ARTE SONORO EN PANDEMIA
COVID – 19
YUJA WANG
LA PIANISTA MAS SEXY DEL MUNDO
Precisa, impecable y emocional, la pianista china recorre el mundo para ofrecer magistrales conciertos. Junto a grandes orquestas, interpreta como solista obras para piano de Chopin, Rachmaninoff, Tchaikovski, Liszt, Schuman, Grieg, Procovief, Beethoven y otros compositores.
Del padre percusionista, aprendió
a escuchar la música rítmicamente, y de la madre bailarina, a manejar la
postura y el cuerpo libremente. De ahí su habilidad para interiorizar el tiempo
en sus interpretaciones, y el desenfado y la soltura de sus apariciones en
escena.
La música trata de técnica sí,
pero fundamentalmente de emociones, y las que despierta Yuja Wang son múltiples
e inevitablemente encontradas. La realidad es que esta joven y virtuosa
pianista china es un espíritu brillante que viene arrasando escenarios desde
que comenzó su carrera profesional.
A los 6 años tocó por primera
vez, estimulada por la música de Tchaikovsky que escuchaba absorta cuando
acompañaba a su madre a los ensayos. La madre esperaba que Yuja se dedicara a
la danza, pero había un piano en casa y la niña solo quería tocar las melodías
que escuchaba.
Su acercamiento a la música fue
espontáneo y sin temores, no la intimidó abordar desde pequeña a los
compositores rusos que hasta hoy la apasionan. Según afirma, hay que captar
"el alma rusa" para interpretarlos. Al escucharla ejecutar a
Rachmaninoff, Prokofiev o Stravinsky, es evidente que lo ha logrado.
A los 7 años, mientras estudiaba
en el Conservatorio Central de Música de Beijing, daba sus primeros recitales,
y a los 15 años ya estaba estudiando becada en el Instituto Curtis de Música en
Filadelfia. Sola, al otro extremo del mundo y a una edad en la que cualquier
otra adolescente podría sentirse intimidada, Yuja demostró no solo un
extraordinario talento, sino sus inmensos deseos de volar libremente con la
música.
Cuando se graduó, en el 2008,
tenía 21 años y su carrera ya estaba encaminada, pero el espaldarazo definitivo
lo recibió en el 2007, cuando reemplazó imprevistamente a la extraordinaria
pianista Martha Argerich y ejecutó el Concierto Nº 1 para piano de Tchaikovsky
con la Orquesta Sinfónica de Boston.
Desde entonces no ha tenido
tiempo libre: su agenda la ha llevado a las mejores salas de concierto bajo la
dirección de grandes directores como Abbado, Barenboim, Dudamel, Maazel, Mehta,
Temirkanov y una larga lista de maestros y orquestas que ha llegado a dirigir
desde el piano, para seguir con lo que ella llama su proceso de aprendizaje y
experimentación.
Es la
primera intérprete que ha osado romper los protocolos del mundo de la música
clásica subiendo al escenario con una actitud radicalmente sexy. Y aunque ya
lleva un tiempo paseando su silueta y sus modelos por las grandes salas del
mundo, la joven pianista china de 27 años sigue perturbando a la prensa y al
público. Como sucedió sin ir más lejos en el Hollywood Bowl, el verano pasado,
cuando salió a tocar el concierto número 3 de Rachmaninoff con la Filarmónica
de Los Angeles enfundada en un mini vestido naranja por el que asomaba su
escueta cintura.
Sí, Yuja Wang puede llegar a ser la personificación de aquella "sex bomb" de la canción de Tom Jones. Y no porque ella tenga alma de provocadora, pues sus maneras pasarían completamente desapercibidas en el contexto de la escena pop, sino por la autenticidad de su amor por la moda. "El mundo de la clásica impone unas reglas sobre lo que debe llevarse puesto que me parecen ridículas", ha declarado. Habrá ocasión de comprobarlo en su nueva visita a L'Auditori, el próximo 9 de febrero, con un recital de programa variado: Schubert, Chopin, Scriabin.
Moderna, urbana, apasionada de la
moda, Yuja es una joven de hoy pero con una realidad compleja. Es mujer, china,
y tiene éxito, y eso no es fácil de gestionar. Aunque ella se siente cada vez
más neoyorquina, en su país de origen el éxito es una parcela básicamente
reservada para hombres, lo cual hace de ella un personaje aún más relevante.
Mientras sus padres desearían que "sentara la cabeza", Yuja Wang se
descubre a sí misma como una joven que se enamora y desenamora -"es
complicado cuando se viaja constantemente"- y que hace un esfuerzo por
mantener el equilibrio y la coherencia, con la responsabilidad añadida de ser
depositaria de un talento.
Por un lado,
está encantada con ocupar dos páginas en la prensa, aunque le choca que sea por
su indumentaria más que por su talento, pero en todo caso la suya no es una
actitud impostada, pues el vestido es una anécdota. Lo que no es una anécdota
es lo que piensa ella cuando decide ponérselo. Y es que a ella simplemente le
encanta llevar minifalda. ¿Por qué no iba a ponérsela en el escenario? Yuja es
joven y china en un mundo como el de la clásica que, pese a quien pese, sigue
siendo machista, un mundo en donde sobran dedos de una mano para contar las
mujeres directoras de orquesta. Pero ella reivindica su libertad de expresarse
como desea, más allá de su talento como música.
Y por una parte hace balance y
concluye que antes de vestir así no salía tanto en la prensa. Y acto seguido se
ríe, porque al fin y al cabo "esa soy yo", aunque le llama la
atención que la prensa le dedique dos páginas por como viste y no por como
toca.
Ahí se
manifiestan las contradicciones: por un lado está la ansiedad de gestionar todo
ese talento viéndose envuelta en una carrera que va a mil por hora. Pero po
rotro lado, le excita la fama, esas entrevistas a doble página en diarios de
referencia.
¿Quién tiene
una actitud más impostada? ¿El joven talento que se esfuerza en mostrar una
actitud de comedimiento que encaje con el patrón que el mundo de la clásica le
impone? ¿O la personalidad un tanto histriónica de una joven de hoy que como
muchas de su generación está loca por la moda y que no se identifica con el
mundo convencional de la clásica?
Yuja Wang
parece estar en esa búsqueda de una expresión estética en el escenario. Una
búsqueda que ya hubo ocasión de observar en Anne Sophie Mutter, cuya belleza va
más allá de lo que expresa con el violín. Pero en el caso de la pianista china,
esa expresión coincide con su estilo de vida, el de una neoyorquina que se
siente ciudadana global pero que lleva su ADN chino. De hecho viaja cada vez
más a su país.
Julio Ríos
Yuja reside en Nueva York desde
los 14 años. No ha vuelto a vivir en China desde que salió para estudiar, y
aunque la música la ha convertido en una ciudadana del mundo, el ADN de su
formación china es evidente. Su técnica es el resultado de la disciplina férrea
adquirida en los primeros años de formación en su país.
Aunque no se puede obviar el
valor añadido de su destacada imagen mediática –haber firmado a los 22 años con
la Deutsche Grammophon, ser embajadora de una reconocida marca de relojes y llevar
estupendamente los mini y maxivestidos de diseñadores famosos con los que ha
roto los esquemas de los escenarios clásicos–, lo cierto es que Yuja Wang se
sostiene por sí misma. Posee una técnica extraordinaria, la sensibilidad para
abordar con igual maestría cualquier obra que elija y un nivel de exigencia
personal que le permite profundizar cada vez más y mejor en sus
interpretaciones.
Yuja destaca un ceñido vestido
color celeste muy escotado hasta la cintura usándolo con piel desnuda por
debajo. La prenda destaca sus pechos por el gran escote exento de ropa
interior, camiseta. No usa brasier; sólo la indumentario cubre la generosa
anatomía que se destaca en el cuerpo desnudo de Wang a través de la elegante
indumentaria del color del cielo.
Para muestra, un botón. Su video
interpretando durante 90 segundos "El vuelo del moscardón", de
Rimski-Kórsakov (para algunos el tema característico de la serie "El
avispón verde"), ha captado cinco millones de vistas. No es casual: la
velocidad de sus manos y su destreza técnica lindan con lo sobrenatural.
A Yuja Wang no la detiene nada,
mucho menos la crítica. La música es su pulso, su motor y su pasión. Hace un
tiempo escribió en su cuenta de Twitter que "la crítica debiera ser a los
músicos lo que los ornitólogos a los pájaros". Lo que la moviliza es
forzarse al máximo, casi como una experiencia mística.
De su amplísimo repertorio –toca
desde Mozart hasta Gershwin– ha elegido para un concierto la profundidad lírica
de la Sonata Nº 3 de Chopin y la fuerza electrizante de la Sonata Nº 6 de
Prokofiev, la primera de las tres "Sonatas de guerra" del gran
maestro ruso.
Admiradora
de grandes pianistas europeos como Kissin, Kempff, Schnabel,
Horowitz y Maurizio Pollini, Yuja se ha ganado el respeto de la crítica y
el público más exigentes. También el de sus colegas más veteranos, ya sean
directores como Rattle, Gergiev, Tilson Thomas y Dudamel, así
como pianistas de primera fila como Martha Argerich. Yuja, con
solo 21 años, fue requerida para sustituirla tras una cancelación con la
Boston Symphony y superó todaslas expectativas. Desde entonces, no ha dejado de
impresionar a melómanos entre los cuales hay unos
muchos jóvenes atraídos tanto por su increíble técnica y claridad
musical como por su magnetismo y burbujeante personalidad.
Ella dejó
su China natal a los 14 años para seguir sus estudios musicales en Canadá
primero y Estados Unidos, después, donde también estudió Lang Lang, otro
famoso fenómeno del piano de origen chino a quien sustituyó en
noviembre en una serie de conciertos con la Filarmónica de Berlín en
China. La globalización también es inevitable en la clásica.
By Julio D. Ríos
VERY LOW-CUT TO THE
WAIST YUJA LOOKS HER NAKED BODY THROUGH THE SKY DRESS
Yuja has lived in New
York since she was 14 years old. She has not lived in China since she left to
study, and although music has made her a citizen of the world, the DNA of her
Chinese background is evident. Her technique is the result of the iron discipline
acquired in the first years of training in her country.
Although the added value of her outstanding media image cannot be overlooked - having signed at the age of 22 with Deutsche Grammophon, being an ambassador for a renowned watch brand and wearing the mini and maxi dresses of famous designers with which she has broken the patterns of the classical stages - the truth is that Yuja Wang stands on her own two feet. She has an extraordinary technique, the sensitivity to tackle with equal mastery any work she chooses and a level of personal demand that allows her to go deeper and deeper into her interpretations.
Yuja highlights a tight
sky-blue dress very low-cut to the waist wearing it with bare skin underneath.
The garment highlights her breasts by the large neckline free of underwear,
T-shirt. She does not wear a bra; only the dress covers the generous anatomy
that stands out in Wang's naked body through the elegant sky colored clothing.
For sample, a button.
His 90-second video of Rimski-Korssakov's "Flight of the Blowfly"
(for some the theme of the "Green Hornet" series) has captured five
million views. It is not by chance: the speed of his hands and his technical
dexterity border on the supernatural.
Yuja Wang is not
stopped by anything, much less by criticism. Music is her pulse, her engine and
her passion. Some time ago she wrote on her Twitter account that
"criticism should be to musicians what ornithologists are to birds".
What moves her is to push herself to the maximum, almost as a mystical
experience.
From her very wide
repertoire - she plays from Mozart to Gershwin - she has chosen for a concert
the lyrical depth of Chopin's Sonata No. 3 and the electrifying force of
Prokofiev's Sonata No. 6, the first of the three "War Sonatas" by the
great Russian master.
An admirer of great
European pianists such as Kissin, Kempff, Schnabel, Horowitz and Maurizio
Pollini, Yuja has earned the respect of the most demanding critics and
audiences. Also that of her more veteran colleagues, whether directors like
Rattle, Gergiev, Tilson Thomas and Dudamel, as well as top pianists like Martha
Argerich. Yuja, who is only 21 years old, was asked to replace her after a
cancellation with the Boston Symphony and exceeded all expectations. Since
then, she has not ceased to impress music lovers among whom there are many
young people attracted both by her incredible technique and musical clarity and
by her magnetism and bubbling personality.
She left her native China at the age of 14 to continue her musical studies in Canada first and then in the United States, where she also studied Lang Lang, another famous piano phenomenon of Chinese origin whom she replaced in November in a series of concerts with the Berlin Philharmonic in China. Globalization is also inevitable in classical music.
Julio Ríos, escritor, periodista y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor privado, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO y la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera y segunda edición 2008 y 2017. EL ALTO PARA TODOS (2017), es su última publicación relacionada con información cultural y turística de la ciudad boliviana. Ha escrito desde 1975 hasta la fecha más de 15 mil artículos, entre editoriales, entrevistas, análisis políticos, crítica de arte, filosofía, literatura y música. Es columnista del periódico Página Siete de La Paz, Bolivia y crítico de arte. Ha ganado premios como periodista, y ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Dirige la publicación "Artistas en el pincel", dedicada a pintores contemporáneos del mundo. Escribe comentarios sobre cine en su Blog que se publican en su cuenta de Twitter. Su hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, es cineasta y guionista de las películas: Quien mató a la llamita blanca, Norte Estrecho junto a Omar Villarroel, y la Virginia de los bolivianos.