CINE HOMENAJE EN PANDEMIA
COVID – 19
In memoriam, SEAN CONNERY
UNA PELÍCULA DE IRVIN KERSHNER
NUNCA DIGAS NUNCA JAMAS
NEVER SAY NEVER AGAIN
PROTAGONISTAS
Sean Connery / Kim Basinger
Bárbara Carrera
Nunca digas nunca jamás (título en inglés: Never Say Never Again) es una película de 1983, versión cinematográfica de la novela publicada en 1961 Operación Trueno (Thunderball), que previamente había sido adaptada en 1965 bajo el mismo nombre.
A diferencia de la mayoría de las películas de James Bond, Nunca digas nunca jamás no fue producida por Eon Productions, sino por una productora independiente, uno de cuyos miembros fue Kevin McClory, uno de los escritores originales de la historia de Operación Trueno con Ian Fleming y Jack Whittingham. McClory retuvo los derechos de adaptación cinematográfica de la novela tras una larga batalla legal que data de la década de 1960.
La película fue dirigida por Irvin Kershner y, como Operación Trueno, está protagonizada por Sean Connery como el agente del servicio secreto británico James Bond, marcando su regreso al papel 12 años después de Diamonds Are Forever. El título de la película hace referencia a cómo Connery dijo en 1971 que "nunca más" interpretaría a James Bond. Como Connery tenía 52 años al rodarse la película, la historia presenta a un envejecido Bond que es traído de vuelta a la acción para investigar el robo de dos armas nucleares por SPECTRE. Las localizaciones del rodaje incluyeron Francia, España, Bahamas y los Elstree Studios en Inglaterra.
Nunca digas nunca jamás contó con un presupuesto de 36 millones de dólares y fue estrenada por Warner Bros. en octubre de 1983, recibiendo positivos comentarios de la crítica y siendo, además, un éxito comercial, recaudando 160 millones de dólares en taquilla, aunque estas cifras fueron inferiores a las de la película Bond Octopussy, producida por EON y estrenada en junio del mismo año. En 1997 los derechos de distribución de Nunca digas nunca jamás fueron comprados por Metro-Goldwyn-Mayer, que distribuía las películas Bond de EON, y la compañía ha controlado las posteriores ediciones de la película en vídeo.
Después de que el agente del MI6 James Bond, 007, falla un ejercicio de entrenamiento de rutina, su superior, M, ordena a Bond ir a una clínica de salud a las afueras de Londres para volver en forma. Una vez allí, Bond observa a una misteriosa enfermera llamada Fátima Blush dando una sádica paliza a un paciente en una sala cercana.
La cara del hombre está vendada y después de que Blush termina su paliza, Bond ve al paciente usando una máquina que escanea su ojo. Bond es visto por Blush y posteriormente un asesino trata de matarlo en el gimnasio de la clínica, pero Bond logra derrotar al asesino.
Blush y su paciente, un piloto de la fuerza aérea de los Estados Unidos llamado Jack Petachi, son agentes de SPECTRE (Sociedad de Poder Ejecutivo para Contraespionaje, Terrorismo, Rebelión y Extorsión), una organización criminal dirigida por Ernst Stavro Blofeld. Petachi se ha sometido una operación en su ojo derecho para que coincida con el patrón de retiniano del Presidente de Estados Unidos, que utiliza para burlar la seguridad del reconocimiento de iris en una base militar estadounidense en Gran Bretaña.
Al hacerlo, reemplazan las ojivas de dos misiles de crucero con ojivas nucleares vivas; SPECTRE entonces obtiene las ojivas para extorsionar por miles de millones de dólares de los gobiernos de la OTAN. Posteriormente Blush asesina a Petachi.
Bajo las órdenes del Primer ministro, M a regañadientes reactiva la sección doble cero y Bond es asignado la tarea de rastrear las armas desaparecidas. Conoce a Domino Petachi, hermana del piloto y a su amante adinerado, Maximillian Largo, un agente de SPECTRE. Bond sigue a Largo y su yate a las Bahamas, donde también encuentra a Blush.
Bond es informado por Nigel Small-Fawcett del consulado británico que el yate de Largo ahora se dirige a Niza, Francia. Allí, Bond une fuerzas con su homólogo de la CIA, Felix Leiter.
Bond va a un salón de belleza donde se hace pasar como empleado y mientras le está dando a Domino un masaje, es informado por ella que Largo es anfitrión de un evento en un casino esa noche. En el evento de caridad, Largo y Bond juegan un videojuego en 3D llamado Dominación, que finalmente gana Bond; Bond luego informa a Domino de la muerte de su hermano.
Bond regresa a su villa para encontrar a Nicole, su contacto francés, muerta, habiendo sido asesinado por Blush. Después de una persecución en vehículo en su motocicleta, Blush captura a Bond. Obligado a escribir sus memorias poniéndola como su pareja sexual "número uno", Bond utiliza su pluma fuente dada por Q para disparar a Blush, haciéndola explotar.
Bond y Felix luego intentan abordar el yate a motor de Largo, el Platillo Volador, en busca de las desaparecidas ojivas nucleares. Bond es atrapado y es llevado, con Domino, a Palmyra, la base de operaciones de Largo en el norte de África. Largo castiga a Domino por haberlo traicionarlo subastándola a algunos árabes que se hallaban de paso.
Bond posteriormente escapa y rescata a Domino. Después de su rescate, Domino y Bond se reúnen con Felix en un submarino de la Armada de los Estados Unidos y siguen a Largo a un lugar conocido como las Lágrimas de Alá, debajo de un oasis en el desierto. Bond y Leiter se infiltran en las instalaciones subterráneas y un tiroteo erupciona entre el grupo de Felix y los hombres de Largo en el templo. En la confusión Largo escapa con una ojiva. Bond captura y combate a Largo debajo del agua. Justo cuando Largo trata de detonar la última bomba, es asesinado por Domino, tomando venganza por la muerte de su hermano. Bond entonces vuelve a las Bahamas con Domino.
Never Say Never Again | ||
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Título | Nunca digas nunca jamás | |
Ficha técnica | ||
Dirección | ||
Producción | Jack Schwartzman | |
Guion | Lorenzo Semple, Jr. | |
Basada en | Operación Trueno de Ian Fleming | |
Música | Michel Legrand | |
Fotografía | Douglas Slocombe | |
Montaje | Ian Crafford | |
Protagonistas |
Sean Connery Kim Basinger Klaus Maria Brandauer Bárbara Carrera Max von Sydow Rowan Atkinson Edward Fox Pamela Salem Bernie Casey Alex McCowen | |
Ver todos los créditos (IMDb) | ||
Datos y cifras | ||
País | Reino Unido | |
Año | 1983 | |
Género | Espionaje | |
Duración | 134 minutos | |
Idioma(s) | Inglés | |
Compañías | ||
Productora | Producers Sales Organization | |
Distribución |
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Presupuesto | 36.000.000 $ | |
Recaudación | 160.000.000$ | |
Ficha en IMDb Ficha en FilmAffinity | ||
Julio Ríos
‘Nunca digas nunca jamás’ (‘Never Say Never Again’, dirigida por Irvin Kershner, 1983), fue un proyecto que se había levantado por el interés de Kevin McClory, que conservaba los derechos desde los años sesenta de la novela ‘Thunderball’, y el propio Sean Connery, que tras el estreno de ‘Diamantes para la eternidad’ (‘Diamonds Are Forever’, Guy Hamilton, 1971) declaró que nunca jamás volvería a ser Bond. De ahí el título.
La batalla legal por los derechos, que fue sonada, provocó que el presente film —en realidad, un remake de ‘Operación Trueno’ (‘Thunderball’, Terence Young, 1965)— se realizase fuera de la “oficialidad” de la saga. Tontería donde las haya ya que hablamos de un film Bond puro y duro, con todos los elementos de la serie, con el mejor actor posible para el personaje, y también con cierta mirada nostálgica y casi autoparódica, que marcaría cierta diferencia, necesaria.
El argumento apenas varía del de la película de 1965. Evidentemente todo está adaptado a la década de los ochenta, esa década que tan vieja se quedaría incluso antes de concluir, y aunque respeta por completo el universo Bond —al fin y al cabo hablamos de McClory, que junto a Ian Fleming y Jack Wittingham, es autor de la historia—, los cambios, breves, realizados, aportan mucho de aire fresco a una saga que con Moore como rostro, daba evidentes muestras de renovación.
La típica secuencia inicial, en la que solemos ver a Bond concluyendo una de sus misiones, es aquí un mero entrenamiento para ver en qué estado físico se encuentra 007. Un pequeño chiste hacia la edad de Connery, que sí, está maduro, pero sigue poseyendo innegable elegancia y capacidad de seducción.
Algunos de los personajes sufren indiscutibles cambios. Edward Fox es un “M” imposible, más preocupado por asuntos políticos que por la seguridad de sus agentes. Moneypenny está más enamorada que nunca —atención a la forma que tiene Kershener de mostrarla por primera vez, en un plano en el que ella destaca sobre Bond—, y a “Q” le han puesto nombre. Así pues, leves diferencias con respecto a la saga “oficial”, a modo de burla, y también como ejercicio de reinvención.
Bond, obligado por su jefe, a asistir a una clínica en la que se recuperará de los agentes tóxicos de su cuerpo, adquiridos por los vicios preferidos de James. Tramo en el que la película es violenta —la transición de secuencias—, y asomada de interés, debido quizá a una alocada, para lo que es una película Bond, presentación de personajes.
Es por otra parte, la película Bond de mas entrega sensual. Desde la escena romántica con Valerie León, la dama que encuentra en La Bahamas, donde se entrevera pasión y deseos se fuerza sexual, cuando se advierten los labios de ambos unidos por el desenfreno de sus besos.
Pero la escena más sexual, es la que Connery protagoniza con Bárbara Carrera. En el yate, previo al buceo, Fátima seduce a Bond besándolo con desenfreno, que una vez quitadas sus ropas se entregan a un deseo incontenible de ardor sensual. Se besan fogosamente, mostrando el dibujo de sus bocas que en forma circular se besan con incontrolada pasión. Una escena en la que sutilmente Barbara Carrera, se muestra desnuda.
La CHICA BOND en importancia después de Kim, es Bárbara. Mujer hermosa a quien observamos en la fotografía que ilustra este comentari,o vestida con una camisa a cuadros muy abierta y muy escotada y, que transparenta el cuerpo desnudo de la artista. Bárbara es piel desnuda a través de su prenda exenta de interiores. No utiliza camiseta ni brasier. Es el entorno de la CHICA BOND, con generosa anatomía y piel desnuda usada debajo la camisa. Un foto que ya es parte de la historia del cine universal.
De maravillosa y concisa planificación, la secuencia supone un punto y aparte en una película que, a partir de ese instante, se vuelve frenética y emocionante, superando con creces a lo visto en el 65 que, entre otras cosas, abusaba de las secuencias submarinas. Para ello, Kershner, nos ofrece varias set pieces deslumbrantes, a partir de un alegórico tango.
Una persecución en moto, filmada de forma muy enérgica, precede al clímax, largo y bien medido en tempo, del film. Mezcla de secuencias submarinas —esta vez con más pulso, filmadas por el mismo Ricou Browning— con un enfrentamiento sobre tierra, en el interior de una especie de templo. ‘Nunca digas nunca jamás’ no sólo homenajea y parodia al propio personaje en sí, sino que devuelve el saludo a sus imitadores más aventajados.
Connery se rodeó de las bellezas de Basinger y Barbara Carrera, en un personaje muy seductor, manteniendo inalterable la comparación con las bellezas de los años sesenta. Para los villanos de turno, Max Von Sydow, controlando sus tics como alma máter de la organización Spectre, y un Klaus Maria Brandauer que no escatima en gestos histriónicos.
‘Nunca digas nunca jamás’ fue un éxito, aunque por encima de lo esperado. Demuestra que Connery es, en ese momento, el actor que mejor trató al personaje, el único que, aun tomándoselo en serio, poseía el humor necesario para reírse de él. Y una seguridad abrumadora. Ese guiño final al espectador es toda una declaración de intenciones, a la par que agradecimiento.
By Julio Ríos
BARBARA'S NAKED BODY UNDERNEATH THE VERY LOW-CUT PLAID SHIRT
Never Say Never Again' ('Never Say Never Again', directed by Irvin Kershner, 1983), was a project that had arisen from the interest of Kevin McClory, who held the rights to the novel 'Thunderball' since the sixties, and Sean Connery himself, who after the premiere of 'Diamonds Are Forever' ('Diamonds Are Forever', Guy Hamilton, 1971) declared that he would never ever be Bond again. Hence the title.
The legal battle for the rights, which was notorious, meant that the present film - in reality, a remake of 'Thunderball' (Terence Young, 1965) - was made outside the "official" saga. It would be silly, since we are talking about a pure and hard Bond film, with all the elements of the series, with the best possible actor for the character, and also with a certain nostalgic and almost self-parodic look, which would make a certain difference, which is necessary.
The plot hardly varies from that of the 1965 film. Evidently everything is adapted to the decade of the eighties, that decade that would become so old even before it ended, and although it completely respects the Bond universe - after all, we are talking about McClory, who together with Ian Fleming and Jack Wittingham, is the author of the story - the brief changes made bring a lot of fresh air to a saga that with Moore as its face, was clearly showing signs of renewal.
The typical opening sequence, in which we usually see Bond concluding one of his missions, is here a mere workout to see what kind of physical condition 007 is in. A small joke on Connery's age, who, yes, is mature, but still possesses undeniable elegance and seductiveness.
Some of the characters undergo undeniable changes. Edward Fox is an impossible "M", more concerned with political matters than the safety of his agents. Moneypenny is more in love than ever - note Kershener's way of showing her for the first time, in a shot in which she towers over Bond - and "Q" has been given a name. So, slight differences with respect to the "official" saga, as a mockery, and also as an exercise in reinvention.
Bond, forced by his boss, to attend a clinic where he will recover from the toxic agents in his body, acquired by James' favourite vices. This is a section in which the film is violent - the transition of sequences - and lacking in interest, perhaps due to a crazy, for a Bond film, presentation of the characters.
It is, on the other hand, the Bond film with the most sensual delivery. From the romantic scene with Valerie Leon, the lady he meets in the Bahamas, where passion and desire are intertwined with sexual force, when the lips of both are joined by the wildness of their kisses.
But the most sexual scene is the one in which Connery stars with Barbara Carrera. On the yacht, prior to the dive, Fatima seduces Bond by kissing him wildly, and once their clothes are off, they give in to an uncontainable desire of sensual ardour. They kiss each other fiercely, showing the pattern of their mouths kissing in a circular form with uncontrolled passion. A scene in which Barbara Carrera subtly shows herself naked.
The BOND GIRL in importance after Kim, is Barbara. A beautiful woman who we observe in the photograph that illustrates this commentary, dressed in a very open and low-cut plaid shirt, which reveals the artist's naked body. Barbara is naked skin through her garment without underwear. She does not wear a T-shirt or a bra. It is the environment of the BOND GIRL, with generous anatomy and naked skin worn under the shirt. A picture that is already part of the history of universal cinema.
Wonderfully and concisely planned, the sequence is a turning point in a film which, from that moment on, becomes frenetic and exciting, far surpassing what was seen in 65, which, among other things, abused the underwater sequences. For this, Kershner offers us several dazzling set pieces, starting with an allegorical tango.
An energetically filmed motorbike chase precedes the film's long and well timed climax. It mixes underwater sequences - this time with more pulse, filmed by Ricou Browning himself - with a confrontation on land, inside a kind of temple. Never Say Never Again' not only pays homage to and parodies the character himself, but also returns the salute to his more advanced imitators.
Connery surrounded himself with the beauties of Basinger and
Barbara Carrera, in a very seductive character, keeping the comparison
with the beauties of the sixties unalterable. For the villains on duty,
Max Von Sydow, controlling his tics as the alma mater of the Spectre
organisation, and a Klaus Maria Brandauer who doesn't skimp on
histrionic gestures.
Never Say Never Again' was a success,
albeit above expectations. It shows that Connery was, at the time, the
actor who treated the character best, the only one who, while taking him
seriously, possessed the humour to laugh at him. And an overwhelming
confidence. That final wink to the viewer is a declaration of intent, as
well as gratitude.