En el Día del Cine Boliviano
JULIO RÍOS CALDERÓN
Página Siete, domingo 22 de marzo de 2021
Una artista bella, talentosa, referente del cine boliviano, sin duda, es Carla Ortiz. La actriz que protagonizó LOS ANDES CREEN EN DIOS, de Antonio Eguino, lleva adelante una producción plausible, digna de estímulo y aplauso.
El día del cine boliviano es celebrado anualmente en Bolivia el 21 de marzo desde el año 2007. Ese año el gobierno declaró mediante Decreto Supremo el 21 de marzo como el Día del Cine Boliviano en conmemoración del aniversario del homicidio al padre jesuita Luís Espinal Camps, como un homenaje a su lucha por los derechos humanos y la democracia en el país y su aporte a la cinematografía de Bolivia.
El Decreto Supremo Nº 29067, de 21 de marzo de 2007, determina que cada 21 de marzo, las salas cinematográficas y los canales de televisión bolivianos deberán exhibir obligatoriamente películas nacionales, especialmente aquellos referidos a la temática de Derechos Humanos y de pueblos originarios y que durante el resto del año, se deberá programar actividades de difusión de filmes y material audiovisual nacional, en unidades educativas, universidades y centros de enseñanza de áreas urbanas y rurales, en coordinación con las prefecturas, municipios e instituciones públicas y privadas.
Mi pasión por el cine nace tardía. Fue mi propio hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, autor de la película QUIEN MATO A LA LLAMITA BLANCA, quien ejerció una inclinación profunda y ahora constante en torno al cine.
Sin vacilación, que el cine boliviano, es una estampa de la realidad nacional que inspiró a directores, guionistas, actores y productores. Un número increíble de películas se llevaron a la pantalla blanca. Hoy una segunda etapa abre un nuevo escenario reformulado por la trascendencia de la tecnología explicada en el sistema digital.
Mi reconocimiento y testimonio a Luis Espinal Camps S.J., quien es el recuerdo indeleble de un mártir de la democracia, puesta de relieve en su defensa por intermedio del periodismo y el propio cine. Lo tengo en mi mente junto al privilegio que fue mi catedrático de Seminario Fílmico en la Universidad Católica Boliviana, junto a Antonio Eguino.
El cine boliviano ha sido, es y será siempre un arte orientado hacia fuerzas trascendentales capaces de hacer girar sus producciones sobre las insospechadas avenidas de la gran pantalla, siempre fiel a la agonía nacional, siempre fiel a su historia hecha cine, hecha visión, hecha imagen, hecha película.
Decía Buda que el elefante es el más sabio de todos los animales porque recuerda sus vidas anteriores y se detiene a reflexionar sobre ellas.
En este sentido el Cine Boliviano tiene un valiosísimo prólogo explicado en cuatro nombres iniciales, Ruiz, Sanjinés, Eguino y Soria. A partir de estos directores y guionistas, su evolución ha sido trascendental. Corolario de su producción, es la infinidad de películas que destacan en el escenario boliviano y que son un aporte invalorable al progreso de la cultura y el séptimo arte.
Sss