miércoles, 27 de enero de 2021

ARTISTAS PLÁSTICOS / La obra de ROXANA HARTMANN

 


 ARTISTAS PLÁSTICOS EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19 


 La obra de

ROXANA HARTMANN

Con su pintura y sus ideas, Roxana Hartmann nos pone frente a un principio hegeliano: la filosofía del espíritu, aunque él se aferra al pensamiento de Ortega y Gasset para que surja aquella ideal: “El arte debe nacer del alma donde tiene sus orígenes ese manantial intelectual, filosófico, subjetivo que cada hombre tiene frente al universo”.

El razonamiento de esta artista plástica boliviana, frente a sus creaciones, lleva tres elementos fundamentales: el cuadrado como inteligencia superior, el círculo inscrito en ese cuadrado representando el Cosmos y el triángulo dentro de esa circunferencia para caracterizar al individuo.

En esa tendencia de llegar al público con imágenes del subsuelo o en la cósmica visión de un universo aún con muchas incógnitas, Roxana traza en sus lienzos ciertas imágenes muy cercanas al examen sagaz que ella hace de la conciencia creadora del artista, habida cuenta que está presente elevar el granito y dejarlo flotando en un ambiente de misterio y abstracción, como si el trozo de roca marcara las líneas de un infinito desconocido.

La constante en su trabajo es la búsqueda o el encuentro con la cotidianidad, resignificación de palabras y la construcción a partir de conceptos realidades que pueden o no ser tangibles.

La observación, y la lectura de los actores de su cotidiano y del cotidiano de otros, dieron como resultado el trabajo de los últimos tres años.

Es desde finales del 2016 que viene investigando y deambulando en otro tema dentro del mismo universo, el concepto de la muerte y la vida, el renacer y el trascender, las relaciones fundamentalmente. Desde el arte y desde la propia existencia.








En la búsqueda de conexiones y caminos dentro de la memoria, las formas que definen nuestro presente son el resultado de garabatos pasados y se transforman a medida que el recorrido avanza y las relaciones se van hilvanando con el entorno.

Nuestra historia es el viaje de este hilo caprichoso, vivo, que solo persigue su propia esencia. Las relaciones manejan este hilo y construyen realidades. El hilo de Roxana se desprende de un ovillo de espiritualidad que busca orientarse hacia fines trascendentales capaces de crear con la fuerza de la inspiración.

Arte, sin vacilación que protesta, que impone, que libera, que hace del lienzo la plataforma para que una imagen hable, grite, sea escuchada. Invertir las letras en la pintura le confieren a Roxana abrir espacio para la persuación, para imaginar su mensaje de amor, de reveldía, de existencia. Un estilo en el que coexiste de manara armoniosa el dibujo en plano original con la pintura en plano acabado.

Talento, coraje, inventiva, originalidad, fuerza, inspiración y colores, son las virtudes, que en siete expresiones nos remontan al trivium y al cuatrivium de las siete artes liberales, los siete días de la semana.










Lo que Hartmann lleva a la intimidad, se exteriorice a través de imágenes sin sonrisa. En la tela, el paple, los muros, las letras o el material que utilice, todo se hace sentimiento, en un ambiente de grises y oscuros trazos.

En el centro de la energía del cosmos vibran los humores de la mujer y se hacen ideas. En el alma nace el misticismo y en la mente el romanticismo. Dos estímulos para la vida, dos razones para forjar un destino.

Artista sentimental que hizo de su hábitat la enriquecida fuente de inspiración para transformar las cosas en algo bello, algo más allá de la sencillez casi intrascendente.

Para Hartmann hay una presencia contínua, necesaria y orientada en la psicología, el espíritu y la sociología, como medios para alcanzar la plenitud plástica. Lo bello, ahí lo preocupante en la verdadera artista. Roxana en su técnica y temática utiliza mucho el papel periódico, como una de las caracatarísticas de su pintura, que contribuyó a que Roxana, conquiste un esilo, y por ende el éxito.

El color de sus cuadros se acentúa en la línea delicada surgida en las ideas de su espíritu revolucionario, como buscando en el confín del escenario común los ingredientes necesarios hacia un sincretismo definido entre las figuras mitad humanos, mitad mensajes, esto es, cuerpo y espíritu en la esencia de la obra terminada. 

                                                        














Roxana es Licenciada en Arte con especialidad en Diseño Gráfico de la Universidad del Estado de Kansas. Cursó una Maestría en Marketing y Postgrado en Educación Superior. Artista e investigadora por oficio y decision. Propicia un diálogo entre el sub-consciente y el exterior. Docente de Arte, gestora cultural y conferencista, ha dictado talleres dentro y fuera de Bolivia.

Investiga sobre las relaciones de las personas y su entorno, la cotidianidad y la búsqueda de la esencia como acto introspectivo y las reacciones a los eventos sociales y políticos de su país que afectan la vida diaria.

Propone encuentros entre su obra y el que la visita y genera con estos elementos un diálogo con el que va dibujando espacios. La constante de su trabajo es la reflexión, el objeto artístico como resultado de una investigación y la interacción de ambos de distintos formatos. Ha participado de una veintena de exposiciones individuales dentro y fuera del país y varias otras colectivas.








 

 

 

Por Julio Ríos

A través de una camisa a cuadros muy escotada sin brasier con el torso del cuerpo desnudo por debajo la atractiva prenda

Roxana Hartmann, se deja llevar por la sensibilidad que se refleja en su arte desde el principio hasta el fin. La obra terminada aparece adornada de elementos espontáneos. Detalles elaborados, pinceladas rociadas de expresión y revestidas de signos y símbolos que destacan la temática plasmada en el lienzo, identifican el arte de esta joven artista.

El repaso a sus obras nos ubica en el centro filosófico de la concepción artística. Ella expresa en el acabado de cada cuadro, que el pincel y la espátula se rigen a sus cinco sentidos.

Arte, sin vacilación que protesta, que impone, que libera, que hace del lienzo la plataforma para que una imagen hable, grite, sea escuchada. Invertir las letras en la pintura le confieren a Roxana abrir espacio para la persuación, para imaginar su mensaje de amor, de reveldía, de existencia. Un estilo en el que coexiste de manara armoniosa el dibujo en plano original con la pintura en plano acabado.

No tiene un punto de partida ni meta donde llegar. Junto a esas manos suyas que trazan con prolijidad la imagen del lienzo, el logro se redondea en una imagen que despierta el gozoso admirar de los ojos de quienes observan, las ideas, los trazos y las expresiones. Vista, sin duda que se muestra cautivadoa, cuando no embelesada.

En Roxana Hartmann –la artista ilustra esta crónica a través de una camisa a cuadro muy escotada sin sujetador, con el torso del cuerpo a pura piel, usándola con la mitad de su presencia desnuda por debajo– conviven la presencia de una mujer elegante y una pintura que gana el lienzo con la fuerza creativa de su pincel. Ojos penetrantes, rostro bien parecido, y un carácter para su obra siempre orientado hacia fines trascendentales, capaces de hacer girar sus ruedas sobre las insospechadas avenidas del arte pictórico.

En toda su carrera artística, el método es el mismo, sólo que antes se advertían más principios teóricos, como cuando estaba en la tendencia figurativa. Hoy Roxana se ubica en la realidad.

Al observar su obra en mirada retrospectiva, hay una constante fácil de comprender. Un color tomará forma con la misma intensidad de sus primeras pinturas; no queda exento del paso el ingenio personal de Roxana para consolidar el propósito de la obra emprendida.

En todos sus cuadros, el color le da el soplo de la vida a la figura aparecida. Al observar detenidamente cada uno de sus cuadros, e imaginando cada exposición, concluimos en mirar una galería recreada, donde la artista sólo recepciona la comunicación de los asistentes.

También alerta a los sentidos, crea una imagen en el pensamiento, porque esta artista piensa mientras pinta. No se trata de ver trazos de bocetos previos. No. Hay secuencia de ideas fijas. En Roxana se aviva el ingenio y ella hace posible la concepción de sus obras.

De lo que se trata, es de una combinación entre el consciente y el subconsciente que ella amalgama, como una cadena artística a la que permite surgir los nuevos caminos del arte. Un pincel que fluye. Una espátula que asiste. Ninguno de sus instrumentos se impone.

En la calidad de sus trabajos, también hay formas que acompañan desde los días primigenios. Todo el proceso marca, entonces un hito en la pintura contemporánea de Bolivia, merced a la seriedad y la espontaneidad de su labor plástica en que entran en juego su inspiración, su talento, su fuerza y su belleza.

By Julio Ríos

Through a very low-cut checked shirt without a bra with the torso of the naked body underneath the attractive garment

Roxana Hartmann, lets herself be carried away by the sensitivity that is reflected in her art from beginning to end. The finished work appears adorned with spontaneous elements. Elaborate details, brushstrokes sprinkled with expression and covered with signs and symbols that highlight the theme captured on the canvas, identify the art of this young artist.

A review of her works places us in the philosophical center of artistic conception. She expresses in the finish of each painting that the brush and the spatula are governed by her five senses.

Art, without hesitation that protests, that imposes, that liberates, that makes the canvas the platform for an image to speak, shout, be heard. Inverting the letters in the painting gives Roxana a space for persuasion, to imagine her message of love, of rebellion, of existence. A style in which the drawing on the original plane coexists harmoniously with the painting on the finished plane.

There is no starting point or goal to reach. Together with those hands of hers that trace the image on the canvas with care, the achievement is rounded off in an image that awakens the joyful admiration of the eyes of those who observe the ideas, the strokes and the expressions. Seen, without a doubt, she is captivated, if not enraptured. 

In Roxana Hartmann –the artist illustrates this chronicle through a very low-cut checked shirt without a bra, with the torso of her body bare skin, wearing it with half of her naked presence underneath– the presence of an elegant woman and a painting that conquers the canvas with the creative force of her brush coexist. Penetrating eyes, a good-looking face, and a character for her work always oriented towards transcendental ends, capable of turning its wheels on the unsuspected avenues of pictorial art.

Throughout her artistic career, the method is the same, only that before there were more theoretical principles, as when she was in the figurative trend. Today Roxana is located in reality.

Looking back at her work, there is a constant that is easy to understand. A color will take shape with the same intensity as her first paintings; Roxana's personal ingenuity is not exempt from the step to consolidate the purpose of the work undertaken.

In all her paintings, color gives the breath of life to the figure that appears. When carefully observing each of her paintings, and imagining each exhibition, we end up looking at a recreated gallery, where the artist only receives the communication of the attendees.

She also alerts the senses, creates an image in the mind, because this artist thinks while she paints. It is not about seeing traces of previous sketches. No. There is a sequence of fixed ideas. In Roxana's ingenuity is revived and she makes the conception of her works possible.

It is a combination of the conscious and the subconscious that she amalgamates, like an artistic chain that allows new paths of art to emerge. A brush that flows. A spatula that assists. None of her instruments imposes itself.

In the quality of her works, there are also forms that accompany her from the earliest days. The whole process marks, then, a milestone in contemporary Bolivian painting, thanks to the seriousness and spontaneity of her plastic work in which her inspiration, her talent, her strength and her beauty come into play.


En Roxana Hartmann –la artista ilustra esta crónica a través de una camisa a cuadro muy escotada sin sujetador, con el torso del cuerpo a pura piel, usándola con la mitad de su presencia desnuda por debajo– conviven la presencia de una mujer elegante y una pintura que gana el lienzo con la fuerza creativa de su pincel. Ojos penetrantes, rostro bien parecido, y un carácter para su obra siempre orientado hacia fines trascendentales, capaces de hacer girar sus ruedas sobre las insospechadas avenidas del arte pictórico.

In Roxana Hartmann –the artist illustrates this chronicle through a very low-cut checkered shirt without a bra, with the torso of the body in pure skin, wearing it with half of her naked presence underneath– the presence of an elegant woman and a painting that conquers the canvas with the creative force of its brush. Penetrating eyes, a handsome face, and a character for his work always oriented towards transcendental ends, capable of turning his wheels on the unsuspected avenues of pictorial art.









El reconocido pintor Gil Imaná, junto a Roxana Hartmann

 

A CERCA DEL AUTOR


Julio Ríos Calderón, nació en LA PAZ BOLIVIA, el 12 de julio de 1956. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, Sucre y Universidad Católica San Pablo de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de la Jolla, en San Diego California USA. Ha sido Presidente y Director General CEO de la revista especializada en turismo GBT. Ha ganado el PREMIO INTERNACIONAL DE PERIODISMO MARRIOTT GOLDEN CIRCLE AWARD. Como periodista ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Centroamérica, Norteamérica y Europa.  Es escritor, periodista, orador y crítico de arte. Es columnista del periódico PÁGINA SIETE de la ciudad de La Paz. Ha escrito en diferentes medios de comunicación más de 20 mil crónicas, entre entrevistas y críticas de arte.  Sus padres fueron Mario D. Ríos Gastelú, escritor y periodista, y Elva Calderón de Ríos, profesora de lenguaje. Tiene un hijo Juan-Cristóbal Ríos, cineasta: escribió la película boliviana QUIEN MATÓ A LA LLAMITA BLANCA. Por otra parte, hizo estudios de filosofía contemporánea. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO (1986), la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), EL ALTO PARA TODOS (2017), LA GENERACIÓN NINI en co-autoría con Alberto Liendo Romero (2023), UNA HISTORIA PARA CONTAR (2024.)

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Roxana Hartmann