miércoles, 19 de mayo de 2021



ADIÓS RUBÉN

 In memoriam, Víctor Rubén Belmonte Coloma


 



Terrible es la muerte!, pero cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama". (San Francisco de Asís).

 

Fue mi profesor de matemáticas en el colegio San Ignacio en los años 70 y mi amigo. Falleció a la edad de 75 años. Quedan como legado los valores y enseñanzas de quien, como el conocido estadista y matemático, consagró su vida al servicio de la docencia y la consultoría, a las que entregó más de medio siglo de existencia.  

Víctor Rubén Belmonte Coloma nació en La Paz el 23 de diciembre de 1945, estudio la secundaria en el colegio San Calixto de La Paz. Después del bachillerato, estudió Matemáticas y Estadística en la Universidad Mayor de San Andés UMSA. Se licenció en Estadística con estudios superiores en Chile y España, conquistando un PhD “philosophie doctor”, que en el mundo, éste título es el nivel más alto de estudios universitarios.

Rubén, orientó serenamente a la formación de estadistas y matemáticos en la UMSA; mentor por naturaleza de sucesivas generaciones de profesionales, que aún hoy son fieles a su idea, en el cotidiano oficio de las ciencias exactas.

Por mucho que nos haya unido con él un sentimiento muy íntimo de solidaridad fraterna, ante la muerte de Rubén, no podemos resignarnos a sumergirnos en aquel silencio, aconsejado por la sabiduría brahmánica, en cuyo fondo de aniquilación es posible participar de la unidad, donde para los seres juntos en la vida, se desmorona el muro de la muerte física y se restablece el sentido unánime de nuestro destino de átomos. Hay evidentemente entre esto y aquello, una penumbra de eternidad a la que no es accesible la palabra, ni aún el pensamiento.

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

No es lo que se tiene lo que hace a la persona, sino lo que la persona hace por los demás. Rubén, vivió la vida con entrega, integridad y convicción. No es importante la edad a la que uno muere, lo que realmente importa es la intensidad con la que se vive la vida. No se muere cuando se ha cumplido a cabalidad la tarea que Dios nos ha encomendado en nuestro paso por la vida. El amigo y profesor, ascendió al Cielo, con la satisfacción del deber cumplido.

Por ello, para consuelo nuestro y de su familia, debemos estar seguros de que Rubén no está muerto. Un hombre así íntegro, sencillo, maestro, señor, donde no abundan los señores, que a su paso por esta Tierra, se destacó como padre, esposo, abuelo, amigo profesional y catedrático, deja huella profunda, no se aleja del mundo, sólo reposa en la casa del padre.

Su pérdida tan rápida y repentina nos ha conmovido profundamente y resulta muy difícil resignarse a ello, pero fue estupendo compartir parte de su vida, de su capacidad profesional, y de sus valores éticos y humanos. Lo recuerdo con gratitud y cariño, cuando en el colegio sucedió a nuestro primer “Profe Gonzáles” de matemáticas, llamado “Cachas”, por su caminar propio de quien compite en un evento de cachascán. Temible y de inspiración al miedo a quienes teníamos entre 13 y 14 años de edad, pero excelente maestro. Llegó Rubén y conocimos el perfil de un hombre íntegro, un “Profe” revestido de pedagogía moderna, en la que coexistía el conocimiento a la ciencia de la matemática y el sentido del humor. Un profe que era estudiante de la UMSA, un Profe que se privilegiaba de las enseñanzas de su maestro, el Ing. Roberto Carranza Estivariz. Un profe que era nuestro maestro y amigo a la vez. Un Profe que vio culminar a la promoción FUNDADORES, del entonces colegio San Calixto Seguencoma, en 1974.

Está indeleble en mi memoria, la clase suya referida a la circunferencia que la definía como una línea curva cerrada cuyos puntos están todos a la misma distancia de un punto fijo llamado centro. En esta realidad él le preguntó en la clase a mi compañero Carlos Salinas: ¿Qué es una circunferencia? Carlos con ingenio y espontaneidad respondió: -“Es Profe un círculo especial”. ¡Cómo reímos ese año 1973! Rubén, en ese ritmo del ingenio, pero graficando con una tiza en la pizarra al círculo con un cigarrillo que cerraba al mismo círculo, expresó: “Este es un círculo vicioso”. Nuestras carcajadas se duplicaron, más el carisma y talento de Rubén, se pusieron de relieve.

La muerte es el comienzo de una historia de amor que viviremos eternamente con Dios y con los seres que amamos. Muchas personas fallecen diariamente en el mundo, pero aquellas que por sus obras trascienden y nos reconcilian con la humanidad, son pocas.

La última de esta historia de Rubén, de la que no podemos ahuyentar la tristeza, nos impone ser fuertes para seguir luchando y para aceptar nuestro destino con dignidad y sin temor. La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; y no basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces, la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Los recuerdos en torno a todo lo que construyó Rubén, serán verdaderos homenajes de quienes quedamos en este sinuoso e inquietante camino de la vida. Deja entre nosotros a una gran familia, a su esposa Luisa Rada, a sus hijas, Fabiana, Catalina y Carola, y al nieto Elías, a quienes el frío de su ausencia, entibiará la temperatura del hogar.

Bien visto, todas las vidas son inconclusas y solamente cuando se entregan a los amigos, la terminan, como unos artesanos, dándole la forma definitiva de su verdad y su esperanza. La última de esta historia de Rubén, de la que no podemos ahuyentar la tristeza, nos impone a ser fuertes para seguir luchando y para aceptar nuestro destino con dignidad y sin temor.

La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; y no basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces, la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre. Rubén nos deja el recuerdo de su obra, de su ejemplo y la esperanza de que un día, por la bondad de Dios, hemos de volver a reunirnos para siempre en el Oriente Eterno.

Adiós Rubén.




La UMSA, un segundo hogar de Rubén Belmonte. Dibujo de Andrés Mesa Gisbert

 
JULIO RÍOS CALDERÓN, ES ESCRITOR Y CONSULTOR