sábado, 13 de marzo de 2021

CINE / BIRD (Charlie Parker)

GRANDES PELÍCULAS EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19


UNA PELICULA DE

Clint Eastwood

 

ESCRITA POR

Joel Oliansky

BIRD

Basada en la vida del

SAXOFONISTA CHARLIE PARKER

PROTAGONISTAS

Forest Whitaker / Diane Venora

Michael Zelniker / Diane Salinger

 

 

BIRD es una película biográfica estadounidense de 1988. Cuenta la vida del saxofonista Charlie Parker, y fue dirigida por Clint Eastwood, con actuación principal de Forest Whitaker.

La película se basa en la historia de la vida del legendario saxofonista Charlie Parker, apodado "Bird". La carrera artística de Parker fue influida por su uso de las drogas y el alcohol. Clint Eastwood, aficionado al jazz, y su guionista, Oliansky, encontraron las imágenes propicias para dar a la biografía de este músico el estilo de vida salvaje de un artista brillante en forma de película.

Las primeras escenas consiguen introducir a la audiencia en la vida de Charlie Parker, quien se encuentra al borde de la decadencia humana. Tras tocar en un pequeño club de jazz, Parker regresa a su casa, borracho, donde inicia una discusión con su esposa Chan, mientras que Parker toma una sobredosis lo que provoca que sea ingresado en un hospital. El director del hospital cree que la mejor solución es tratar a Parker con electroshock, pero Chan se opone porque piensa que ello acabará con la creatividad de su marido.

Un tiempo después, Charlie mejora y sale del hospital con su mujer Chan, pero las drogas reaparecen en el camino y al final abandona a su mujer. A pesar de la fama que consigue y las actuaciones, Charlie no logra dejar ni el alcohol ni las drogas.

El proyecto de la película está en principio en manos de la productora Columbia, donde había intención de filmarla a finales de los años 70 con Richard Pryor de protagonista. Eastwood entró en conversaciones con los dueños de los derechos para convencerles de que le cedieran el proyecto; al final se hizo realizando uno de esos inconfundibles intercambios en los que las dos partes pueden salir ganando.

Eastwood cedió los derechos de un proyecto que estaba destinado a ser dirigido por él: ‘Revenge’, film que terminó haciéndose en 1990 con Kevin Costner, Madeleine Stowe y Anthony Quinn, siendo dirigida por Tony Scott. No me imagino, porque me da un miedo atroz imaginar cosas, ‘Bird’ protagonizada por un actor como Pryor.  

 
Bird

La interpretación de Forest Whitaker eclipsa toda posibilidad de imaginarse a otro actor dando vida a Parker. Whitaker fue precisamente una de las apuestas personales de Eastwood, que no quería grandes nombres de estrellas para el reparto de su película, sino caras desconocidas por el gran público, algo que puede verse como un riesgo enorme de cara a la comercialidad del film.

Evidentemente en la Warner quisieron cubrirse las espaldas y a cambio de BIRD dirigida por Eastwood tuvo que ponerse por quinta vez en la piel de Harry Callahan —junto con la presente las dos películas que Eastwood filmó en su etapa de alcalde de Carmel—, film que se estrenó comercialmente antes que BIRD, y protagonizar también “El cadillac rosa” (“Pink Cadillac”, Buddy Van Horn, 1989), un film que se pensaba sería un éxito. Una vez más Eastwood intercalaba proyectos alimenticios con personales.

Los primeros le proporcionaban estabilidad económica y los segundos representaban las verdaderas inquietudes del cineasta californiano. Una declaración de amor al jazz.

‘Bird’ consiguió el globo de oro el mejor director y el premio al mejor actor en Cannes, entre otros, pero en los Oscars sólo fue nominado al mejor sonido, Oscar que se llevó por el sistema completamente revolucionario que Lennie Niehaus —antiguo jazzman amigo de Eastwood con una carrera musical imprescindible para cualquier amante del jazz— inventó para la ocasión: separar los solos de Parker —Eastwood llegó a contar con grabaciones caseras inéditas cedidas por la esposa del músico— y el resto de instrumentos fueron grabados de nuevo por músicos contemporáneos.

Premio más que merecido. Aquel año se alzó vencedora una película titulada ‘Rain Man’ (id, Barry Levinson, 1988), recordable sólo por la interpretación de Dustin Hoffman. Era más fácil premiar un título complaciente e inofensivo como ése que la radiografía de un ser humano convertido en genio que termina destruyendo todo lo que ama al encontrarse con el peor lado de sí mismo.

A nadie le gusta que le estampen la verdad en la cara, algo a lo que Eastwood nos acostumbraría en ocasiones posteriores haciendo algo que muy pocos cineastas se han atrevido a hacer: no pensar en el público. La expresión obra maestra se queda corta en esta ocasión.

Malpaso Productions

 

Charles Christopher Parker, Jr. (Kansas City, 29 de agosto de 1920, Nueva York, 12 de marzo de 1955), conocido como Charlie Parker, fue un saxofonista y compositor estadounidense de jazz.

Apodado Bird y Yardbird, es considerado uno de los mejores intérpretes de saxofón alto de la historia de ese género musical, siendo una de las figuras claves en su evolución y uno de sus artistas más legendarios y admirados. De igual forma, según los críticos de jazz, es uno de los más importantes músicos de la historia junto a Louis Armstrong, Duke Ellington, John Coltrane y Miles Davis.

Junto con Bud Powell, Dizzy Gillespie y otros, es uno de los iniciadores del bebop. Su estilo rompe con el del swing y se basa en la improvisación sobre una melodía modificando los acordes, creando así nuevas variaciones sobre la estructura de los temas.

En este sentido, aparte de su obra interpretativa, Parker es autor de varios temas que se han convertido en estándares del jazz, como «Ornithology», «Anthropology», «Scrapple from the Apple», «Ko Ko», «Now's the Time» y «Parker's Mood».

Hijo único de Charles y Addie Parker, sus inicios en la música fueron de pequeño. Tocó en un principio el bombardón (tuba barítono), antes de cambiarse al saxofón. Su madre se negó a la tuba, pensando que no era un instrumento adecuado para él, así que, ahorrando de todas partes, le compró un saxo alto.

Aprendió de manera autodidacta fijándose en los grandes saxofonistas de la época, sobre todo en Lester Young y Buster Smith, sus primeras influencias. Intentó en diversas ocasiones ingresar en el conservatorio, en todas ellas le rechazaron pero vieron un gran potencial musical.

A los catorce años abandonó la escuela para sumergirse de lleno en el ambiente musical de su ciudad. Tras algunas experiencias frustrantes en varias jam sessions, Parker consiguió, después de practicar y practicar como nadie, ser considerado ya en 1937 (al unirse a la territory band de Jay McShann), una primera figura del jazz.

Parker llegó por primera vez a Nueva York en 1939, donde se ganaba la vida como lavaplatos en un club donde podía oír todas las noches a Art Tatum. Realizó su grabación de debut con Jay McShann en 1940, creando solos destacados con un pequeño grupo de la orquesta de McShann en temas como «Oh, Lady Be Good» y «Honeysuckle Rose».

Con la big band de McShann lograría en 1941 que la audiencia viera con muy buenos ojos con sus nuevas ideas musicales. Tras tocar con Dizzy Gillespie por primera vez en 1940, tuvo una breve colaboración con la orquesta de Noble Sissle en 1942, tocó el saxo tenor con la orquesta de bop de Earl Hines en 1943 y estuvo varios meses de 1944 en la orquesta del cantante Billy Eckstine, aunque la abandonaría antes de que el grupo hiciese sus primeras grabaciones. Gillespie formaba parte también de las orquestas de Hines y Eckstine; a finales del 1944 los dos músicos empezaron a trabajar juntos.

Aunque Charlie Parker grabó con el grupo de Tiny Grimes en 1944, fue su colaboración con el trompetista Dizzy Gillespie en 1945 la que lo daría a conocer de forma definitiva en el mundo del jazz con temas tan novedosos como «Groovin' High», «Dizzy Atmosphere», «Shaw 'Nuff», «Salt Peanuts» y «Hot House»; sus solos representaban una novedad absoluta para los oyentes acostumbrados a los convencionalismos de Glenn Miller y Benny Goodman. Sus grabaciones de 1943 y 1944 dieron carta de naturaleza al bebop.

La salud de Parker se vio afectada por las drogas. Adicto a la heroína casi desde su adolescencia, muchos músicos le imitaron en esto con la convicción de que así podrían elevar su calidad musical.

Cuando Gillespie y Parker (conocidos como "Diz and Bird") viajaron a Los Ángeles, fueron recibidos con una mezcla de hostilidad e indiferencia, sobre todo por los músicos más veteranos. Regresaron a Nueva York. Pero de forma impulsiva, Parker decidió quedarse en Los Ángeles y, tras algunas grabaciones e interpretaciones (incluyendo la clásica versión de «Oh, Lady Be Good» con Jazz at the Philharmonic y las sesiones para el álbum Dial Sessions), la combinación de drogas y alcohol resultó en un ataque cerebral y seis meses de confinamiento en el Camarillo State Hospital.

Rehabilitado en enero de 1947, volvió a Nueva York y realizó algunas de las mejores interpretaciones de su carrera, liderando un quinteto que incluía a Miles Davis, Duke Jordan, Tommy Potter y Max Roach. En 1947, junto a Dizzy Gillespie, se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York, tocando con la orquesta de este y con su quinteto.

El evento se encuentra disponible en el disco Charlie Parker & Dizzy Gillespie: Bird & Diz at the Carnegie Hall. Parker, que grabó simultáneamente para las compañías Savoy y Dial, estuvo en plena forma durante los años 1947-1951, visitando Europa en 1949 y 1950, y realizando el viejo sueño de grabar con cuerdas en 1949 tras firmar con el sello Verve de Norman Granz.

En 1951, su licencia de cabaret le fue revocada en Nueva York, lo que le dificultaba tocar en clubes. Sus problemas con las drogas se agudizaron y, aunque podía seguir tocando de forma inspirada (como lo demuestra su grabación de 1953 en el Concierto en el Massey Hall en Canadá con Dizzy Gillespie, Bud Powell, Max Roach y Charles Mingus), su carrera entró en declive. En 1954, a causa de la muerte de una hija por carecer de dinero para la adecuada atención médica de una neumonía, protagonizó dos intentos de suicidio y, finalmente, murió en marzo de 1955 a los 34 años como consecuencia de un colapso cardiocirculatorio.


Bird
 

 Julio Ríos Calderón

De todas las películas sobre jazzmen que he visto, y probablemente las haya visto todas, “Bird”, de Clint Eastwood, me parece la más digna. Esta frase pertenece a Woody Allen, consumado cineasta que tiene la música jazz entre sus grandes pasiones. 

Aunque los gustos personales del director de ‘Manhattan’ tiran hacia el jazz más clásico, y Charlie Parker supuso toda una revolución dentro del género —fue el principal impulsor del bebop al lado de gente como Dizzy Gillespie—, es conveniente tener en cuenta la opinión de alguien como Allen, frente a la de otros cineastas como Spike Lee que sentenciaron que un film como éste sólo podía haberlo hecho un negro. Creo que la percepción de Allen es poco entusiasta, algo habitual en él, y la de Lee responde más a sus diferencias personales con Eastwood, que da la sensación de que son por algo más que una mera diferencia cromática.

Clint Eastwood siempre estuvo interesado en filmar una película sobre Parker, a quien tuvo la suerte de ver actuar cuando aún no era una estrella. Formaba parte de una banda allá por 1946 y un joven Eastwood de 16 años se quedó completamente prendado de la forma de Parker de tocar el saxofón. Desde aquel instante, el futuro realizador y actor, se preocupó de seguirle la pista al que se convertiría en uno de los genios más importantes del siglo XX. Si Parker ocupa un lugar de honor en la historia de la música, Eastwood le hizo el mejor homenaje posible con “Bird”, con el que se aparta totalmente del típico biopic, yendo mucho más allá de lo que cualquier cineasta haya llegado jamás.

La película, que empieza con una cita de Scott Fitzgerald —“no hay segundos actos en las vidas americanas“—, y concluye con una dedicatoria del propio director de “Bird” —“a todos los músicos del mundo“—, que es una demostración más de que Eastwood intenta siempre ir a contracorriente. Su estilo neoclásico da paso aquí al que probablemente sea el film más complicado y arriesgado de toda su filmografía.

Huyendo de todo tipo de efectismos, el director sorprende en la construcción narrativa, alejada de la linealidad clásica, y aunque ya existía en el guión de Joe Oliansky —basado en las memorias de la viuda de Charlie Parker que asesoró a Eastwood en la filmación del film— es el propio realizador quien le infiere personalidad al introducir en su universo particular la figura de Parker y además convertir el film en todo un acto de amor hacia el jazz, la única expresión artística propiamente estadounidense al lado del western en palabras del propio Eastwood.

Dos años antes el director Bertrand Tavernier había maravillado al público con ‘Alrededor de la medianoche’ (‘Round Midnight’, 1986), un film que se inspiraba en las problemáticas vidas de los músicos Budd Powell y Lester Young, poniendo el personaje central en manos de otro músico, Dexter Gordon. 

Si el film de Tavernier es más una historia de amistad entre un jazzman y un fanático del jazz, sin dejar de lado el homenaje al estilo musical, la película de Eastwood se erige como el retrato no sólo de una forma de vida, sino de un genio —Parker, convertido en un personaje típicamente Eastwood— al que se describe tanto en su ascensión como en su caída. Eastwood, revela que por caminar por el mismísimo infierno, en la película éste se ve traducido aquí en alcoholismo y drogadicción. Apuntemos que Charlie Parker murió a la edad de 34 años, y el médico que lo examinó dictaminó que tenía 65 años.

A través de una estructura de flashbacks, Eastwood construye toda una obra de orfebrería alrededor de la figura de Parker, donde al igual que en el jazz, deja espacio para la improvisación, creando distintas set pieces que fragmenta y une con inusitada pericia echando mano de alegorías tan sencillas como la del platillo volante que reproduce una de las anécdotas más famosas del músico cuando éste aún no había alcanzando la fama, y sirve no sólo para unir narrativamente algunas de la partes, sino para representar en cierto modo la trayectoria personal del propio Parker.

Eastwood evita todo tipo de sensacionalismo, o de concesiones, huyendo del sentimentalismo y tomándose ciertas licencias —el músico Buster Franklin (Keith David) es una invención— que lejos de faltar a la verdad de los hechos denotan un dominio perfecto de la síntesis.

Eastwood no pretende reproducir con exactitud la vida de Parker, sino a través de ella hablar de un sentimiento. Además de alguna de las licencias comentadas, el director pasa por encima de algunos temas —las drogas— o al menos no lo hace tan directamente como cabría esperar tratándose de Parker. Pero Eastwood, amante de todo lo clásico, siempre fue un hombre de sutilezas en su cine. 

Efectivamente el único momento que vemos droga en la pantalla es aquel en el que uno de los músicos de la banda —Red Rodney (Michael Zelniker)— la consigue para drogarse en casa al lado de Parker. El resto es mostrar las consecuencias de la adicción, tal y como Eastwood hacía en un film de enormes paralelismos, ‘El aventurero de medianoche’ (‘Honkytonk Man’, 1982), junto con la presente el film más personal de su autor, en el que el personaje central tenía serios problemas con el alcohol.

El reparto de ‘Bird’ es absolutamente perfecto y aunque todos realizan excelentes interpretaciones es Forest Whitaker quien deslumbra por completo con una composición que brilla a la misma intensidad que la del genio recreado. Whitaker se convierte en Parker y compone uno de los mejores personajes autodestructivos —un tipo de personaje habitual en el cine de Eastwood— que se han visto en una pantalla. 

De una fragilidad que asusta Whitaker pasa de la euforia al pesimismo en un abrir y cerrar de ojos, y transmite sin dificultad alguna el infierno de su personaje mientras Eastwood lo convierte casi en un fantasma con la ayuda del operador Jack N. Green, cuyo trabajo de fotografía no puede ser más tenebroso, cercano a Caravaggio, se podría decir. Atención a la escena del envío de telegramas por parte de Parker a su esposa —sensacional Diane Venora—, cómo el interés por expresar el pésame y dolor por la pérdida de una hija se va convirtiendo en una petición desesperada de ayuda para sí mismo.

By Julio Rios

 "There are no second acts in American lives"

Of all the films about jazzmen that I have seen, and I have probably seen them all, Clint Eastwood's "Bird" seems to me the most worthy. This phrase belongs to Woody Allen, a consummate filmmaker who has jazz music among his great passions. Although the personal tastes of the director of 'Manhattan' lean towards more classical jazz, and Charlie Parker was a revolution in the genre -he was the main promoter of bebop alongside people like Dizzy Gillespie-, it is convenient to take into account the opinion of someone like Allen, as opposed to that of other filmmakers like Spike Lee who said that a film like this could only have been made by a black man. I think Allen's perception is lukewarm, something usual for him, and Lee's is more in response to his personal differences with Eastwood, which seem to be more than a mere chromatic difference.

Clint Eastwood was always interested in making a film about Parker, whom he was lucky enough to see perform when he was not yet a star. He was part of a band back in 1946 and a 16-year-old Eastwood was completely taken with Parker's saxophone playing. From that moment on, the future filmmaker and actor made a point of following the trail of the man who would become one of the most important geniuses of the 20th century. If Parker occupies a place of honor in the history of music, Eastwood made the best possible tribute to him with "Bird", with which he departs completely from the typical biopic, going far beyond what any filmmaker has ever achieved.

The film, which begins with a quote by Scott Fitzgerald - "there are no second acts in American lives"-, and concludes with a dedication by the director of "Bird" himself - "to all the musicians of the world"-, is yet another demonstration that Eastwood always tries to go against the grain. His neoclassical style gives way here to what is probably the most complicated and risky film in his entire filmography.

Avoiding all kinds of gimmicks, the director surprises in the narrative construction, far from the classic linearity, and although it already existed in Joe Oliansky's script -based on the memoirs of Charlie Parker's widow who advised Eastwood in the filming of the movie- it is the director himself who infuses it with personality by introducing the figure of Parker in his particular universe and also turning the film into an act of love towards jazz, the only properly American artistic expression next to the western in Eastwood's own words.

 

Two years earlier, director Bertrand Tavernier had amazed audiences with 'Round Midnight' ('Round Midnight', 1986), a film inspired by the troubled lives of musicians Budd Powell and Lester Young, placing the central character in the hands of another musician, Dexter Gordon. If Tavernier's film is more a story of friendship between a jazzman and a jazz fan, without leaving aside the homage to the musical style, Eastwood's film stands as a portrait not only of a way of life, but of a genius -Parker, turned into a typical Eastwood character- who is described both in his rise and fall. Eastwood reveals that by walking through hell itself, in the film it is translated here into alcoholism and drug addiction. Let us note that Charlie Parker died at the age of 34, and the doctor who examined him ruled that he was 65 years old.

Through a structure of flashbacks, Eastwood builds a whole work of goldsmithing around the figure of Parker, where, as in jazz, he leaves room for improvisation, creating different set pieces that he fragments and joins with unusual skill, using allegories as simple as the flying saucer that reproduces one of the most famous anecdotes of the musician when he had not yet achieved fame, and serves not only to narratively unite some of the parts, but to represent in a certain way the personal trajectory of Parker himself.

Eastwood avoids any kind of sensationalism or concessions, avoiding sentimentality and taking certain licenses -the musician Buster Franklin (Keith David) is an invention- that far from lacking the truth of the facts denote a perfect mastery of synthesis.

Eastwood does not intend to accurately reproduce Parker's life, but through it to speak of a feeling. In addition to some of the aforementioned licenses, the director passes over some subjects -drugs- or at least he does not do so as directly as one would expect in the case of Parker. But Eastwood, a lover of all things classic, has always been a man of subtlety in his cinema. Indeed, the only time we see drugs on screen is when one of the band's musicians -Red Rodney (Michael Zelniker)- gets them to get high at Parker's house. The rest is to show the consequences of addiction, as Eastwood did in a film with enormous parallels, 'The Midnight Adventurer' ('Honkytonk Man', 1982), together with this one, the most personal film of its author, in which the central character had serious problems with alcohol.

The cast of 'Bird' is absolutely perfect and although they all give excellent performances, it is Forest Whitaker who dazzles completely with a composition that shines at the same intensity as that of the recreated genius. Whitaker becomes Parker and composes one of the best self-destructive characters -a common type of character in Eastwood's films- ever seen on a screen. From a fragility that frightens Whitaker goes from euphoria to pessimism in the blink of an eye, and conveys without any difficulty the hell of his character while Eastwood turns him almost into a ghost with the help of operator Jack N. Green, whose photography work could not be more tenebrous, close to Caravaggio, one could say. Attention to the scene of Parker sending telegrams to his wife -sensational Diane Venora-, how the interest in expressing condolences and pain for the loss of a daughter turns into a desperate request for help for himself.

 

Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Es director de RÍOS / ASESORES EN COMUNICACIÓN. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).  

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Cartoon: Charlie Parker (medium) by Ricardo Soares tagged jazz,music