ARTISTAS PLÁSTICOS EN TIEMPOS DE
LA COVID – 19
LA PINTURA DE
Daniela Domínguez Martilotti
TALENTO ACCIÓN BELLEZA
Sólo aquellos seres dotados de sentimiento y energía realizan acopiar en una obra plástica, toda la afección desglosada de los seres humanos que, en este argumento, no representa sólo ingenuidad de niñez, sino ternura de abuelo y serenidad de adulto.
Ojos sobrecogidos, extraordinariamente leales a la realidad en un rostro iluminado por la paz interior, hacen de las imágenes de Daniela Domínguez Matilotti, un motivo muy exclusivo de encanto.
Sus acuarelas van y vienen matizando los rostros y los objetos que nos rodean. Animalitos, aves y de pronto vehículos como el clásico automóvil Volkswagen, que sobrevivió a la era alemana de la segunda guerra mundial, es pintado amorosamente en el lienzo pincelado de Daniela, dando sutil testimonio de ese carro que derivó en los nombres de escarabajo o “peta”.
El rostro, entreverando ojos de niños, niñas, seres, autorretratos, es llevado al plano de dignidad del arte, en el culto que no todos los creadores de la belleza se sumergen en el mundo de las sombras humanas para salir a la luz con obras ejemplares. Los hay, como Daniela, con la inteligencia dirigida y la responsabilidad filosófica de la vida, expresada en frases más espontáneas que intelectuales, perfilándose con criterio en el dominio de su integridad autoral. Entre pinceles, caballete y acuarelas, ella forja su existencia artística.
Distante de su tierra natal, en el Montevideo acogedor del Uruguay, sus días transcurren del brazo de calificadas pintoras, aspirando el aire artístico que hoy se transmuta en Bolivia (Santa Cruz de la Sierra), con un recorrido importante en la “Chura” Tarija.
Abunda el color, la perspectiva y el sentido armonioso en los rostros. Coloquio, en las acuarelas figurativas de infantes (varones y mujeres), asomadas a la intimidad de sus confesiones, en un reposo que hace posible admirar la forma lineal de las caras juveniles.
Nos admira y nos detiene a orar la imagen pintada de la Virgen milagrosa de Urkupiña, trabajo de fe, y extraída de un soneto bucólico inspirado en el diálogo de fieles. Textura, sin vacilación, iluminada por el alumbrado de bienaventurados en cirios católicos. La obra permite entrever destelladas las virtudes teologales, como la ya enunciada fe, junto a la esperanza y la caridad.
Su pincel se hizo cada vez mayor (hoy con la incorporación de óleos), y los aplausos vienen de ciudades del mundo, que merced al recurso digital, se aprecian sus trabajos en las redes sociales de Instagram. Todos quienes admiran sus pinturas, sin duda, significan la destreza de sus manos y la proyección de sus ideas. El reconocimiento hecho premio, abunda en las opiniones a las que dan espacios la referidas redes.
Es sorprendente, como sólo observando el vuelo de las aves o el danzar de la bailarina, luego el caballo, más adelante el gato negro en amoroso resultado, la flor que purifica con la rosa que despide el inevitable aroma que se exalta en amor, el moreno del carnaval, el pescador, la lámpara a bordo con un fondo del mar azul, el perro tan dulce, tan amigo, y así sucesivamente en una línea que le confiere el éxito a su trayectoria: tener estilo.
Es avasallador el resultado de su pincel, cuando pinta una boca, una nariz, los ojos por supuesto que ya son la ventana del alma de su lienzo, así como los pómulos, los cachetes. De otro lado la fusión del retrato mitad pintura, mitad fotografía.
Esas referencias suman un valor agregado al conjunto de su obra y es la prolijidad en el retrato; retrato magistral y concebido a niveles insospechados y armónicos. El trabajo en conjunto tiene gran fuerza para darle valor a la vida a través de sus protagonistas en una triada de seres humanos, animales y flora, y un cuatrivium de naturaleza, cielo, mar y embarcaciones.
Así nace la idea de la imagen, abriendo posibilidades creativas en un marco escondido a través del que se aguzan los sentidos en todo lo que Daniela Pinta.
La situación es una destacada apariencia en el principio filosófico de Daniela, pues esta artista recupera lo mejor de la humanidad. Con ese principio, su afán es penetrar en el alma de los seres animados y también de los inanimados. Ella ve al espectador: un espejo donde reflejar su figura para encontrarse a sí misma.
Cuando la sensibilidad del espíritu se hace más intensa, el ámbito circundante se contagia de belleza creando una atmósfera peculiar, quizá por ello sus imágenes hablan, y nosotros cual trovadores cantamos.
La obra de esta joven artista, Daniela Domínguez Martilotti, primorosamente elaborada, quiere hacernos ver de nuevo, con serenidad y cariño lo que desde siempre tenemos delante de los ojos, para volver a querer a la humanidad, a los animales, a la naturaleza e intentando con renovado brío seguir transformándolo sin cambiarlo.
En medio de esa inmensa creación donde el detalle es un importante papel creativo, donde la mente se recrea con el color y la ideas guían la quietud que se plasma en el lienzo, como las puntadas del verso de la monja que bordaba en el mayor de los silencios, dialogando tan solo con su alma, con su yo: donde las respuestas se hacían formas, se hacían arte, se hacían belleza.
En este plano, el espíritu que hoy anima a Daniela, halló de una manera iluminada la situación de un medio privilegiado por la divinidad, y que sólo los predestinados la merecen. Concentrada con grandes ojos fijos en su lienzo al que acompaña con el pincel y una espátula, interesada en la interioridad y el contenido de la pintura, se pierde en el estilo particular que ella lo ha logrado, como una veta, como un filón, que permite asegurar esa libertad del artista, que es la obra del arte, que viene del cielo y que es algo que se tendrá que seguir creando.
Julio Ríos
DANIELA DEL URUGUAY A BOLIVIA
Daniela Domínguez Martilotti, nació en Montevideo, Uruguay, el 16 de noviembre del 1972 y por esas causalidades del destino, provocadas por el exilio político, su padre buscó refugio en Bolivia. Arribó al país con apenas dos años de edad. Ubicados ya en país boliviano, decidieron como domicilio la ciudad de Tarija. Sus años de colegio los ganó en la “chura”, su tierra chapaca y en donde se sintió afectivamente ser parte de su entorno.
Daniela es una mujer muy hermosa: Tiene unos ojos que son como dos lagos de agua cristalina: Agua que llama. Agua que moja, Agua que inunda. Agua que ahoga. Ese rostro bien parecido y esa presencia de físico muy atractivo, la llevó en una primera época a incursionar en el mundo apasionante del modelaje. Su primera conquista fue ser Miss Tarija a sus 17 años, trampolín que le abrió más posibilidades a consecuencia de ser definitivamente una mujer bellísima. Aptitudes propias de la belleza, la inteligencia y otras virtudes, le llevaron a ganar el Miss Bolivia. Conocida en ese mundo que vincula al exterior del país, tuvo la coyuntura de representar a nuestro país en varios concursos internacionales.
Las puertas, entonces, se abrieron de par en par. Ingresó a la televisión presentando noticias y participó de diferentes programas. El ciclo de belleza culminó y sus aspiraciones deseaban un norte de seguir una carrera profesional, eligiendo ciencias políticas.
Ya profesional, y una vez terminada su carrera contrajo matrimonio con el empresario Cristian Reznicek, de cuya unión conyugal, la joven pareja tuvo tres hermosas mujercitas, que son, a no dudarlo, su mayor realización: Sabrina, Camila y Catalina.
Daniela es una madre ejemplo, es una esposa ejemplo, es una artista ejemplo a quien admirar por una obra original. Siempre le agradó la lectura y gracias a la autoformación que los libros ofrecen, en uno de ellos, halló un decidido impactó, para estudiar psicología, y es así que desarrolló ese increíble suceso de indagar por las experiencias, vivencias, conciencia, inconsciencia, traumas, y cuanto entraña este título.
Otro cambio en su carrera para conquistar otra profesión se produjo por su interés en el coaching ontológico. Tomó los cursos y encontró un complemento perfecto con la psicología, mezclando el agregado del kabbalah que es otra de sus pasiones en los terrenos metafísicos y esotéricos.
¿Y el arte? Ya existía un talento en ciernes y desde muy chiquita. Le gustaba dibujar, cantar, actuar, bailar, todo aquello que signifique arte. Siempre fue muy versátil, desenvuelta y poseedora de una personalidad fuerte que le provocaba expresarse en todo lo que hacía y aprendía. Conociendo el itinerario familiar Domínguez-Martilotti, asomo genéticamente un ejemplo de dignidad vocacional de su Madre. No la conoció por las vicisitudes de la vida a la que Dios llamó prematuramente.
Sin embargo, supo que ella pintaba hermoso y era muy hábil con todo lo que hacía. Hoy un legado recogido por Daniela. Hace un par de años que sus hijas empezaron a volar más en edad, solicitando en el plano familiar un replanteamiento en Daniela. Se puso vigente el arte, de pintar con arte, de conectarse con el examen sagaz de la conciencia creadora en que ella modificó su vida, y ahora dedica todo ese tiempo que era de ellas.
Toda esta experiencia le permitió indagar en una seria decisión con la pintura. Así se inició un nuevo reto que la realizó en su espíritu, en su alma, en su corazón, en su mente y en su estirpe. Hoy el arte plástico es su vida y su actividad profesional definitiva. Pinta todos los días, vacaciones incluidas, viajes también donde su principal valija transporta sus pinceles.
La antesala a su arte fue compenetrarse de la sencillez que reviste la acuarela. Comenzó con retratos que primero eran copiados del internet, y más adelante de familiares. El resultado es que se transformó en una profesional con mucha demanda. Daniela recibe encargos que le solicitan participar de un retrato. El público, el cliente no le es muchas veces conocido, habida cuenta que la referencia nace de lo que su obra transmite y se da a conocer meteóricamente atendiendo clientes. Su pintura, entonces, aporta a llenar el alma de las personas al verse plasmadas en un retrato sobre el lienzo.
Hoy trabaja asesorada por un destacado Maestro en óleo que la está orientando en sus técnicas con algunos resultados que permiten vaticinar más logros que provocarán a Daniela, diversificar técnicas y ampliar sus acciones pictóricas rumbo a mayores éxitos.
Daniela, al consolidar su obra y provocar mayor impacto, decidió posicionar su firma en los cuadros. Ahora lo hace con el apellido de su Madre, Martilotti, y ya la mayoría de sus nuevos cuadros registran esta nueva determinación que sustituye a la firma Daniela Domínguez.
Cuando parece que la vida imita al arte, es porque
el arte ha logrado anunciar la vida. Siguiendo el cauce de esta idea se puede
vislumbrar con claridad el sentido primordial de la obra pictórica de esta
artista expresándolo así: El arte de Daniela Domínguez Martilotti, anuncia la
vida.
By Julio Ríos
DANIELA FROM URUGUAY TO BOLIVIA
Daniela Domínguez Martilotti was born in Montevideo, Uruguay, on 16 November 1972 and because of the fateful circumstances caused by political exile, her father sought refuge in Bolivia. She arrived in the country when she was only two years old. Once in the Bolivian country, they decided to live in the city of Tarija. She earned her schooling in the "chura", her "chapaca" land, where she felt affectionately part of her environment.
Daniela is a very beautiful woman: She has eyes that are like two lakes of crystalline water: Water that calls. Water that wets, Water that floods. Water that drowns. That good-looking face and the presence of a very attractive physique, led her in a first time to incursion in the exciting world of modeling. Her first conquest was to be Miss Tarija at the age of 17, a springboard that opened up more possibilities as a result of being definitely a beautiful woman. Aptitudes typical of beauty, intelligence and other virtues, led him to win the Miss Bolivia. Known in this world that links the outside of the country, she had the opportunity to represent our country in several international competitions.
The doors, then, opened wide. She entered the television presenting news and participated in different programs. The cycle of beauty culminated and his aspirations wanted a north to follow a professional career, choosing political sciences.
Once she had finished her career, she married the businessman Cristian Reznicek, whose marital union gave the young couple three beautiful women, who are, without a doubt, her greatest achievement: Sabrina, Camila and Catalina.
Daniela is an example mother, an example wife, an example artist to admire for an original work. She always liked reading and thanks to the self-training that books offer, in one of them, she found a determined impact, to study psychology, and that is how she developed that incredible event of investigating the experiences, experiences, consciousness, unconsciousness, traumas, and how much this title entails.
Another change in his career to conquer another profession came because of his interest in ontological coaching. He took the courses and found a perfect complement to psychology, mixing the addition of kabbalah which is another of his passions in the metaphysical and esoteric fields.
And the art? There was already a talent in the making and from a very young age. She liked to draw, sing, act, dance, everything that means art. She was always very versatile, confident and possessed a strong personality that provoked her to express herself in everything she did and learned. Knowing Domínguez-Martilotti's family itinerary, she is a genetic example of her mother's vocational dignity. He did not know her because of the vicissitudes of the life to which God called him prematurely.
However, he knew that she painted beautifully and was very skilled at everything she did. Today a legacy collected by Daniela. A couple of years ago, her daughters began to fly more in age, requesting on the family level a rethinking in Daniela. The art, of painting with art, of connecting with the sagacious examination of the creative conscience in which she modified her life, was put in force and now she dedicates all that time that was theirs.
All this experience allowed her to investigate a serious decision with painting. Thus began a new challenge that she fulfilled in her spirit, in her soul, in her heart, in her mind and in her lineage. Today, plastic art is his life and his definitive professional activity. He paints every day, holidays included, trips also where his main suitcase carries his brushes.
The prelude to his art was to become familiar with the simplicity of watercolour. He began with portraits that were first copied from the internet, and later from family members. The result is that she became a professional in great demand. Daniela receives commissions that ask her to participate in a portrait. The public, the client, is not often known to her, given that the reference is born from what her work transmits and is made known meteorically by attending to clients. His painting, then, contributes to fill the soul of people when they see themselves captured in a portrait on the canvas.
Today she works advised by an outstanding Master in oil that is guiding her in her techniques with some results that allow to predict more achievements that will provoke Daniela, to diversify techniques and to extend her pictorial actions towards greater successes.
Daniela, when consolidating her work and provoking greater impact, decided to position her signature in the paintings. Now she does it with her mother's surname, Martilotti, and already most of her new paintings register this new determination that replaces the signature of Daniela Domínguez.
When it seems that life imitates art, it is because art has succeeded in announcing life. By following the path of this idea, one can clearly see the primordial meaning of the pictorial work of this artist, expressing it in this way: Daniela Domínguez Martilotti's art announces life.
ACERCA DEL AUTOR
Julio Ríos, escritor, periodista y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor privado, asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO y la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera y segunda edición 2008 y 2017. EL ALTO PARA TODOS (2017), es su última publicación relacionada con información cultural y turística de la ciudad boliviana. Ha escrito desde 1975 hasta la fecha más de 15 mil artículos, entre editoriales, entrevistas, análisis políticos, crítica de arte, filosofía, literatura y música. Es columnista del periódico Página Siete de La Paz, Bolivia y crítico de arte. Ha ganado premios como periodista, y ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Dirige la publicación "Artistas en el pincel", dedicada a pintores contemporáneos del mundo. Escribe comentarios sobre cine en su Blog que se publican en su cuenta de Twitter. Su hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, es cineasta y guionista de las películas: Quien mató a la llamita blanca, Norte Estrecho junto a Omar Villarroel, y la Virginia de los bolivianos.