Aún vale un Potosí
POR JULIO RÍOS CALDERÓN
Página Siete, lunes 8 de noviembre de 2021
Olvidar a
esta ciudad que creció al impulso de la plata colonial y al estaño republicano
es imposible. De ahí la profusión de iglesias, monasterios y templos, de
palacios y casonas con heráldicas que ostentaban el lujo y la prosperidad.
Cada callecita tiene una historia que contar: la Calle de las Siete Vueltas, la Esquina del Ahorcado, la Calle de los Mercaderes.
Las
iglesias, con sus fachadas barrocas y sus retablos a todo lujo, son la
consecuencia directa, por un lado, de la riqueza a manos llenas y, por otro, de
la gigantesca afluencia de almas necesitadas de consuelo espiritual.
Potosí en el escenario boliviano —una de las ciudades, sin vacilación alguna, más antiguas de América— llegó a ser el mayor centro de producción de plata del continente y se convirtió, en pleno siglo XVII, en la ciudad más grande de América. "¡Vale un Potosí!" fue una frase de la época colonial para expresar el altísimo valor de un objeto.
Potosí, figura en uno de los libros más notables de la humanidad, Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra. En una de sus páginas se lee: "Mi caballo Rocinante, hoy está aquí, luego en Francia y mañana en Potosí".
Fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987 siendo el primer reconocimiento oficial que hizo esta organización internacional en Bolivia, debido a su aporte a la historia universal y su atractivo arquitectónico y artístico, siendo considerada como cuna del barroco andino en Bolivia.
Efemérides para recordar el pentagrama de Humberto Iporre Salinas: Potosino soy de la rica tierra/ Potosino soy de la tierra buena,/ Donde el indio toca su quena,/ Donde el indio toca su quena./ Yo canto esta canción, a la noble cuna,/ Del bravo sin igual, Alonso de Ibáñez,/ Y a la tierra de los vicuñas,/ Y a la tierra de los vicuñas.
A fines del siglo XVI, el Inca Huaina Capac, señor del imperio inca que se extendía desde Quito, Ecuador, hasta Chile, visitó al Sumaj Orko —"cerro magnífico", en quechua—, y ordenó que se confeccionaran joyas de plata para su corte. Cuando comenzaron a extraer el mineral de sus vetas, una voz estruendosa les conminó a que se detuvieran: "No caven; no es para otros". Poco después los primeros colonizadores españoles se asentaron al pie del cerro.
Existe en Potosí una infinidad de museos que guardan celosamente los testimonios de aquellos siglos de la plata, tal vez uno de los más señalados sea el ubicado en la antigua Casa de la Moneda. Pocas edificaciones poseen tanta fuerza evocadora. De sobria factura, contrastante con las otras construcciones de la época, el llamado "Escorial Americano" sirvió de casa de moneda, fortaleza y prisión.
Potosí fue testigo del nacimiento de Gesta Bárbara. Corría el año 1918 y un grupo de jóvenes intelectuales, creó este movimiento de características francamente sorprendentes. La bohemia literaria y periodística en Potosí adquirió resonancia nacional de 1918 adelante, al empuje de Carlos Medinaceli, junto a críticos de realidad social boliviana que a partir de 1918 hasta 1925, sembraron una semilla artística en Potosí, que floreció en décadas subsiguientes en otras ciudades bolivianas.
Era el deseo de los “bárbaros” convertirse en conductores de su sociedad y de su época, su obra fue un caudal de inspiración que fue imitada por sus connacionales. Carlos Medinaceli, José Enrique Viaña, Alberto Saavedra Nogales, María G. Gutiérrez, Armando Alba, Wálter Dalence, Fidel Rivas, Armando Palmero, Celestino López, Luis Subieta Sagárnaga y David Ríos Reinaga, fueron los fundadores.
Potosí, por otra parte, destaca su gastronomía, desde los postres coloniales, hasta la carta más típica. Y qué decir de la gastronomía de Todo Santos: tahua tahuas, panecillos, buñuelos y una variedad de productos exquisitos y simbólicos.
El espíritu anfitrión de Potosí se demuestra en su gente amable y hospitalaria. Su indumentaria puede distinguir la composición étnica de sus habitantes: algunos ostentan sus atuendos típicos de lana, que se remontan a la etapa precolombina.
JULIO
RÍOS, ES ESCRITOR Y CONSULTOR