domingo, 9 de mayo de 2021

 

 


Al periodista en su día

JULIO RÍOS CALDERÓN

Página Siete 9 de mayo de 2021

Los periodistas bolivianos celebran el 10 de mayo, "Día del periodista", con la vigencia de la Covid. La fecha es oportuna para reflexionar una vez más sobre el presente y porvenir de una profesión sacrificada, que  ha pagado y paga un precio muy alto por su celosa defensa de las libertades.

Se lo hace desde hace más de 80 años, cuando el Ex Presidente Germán Busch, resolvió consagrar la fecha a destacar a los trabajadores del periodismo.  

Bolivia afronta las críticas de sus adversarios con la severidad con que lo hicieron dictadores como Melgarejo, y otro, cuyo nombre no es dable acordarse.  

Ni los comunicadores sociales, tampoco las empresas periodísticas, están exentas de las presiones de quienes persiguen a través del poder, pretendiendo actuar lejos de la mirada vigilante de los escritores de noticias, y también de la sociedad. Esta realidad impone preservar los elevados principios de la libre información, tan distante de la tentación.

Es oportuno poner de relieve a los hombres de la comunicación imparcial, donde la palabra miedo no existe en su estirpe.

Un homenaje, también, a los periodistas que perdieron la vida, trabajando en tiempos de la Covid, circunstancias que pusieron muy en alto sacrificar su existencia a cambio de mantener informado al país.

El fortalecimiento de la Prensa Boliviana, constituye una garantía para poner límites al largo brazo del poder. Son los propios medios que, actuando en completa libertad, optan por mecanismos autorreguladores y se organizan en defensa de una profesión cuyo ejercicio debe ser libérrimo y responsable. Ninguno debe transformarse en caja de resonancia del poder ni abdicar de su sentido crítico, y tampoco olvidar que la prensa se debe a las demandas plurales de la sociedad civil.

Por casi 15 años, Bolivia conoció una prensa amordazada y pagada por el poder, que la utilizó para enlodar honras y alabar al dictador y su socio. Esta experiencia no debe repetirse, y depende de los bolivianos conscientes oponerse a que ello suceda. Si volvemos a tener prensa, radio y TV sometidos, entonces será que hemos dejado morir otra vez la democracia.

En el Día del Periodista es relevante recordar aquel truculento 10 de mayo de 1865, en que el tirano Mariano Melgarejo mandó ejecutar al periodista Cirilo Barragán por un artículo que molestó a su dictadura.  

El Día del Periodista Boliviano fue instituido en la presidencia de Germán Busch, mediante Decreto Supremo de 1938, que reivindica los derechos de los trabajadores de la prensa, relacionados al seguro de salud y otros beneficios sociales, considerando a los periodistas como impulsores de la cultura del progreso colectivo, porque ejercen un beneficio positivo comparable al de la enseñanza, mereciendo por tanto el estímulo y la recompensa social.

Firmes, los periodistas bolivianos, también en el derecho a decir la verdad aunque cause irritación al poder y origine sus mezquinas represalias. Haciéndolo así sirven al país y se acostumbran al ejercicio de la crítica, sustento de toda sociedad que quiera ser grande, libre y justa. En suma, de toda sociedad que desee vivir en democracia.

Es frecuente la tentación de intimidar al periodismo independiente, sospechoso por el hecho de presentarrealidades pocas o nada gratas al poder. Y no por incurable afán opositor o espíritu denigratorio: simplemente por obligación con la verdad, que exige desconfiar de fuentes oficiales, contrastarlas con otras y profundizar en la realidad, sin miedo de llamar a las cosas por su nombre.

Me es familiar el gran valor de esta profesión. Contribuyó al fortalecimiento de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Estuvo vulnerada en los últimos 14 años de mentiras, abuso, megalomanía, bipolaridad y construcción de elefantes blancos antes que hospitales.

El compromiso con la búsqueda de la verdad sigue siendo un imperativo. No perder la capacidad de asombro, de escucha, de pregunta, de duda e irreverencia, hablar con todos los que hay que hablar, diversificar su agenda, fiscalizar el poder político y otros estatuidos, mediar entre las gentes, potenciar las voces diversas de las comunidades, profundizar e innovar la presentación de hechos y situaciones, forman parte del largo listado de recomendaciones que acompañan la reflexión sobre el quehacer del periodista.

Tarea nada fácil en un país permeado por dos virus: el MAS y el COVIC 19. Por eso lo que los periodistas desean va más allá de las simples dádivas, necesitan respeto, ganado no sólo con su capacidad de trabajo e independencia, también con la dignidad en las empresas, ante los grupos de poder y la sociedad misma.

“Actualmente las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores” (GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ)

 

JULIO RÍOS, ES ESCRITOR Y CONSULTOR