EFEMÉRIDES
EN TIEMPOS DE LA COVID –
19
EL
PODER DE TUS BRAZOS
ORURO
In memoriam
RAQUÉL GASTELÚ DE RÍOS
Mi gran abuela
LA TIERRA DE SEBASTIÁN PAGADOR
La diversidad de paisaje y clima que ofrece Bolivia a los turistas del mundo tiene en el departamento de Oruro atractivos singulares, no obstante, de la altitud en que se encuentra su capital (3.706 metros sobre el nivel del mar) pues, precisamente por esa circunstancia, el panorama que resalta a la vista de todo viajero que llega a la zona del altiplano motiva sensaciones inusuales.
Un grito rebelde contra la dominación española llevó al bronce de la perpetuidad el reconocimiento a la figura histórica de Sebastián Pagador, caudillo de un movimiento que dio frutos de libertad y esperanza a un pueblo sometido a la esclavitud.
Evocación y homenajes a la histórica gesta patriótica pusieron tinte a la celebración orureña el pasado 10 de febrero, llevando a los círculos sociales el perfil de una tierra apasionada por el trabajo y la fraternidad. Todo diálogo acercó la imagen de un pasado que aún vibra en el recuerdo humedecido de nostalgias de cada orureño, cuando ya los años vencieron dificultades y dejaron en su balance la sonrisa del haber cumplido la misión que le signó el destino.
Una es la perspectiva citadina y otra la característica de cada una de sus provincias: pueblos levantados en plena pampa, sujetos a ciertas circunstancias de vida adaptadas a una tierra hostil. Sin embargo, ellas ofrecen atractivos y productos de alto contenido alimenticio contribuyendo, así, a la economía de la región, además de despertar interés ilustrativo en quienes las visitan.
Pero no sólo esos productos de la tierra dan a Oruro una fisonomía muy particular, pues como región rica en minerales los productos no renovables han sido el sustento del país; las históricas minas de estaño y de otros minerales fueron por años razón de la existencia de una población ubicada entre las más selectas de la nación, llevando a la ciudad a ubicarse entre las más importantes del país.
La ciudad de hoy descansa en sus tradiciones y en la calidez de sus habitantes. Ciudad de temperaturas muy bajas, compensa el frío con el calor que irradian sus pobladores. La amistad se vuelca sobre cada uno de los turistas haciendo más llevadera su presencia en la capital del departamento.
Oruro, una tierra conservadora y amante de sus costumbres, ofrece al visitante, como entre sus atracciones, una gastronomía no fácil de ser encontrada en otras ciudades.
Los platos criollos conocidos como Rostro Asado, Intendente, Cola, Nudos, Charquecan (valgan las mayúsculas de patentes para la creación doméstica orureña) van complementados por la Cerveza Huari, bebida infaltable en las recepciones de mantel largo y en todos los bares y restaurantes más selectos de la ciudad.
La repostería, es otra de las especialidades de expertos, sumándose la variedad de productos agrícolas a disposición del cliente en los diferentes mercados de abasto. En este sentido, la producción del altiplano orureño se complementa con los productos llegados del valle y del trópico boliviano. Oruro, ubicado en el centro de la geografía boliviana, ofrece los frutos más variados que la generosa tierra produce en su extensión cultivada.
Si bien la alimentación es fundamental en todo centro urbano, lo son también la historia, los mitos y aquellos personajes que le dieron prestigio en el tiempo.
Si es evidente que en sus calles no están de pie todos los históricos edificios que se levantaron hace dos centurias, no dejan de ser atracción particular algunos de ellos, como el “Palais Concert” (Palacio de los Conciertos) y el Hotel Edén, ambos ubicados en la Plaza 10 de Febrero. El edifico del Correo Central y lo que resta de la estación del ferrocarril.
En la construcción de esos monumentos arquitectónicos se puede apreciar, por una parte, lo artístico de las fachadas, los frescos que encierran los muros del “Palais Concert” y la construcción de otros edificios. No deja de llamar la atención el material empleado y muy bien tratado por expertos, particularmente en el edificio del correo y la estación del ferrocarril (aunque sin el movimiento de principios del siglo XX).
Se suman algunos jardines, estoicos sobrevivientes de inviernos rigurosos. Por sus calles transita un pueblo laborioso y amable, dispuesto a guiar a los visitantes y brindarles, dentro de las posibilidades actuales, momentos de satisfacción durante su estancia en la ciudad.
Como toda ciudad, Oruro tiene sus otras historias. Lo mítico ilumina las tertulias y sus personajes encienden admiración. Por sus avenidas y recovecos asoman las sombras de aquellas imágenes indelebles en el tiempo, como la de aquel aguatero surgido desde el anonimato ubicándose en una sociedad, por entonces selecta y excluyente. De nombre Alberto, cumplía la noble misión de calmar la sed de los pobladores de barrios aledaños, hasta donde no llegaban las cañerías públicas.
Un dipsómano que asomaba a las ventanillas del correo, no para pedir su correspondencia, sino una copa de vino, era la figura pintoresca en las horas ociosas de la ciudad.
Un microcéfalo, generalmente visto en la calle Camacho, motivaba muchas burlas y miradas curiosas y, sin embargo, era un ser que llevaba en su alma a un niño adormecido y siempre sonriente a todos lo que veía pasar por las aceras. También se recuerda a la viuda de la calle Presidente Montes, dotada de facultades curativas y a los fantasmas de la calle Soria Galvarro.
Si aquellos personajes de leyenda fueron los que animaron las horas cotidianas de los orureños, en los primeros cincuenta años del siglo XX, los otros, los surgidos en la otra tradición del pueblo, son los que aún perduran en la literatura, el diálogo y las reuniones de intelectuales.
Allí está el Chiru Chiru. No hay duda que en los socavones mineros se tejieron las historias más fantásticas y apasionantes de Oruro. La creencia en seres superiores, como el Tío de las minas, es algo que pervive en la gente del subsuelo y en la festividad del carnaval. Pero también está el misticismo llevado a la devoción por la Virgen del Socavón, la joven Candelaria, así denominada por un franciscano.
Entre el bien y el mal, constante en la vida de todos los pueblos, el cielo y el infierno mantienen distancia en medio de creencias arraigadas, supersticiones y fe religiosa.
CANTATA DE CARNAVAL
(Lo que el COVID no permitió)
YA VENDRAN DÍAS MEJORES
Durante veinte horas danzaron las comparsas del carnaval de Oruro, en una sucesión de actitudes construidas de acuerdo al código folclórico, sujeto a tradiciones y costumbres que datan de tiempos risueños en lo que fue territorio de los Urus. Representaciones de cada departamento de Bolivia estuvieron allí, bajo intensa lluvia y rugido de viento en la extendida ciudad de arena y mineral, donde aún brota fugitivo el grano nacido en el surco abierto a las osamentas mineras, como un ofertorio de angustia y soledad. Pañuelo tendido al sol que no cicatriza las heridas de la roca, por donde asomó un día el endemoniado rostro del personaje del carnaval, mensajero de costumbres enlazadas en la extensión de todo el territorio.
¿Cómo elegir a la mejor comparsa del carnaval si cada conjunto acariciaba las calles con la coreografía propia de cada rincón del país? No bastó la música impulsada desde instrumentos de viento y percusión, ni el baile con su lenguaje rítmico para llegar al éxito. A ello se sumó la vestimenta de cada bailarín en la otra simbología tradicional de los pueblos. Danzaron los demonios con dientes afilados, con orejas colosales y narices de lagartos. Bailaron y saltaron los diablos del averno, con un mortificante ruido de espuelas, como un picoteo de cuervos sobre la piel de los santos.
Después todo fue leyenda cuando el dios de los abismos, soberano de tinieblas, llevó consigo el séquito infernal cargando serpientes en los brazos y alimañas en el pecho. Sus máscaras de espanto con ojos brillantes ardiendo en llamas, fueron aterradora visión de pesadilla sin fin.
Lucifer y China Supay, imponentes y rítmicos en el cortejo diabólico, iban brincando en arrogante danza rumbo al Calvario. El templo de fe iluminado acogió los rostros de los pecadores, porque allí, de hinojos, perdón pidieron a la Candelaria llamada Virgen del Socavón. Todo se inundó de oración y lágrimas en la agonía de la tarde con plenitud de espíritu y alma redimida hasta que, de pronto, el llanto volvió a ser risa, la quietud danza, el silencio bullicio y la aflicción alegría.
Sin llegar a una competencia, cada conjunto supo valorar su danza y entregarla a un público delirante; su preparación y su impulso para demostrar que en cada rincón de nuestra extensión territorial, siempre habrá quien deje ver el rostro descubierto en tiempo ordinario o cubierto por carcajadas en los días de carnestolendas.
Así pasó la imponente Entrada de Carnaval. Cánticos de aleluya alumbraron las estrellas, cuando ya el sábado en domingo entraba. Lo pagano quedó en el recuerdo; lo divino perdurando en cada espíritu creyente. El martes de challa y al domingo de tentación cierran la fiesta del dios momo.
Volvió el silencio a los corredores mineros, y, en una amalgama de ácidos nocivos, las apocalípticas entrañas de milenario granito dejaron escuchar los angustiosos latidos de mineros en las oscuras galerías de estaño donde el miedo impera, la tos no cesa y el diablo duerme hasta la vuelta del carnaval orureño.
Allí el polen de la rosa encarnada, se anidó en las vetas metálicas y un
mítico soplo de amor y de fe, alumbró la serenidad del rostro de la Madre de
Dios.
Julio Ríos
En tu día ORURO
En tu día, Oruro de habitantes
amigables, donde más de un visitante extranjero sintió agitado el corazón, y no
por la altitud, sino por alguna muchacha de ojos oscuros.
Oruro fue la primera ciudad que
tuvo teléfonos automáticos, la primera en ser asfaltada en su totalidad, la
primera en transporte ferroviario. Fue la primera en contar con un equipo de
bomberos eslavos. FUE LA PRIMERA. Su espectacular Carnaval, fue declarado por
la UNESCO “Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad”.
Aún sopla el “fulgor de la
aurora” por las grietas milenarias de la ciudad minera. Una historia bordada en
la plenitud arenosa del altiplano boliviano dejó escrita las estampas de un
recorrido que enmarcó su ejemplar desarrollo, tras el flamear de la Tricolor
Nacional en lo alto de la colina de Conchupata, donde fue levantado el
histórico faro de la libertad.
Evocación y homenajes a la
histórica gesta patriótica pusieron tinte a la celebración orureña el pasado 10
de febrero, llevando a los círculos sociales el perfil de una tierra apasionada
por el trabajo y la fraternidad. Todo diálogo acercó la imagen de un pasado que
aún vibra en el recuerdo humedecido de nostalgias de cada orureño, cuando ya
los años vencieron dificultades y dejaron en su balance la sonrisa del haber
cumplido la misión que le signó el destino.
Una es la perspectiva citadina y
otra la característica de cada una de sus provincias: pueblos levantados en
plena pampa, sujetos a ciertas circunstancias de vida adaptadas a una tierra
hostil. Sin embargo, ellas ofrecen atractivos y productos de alto contenido
alimenticio contribuyendo, así, a la economía de la región, además de despertar
interés ilustrativo en quienes las visitan.
Pero no sólo esos productos de la
tierra dan a Oruro una fisonomía muy particular, pues como región rica en
minerales los productos no renovables han sido el sustento del país; las
históricas minas de estaño y de otros minerales fueron por años razón de la
existencia de una población ubicada entre las más selectas de la nación,
llevando a la ciudad a ubicarse entre las más importantes del país.
La ciudad de hoy descansa en sus
tradiciones y en la calidez de sus habitantes. Ciudad de temperaturas muy
bajas, compensa el frío con el calor que irradian sus pobladores. La amistad se
vuelca sobre cada uno de los turistas haciendo más llevadera su presencia en la
capital del departamento.
Oruro, una tierra conservadora y
amante de sus costumbres, ofrece al visitante, como entre sus atracciones, una
gastronomía no fácil de ser encontrada en otras ciudades. Los platos criollos
conocidos como Rostro Asado, Intendente, Cola, Nudos, Charquecan (valgan las
mayúsculas de patentes para la creación doméstica orureña) van complementados
por la Cerveza Huari, bebida infaltable en las recepciones de mantel largo y en
todos los bares y restaurantes más selectos de la ciudad.
¡Oruro hermosa! con sus plazas y parques florecidos. Lugares embellecidos por aves del paraíso, cisnes y otros plumíferos que asoman en el Parque Castro de Padilla. La Plaza 10 de Febrero, tan singular, con su fuente y sus fieras.
Oruro destaca una generación que podría ser la
tercera, de mujeres que desde intelectuales, artistas y profesionales, hasta las
pasarelas de la moda y la belleza, hoy en homenaje a esta tierra bendita, pongo
de relieve los rostros de esta mujer que trabaja, representa y hace evidente lo
grande que es Oruro. La educación, desde las aulas del Colegio Anglo, el
Colegio Saracho, el Colegio Bolívar, la Universidad Técnica de Oruro, y por
otro lado el deporte, con su gran equipo San José, pone en alto a esta tierra
enaltecida que vio nacer a mi Padre, que con sus 90 años de vida, jamás olvida
sus años primaverales.
By Julio
MARIO D. RÍOS GASTELÚ, BORN IN ORURO
On your day Oruro on your day, Oruro of friendly inhabitants, where more
than one foreign visitor felt his heart stirred, and not because of the altitude,
but because of some dark-eyed girl.
Oruro was the first city to have automatic telephones, the first to be
completely asphalted, the first to have railway transport. It was the first to
have a Slavic fire brigade. Its spectacular Carnival was declared by UNESCO
"Natural and Cultural Heritage of Humanity".
The "glow of dawn" still blows through the millenary cracks of
the mining town. A history embroidered in the sandy fullness of the Bolivian
altiplano has left written the images of a journey that framed its exemplary
development, after the fluttering of the National Tricolour at the top of the
Conchupata hill, where the historic lighthouse of freedom was erected.
Evocation and tributes to the historic patriotic deed put a touch of
colour to the Orurean celebration last February 10th, bringing to social
circles the profile of a land passionate about work and fraternity. All
dialogue brought closer the image of a past that still vibrates in the memory
moistened with nostalgia of each orureño, when the years overcame difficulties
and left in their balance the smile of having fulfilled the mission that
destiny marked.
One is the city perspective and the other the characteristic of each of
its provinces: towns built in the middle of the pampa, subject to certain
circumstances of life adapted to a hostile land. Nevertheless, they offer
attractions and products with a high food content, thus contributing to the
region's economy, as well as arousing the interest of those who visit them.
But it is not only these products of the earth that give Oruro a very
particular physiognomy, because as a region rich in minerals, the non-renewable
products have been the sustenance of the country; the historical mines of tin
and other minerals were for years the reason for the existence of a population
located among the most select in the nation, leading the city to be among the
most important in the country.
Today's city is based on its traditions and the warmth of its
inhabitants. A city of very low temperatures, it compensates for the cold with
the warmth radiated by its inhabitants. Friendship is poured over each and
every one of the tourists, making their presence in the capital of the
department more bearable.
Oruro, a conservative land and lover of its customs, offers the visitor,
as one of its attractions, a gastronomy not easy to find in other cities. The
Creole dishes known as Rostro Asado, Intendente, Cola, Nudos, Charquecan (the
capital letters of patents for the domestic creation of Oruro) are complemented
by the Huari Beer, an infallible drink in the long tablecloth receptions and in
all the most select bars and restaurants of the city.
Oruro beautiful! with its squares and parks in bloom. Places embellished
by birds of paradise, swans and other feathered creatures that show up in the
Castro de Padilla Park. The Plaza 10 de Febrero, so unique, with its fountain
and its wild beasts.
Oruro highlights a generation that could be the third, of intellectual
women, artists and professionals. From the catwalks of fashion, beauty, the
elegance of presences with sensual garments worn with bare skin underneath, to
the protagonists of their profession and their activity, today in homage to
this blessed land, I highlight the faces of these women who work, represent and
make evident how great Oruro is. Education, from the classrooms of the Anglo
School, the Saracho School, the Bolivar School, the Technical University of
Oruro, and on the other hand sport, with its great San José team, puts this
exalted land that saw the birth of my father, who with his 90 years of life,
never forgets his spring years.