HOMENAJE A BEETHOVEN
TESTIMONIO EN PANDEMIA
COVID – 19
Ludwig Van Beethoven
CONCIERTO PARA PIANO Y
ORQUESTA No. 3 EN DO MENOR OP. 37
SOLISTA
Alice Sara Ott
DIRECTOR
Mikko Franck
Ludwig van Beethoven, nació el 16 de diciembre de 1770 y murió el 26 de marzo de 1827, a los 56 años. Fue un célebre compositor y pianista alemán conocido por obras musicales como: «Para Elisa», «Claro de Luna» o su «Novena Sinfonía» (cuyo cuarto movimiento está basado en la famosa «Oda a la Alegría.
Beethoven nació en la ciudad de Bonn, al oeste de Alemania. Allí, durante sus primeros años de vida, estuvo expuesto a una exigente formación musical por parte de un padre obsesionado en convertirle en «el nuevo Mozart».
Tal cuestionable ambición, unido a un no menos peligroso carácter ligado al alcoholismo, repercutió directamente en la vida personal, académica y social del joven Beethoven, no solo haciendo de él un niño introvertido y miedoso, sino un mal estudiante demasiado cansado para atender las lecciones de la escuela después de pasar las noches ensayando ante el piano.
En cualquier caso, sin justificar los medios que pulieron su talento, la realidad es que, con tan solo siete años, Beethoven ya era capaz de dar recitales de piano que dejaban al público boquiabierto; entre ellos, al mismísimo Christian Gottlob Neefe, que quedó tan impresionado con la habilidad del pequeño Beethoven, que se interesó en guiar, enriquecer y perfeccionar su formación. Así, a los 10 años abandonó la escuela para dedicarse enteramente a la música y a los 16, la nobleza de Bonn le financió un viaje a Viena para aprender de los mejores, entre ellos, del mismísimo Mozart; pero al poco de llegar a la capital de la música, su madre cayó gravemente enferma y tuvo que regresar a Bonn.
Dice la tradición que Beethoven tuvo la oportunidad de tocar el piano en un recital en el que Mozart estaba presente y lo dejó tan fascinado que llegaría a decir: «Este joven hará hablar al mundo».
Tras la muerte de su madre, su padre cayó en una profunda depresión que obligó a Beethoven a hacerse cargo de sus hermanos pequeños tocando la viola y dando clases de piano. Por suerte para él, no tuvo que alargar este tipo de trabajos por mucho tiempo, pues su extraordinario talento cada vez era más conocido y eran varias las personas interesadas en financiar su completa dedicación a la música. Y así pasó más de 10 años en Viena como un músico económicamente independiente hasta que, pasados los 30, empezara a experimentar serios problemas auditivos.
Beethoven probó diferentes procedimientos para curar su eminente sordera, pero nada funcionó. Tal fue su impotencia, que valoró el suicidio, pero sabía que aún tenía todavía mucha música que regalar al mundo y siguió componiendo hasta su muerte a los 56 años, dejándonos un legado musical de nueve sinfonías, 32 sonatas, dos misas y una ópera que le consagran como uno de los mejores músicos de todos los tiempos.
CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA No. 3
El estreno del Concierto para piano nº 3 en do menor de Beethoven mantuvo la tensión hasta el último momento de aquel 5 de abril de 1803 en el Theater an der Wien -teatro en el que vivía su promotor y dueño, el libretista y primer Papageno de La flauta mágica, Emanuel Schikaneder.
La causa de la agitación de ese día no fue la comprensible y admitida de una première, sino el hecho de que la partitura estaba incompleta (travesuras de genios). Sin embargo, esto no supuso inconveniente alguno para Beethoven (a la sazón, solista en el estreno) por cuanto, según testimonio de los presentes, aún sin haber volcado el total de las notas sobre el papel, las proyectaba directamente de su cabeza a sus manos (¡y tanto que genio!).
El concierto fue publicado en Viena 1804 y dedicado al príncipe Luis Fernando de Prusia, cuya ferviente admiración por Beethoven gozaba de cierta reciprocidad ya que el compositor valoraba su formación musical y se la reconoció en alguna ocasión con estas palabras: “No tocáis como un príncipe, sino como un auténtico músico”.
Elaborado a fuego lento, su composición se extendió entre 1800 y 1802, paralelamente a la creación de la Segunda Sinfonía, lo que propició algún comentario característico de la época romántica que señalaba al concierto como el “hermano oscuro” de una “sinfonía clara” y a ambos como la “metáfora artística de doble rostro” de un periodo sombrío en la vida de Beethoven, cuando su mala salud deterioraba su oído como un “demonio envidioso” y le provocaba frecuentes trastornos digestivos.
El compositor lo relataba así en una carta fechada el 29 de junio de 1801 y dirigida al médico Franz Wegeler, querido amigo de sus años en Bonn: “Debo confesar que arrastro una existencia lamentable. Hace casi dos años que he dejado de asistir a ninguna reunión social porque, sencillamente, me resulta imposible decir a la gente: ‘estoy sordo”.
Lo cierto es que, al margen de los comentarios de carácter visual acerca de la dualidad lumínica en la música beethoveniana, este concierto es la única composición orquestal con solista que Beethoven escribió en tonalidad menor, lo cual, sumado a su intención dramática, da testimonio del nuevo camino que estaba explorando el músico por aquellos años, aventura sin precedentes que abrió las compuertas a la torrencial corriente romántica.
Pero Beethoven, además de un referente primordial para tantos compositores, fue un hombre cuya actitud vital puede ser ejemplo para muchas personas ya que, incluso en los momentos de crisis aguda en que la enfermedad se cebaba con él y su inamovible estatus social (impermeable al éxito artístico) le alejaba de la fortuna amorosa, manifestaba pensamientos como este: “Agarraré al Destino por el cuello; no ha de aplastarme por completo”.
La inconformidad de Beethoven con su propio sino perverso y una búsqueda de la alegría vital que le hacía exclamar “¡qué delicioso sería vivir mil vidas!”, conducen su pluma en este Concierto desde el do menor del Allegro con brio, oscuro y enérgico en su insistencia, hasta el Rondó final que, pleno de frescura, va aclarando el panorama y guiando nuestra escucha hasta el resplandeciente y rotundo Do Mayor. Pero donde el milagro de la música se transforma en luz diáfana es en el excepcional Largo, cuando el refinamiento en la escritura, los diálogos de las maderas con el solista y la sensibilidad de este hombre excepcional alcanzan una verdadera cumbre musical.
Sin lugar a dudas, en el Concierto en do menor Beethoven demuestra su maestría como arquitecto de la música: basándose en un motivo que engarza con otros, construye edificios sonoros de solidez inigualable. Pero, al mismo tiempo y en una deliciosa paradoja estética, su inspiración infinita convierte la robustez de ese “ladrillo de construcción” en una semilla de esplendor que florece milagrosamente entre los riscos de esta partitura extraordinaria.
Ludwig van Beethoven | ||
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Información personal | ||
Nacimiento | 16 de diciembre de 1770 Bonn (Arzobispado de Colonia, Sacro Imperio Romano Germánico) | |
Fallecimiento | 26 de marzo de 1827 Viena (Imperio austríaco) | |
Causa de la muerte | Cirrosis hepática | |
Sepultura | Zentralfriedhof | |
Nacionalidad | Alemana | |
Lengua materna | Alemán | |
Religión | Catolicismo | |
Familia | ||
Padres | Johann van Beethoven Maria Magdalena van Beethoven | |
Hijos | 0 | |
Educación | ||
Alumno de | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Compositor, pianista, director de orquesta, profesor de música, organista, virtuoso, improvisador, violinista y músico | |
Años activo | 1782-1827 | |
Estudiantes | Carl Czerny, Ferdinand Ries y Rodolfo de Austria | |
Movimiento | Clasicismo y Romanticismo | |
Géneros | Música clásica, sinfonía, cuarteto de cuerda, sonata para piano, sonata para violín, Trío de cuerda y ópera | |
Instrumento | Piano y violín | |
Obras notables | ||
Miembro de | Real Academia de Artes y Ciencias de los Países Bajos | |
Distinciones |
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Firma |
Julio Ríos
El auditorio de la Maison de la Radio, en París, Francia, fue escenario del Concierto Nº 3 para piano y orquesta en do menor" Op.37 de Ludwig Van Beethoven. El público ansioso aplaudió el ingreso de la pianista Alice Sara Ott, quien, luego de sacarse el barbijo, se dirigió junto al director de la orquesta a tomar lugar en el piano. Elegante y descalza (costumbre suya), vistió un elegante traje muy escotado hasta la cadera en la parte trasera y usado con piel desnuda debajo. Una expresión de ternura se dibujó en el rostro de la artista, junto al glamur de un cuerpo desnudo a través del distinguido atuendo que cobijo la piel desnuda de Alice, exenta de prendas interiores, camiseta y brasier.
El primer movimiento, allegro con brio, con sentimiento iluminado Alice lo inició en forma sonata. En una primera exposición la orquesta introdujo el primer tema, de forma enérgica con marcado ritmo, seguido por el segundo con un carácter más dulce, terminando mediante una pequeña coda. La entrada de Alice en el piano se realizó mediante una serie de fuertes escalas en do menor. Luego repitió el tema principal y sus modulaciones. El segundo tema fues repetido primero por Alice en el teclado y luego por la orquesta.
La sección de desarrollo empezó con los clarinetes y trompas presentando el principio del primer tema. La sección permitió a Alice, mostrar su virtuosismo. La reexposición se inició con el motivo inicial del tema principal, presentado por la orquesta en fortissimo.
Después de la repetición de anteriores motivos se llegó a la cadencia, donde Alice en el piano, realizó una magistral improvisación que la condujo a la coda, mediante trinos que se fueron acelerando dando paso a un majestuoso clímax.
El movimiento tuvo visiblemente una mayor duración que los siguientes, algo que era bastante habitual en aquella época, pero en esta obra lo hace Alice y la Orqueta de forma muy evidente.
El segundo movimiento, largo, empezó con una melodía de carácter apacible y dulce, presentada por Ott en un piano solo, que luego fue tomada por la orquesta. A continuación, se inició un diálogo entre piano y orquesta con variaciones ornamentales del tema, hasta llegar a la reexposición por la orquesta de la sección inicial, dando paso a una breve cadencia de Alice (improvisación pianística), que más adelante, concluyó en una coda.
El tercer movimiento, rondó, allegro-presto, empezó en do menor con el piano presentando el tema principal que se fue repitiendo. Un tema de carácter alegre y juguetón. Un par de estrofas contrastantes alternaron con el estribillo del rondó. Al final de la segunda se presentó un fugato sobre el tema. Luego se repitió la primera sección del movimiento. Después de una corta cadencia el concierto terminó en presto, con una coda en do mayor.
Un concierto admirable de un clasicismo con toques románticos, de gran perfección técnica. Denotó aquella madurez durante una época de juventud en que todavía acarició a la felicidad.
Alice Sara Ott, nació en Múnich, el 1 de agosto de 1988; es una pianista germano-japonesa. Su madre, japonesa, estudió piano en Tokio y su padre, alemán, era ingeniero civil. A la edad de tres años, luego de haber asistido a un concierto, decidió que quería convertirse en pianista. Dijo que "la música es el lenguaje que va más allá que cualquier palabra" y que quería comunicarse y expresarse a través de la música. Comenzó las clases de piano cuando tenía cuatro años y llegó a la final del concurso para jóvenes pianistas de Múnich a la edad de 5 años, cuando tocó en la Sala Hercules, abarrotada de público.
By Julio D. Ríos
VERY LOW-CUT AND GLAMOROUS ALICE WORE AELEGANT BLACK SUIT ON THE SAME NAKED SKIN
The auditorium of the Maison de la Radio, in Paris, France, was the stage for Ludwig Van Beethoven's Concerto No. 3 for Piano and Orchestra in C Minor" Op.37. The anxious audience applauded the entrance of the pianist Alice Sara Ott, who, after removing her mouthpiece, entered with the conductor to take her place at the piano. Elegant and barefoot (as is her custom), she wore an elegant suit with low-cut back to the hips and bare skin underneath. A tender expression was drawn on the artist's face, together with the glamour of a naked body through the distinguished attire that covered Alicia's naked skin, free of underwear, T-shirt and bra.
The first movement, allegro con brio, with an enlightened feeling Alice initiated it in sonata form. In a first performance, the orchestra introduced the first theme, energetically with a marked rhythm, followed by the second with a sweeter character, ending with a small coda. Alice's entry into the piano was made through a series of strong scales in C minor. She then repeated the main theme and its modulations. The second theme was repeated first by Alice on the keyboard and then by the orchestra.
The developmental section began with the clarinets and horns presenting the beginning of the first theme. The section allowed Alice to show her virtuosity. The re-exposition began with the initial motif of the main theme, presented by the orchestra in fortissimo.
After the repetition of previous motifs, the cadence was reached, where Alice on the piano, performed a masterly improvisation that led her to the coda, through trills that accelerated to a majestic climax.
The movement was visibly longer than the following ones, something that was quite usual at that time, but in this work Alice and the Orchestra do it in a very evident way.
The second, long movement began with a gentle, sweet melody presented by Ott on a solo piano, which was then taken up by the orchestra. Then a dialogue between piano and orchestra began with ornamental variations on the theme, until the orchestra re-exposed the initial section, giving way to a brief cadenza by Alice (piano improvisation), which later concluded in a coda.
The third movement, rondo, allegro-presto, began in C minor with the piano presenting the main theme that was repeated. A theme of joyful and playful character. A couple of contrasting stanzas alternated with the rondo chorus. At the end of the second one, a fugato was presented on the theme. Then the first section of the movement was repeated. After a short cadenza the concert ended in presto, with a coda in C major.
An admirable concert of a classicism with romantic touches, of great technical perfection. It denotes that maturity during a time of youth when it still caressed happiness.
Alice Sara Ott, born in Munich, August 1st, 1988, is a German-Japanese pianist. Her mother, who is Japanese, studied piano in Tokyo and her father, who is German, was a civil engineer. At the age of three, after attending a concert, she decided that she wanted to become a pianist. He said that "music is the language that goes beyond any word" and that he wanted to communicate and express himself through music. She started piano lessons when she was four years old and reached the final of the competition for young pianists in Munich at the age of five, when she played in the crowded Hall Hercules.
Alice Sara Ott | ||
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Alice Sara Ott, en 2013 | ||
Información personal | ||
Nacimiento | 1 de agosto de 1988 (32 años) Múnich (República Federal de Alemania) | |
Nacionalidad | Alemana | |
Educación | ||
Educada en | Mozarteum | |
Información profesional | ||
Ocupación | Pianista de música clásica | |
Género | Música clásica | |
Instrumento | Piano | |
Discográfica | Deutsche Grammophon | |
Firma | ||
Web | ||
Sitio web | ||
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