jueves, 17 de diciembre de 2020

KHATIA BUNIATISHVILI / Piano

 


CONCIERTO EN TIEMPOS

DE LA COVID – 19



FRANKFURT RADIO SYMPHONY ORCHESTA

 


DIRECTOR

PAAVO JARVI

 


PIANO SOLISTA

KHATIA BUNIATISHVILI

 


ROBERT SCHUMANN

  CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA

IN A MINOR OP. 54

 

El Concierto para piano y orquesta en la menor de Robert Schumann es, de los tres conciertos escritos por él —para piano, violín y violonchelo—, el primero de ellos, opus 54, en La menor, el que ha alcanzado mayor difusión, y está considerado como una de las columnas básicas del repertorio para piano y orquesta.

Schumann había compuesto en 1841 una fantasía para esta combinación, pero no estando satisfecho con ella la dejó reposar durante un tiempo. En 1845 la revisó cuidadosamente y añadió al inicial otros dos movimientos, con lo que formó su Concierto para piano.

El resultado fue una obra singular, alejada del modelo de concierto establecido por Mozart y consolidado por Beethoven, que el propio Schumann calificó de “algo entre concierto, sinfonía y gran sonata”.

El estreno tuvo lugar el 1 de enero de 1846 en Leipzig, teniendo a la esposa del compositor, Clara, como extraordinaria solista. Hasta casi el final de sus días, en 1896, tocó esta gran artista el concierto de su marido por las salas de concierto de Europa.

Edvard Grieg (estudiante en el Conservatorio de Leipzig en aquellos momentos), escucharía el concierto, interpretado de nuevo por Clara Schumann, en 1859, y reflejará en su Concierto para piano y orquesta en La menor la influencia schumaniana.

Consta este Concierto para piano y orquesta en la menor de dos movimientos, si bien en el segundo de ellos se funden el segundo propiamente y el tercero:

Allegro affettuoso. Este primer movimiento se inicia sin introducción orquestal, y todo él se vertebra en torno a un precioso tema principal, aun cuando, de manera muy libre, el movimiento está construido a grandes rasgos en la tradicional forma sonata. Compases 120 a 127 del último movimiento del concierto.

Intermezzo, Andantino grazioso (arracca), Allegro vivace. El segundo movimiento hace honor a su doble nombre. Tiene gracia y finura, además de un tono intimista y romántico. 

Robert Schumann (8 de junio de 1810, Zwickau; 29 de julio de 1856, Endenich, hoy en día Bonn), fue un compositor, pianista y crítico musical alemán del siglo XIX. Es considerado uno de los más importantes y representativos compositores del Romanticismo musical.

 










Schumann dejó sus estudios de derecho, con la intención de seguir una carrera como virtuoso pianista. Su maestro Friedrich Wieck le había asegurado que podría convertirse en el mejor pianista de Europa, pero una lesión en la mano terminó este sueño y centró sus energías musicales en la composición. Se casó con la hija de Wieck, Clara, después de una larga y dura batalla legal con el padre. Comenzó una asociación musical para toda la vida, ya que Clara era una pianista y prodigio musical consolidada. Clara y Robert también mantuvieron una estrecha relación con el compositor alemán Johannes Brahms.

Hasta 1840, Schumann compuso exclusivamente obras para piano. Más tarde, escribió para piano y orquesta y muchos lieder. Compuso cuatro sinfonías, una ópera y otras obras orquestales, corales y de cámara.

Sus obras más conocidas incluyen Carnaval, Estudios sinfónicos, Escenas infantiles, Kreisleriana y Fantasía en do. Fue conocido por llenar su música con personajes a través de motivos, así como referencias a obras literarias. Estos personajes emanaron en su redacción editorial en la Neue Zeitschrift für Musik, una publicación ubicada en Leipzig que cofundó. En sus obras, de gran intensidad lírica, confluyen una notable complejidad musical con la íntima unión de música y texto.

 













Khatia Buniatishvili comenzó a estudiar piano bajo la enseñanza de su madre a la edad de tres años, como su hermana Gvantsa. Dio su primer concierto con la Orquesta de Cámara en Tbilisi a la edad de seis. Desde los diez años ha dado conciertos en Europa, Rusia, Ucrania, Armenia, Israel y los Estados Unidos. Se graduó de la Escuela Central de Música de Tbilisi, y luego ingresó al Conservatorio Estatal de Tiflis, en el 2004. Buniatishvili, quien ha descrito el piano como “símbolo de soledad musical”, escogió este instrumento sobre el violín a pesar de su oído absoluto. Ella y su hermana aprendieron juntas a tocar el piano y tocaban dúos en casa. Sus actuaciones juntas suelen ser memorables.

Entre otras, Buniatishvili se ha presentado con la Orquesta de París, bajo la dirección de Paavo Järvi, la Filarmónica de Los Ángeles, la Orquesta Sinfónica de Viena, la Orquesta Nacional de Francia bajo la batuta de Daniele Gatti y la Orquesta Filarmónica de Londres. También ha interpretado música de cámara con músicos como Gidon Kremer y Renaud Capuçon.

 

Julio Ríos 

Khatia y Schumann

En plena vigencia de la pandemia a consecuencia del Covid 19, el canal YouTube sorprende con un concierto grabado el 23 de agosto de 2012 en el Rheingau Musik Festival de Wiesbaden, Kurhaus, donde Kahatia Buniatishvili nos vuelve a sorprender con su exquisita ejecución de la obra para piano y orquesta de Schumann. Dirige el Maestro Paavo Jarvi, junto a la Frankfurt Radio Symphony Orchesta.

El auditorio está atento a la entrada de la solista y director, mientras la orquesta afina sus instrumentos. Llega el momento. Kathia aparece deslumbrante y sensual. Cubre su muy escotado cuerpo desnudo, un elegante vestido blanco ceñido a su generosa anatomía, donde la parte trasera de la prenda muestra en ella la pronunciada piel desarropada. Sus pechos asoman claros por el acomodo del atuendo apretado hacia atrás y sostenido por un dobladillo tipo bikini que revela su presencia sutilmente desnuda y exenta de prendas interiores. Únicamente, y de manera notoria, el traje blanco cubre su piel descalza por hallarse liberada de camiseta y sujetador. Elegante y segura de sí misma, se inclina con una venia con la que saluda al auditorio avasallado por un público ansioso de escucharla.

La partitura lleva escrita la introducción del piano en un ritmo veloz, a lo que las manos de Khatia resbalan de izquierda a derecha el teclado del hermoso Steinway & Sons, piano que ocupa los acordes del inicio del concierto. Suavemente la orquesta siguiendo las señales de la batuta entona una amorosa melodía. Es el Allegro affettuoso, extendido en quince minutos y medio impregnados de sonoridad y exigencias de digitación prolija de la que es posesora la pianista. El diálogo entre orquesta y solista es ágil y llamativo al extremo de provocar la concentración del público que escucha, observa y se admira de la extraordinaria técnica propia del genio interpretativo de Khatia.

El Concierto es una partitura de especial dificultad para el solista, pero no para Khatia; es una obra virtuosística en el sentido habitual del término y la solista nos brinda musicalidad, estilo, sensibilidad, y el deslumbramiento técnico y mecánico. La personalísima orquestación que utilizó su autor contribuye al ámbito intimista de la partitura, alejada de cualquier veleidad de efectismos corrientes.

La afectuosa plática entre Khatia y la orquesta preside todo este tiempo, que, en su última secuencia, Khatia retoma el tema del primer movimiento, sirviéndole de lazo de unión con el Allegro vivace final, de gran y variada riqueza melódica, tono sonriente y ritmos marcados, con pasajes sincopados de gran efecto dentro del ámbito de lírica sobriedad que preside la composición.

Los elementos melódicos y rítmicos son revelados por la pianista y asoman presentes y muy pronunciados. Khatia interpreta con talento una obra cálida, melódica, y notoriamente atractiva.

El Allegro vivace transcurre sonoro, el Maestro Paavo Jarvi dirige con prolijidad a sus músicos, mientras Khatia muestra resbalar sus dedos en el teclado con un pronunciado virtuosismo. Su técnica es asombrosa, más su digitación permite entrever seguridad, concentración e incluso iluminación. Entra en transe y deja que su espíritu se sumerja en el final de la partitura, que revestida de contornos brillantes y melódicamente acentuados, provocan un final impresionante con una respuesta del público que espontáneamente ovaciona tan indeleble ejecución.

 


By Julio D. Ríos

Khatia and Schumann
 
IN A VERY LOW-CUT WHITE SUIT THROUGH THE
NAKED BODY OF THE TALENTED PIANIST

At the height of the pandemic as a result of Covid 19, the YouTube channel surprises us with a concert recorded on 23 August 2012 at the Rheingau Musik Festival in Wiesbaden, Kurhaus, where Kahatia Buniatishvili surprises us once again with her exquisite performance of Schumann's piano and orchestra work. Conducted by Maestro Paavo Jarvi, together with the Frankfurt Radio Symphony Orchesta.

The audience is attentive to the entrance of the soloist and conductor, while the orchestra tunes its instruments. The moment arrives. Kathia appears dazzling and sensual. She covers her very low-cut naked body, an elegant white dress that fits her generous anatomy, where the back of the garment shows the pronounced developed skin. Her breasts are lightly outlined by the fit of the attire, tightly pulled back and held up by a bikini hem that reveals her subtly naked presence free of undergarments. Only the white suit covers her barefoot, as it is free of a T-shirt and bra. Elegant and self-confident, she bows down with a vengeance to greet the audience, which is overwhelmed by an eager audience.

The score has the introduction of the piano written in a fast rhythm, to which Khatia's hands slide from left to right on the keyboard of the beautiful Steinway & Sons, the piano that occupies the chords at the beginning of the concert. Gently the orchestra follows the baton signals and sings a loving melody. This is the Allegro affettuoso, spread out over fifteen and a half minutes, imbued with the sonority and the demands of neat fingering that the pianist possesses. The dialogue between orchestra and soloist is agile and striking to the extent of provoking the concentration of the audience that listens, observes and admires the extraordinary technique of Khatia's interpretative genius.

The Concerto is a particularly difficult score for the soloist, but not for Khatia; it is a virtuoso work in the usual sense of the word and the soloist provides us with musicality, style, sensitivity, and technical and mechanical dazzle. The very personal orchestration used by the composer contributes to the intimate atmosphere of the score, far from any fickleness of ordinary effects.

The affectionate conversation between Khatia and the orchestra presides all this time, which, in its last sequence, Khatia takes up again the theme of the first movement, serving as a link with the final Allegro vivace, of great and varied melodic richness, smiling tone and marked rhythms, with syncopated passages of great effect within the scope of the sober lyric that presides over the composition.

The melodic and rhythmic elements are revealed by the pianist and are present and very pronounced. Khatia interprets with talent a warm, melodic, and notoriously attractive work.

The lively Allegro runs with sound, Maestro Paavo Jarvi leads his musicians with tidiness, while Khatia shows slipping her fingers on the keyboard with pronounced virtuosity. Her technique is amazing, plus her fingering allows a glimpse of security, concentration and even illumination. She enters into a transept and lets her spirit immerse itself in the end of the score, which, covered with brilliant and melodically accentuated contours, provokes an impressive ending with a response from the audience that spontaneously gives such an indelible ovation.

 



















Kathia aparece deslumbrante y sensual. Cubre su muy escotado cuerpo desnudo, un elegante vestido blanco ceñido a su generosa anatomía, donde la parte trasera de la prenda muestra en ella la pronunciada piel desarropada. Sus pechos asoman claros por el acomodo del atuendo apretado hacia atrás y sostenido por un dobladillo tipo bikini que revela su presencia sutilmente desnuda y exenta de prendas interiores. 

Únicamente, y de manera notoria, el traje blanco cubre su piel descalza por hallarse liberada de camiseta y sujetador. Elegante y segura de sí misma, se inclina con una venia con la que saluda al auditorio avasallado por un público ansioso de escucharla.

 


A CERCA DEL AUTOR

Julio Ríos, escritor, periodista y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor privado, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO y la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera y segunda edición 2008 y 2017. EL ALTO PARA TODOS (2017), es su última publicación relacionada con información cultural y turística de la ciudad boliviana. 

Ha escrito desde 1975 hasta la fecha más de 15 mil artículos, entre editoriales, entrevistas, análisis políticos, crítica de arte, filosofía, literatura y música. Es columnista del periódico Página Siete de La Paz, Bolivia y crítico de arte. Ha ganado premios como periodista, y ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Dirige la publicación "Artistas en el pincel", dedicada a pintores contemporáneos del mundo. Escribe comentarios sobre cine en su Blog que se publican en su cuenta de Twitter. Su hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, es cineasta y guionista de las películas: Quien mató a la llamita blanca, Norte Estrecho junto a Omar Villarroel, y la Virginia de los bolivianos.

JULIO RÍOS, ES ESCRITOR Y CONSULTOR