TESTIMONIO EN PANDEMIA
COVID – 19
Escribe: Julio Ríos
ADIÓS MARTÍN
In memoriam, Martín Terrazas Granier
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.
¡Te fuiste tan rápido amigo! ¡Pero hace unas
semanas atrás estuvimos platicando en los límites de la Plaza Abaroa! No puedo
creer Martín. No puedo asimilar. No entiendo. Dolor. Dolor. Dolor. Me duelen
los dedos, me duele al alma, me duele todo. Es un momento impotente donde asoma
cada segundo una reiterada pregunta ¿Por qué?
Qué
injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros sino
a los que amamos. Imagino a Martín sus hijos, a Alejandra, su esposa, a quienes
la ausencia del calor del padre, del esposo, entibiará el día a día hasta
volverlo un hielo.
Martín Guillermo Terrazas Granier tenía su propio logotipo: su sonrisa perenne, sincera, contagiosa. Era sencillo, sociable, colaborador, solidario. Era un gran amigo. Martín tenía su propio sonido y de armonioso respiro: “yaaaaaaaaaaaaaaaa…” Lo esto viendo, lo estoy escuchando
La muerte lo llamo tan joven. ¿Por Qué? La divinidad siempre activa en el Nirvana nos contesta que la muerte de Martín, es el comienzo de una historia de amor que viviremos eternamente con Dios y con los seres que amamos. Muchas personas fallecen diariamente, pero aquellas que por sus obras trascienden y nos reconcilian con la humanidad, son pocas. Martín tenía un sitial que se lo ganó merced a su constancia.
Los amigos tenemos la reconfortante pero difícil misión de rendir homenaje póstumo a un hombre destacado, sensible y especial, administrador de empresas con una larguísima trayectoria en el turismo, la aviación comercial, la hotelería y alguna vez una empresa fuera del rubro que tanto amaba. En realidad, era un experto en turismo. Con Martín viajé a Cuba, Arica, Iquique, muchos lugares de Bolivia.
Lo conocí en Viajes Espacial de Edgardo Bergamaschi, comercializaba la tarjeta de asistencia al viajero Assist Card, luego lo encontré en una empresa financiera, más adelante en Lan Chile, hoy Latam Airlines, y así, apareció más tarde en el Hotel Los Tajibos de Santa Cruz, hasta crear junto a su esposa su propia empresa mayorista y operadora de viajes MARTAM. Maestro del Seviche, ese alimento apetitoso que el lo preparaba con cariño, ahora está ausente de los paladares que lo buscaban siempre.
Su pérdida tan rápida y repentina, nos ha conmovido profundamente y resulta muy difícil resignarse a ello, pero fue estupendo compartir parte de su vida, de su habilidad profesional y de sus valores éticos y humanos.
Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, quererlo, respetarlo, admirarlo y compartir días en el mundo del turismo, estamos seguros de que su existencia no ha terminado, ni se ha extinguido con su inesperada partida; es más, estamos seguros que la llama encendida en el campo de la iniciación, trascenderá y perdurará a través de sus hijos, su esposa Alejandra y su entorno más íntimo.
Su presencia era siempre fraterna. Un abrazo, una broma. Muchos todavía sentimos la calidez de su amistad, la presión de su mano franca y el aliento de sus palabras.
La vida brinda oportunidades en momentos irrepetibles y posiblemente, muchos amigos, no hayamos tenido ni buscado la oportunidad de agradecerle, pero hoy no debemos perder esta posibilidad. En este momento y en este escenario, se hace necesario expresar a Martín, una palabra de agradecimiento y retribución por los años dedicados al turismo. Un sencillo “gracias”, tal vez no alcance en comparación con la ayuda recibida, pero es una palabra que nos enriquece e ilumina el alma como un rayo de luz, cuando la pronunciamos con sinceridad.
Estamos seguros que esta gratitud subirá al Oriente Eterno, hasta Martín, abriéndose camino a través de las nubes de algodón: Gracias por la familia que formó.
No es lo que uno tiene lo que hace a la persona, sino lo que la persona hace por los demás. Martín vivió la vida con entrega, integridad y convicción. Existe una trilogía muy bien conocida que dice que un hombre debe considerar exitoso su paso por esta vida cuando ha escrito un libro, plantado un árbol y engendrado un hijo. Martín escribió miles de paquetes turísticos, trípticos, que tuvo habilidades de administrar un club de golf, de ver entrar la pelota al hoyo, vivirá en cada viaje, en cada árbol, en sus hijos, y su existencia se verá prolongada en cada acto de solidaridad suyo. Aun así, lo extrañaremos.
No es importante la edad a la que uno muere, pero no me convenzo que se adelantó tan joven, no obstante, lo que realmente importa, es la intensidad con la que se vive la vida. No se muere cuando se ha cumplido a cabalidad la tarea que Dios nos ha encomendado en nuestro paso por la vida y nos vamos con la satisfacción del deber cumplido.
Por ello para consuelo nuestro y de su familia, debemos estar seguros de que Martín no está muerto, un hombre así, que a su paso por esta tierra, pisa fuerte y deja huella profunda, no se aleja del mundo, sólo reposa en la casa del Padre.
No te digo Adiós Martín; te expreso hasta cualquier rato. Tenemos ahora un enemigo desgraciado, anónimo, intangible que sólo mata. Día a día se van los amigos y tenemos ahora que prepararnos para irnos, y sólo Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente, sabe cuándo partiremos. Su voluntad es divina y hoy que estamos en guerra cada día es un milagro.