VIOLIN EN TIEMPOS DE
LA COVID – 19
DIGITACIÓN ASOMBROSA Y
TÉCNICA EXTRAORDINARIA
Janine Jansen (nacida en Soest, Países Bajos, 7 de enero de 1978) es una violinista neerlandesa. Comenzó a estudiar violín a los seis años. Estudió con Coosje Wijzenbeek, Philipp Hirshhorn, y Boris Belkin. Su padre y su hermano también son músicos.
Jansen surgió, en 2001, como solista con la National Youth Orchestra de Escocia, donde ejecutó el concierto para violín de Brahms. Realizó la apertura de la BBC Proms, en el año 2005. Es muy aventurera en su ejecución, con énfasis en la comunicación, más que en la precisión o la adhesión al statu quo.
Su grabación de Las cuatro estaciones de Vivaldi es un buen ejemplo de su estilo. Evitó la tradición de grabar con una orquesta, al hacerlo con solo cinco instrumentos de cuerda, incluyendo a su hermano como chelista, y a su padre para el bajo continuo.
Tiene un contrato exclusivo de grabación con Decca Records. Utiliza frecuentemente el Stradivarius Barrere de 1727, en préstamo de la Stradivari Society of Chicago.
Jansen fue novia del también virtuoso violinista, violista y director de orquesta de origen lituano Julian Rachlin, con quien interpretó abundante repertorio de música de cámara.
Es pareja desde 2012 del violonchelista y director de orquesta de nacionalidad sueca Daniel Blendulf.
En 2002 grabó su primer álbum como solista, titulado "Janine Jansen", junto a la Royal Philharmonic Orchestra y Barry Wordsworth.
En 2004 estrenó su grabación de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, con la participación de Candida Thompson, Henk Rubingh, Jan Jansen, Julian Rachlin, Liz Kenny, Maarten Jansen y Stacey Watton.
En 2006 salió a la venta su tercer álbum, en el que incluyó el "Concierto para violín en mi menor, Op. 64" de Felix Mendelssohn y el "Concierto para violín y orquesta en sol menor" de Max Bruch, con Riccardo Chailly como director y la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig.
En 2007, junto a Maxim Rysanov y Torleif Thendeén, grabó "Bach: Inventions & Partita".
En 2008, grabó en vivo para la iTunes Store la "Sonata para Trío en Sol Mayor" de Bach y la "Sonata para violín y Clavicémbalo N.º 6 en Sol Mayor". También este año grabó el Concierto para Violín de Chaikovski y "Souvenir d'un lieu cher".
En 2009 estrenó su grabación de los conciertos para violín de Beethoven y Britten. El concierto de Beethoven junto a la Die Deutsche Kammerphilharmonie Bremen y el de Britten con la Orquesta Sinfónica de Londres. Ambas dirigidas por Paavo Järvi. Jansen dijo que la grabación de estos conciertos fue siempre un deseo suyo a largo plazo, ya que considera estas dos obras como unos de los más grandes conciertos en el repertorio actual.
En 2010 grabó "Beau Soir", un álbum de música francesa basado en las obras de Debussy, Richard Dubugnon y Lili Boulanger, con el pianista Itamar Golan.
Alguien de la nueva generación como usted, que ha acuñado un título semejante. ¿Ve en el ordenador el futuro de la música?
No sé con certeza por qué se ha escrito eso de mí en algún periódico. Lo que ha llegado a mis oídos, es algo así como que en América la mayor parte de las ventas de Las cuatro estaciones —dicen que un 75 por ciento del total— se han realizado por la vía de i-tunes. Pero hablar de eso me resulta muy difícil, porque no conozco a fondo esos procedimientos. Nunca he hecho una descarga yo misma. Lo que sí es cierto es que esa historia me ha llevado a pensar si de aquí a unos cuantos años, tal y como se precipitan las cosas, el CD como tal habrá desaparecido. Espero que eso no llegue a suceder, porque a mí me gusta entrar a las tiendas y revolver, incluso regresar de vez en cuando a los LPs.
Hasta la enseñanza podría ser a través de esa vía, ¿reconoce usted en su formación más profesores reales o virtuales, de esos de los que se aprende a través de viejos testimonios grabados con o sin imágenes?
Siempre menciono a Coosje Wijzenbeek como mi primera maestra, porque es con quien me inicié en el violín. Con ella estuve hasta los 16 años, lo que es tanto como decir que me enseñó lo que sé de este instumento. Después comencé a asistir a las clases de Philipp Hirshhorn, que murió hace ahora diez años, siguiendo sus enseñanzas de un modo un tanto irregular, durante aproximadamente dos años. A partir de ese momento, desde que cumplí los 18, se puede decir que no he tenido un profesor al que acudiese cada semana sistemáticamente para seguir sus lecciones. Lo de Belkin, por ejemplo, debemos limitarlo a decir que asistí a algunas de sus clases magistrales en las que aprendí mucho, como también en otras de distintos violinistas por las que he pasado. Así que, en mi caso podría decir que el verdadero aprendizaje lo he ido adquiriendo por el contacto directo, tocando en grupos de cámara o con orquestas a las órdenes de distintos directores, sin olvidar lo que he asimilado asistiendo a conciertos como espectadora, viendo y escuchando a otros artistas, algo que continúo haciendo cada vez que puedo como un proceso en marcha en el que quiero seguir.
¿No siente el peso de los grandes nombres consagrados? Por supuesto que admiro a todos los grandes violinistas. Desde Thomas Zehetmair a Gidon Kremer por hablar de artistas de hoy o, mirando hacia atrás, Ida Haendel, Nathan Milstein o Arthur Grumiaux, todos ellos con una musicalidad increíble. Pero con todo sigo pensando que especialmente de Coosje, y de Philip Hirshhorn es de quien más he aprendido después de un prolongado contacto con ellos. Desde que tenía 6 o 7 años hasta que cumplí los 18. Hasta esa edad considero muy importante esa relación próxima, porque la necesitas. Pensemos que con mi primera profesora tenía dos clases por semana, y hacíamos mucha música de cámara, un aspecto al que le dedicamos mucho tiempo trabajando en conjuntos, algo que con el tiempo ha tenido un peso increíblemente importante para mí.
¿Tanta importancia tiene la música de cámara en su actividad como para crear en Utrecht el festival que dirige para música de ese formato?
Es al menos tan importante para mí como hacer música sinfónica. Además de mi festival, acudo a otros similares que organizan mis colegas, y de vez en cuando a lo largo del año hago música de cámara en conciertos convencionales. Pero claro que, a la hora de hacer balance final, el número de conciertos con orquestas es superior. También puedo decir que, a la hora de hacer música, no me resulta muy distinto si es de cámara o sinfónica. Cuando tocas con una gran orquesta al final estás haciendo lo mismo: estableciendo una comunicación con el resto de los compañeros con los que compartes el escenario. Desde ese punto de vista, lo único que cambia es el número de músicos y que, en el caso de la cámara, al tratarse de un grupo más reducido, los resultados son más directos, y el intérprete a su vez se siente mucho más libre. Pero la actitud del músico en cuato a su modo de acercarse a la creación musical, siento que igual en ambos casos. Al menos en lo que a mí respecta, intento encontrar el mismo sentimiento, el mismo espíritu. Porque en ese momento estamos unidos como un todo único. Si los otros no estuvieran allí, no sería posible sacar a la luz esa música que yo debo interpretar.
Le ha funcionado el experimento de reducir el instrumentario de Las cuatro estaciones de Vivaldi a un formato reducidísimo. Hasta el punto de haber conseguido ya el disco de platino en Holanda.
En este caso concreto me lo pasé muy bien haciendo eso. Porque las sensaciones que la obra me produce van por ese camino. No era necesario tocarla así, pero pensé que necesitaba más libertad en la ejecución para conseguir mayor transparencia en el resultado sonoro en esta obra tan flexible y llena de libertad, y eso se consigue mejor con un número reducido de compañeros.
Al decidir grabarla, sabía que estaba asumiendo un desafío, habida cuenta de la cantidad de experimentos que se han hecho con esa obra, consiguiendo buenos resultados con múltiples modos de acometerla.
Por supuesto que es una obra muy conocida. De esas que se llaman populares, y hay razones para ello. En primer lugar, porque es excepcional y te permite acercarte a ella por muchas vías. Por eso surgen tantas alternativas a la hora de interpretarla. Yo no me quebré la cabeza demasiado planteándome si había demasiadas grabaciones, que era algo que por supuesto sabía. Ni me paré a pensar en la reacción del público ante una enésima versión. Si empiezas por plantearte esas cosas, no llegas a ningún sitio. Lo mismo que ahora, cuando me puse a grabar el disco con los conciertos de Mendelssohn y Bruch, que también a todos les resultan familiares a base de verlos juntos. Esas cosas no las contemplo al poner manos a la obra. En el caso de Mendelssohn fue lo primero que tuve claro y dije, adelante, cuando me propusieron grabar un nuevo álbum en concierto, porque es una obra genial que me gusta mucho interpretar. Sin pararme a pensar en cuánta gente la había grabado antes que yo.
Julio Ríos
A través de un traje sastre color blanco muy escotado Janine lo usa sin sostén con el torso y los pechos desnudos por debajo de la elegante prenda
Janine Jansen, ejecuta “Las cuatro estaciones” (en
italiano: Le quattro stagioni, que es un grupo de cuatro conciertos para violín
y orquesta (cada uno está dedicado a una estación: La primavera, El verano, El
otoño y El invierno), del compositor italiano Antonio Vivaldi.
Jansen, es una mujer muy hermosa, rociada de gran talento y poseedora, de manera pasmosa, de una técnica asombrosa acompañada de la más prolija digitación. Algo tendrá el vino cuando lo bendicen, decía un viejo y castizo refrán. Y algo, aparte de sus encantos personales, tendrá también la joven violinista holandesa.
Janine Jansen, a quien la observamos en
la fotografía que ilustra mi comentario en inglés, cual cuerpo desnudo, a
través del traje sastre blanco muy escotado, sin sostén, que la violinista lo usa con piel
desnuda debajo.
Y la vemos luego en la red YouTube, poner de
relieve la interpretación del “Las cuatro estaciones”. La obra es la obra más
conocida de Vivaldi. Inusual para la época, Vivaldi publicó los conciertos con
unos poemas de acompañamiento (posiblemente escritos por el propio Vivaldi) que
describían qué quería representar en relación a cada una de las estaciones. En
este contexto, Janine nos proporciona uno de los ejemplos más tempranos y
detallados de lo que después se llamaría música programática o descriptiva,
música con un elemento narrativo. Por ejemplo, el “Invierno” está pintado a
menudo con tonos oscuros y tétricos: por el contrario, el “Verano” evoca la
opresión del calor, reproduciendo incluso una tormenta de verano en el último
movimiento, características puesta de relieve en el violín de Janine.
Vivaldi se esforzó en relacionar su música con los
textos de los poemas, traduciendo los versos poéticos directamente en música.
En la sección media del concierto Primavera, cuando las ovejas duermen, su
perro ladrando queda marcado por la sección de viola. De la misma manera se
evocan otros acontecimientos naturales. Esta apreciación la descubrimos al
escuchar a Janine.
Vivaldi divide cada concierto en tres movimientos,
rápido, lento, rápido, y de la misma manera cada soneto se parte en tres
secciones. Dos de estos movimientos, el primero y el tercero, están en tiempo
de Allegro o Presto, mientras que el segundo está caracterizado por un tempo de
Adagio o Largo, según un esquema que Vivaldi ha adoptado en la mayor parte de
sus conciertos.
Janine toca en conjunto para todas las partituras
junto a un violín solista, cuarteto de cuerdas (violín primo y segundo, viola,
violonchelo, contrabajo) y bajo continuo (clavecín u órgano).
A esta joven de ojos claros que jamás se separa de
su Barrere , un violín fabricado en Cremona en 1727 por Antonio Stradivari, y
que, al hablar, irradia optimismo en cada concierto. Tal vez porque, de la
noche a la mañana ha sabido conjurar el fatum que atenaza desde hace algún
tiempo a la industria discográfica, con su personal lectura de las Cuatro
estaciones vivaldianas, con que recientemente conseguía ser “platino” en las
listas de su país, donde las ventas de esa grabación se acercan al medio millón
de copias. Por no hablar de las ventas a través de Internet, que le han valido
en una publicación especializada el calificativo de “Reina de las descargas”.
By Julio Ríos
Through a very low-cut white tailored suit, Janine dresses him without a bra with the torso and breasts of the body naked beneath the elegant garment.
Janine Jansen, performs "The Four Seasons" (in Italian: Le quattro stagioni, which is a group of four concertos for violin and orchestra (each one is dedicated to a season: Spring, Summer, Autumn and Winter), by the Italian composer Antonio Vivaldi.
Jansen is a very beautiful woman, sprinkled with great talent and possessing, astonishingly, an astonishing technique accompanied by the neatest fingering. There is something in wine when it is blessed, as the old saying goes.
And something, apart from her personal charms, will also have the young Dutch violinist Janine Jansen, whom we see in the photograph that illustrates my commentary in English, like a naked body, through the very low-cut white tailored suit, no bra, that the violinist wears with bare skin underneath.
And then we see her on YouTube, highlighting her performance of "The Four Seasons". The piece is Vivaldi's best known work. Unusual for the time, Vivaldi published the concertos with accompanying poems (possibly written by Vivaldi himself) describing what he wanted to depict in relation to each of the seasons. In this context.
Janine provides us with one of the earliest and most detailed examples of what would later be called programmatic or descriptive music, music with a narrative element. For example, the "Winter" is often painted in dark and gloomy tones: by contrast, the "Summer" evokes the oppressive heat, even reproducing a summer storm in the last movement, features brought out in Janine's violin.
Vivaldi strove to relate his music to the texts of the poems, translating the poetic verses directly into music. In the middle section of the concerto Spring, when the sheep sleep, their barking dog is marked by the viola section. Other natural events are evoked in the same way. We discover this appreciation when listening to Janine.
Vivaldi divides each concerto into three movements, fast, slow, fast, and in the same way each sonnet is divided into three sections. Two of these movements, the first and third, are in Allegro or Presto time, while the second is characterised by an Adagio or Largo tempo, according to a scheme that Vivaldi has adopted in most of his concertos.
Janine plays in ensemble for all the scores together with a solo violin, string quartet (first and second violin, viola, cello, double bass) and basso continuo (harpsichord or organ).
To this bright-eyed young woman who never leaves her Barrere , a violin made in Cremona in 1727 by Antonio Stradivari, and who, when she speaks, radiates optimism at every concert. Perhaps because, overnight, he has managed to conjure up the fatum that has been gripping the recording industry for some time now, with his personal reading of Vivaldi's Four Seasons, which recently went platinum in the charts in his country, where sales of this recording are close to half a million copies. Not to mention Internet sales, which have earned her the title of "Queen of downloads" in a specialised publication.