domingo, 2 de mayo de 2021

LA OBRA DE Marina Anaya Gutiérrez

 

 

ARTES PLASTICAS EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19

LA OBRA DE

Marina Anaya Gutiérrez

PINTURA NAIF Y CERÁMICA

TALENTO Y PERSEVERANCIA

Marina Anaya Gutiérrez, nació en Palencia, España, el año 1972. Es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla, ubicada en La Mancha. Obtuvo su título profesional  en 1996. Reside en Madrid desde hace unos años,

Marina Anaya, compagina su labor como pintora y escultora con la dirección de cortometrajes, videoclips y anuncios publicitarios.

Su obra, figurativa y vitalista, se inspira en el mundo de la ternura, haciendo del beso, el abrazo, un dibujo expuesto con notable talento en el lienzo. Sus viajes, la música y los libros, la acompañan en el día a día. En su estilo, que es un sello particular, se destacan sus figuras peculiares y de formas redondeadas y extendidas.

Hermana de la actriz Elena Anaya, Marina, ha mostrado sus trabajos en las Galerías Blanca Soto y Acuadros de Madrid y en varias ediciones de la feria ESTAMPA.  

En la familia Anaya existe sin duda el gen artístico, “si todas conocemos y admiramos el talento de mi querida Elena en el llamado séptimo arte”, descubrimos con placer el de su hermana Marina en las artes plásticas. 

Marina nos deleitó en su exposición "Nena" con grabados en latón y dibujos a lápiz y tinta, donde los besos y los abrazos son los auténticos protagonistas. Artista delicada y amorosa se sirve de su dorado predominante para llenar de luz y energía positiva sus obras y nuestras retinas.

Dedica la mayor parte de su tiempo a hacer lo que más le gusta, sacar punta a los lápices de colores y hacer dibujitos en un cuaderno. De ahí luego salen cuadros, esculturas, grabados y otras cosas más como joyas o carteles publicitarios que se exponen en diferentes partes del mundo. Desde Shanghái a Puerto Rico pasando por Ámsterdam o Cádiz.

En la pintura disfruta de los colores, en el grabado se deja sorprender por el proceso y, en la escultura, se guía por intermedio del poder de los materiales.

Vive, en Madrid. “Estudié Bellas artes en Cuenca y el doctorado en la Habana (Cuba), La otra parte de mi trabajo la aprendí en talleres de amigos, viendo exposiciones por todo el mundo y teniendo siempre los ojos bien abiertos para mirar hacia dentro y hacia fuera”, expresa Marina, con tono amable y educado, mirando con ojos expresivos detrás los cristales de sus modernos, elegantes y grandes lentes.

Marina, sin vacilación, es una artista iluminada. “Soy partidaria de hacer más y pensar a la vez que haces, del arte sin libros de instrucciones y de los trabajos que se entienden antes con el corazón que con el cabeza”, manifiesta.







El arte puede remover conciencias, denunciar situaciones injustas pero también alberga una parte fundamental que es la que reivindica la alegría. Y en esas anda la obra de Marina Anaya, que lo anuncia orgullosa, “mi arte es un compromiso serio con la parte positiva de la vida, un compromiso serio con la felicidad”. Y lo ha vuelto a demostrar, porque mirar las obras de su último trabajo en la galería Benot, Okinawa, es precisamente eso, deleitarse en pequeños momentos de felicidad, los que le brindaron un viaje a estas idílicas islas del sur de Japón.

El resultado es una colorida, evocadora y dulce exposición en la que la artista palentina exhibe “una recopilación de mis últimos trabajos de obra gráfica, sobre todo, pero también algo de pintura, inspiradas en aquel viaje”.

De aquella experiencia se trajo toda una serie de evocadoras sensaciones que materializó de nuevo en sus grandes iconos artísticos de corte naif: el amor, las parejas, el abrazo, los momentos cálidos de la vida, así como abundante naturaleza, pájaros, árboles y todo tipo de vegetación enmarcada en el paisaje idílico que aporta el mar y el horizonte de fondo. Así como en el color alegre y tan vitalista que desprenden.

Porque de eso se trata, de subrayar la importancia de contar “la parte bonita de la vida que todos tenemos y vivimos en mayor o menor medida, y con lo que también hay que estar comprometida”, afirma de sus bellas creaciones, de las que también ha querido remarcar su similitud con Cádiz, donde tiene casa y viene cuando puede.

Cádiz es para mí muy importante a la hora de crear, con todas esas playas maravillosas y puestas de sol tan bonitas, desde Torregorda hasta que el sol se mete por la Catedral, que es por donde vivo”. Playas y lenguas de arenas finas “que aunque son distintas, se asemejan en ese sentido a las de Okinawa”, y con las que guarda el nexo común del horizonte, tan propio de las islas y lugares costeros.

Lugares distantes pero comunes que, desde su incondicional galería Benot, de los que alaba el trato y su elegancia expositiva, nos permite transportarnos hasta las islas de Okinawa, o su particular viaje a la felicidad.





 

El estudio de Marina Anaya va más allá de la pintura y el grabado. Hace unos años se enmarcó en nuevos proyectos de escultura y joyería, y ahora ha ampliado su abanico creativo a la cerámica.

“Actualmente estoy trabajando bastante la cerámica, e incluso me sigo formando en la Escuela de Cerámica de Madrid, pues siempre se aprende algo nuevo y es maravillosa”.

Y aunque no ha llevado a Benot ninguna muestra, no descarta hacerlo próximamente, aprovechando uno de sus viajes a Cádiz, entre los muchos que hace por ferias de arte de todo el mundo.

También continúa con la escultura en latón y su colección de joyería, “que es una línea pequeñita pero que funciona muy bien”. Unos trabajos que concibe “como escultura en formato pequeño y que favorezca, claro”.  





 

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 Julio Ríos

Durante la pandemia que vive mi país, Bolivia, a consecuencia de la Covid/19, tuve la oportunidad de apreciar, estudiar y enamorarme de la pintura de Marina. Sin duda, el talento que ostenta le ha permitido triunfar en la vida.

Sólo aquellos seres dotados de sentimiento y vitalidad pueden recoger en significativa obra plástica toda la ternura desprendida de los seres humanos que, en el caso de Marina Anaya, no significa sólo candor de niñez, sino dibujo figurativo de niños enamorados a los que pinta con sentimiento amoroso y primoroso, y los podemos apreciar en acarameladas parejas que se abrazan y se besan.

Por otra parte, su arte se hace extensivo a la escultura, al grabado, a la cerámica y a la joyería joyería. Esta diversificación la convierte en una artista completa. Trabaja en su taller, como la observamos en la foto, vestida con una camisa de seda verde agua muy delgada y muy escotada, que la luce con el cuerpo desnudo debajo, esta prenda es combinada con un pantalón jean color blanco, junto a su inevitable gorra estilo bonete que le brinda comodidad en su trabajo. Sus ojos, detrás de los cristales de sus anteojos, miran el mundo con ojos renovados que nos invitan a dejar nuestra vista cansada o atufada por la angustia de existir en estos momentos aciagos a consecuencia de la Covid/19.

Los colores verdes en especial, junto al blanco y rojo, pintan sus imágenes. Flores, parejas, aves, animales primorosamente elaborados, cautivan la mirada del espectador. Su pintura más allá de considerarse magistrales, puede recepcionarse de muy bonita para unos, bella para otros, ideal para mí.

En Marina hay dos razones especiales que llevan a seguir con admiración su arte: por un lado el dibujo, y por el otro, los motivos plasmados en sus cuadros. La temática permite entrever como hábilmente alarga los rostros.

Ese estiramiento de la figura humana es sutil y se hace más graciosa la imagen, más seductora, al extremo que un cuadro suyo es el sueño de un amante del arte, que quiere ya verlo colgado en su hogar, ya sea en la sala o en la biblioteca. Es mi caso, porque amo esta pintura.

El dibujo, en cuya técnica asoma prolijo el estilo, su pincel traza la línea para dar forma a la ideal. A medida que se van creando las imágenes, éstas trascienden sencillez y fuerza, capaces de impresionar en una exposición pública.

Puede ser que en cada pincelada haya una bendición. También puede ser el comienzo de la vida donde van el pan y la plegaria. Sin embargo, en el arte de Marina Anaya, lo místico está frenado por el candor de los animalitos, de sus niños y niñas o parejas ingenuas. Ellos no llevan la carga belicosa de los arcabuces porque su obra se hace poema cuando menciona al sentimiento más puro que es el amor.

Pincel prolijo, inscribe en el lienzo el examen sagaz de su conciencia creadora de artista, donde el corazón suyo está por encima de todo. Marina con ojos sorprendidos, enormemente abiertos a la realidad en un rostro iluminado por la paz interior, hacen de las imágenes de tan amorosa artista, un motivo muy particular de atracción.

Sus creaciones se multiplican. Es la pintura que seduce con la suavidad de las cosas bellas. Es la efervescencia de las ideas para saltar de un dibujo de su libreta a un cuadro y de allí al lienzo en exposición. 

Marina inspira ternura. Observarla trabajar es advertir cómo ese estilo suyo tan singular continúa trazando la línea para concluir todo lo rociado en el cuadro. Su obra, nos permite entreverar una señal o más que una señal; una bendición.

El arte está en la estirpe, en la sangre de las hermanas Anaya. Mientras Marina conquista éxito, gracias a su particular estilo que gusta y enamora, Elena en el cine, es una estrella.  

Estamos en el arte figurativo de Marina Anaya porque todo aquello que es parte su existencia, se hace pincelada, formando la figurada del aplaudido cuadro. Sin Ruido, sólo caminando a paso seguro, la artista aprieta el andar por la ruta de los consagrados.

By Julio Ríos

THE TALENT AND TENDERNESS OF MARINA

During the pandemic that my country, Bolivia, is experiencing as a result of Covid/19, I had the opportunity to appreciate, study and fall in love with Marina's painting. Undoubtedly, her talent has allowed her to triumph in life.

Only those beings endowed with feeling and vitality can gather in significant plastic work all the tenderness detached from human beings which, in the case of Marina Anaya, does not mean only the candour of childhood, but figurative drawings of children in love whom she paints with loving and exquisite feeling, and we can appreciate them in love couples embracing and kissing each other.

On the other hand, her art extends to sculpture, engraving, ceramics and jewellery. This diversification makes her a complete artist. She works in her studio, as seen in the photo illustrating my chronicle in English. Dressed in a very slim, low-cut, green silk shirt, which she wears with her naked body underneath, this garment is combined with a pair of white jeans, together with her inevitable bonnet-style cap, which gives her comfort in her work. Her eyes, behind the lenses of her glasses, look at the world with renewed eyes that invite us to leave our tired eyesight or the anguish of existing in these fateful moments as a result of Covid/19.

The colours green in particular, together with white and red, paint his images. Flowers, couples, birds, animals, all beautifully elaborated, captivate the viewer's gaze. Her paintings, beyond being considered masterly, can be considered very beautiful for some, beautiful for others, ideal for me.

There are two special reasons to follow Marina's art with admiration: on the one hand the drawing, and on the other hand the motifs captured in her paintings. The subject matter allows us to glimpse how skilfully she elongates the faces.

This stretching of the human figure is subtle and makes the image more graceful, more seductive, to the extent that a painting of his is the dream of an art lover, who already wants to see it hanging in his home, either in the living room or in the library. This is my case, because I love this painting.

The drawing, in whose technique the style is neat, his brush traces the line to give shape to the ideal. As the images are created, they transcend simplicity and strength, capable of impressing in a public exhibition.

It may be that in each brushstroke there is a blessing. It may also be the beginning of life where bread and prayer go. However, in Marina Anaya's art, the mystical is restrained by the candour of the little animals, of her children or naïve couples. They do not carry the bellicose charge of the arquebuses because her work becomes a poem when it mentions the purest feeling, which is love.

With a neat brush, she inscribes on the canvas the shrewd examination of her creative conscience as an artist, where her heart is above all else. Marina with surprised eyes, enormously open to reality in a face illuminated by inner peace, make the images of such a loving artist, a very particular motive of attraction.

Her creations multiply. It is the painting that seduces with the softness of beautiful things. It is the effervescence of ideas to jump from a drawing in her notebook to a painting and from there to the canvas on exhibition. Marina inspires tenderness. To watch her work is to see how that singular style of hers continues to draw the line to conclude all that is sprinkled on the painting. Her work allows us to see a sign or more than a sign; a blessing.

Art is in the lineage, in the blood of the Anaya sisters. While Marina conquers success, thanks to her particular style that pleases and enamours, Elena is a star in the cinema. 

We are in the figurative art of Marina Anaya because everything that is part of her existence, becomes a brushstroke, forming the figurative of the applauded painting. Without noise, just walking at a safe pace, the artist tightens her gait along the route of the consecrated.









Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor, asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO (1986), la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), EL ALTO PARA TODOS (2017), LA GENERACIÓN NINI (2023), UNA HISTORIA PARA CONTAR (2024).


Su obra, figurativa y vitalista, se inspira en el mundo de la ternura, haciendo del beso, el abrazo, un dibujo expuesto con notable talento en el lienzo. Sus viajes, la música y los libros, la acompañan en el día a día. En su estilo, que es un sello particular, se destacan sus figuras peculiares y de formas redondeadas y extendidas.