmente la artista —que ilustra esta crónica con un muy escotado y elegante traje  color negro exento de prendas interiores que insinúa sutilmente piel desarropada y la forma de lucirla a través del cuerpo desnudo de Viviana por debajo— es conocida por su extendido trabajo actoral como “María Luisa Guzmán” en la serie Verdades Ocultas, convirtiéndose así en uno de los personajes queridos de la TV chilena, por las actitudes que ha llevado a lo largo de la serie el personaje.

Katyna Waleska Huberman Casas (Santiago, 11 de septiembre de 1971) es una actriz, escritora, publicista y presentadora de televisión chilena de origen judío. Es hija del reconocido publicista chileno Marcos Huberman Bedrack. Estudió publicidad en la Universidad del Pacífico. Posteriormente, trabajó en la agencia de marketing y publicidad Telías y Huberman, en donde participó en diversos procesos creativos para marcas de retail y televisión. En 1995 ingresó a estudiar teatro en la Academia Club de Teatro de Fernando González, de donde egresó como actriz tres años más tarde. El mismo año de su ingreso a la escuela de González estudió en el taller literario de la escritora Mónica Gómez, terminando en 1997.

Sus inicios en televisión fueron durante la segunda mitad de la década de los 90. Se hizo conocida con el personaje de "La Tontina" en el desaparecido programa nocturno Lunáticos, de Chilevisión, así como también con el personaje de la histriónica "DJ Revienta tu Rana" en el Jappening con ja a fines de los años 1990.

El episodio en torno a Gente decente, las críticas negativas y los furibundo ataques en contra de los críticos por parte de la producción del filme, trae a la memoria otras guerrillas similares que por desgracia ocurren en el cine chileno con la regularidad de las crisis económicas: cada cierto tiempo hay alguna cinta que las emprende contra los que critican mal la obra y luego del barullo se pasa a estadios más confortables de crecimiento. El único consenso en estos casos, ha sido la discutible idoneidad del filme en cuestión: Cómo aman los chilenos en los ochenta, Entrega total en los noventa, y Gente decente en los venturosos tiempos actuales.

El ejercicio de la crítica parece ser la única actividad que se asemeja al fútbol y como esta, siempre ha estado flanqueada por una constatación tan sinuosa como peligrosa: así como cualquier ciudadano es un potencial entrenador y tiene la solución para los males de la selección, cualquier espectador de cine tiene una opinión sobre las películas según una lógica implacable: "Me gustó o no me gustó". Y eso, en la mayoría de las veces, deja el trabajo de los críticos en un terreno de nadie, en una zona en que bien se puede pensar que es una actividad plenamente descartable.

Este conocimiento estandarizado del lenguaje audiovisual y la penetración transversal del cine en la cultura popular, transformaron su naturaleza en un saber público, a diferencia de la literatura o las artes plásticas. Y por ello, la desconfianza ante los críticos y la relativización que se hacen de sus juicios es parte de la vida diaria con la que debemos convivir. Y en esta constatación se ha basado también gran parte de las querellas contra la crítica nacional, este permanente ninguneo de las capacidades del crítico para analizar la obra en cuestión, y en el caso de los cuestionados, los cineastas, una defenestración lisa y llana contra los que escriben y en algunos casos piensan los filmes.

“Todos tenemos un secreto”, refiere la película como subtítulo, y la trama se resume a un joven abogado, muy exitoso, a punto de casarse y animado por su amigos y colegas, despide su soltería con la pasión de una mujer profesional en el sexo, con quien asoma escenas eróticas muy bien logradas en la técnica cinematográfica. Pero su ordenada vida se complica cuando la mujer aparece en su oficina demandando ayuda. Y el mundo que el abogado creía tan seguro y predecible comienza a tambalear con la irrupción de siniestros personajes.

El mensaje, la reflexión definitiva de la película duramente criticada, está en interpretar con inteligencia y prudencia, el hecho bíblico de Adán y Eva, y la tentación animada por una astuta serpiente. El ser humano, es definitivamente “humano” en su transitar por las insospechadas avenidas de lo insólito, lo no planificado, pero sí en peligro de hacer vivir un momento de propia instigación.

By Julio Ríos

ELEGANT AND VERY LOW-CUT THROUGH THE COSTUME THAT VIVINA WEARS WITH HER NAKED BODY UNDERNEATH

Two artists star in the controversial film. Two talented, beautiful artists with an extraordinary cinematographic technique. Today in times of Covid 19 -as a consequence of the fateful pandemic that has mortally struck the world-, I had the opportunity to acquire DECENT PEOPLE in its DVD version.

Undoubtedly an erotic film, but of fine eroticism, where the occurrences -in this case very much directed at circumstances bordering on discreet nudity and the fieriness of the very passionate kissing scenes- are filmed in two very clear points: nudity and cautious sexual intercourse. There are no pornographic overtones whatsoever, and the artists in question give a naturalness and a message, which is the most important thing. Both of them are today in the year 2021, in their 50s.

To extend the description to the erotic circumstance, it is enough to ask: Is it not common nowadays to see lovers kissing passionately in parks and squares? Is it not common to hear the mischievous comment from witnesses of passionate circumstances: "I've seen him kissing"? This is everyday life, but in the film it is complicated by other issues involved in a relationship with a woman.

Viviana Cecilia Rodríguez Dreckmann (Santiago, 2 December 1970) is a Chilean film and television actress. She attended high school at the Nido de Águilas school, and studied acting at the University of Chile. She debuted as an actress on Chilean television in the TV series Doble Juego (1993). She has worked in Chilean TV series such as Sucupira, Oro Verde, Iorana, Machos, Brujas and Verdades Ocultas, among others, and in the feature films Mujeres infieles, by director Rodrigo Ortúzar.

Currently the artist -who illustrates this chronicle with a very low-cut and elegant black suit without undergarments (Viviana does not wear a bra) that subtly insinuates her bare skin and the way she shows it off through Viviana's naked body underneath- is known for her extensive acting work as "María Luisa Guzmán" in the series Verdades Ocultas, thus becoming one of the beloved characters of Chilean TV, for the attitudes that the character has worn throughout the series.

Katyna Waleska Huberman Casas (Santiago, September 11, 1971) is a Chilean actress, writer, publicist and television presenter of Jewish origin. She is the daughter of the renowned Chilean publicist Marcos Huberman Bedrack. She studied advertising at the Universidad del Pacífico. Later, she worked at the marketing and advertising agency Telías y Huberman, where she participated in various creative processes for retail and television brands. In 1995 she began studying theatre at the Fernando González Theatre Club Academy, from where she graduated as an actress three years later. The same year she entered González's school, she studied at the literary workshop of writer Mónica Gómez, finishing in 1997.

Her beginnings in television were during the second half of the 90s. She became known with the character of "La Tontina" on Chilevisión's now defunct late-night show Lunáticos, as well as the histrionic character "DJ Revienta tu Rana" on Jappening con ja in the late 1990s.

The episode surrounding Gente decente, the negative reviews and the furious attacks against critics by the film's production, brings to mind other similar guerrillas that unfortunately occur in Chilean cinema with the regularity of economic crises: every so often there is a film that takes on those who criticise the work badly, and after the hubbub, the film moves on to more comfortable stages of growth. The only consensus in these cases has been the debatable suitability of the film in question: How Chileans Love in the eighties, Total Surrender in the nineties, and Decent People in the current fortunate times.

The exercise of criticism seems to be the only activity that resembles football, and like football, it has always been flanked by a realisation as sinuous as it is dangerous: just as any citizen is a potential coach and has the solution to the ills of the national team, any film spectator has an opinion on films according to an implacable logic: "I liked it or I didn't like it". And that, more often than not, leaves the work of critics in a no-man's land, in a zone where one might well think that it is a completely disposable activity.

This standardised knowledge of audiovisual language and the transversal penetration of cinema in popular culture transformed its nature into public knowledge, unlike literature or the plastic arts. And for this reason, distrust of critics and the relativisation of their judgements is part of the daily life we have to live with. And this has also been the basis for a large part of the quarrels against national critics, this permanent denigration of the critic's ability to analyse the work in question, and in the case of those questioned, the filmmakers, a plain and simple defenestration of those who write and -in some cases think about- the films.

 

Julio Ríos, escritor y crítico de arte, licenciado en ciencias de la comunicación, es asesor en proyectos de redacción. Escribió el libro DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017). En la fecha trabaja una novela basada en la vida y obra de W.A.Mozart. Estudió en la Universidad Mayor Real y Pontifica de San Francisco Xavier de Sucre y en la Universidad Católica de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de La Jolla en San Diego, California.

Gente decente es una película chilena del año 2004. Fue el segundo largometraje del director Edgardo Viereck, protagonizada por Luciano Cruz-CokeViviana Rodríguez y Katyna Huberman.

Katyna Waleska Huberman Casas, en el esplendor de una segunda juventud. En la primera fotografía —vestida con un atuendo de corte transparente en tela de encaje sobre el cuerpo desnudo, trasluciendo un elegante sujetador celeste—, una sonrisa adorna el rostro de la bella rubia que actúa como la novia del abogado en GENTE DECENTE.

Otra foto la entrevera más sensual ajustado a su generosa anatomía con piel desnuda debajo. Cuero desarropado pero de muy elegante tendencia a través del cuerpo de Katyna.

Otra vez, la artista Katyna Huberman viste una muy elegante y muy escotada transparencia —el encaje transparente sobre el cuerpo desnudo—, trasluciendo un fino sujetador del mismo color arropa a Katyna que lo combina con una falda estampada a una suerte de cuadros de color gris.

La artista en tiempos de la Covid 19, luciendo el inevitable barbijo para cuidarse de la aciaga pandemia que golpea al mundo, está acompañada de su esposo Jimmy Frazier, y sus tres hermosos hijos: Lou Frazier, Kai Frazier y Zoe Frazier. Foto sin vacilación alguna memorable revestida de ternura.

 

Katyna Waleska Huberman Casas, in the splendour of a second youth. In the first photograph dressed in a see-through lace cutout outfit over her naked body, revealing an elegant light blue bra a smile adorns the face of the beautiful blonde who plays the lawyer's girlfriend in DECENT PEOPLE.

Another photo shows her more sensually fitted to her generous anatomy with bare skin underneath. Leather is worn but in a very elegant trend across Katyna's body.

Again, the artist wears a very elegant and very low-cut transparency the transparent lace over the naked body, revealing a thin bra of the same colour tucks Katyna who combines it with a skirt printed in a sort of grey checkered pattern. 

The artist in times of Covid 19, wearing the inevitable chinstrap to protect herself from the fateful pandemic that strikes the world, is accompanied by her husband Jimmy Frazier, and their three beautiful children: Lou Frazier, Kai Frazier and Zoe Frazier. An unhesitatingly memorable photo with a touch of tenderness.