RELATOS / CUENTOS
EN PANDEMIA
LA COVID – 19
EL MARTILLO, EL TORNILLO,
LA LIJA Y EL METRO
Trata de Ada la hija de Jefté, quien libremente sacrificó su vida para
conservar el honor de su padre. Trata de Ruth, quien aunque pobre y humilde fue
fiel a las demandas del honor y la justicia. Trata de Esther, noble Reina,
quien estaba preparada para sacrificar su corona y su vida, con la noble
intensión de salvar a su pueblo de la destrucción. Trata de Martha, quien
demostró su fe inquebrantable y la esperanza en una vida inmortal. Trata de
Electa, quien fiel a toda actividad loable, fue notable por su caridad heroica
en su resistencia contra los desmanes de la persecución.
Cinco mujeres, que sufrieron por causa de su “maestría” la pérdida del
hogar, la familia, la riqueza y la vida misma.
De la fundición que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se
alzó una sombra luminosa. El fantasma avanzó hacia Ada; ella, lo contempló con
estupor. Su cuerpo gigantesco estaba presidido por una dalmática sin mangas;
aros de hierro adornaban sus brazos desnudos; su cabeza bronceada encarnada por
una cabellera cuadrada, trenzada y rizada en varias filas, iba cubierta por una
mitra de plata dorada; sosteniendo en la mano un martillo. Sus ojos, grandes y
brillantes, se posaron en la dulzura de Ada y, con una voz que parecía
arrancada de las entrañas del bronce le arremetió un golpe con el martillo.
Casi terminadas las obras dentro del templo, tres desconocidas que veían
difícil ser admitidas en la maestría capitular, decidieron conseguirla por la
fuerza. Apostadas cada una en una puerta del templo, invitaron a Ruth a
desvelar sus secretos. Como ella se negó, consciente de su juramento
inquebrantable, una le penetró un tornillo sobre el pecho izquierdo. Al venir
Esther en su auxilio asomó la otra desconocida y la golpeó con un metro.
Sorprendida Martha por lo ocurrido fue interceptada por una de ellas quien le
cortó el cuello con una lija. Electa a quien no le era desconocida esta
crueldad, fue atrapada por las tres y antes de ser sacrificada exclamó:
Si hay una herramienta popular entre todas las que conforman el envoltorio
de herramientas, ésa es el martillo. Imprescindible en cualquier hogar y útil
para muchas tareas, los martillos son utilizados en diferentes profesiones y es
una de las herramientas básicas junto con el tornillo.
¡No!, respondió una de las malhechoras. El martillo hace demasiado
ruido, y solo sirve para dar golpes. Electa, impresionada por esa ignorancia,
se refirió también al Tornillo, subrayando que es una máquina gravimétrica
utilizada para elevación de agua, harina o cereales. Fue inventado en el siglo
III a. C. por Arquímedes, del que recibe su nombre, aunque existen hipótesis de
que ya era utilizado en el Antiguo Egipto.
La mala mujer la interrumpió, y contradiciéndola de su explicación le
dijo: Para que el tornillo tenga sentido habría que darle muchas vueltas. Así
serviría de algo.
¡Ignorante!, exclamó Electa, y observando la lija comentó: Lijar
significa alisar, pulir, abrillantar o limpiar algo mediante el frotamiento con
un objeto abrasivo, generalmente una lija. El lijado es una tarea fundamental
en cualquier trabajo de acabado (pintura, barniz, etc). Un buen acabado es
imposible sin un perfecto lijado.
¡Bah!, espetó la ignorante, haciéndola ver que la lija era muy áspera en
su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Electa más sorprendida aún,
tomó en su mano el metro, e intentando ilustrarla le dijo:
La palabra metro proviene de la palabra griega (metrón), que significa
medida y que fue convertida en una posibilidad de longitud en Francia con el
nombre de "métre", agregó Electa.
El metro es la unidad principal de longitud del Sistema Internacional de
Unidades. Su símbolo es “m” (adviértase que no es una abreviatura: no admite
mayúscula, punto ni plural), acotó.
El metro interrumpió la asesina , se la pasa midiendo a los demás según su
medida, como si fuera el único perfecto. Dicho esto, ¡ingresó en el paroxismo
del desequilibrio y herida en el sistema nervioso le asestó un golpe tremendo
en la cabeza de Electa!
Julio Ríos
El oscuro manto de la muerte siempre
asecha. Un pan o un palacio, un grano o una palabra, cualquier motivo puede
mover las pasiones más sórdidas del hombre para que la luz se disipe y extinga.
El uso de personajes muy
característicos es una manera de mostrar la moraleja de la historia; elimina la
complejidad de las distintas personalidades: permite al investigador idóneo
transmitir claramente el mensaje.
En toda la historia de literatura, la
mayoría de escritura de ficción, ha servido no sólo para entretener, sino
también para instruir, informar o mejorar a su público o lectores. Pero un mito
(del griego «relato», «cuento») es una narración tradicional que refiere
acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres extraordinarios, tales
como heroínas dioses y héroes.
Eso es lo que nos hace valiosos. No
pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de
nuestros puntos buenos.
El martillo mediante golpes
contundentes, construye. El tornillo une y da fuerza. La lija es especial para
afinar y limar asperezas. El metro es preciso y exacto. Seamos un equipo espiritual
capaz de producir bondad. Sintámonos orgullosos de nuestras fortalezas y
trabajemos juntos.
Ocurre lo mismo con los seres
humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando algunos miembros de un capítulo
buscan a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa.
En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los
demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos,
cualquier loco puede prender fuego al templo de Diana; cualquier tonto puede
hacerlo. Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que
son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
Nosotros, hermanas y hermanos, hemos
sido presentados en las cinco puntas de nuestra Estrella Emblemática, y
confiamos que las lecciones que allí recibimos, nos haya causado una honda y
duradera impresión que se reflejará a través de su existencia. Será una
inspiración para toda la humanidad.
Reanudemos, ahora, hermanas y
hermanos nuestros trabajos, al sonido del martillo. Unamos nuestras fuerzas,
ajustando el tornillo. Limemos nuestras asperezas con la ayuda de la lija, y
midamos a nuestros semejantes, midiéndonos a nosotros mismos con la ayuda del
metro y, amémonos los unos a los otros.
El relato se desprende de una
inspiración basada en la reflexión ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA.
Se dice que una noche de hace muchos siglos,
en un pequeño taller de carpintería famoso por los bellos muebles que allí se
elaboraban, estando totalmente solas las herramientas, surgió una pelea entre
todas ellas.
Si bien eran trabajadoras conocidas de toda
una vida, la discusión apareció a propósito de cuál de ellas era la más
importante en el taller y debía por lo tanto quedarse con la presidencia para
dirigir los debates. El altercado se desarrolló en los siguientes términos:
El martillo fue quien dio comienzo a la pelea
y con dos imponentes golpes ordenó silencio, lo que obligó a las demás
herramientas -que parloteaban sin escucharse- a enmudecer asustadas. Reivindicaba
la presidencia, pues consideraba que era quien debía dirigir la caja de
herramientas, por ser el mejor con diferencias, ya que sus opiniones eran
firmes y contundentes, saberes respecto de los cuales nadie podía albergar
ninguna duda.
Sin embargo, poco a poco y superados los primeros golpes, el resto de las herramientas comenzaron a protestar y le exigieron su renuncia; ¿la causa? el martillo hacia demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando. Era ruidoso y machacante. Definitivamente no podía presidir la caja de herramientas.
Abrumado el martillo con la acusación, comenzó a sentirse pequeño y resolvió esconderse en un rincón para no intervenir más, no sin antes, solicitar a los presentes, que también fuera expulsado el destornillador, dado que se trataba de una herramienta que daba demasiadas vueltas para conseguir algo y ser útil. Todos gritaron que le asistía razón al martillo en solicitar esa expulsión. Avergonzado el destornillador se metió dentro de un cajón.
En ese momento dijo la lija: yo sé acabar bien las cosas que comienzo y me considero la más idónea para poner orden en la caja de herramientas. De inmediato todos vociferaron: ¡no! eres áspera en el trato diario con los demás con quienes tienes constantes fricciones.
La lija desolada se quedo quieta en la estantería desde donde hablaba, pero exigió con voz firme que fuera expulsado también el metro, porque prejuicioso como era, media todo según su propia consideración o medida, como si él fuera el único perfecto. El metro saltó de pronto a lo más alto del taller y dijo: precisamente por esa razón, es decir, por tener la forma de medir, soy el más idóneo para tomar las medidas del asunto que nos ocupa.
Todos dudaron y consideraron que tal vez, el metro tenía razón. Pero pronto comenzaron de nuevo las disputas, no podía ser creíble que alguien como el metro, pudiese ser justo. De repente fueron interrumpidos, la puerta del taller se abrió y entró el carpintero con un trozo de madera en las manos. Todos callaron.
Se puso el delantal, buscó y reunió a todas las herramientas y comenzó su trabajo. Usó el martillo, la lija, el metro, los tornillos y otras herramientas como la sierra, el destornillador… y convirtió aquel trozo de madera en un precioso mueble. Al terminar la labor, el carpintero miró el resultado de su trabajo con satisfacción, organizó las herramientas en la caja, se quitó el delantal, salió del taller y cerró la puerta con llave.
Sin embargo, las herramientas retomaron la deliberación. Fue el serrucho el primero en hablar: ha quedado claro que todos tenemos defectos y puntos débiles, pero también virtudes y cualidades. Los primeros nos separan, las segundas nos unen y no existen dudas: es con éstas últimas que trabaja el carpintero.
Y, ante estas palabras, una sonrisa salió de todas las herramientas. La asamblea -en pleno- comprendió que no había razón para continuar peleando por la presidencia: el martillo era fuerte, el destornillador unía y aportaba sostén, la lija servía para limar las asperezas y el metro daba exactitud y precisión. Entendieron que eran un equipo capaz de producir belleza y de repente se emocionaron al ver que era una suerte poder trabajar unidos.
De esta forma, la reunión terminó y todas las herramientas se iluminaron de sonrisas, se miraron con complicidad y reconocieron el valor que cada uno de ellos aportaba para la elaboración de preciosos muebles.
ENTERS THE CARPENTRY
SHOP WITH THE NAKED BODY THROUGH THE VERY LOW-CUT BLOUSE KNOTTED AT THE WAIST
WEARING IT WITH BARE SKIN UNDERNEATH.
She enters the
carpentry shop with the materials to work with a hammer, a screw, sandpaper and
a tape measure. Very sensual and with her body naked through the vaporous and
very low-cut plaid blouse knotted at her waist, the worker wears the press with
bare skin exempt of undergarments. She wears no undershirt. She does not wear a
top. She wears no bra. She is a sensual worker with all the energy to work as a
carpenter.
The dark cloak of death always lurks. A loaf
of bread or a palace, a grain or a word, any motive can move the most sordid
passions of man so that the light dissipates and extinguishes.
The use of very
characteristic characters is a way of showing the moral of the story; it
eliminates the complexity of the different personalities: it allows the apt
researcher to clearly convey the message.
Throughout the
history of literature, most fiction writing has served not only to entertain,
but also to instruct, inform or improve its audience or readers. But a myth
(from the Greek "relato", "tale") is a traditional
narrative that refers to prodigious events, starring extraordinary beings, such
as heroines, gods and heroes.
That is what makes us
valuable. Let's stop thinking about our bad points and concentrate on the
usefulness of our good points.
The hammer, by means
of forceful blows, builds. The screw binds and gives strength. The sandpaper is
special for sharpening and filing rough edges. The meter is precise and
accurate. Let us be a spiritual team capable of producing goodness. Let us be
proud of our strengths and work together.
It is the same with
human beings. Watch and you will see. When some members of a chapter often look
for faults in others, the situation becomes tense and negative. On the other
hand, it is by sincerely trying to perceive the strengths of others that the
best human achievements flourish.
It is easy to find
faults, any fool can set fire to Diana's temple; any fool can do it. But
finding qualities, that is for the higher spirits who are able to inspire all
human successes.
We, sisters and
brothers, have been introduced to the five points of our Emblematic Star, and
we trust that the lessons we received there have made a deep and lasting
impression on us that will be reflected throughout your existence. It will be
an inspiration to all humanity.
Let us now, sisters
and brothers, resume our work to the sound of the hammer. Let us join our
forces, tightening the screw. Let us smooth our rough edges with the help of
the sandpaper, and let us measure our fellow men, measuring ourselves with the
help of the meter, and let us love one another.
The story comes from
an inspiration based on reflection ASSEMBLY IN THE CARPENTRY.
It is said that one
night many centuries ago, in a small carpentry workshop famous for the
beautiful furniture that was made there, when the tools were all alone, a fight
broke out among them all.
Although they had
known each other for a lifetime, the argument arose over which of them was the
most important in the workshop and should therefore take the chair to lead the
discussions. The altercation developed in the following terms:
The hammer was the
one who started the fight and with two imposing blows ordered silence, which
forced the other tools - who were chattering without listening to each other -
to become mute in fright. He claimed the
presidency, since he considered that he was the one who should lead the
toolbox, for being the best by far, since his opinions were firm and forceful,
knowledge about which no one could harbor any doubt.
However, little by
little and after the first few blows, the rest of the tools began to protest
and demanded his resignation; the reason? the hammer was too noisy and it kept
banging all the time. It was noisy and pounding. It definitely could not
preside over the toolbox.
The hammer,
overwhelmed by the accusation, began to feel small and decided to hide in a
corner so as not to intervene any more, but not without first asking those
present to expel the screwdriver as well, since it was a tool that went around
too much to be useful. Everyone shouted that the hammer was right to request
this expulsion. Embarrassed, the screwdriver went into a drawer.
At that moment the
sandpaper said: I know how to finish the things I start well and I consider
myself the most suitable to put order in the toolbox. Immediately everyone
shouted: no! you are rough in your daily dealings with others with whom you have
constant friction.
The desolate
sandpaper remained still on the shelf from where it spoke, but demanded with a
firm voice that the tape measure be expelled as well, because prejudiced as it
was, it measured everything according to its own consideration or measure, as
if it were the only perfect one. The
meter suddenly jumped to the top of the workshop and said: precisely for that
reason, that is, because I have the way to measure, I am the most suitable to
take the measurements of the matter at hand.
Everyone doubted and
considered that maybe the subway was right.
But soon the disputes began again, it could not be credible that someone
like the subway could be right. Suddenly they were interrupted, the door of the
workshop opened and the carpenter entered with a piece of wood in his hands.
Everyone fell silent.
He put on his apron,
searched and gathered all the tools and began his work. He used the hammer, the
sandpaper, the tape measure, the screws and other tools such as the saw, the
screwdriver... and turned that piece of wood into a beautiful piece of
furniture. At the end of the work, the carpenter looked at the result of his
work with satisfaction, organized the tools in the box, took off his apron,
left the workshop and locked the door.
However, the tools
resumed deliberation. It was the sawyer who spoke first: it has become clear
that we all have defects and weaknesses, but also virtues and qualities. The
former separate us, the latter unite us and there is no doubt: it is with the
latter that the carpenter works.
And, at these words,
a smile came from all the tools. The assembly - in plenary - understood that
there was no reason to continue fighting for the presidency: the hammer was strong,
the screwdriver united and provided support, the sandpaper served to smooth the
rough edges and the tape measure gave accuracy and precision. They understood
that they were a team capable of producing beauty and were suddenly thrilled to
see that they were lucky to be able to work together.
In this way, the meeting ended and all the tools lit up with smiles, they looked at each other with complicity and recognized the value that each one of them contributed to the elaboration of precious furniture.