miércoles, 16 de diciembre de 2020

 


 

CONCIERTO EN PANDEMIA

COVID – 19

 


ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERLIN

DIRECTOR

SIR SIMON RATTLE

 


PIANO SOLISTA

YUGA WANG

 


BÉLA BARTÓK

TRIPLE CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA

 

El último de los tres conciertos para piano del autor húngaro Béla Bartók fue compuesto en 1945 en Nueva York, adonde había llegado en octubre de 1940, huyendo de la barbarie nazi en compañía de su mujer, Ditta Pasztory. A ella está dedicado el concierto, como regalo de cumpleaños. En la última página de la partitura, el compositor anotó, en húngaro, la palabra vége (fin). Fue lo último que escribió. Esa misma noche fue llevado desde su apartamento en la calle 57 hasta un hospital en el lado oeste de Manhattan, donde murió cuatro días más tarde, el 26 de septiembre de 1945.

Los últimos cinco años de su vida los pasó Bartók en los Estados Unidos. No fueron años muy productivos. Tampoco felices. Los dos primeros años no escribió nada y a partir de 1942 su salud se debilitó repentinamente, luego empeoró y el maestro parecía no poder recuperse. Pero en mayo de 1943, el encargo del Concierto para Orquesta por parte de un director ruso lo volvió a la vida. La música volvió a fluir otra vez, hasta 1945, año que marcó un punto culminante. Lamentablemente, ya quedaba poco tiempo.

Por primera vez en años, Bartók trabajó en dos piezas significativas simultáneamente: el Concierto para viola y el Tercer Concierto para piano. Y cuando abandonó su apartamente por última vez tenía en borrador un nuevo cuarteto de cuerdas y estaba considerando el encargo de un concierto para dos pianos solicitado por una pareja de pianistas. Es muy probable que este resurgimiento de tal actividad haya sido motivado por la conciencia de su salud precaria.

Se cuenta que cuando llegó al hospital habría dicho: "es una lástima que deba irme con la maleta llena". A diferencia de sus dos conciertos anteriores, el Concierto No 3 no exige al intérprete un excelso virtuosismo. Tampoco exhibe un notorio modernismo sino más bien una gran adherencia a los modelos y las formas tradicionales. Incluso los elementos melódicos y rítmicos húngaros, si bien están presentes, no son tan pronunciados como en los conciertos previos.

Béla Viktor János Bartók, conocido como Béla Bartók (en húngaro: Bartók Béla), (Nagyszentmiklós, Imperio austrohúngaro —actualmente Sânnicolau Mare, Rumanía—, nació el 25 de marzo de 1881, y falleció en Nueva York, el 26 de septiembre de 1945. Fue un músico húngaro que destacó como compositor, pianista e investigador de música folclórica de la Europa oriental.

Es considerado uno de los mayores compositores del siglo XX; Liszt y él son considerados los grandes compositores húngaros (Gillies 2001). Bartók fue uno de los fundadores de la etnomusicología, basada en las relaciones que unen la etnología y la musicología.

Béla Bartók nació en el Banato austrohúngaro, una región situada en la confluencia de las culturas húngara, rumana y serbia, y foco tradicional de oposición al dominio de la Casa de Habsburgo y más tarde al régimen de Miklós Horthy. Su padre era director de una escuela agrícola y su madre, Paulina (Paulina Voit de soltera), era maestra. Esta empezó a enseñarle a tocar el piano cuando tenía cinco años. El talento musical de Bartók fue muy notable desde temprana edad: según su madre, era capaz de distinguir diferentes ritmos de danzas que ella tocaba al piano antes de haber aprendido a hablar correctamente. Y podía tocar 40 piezas al piano con tan solo cuatro años.

En 1888, después de la muerte de su padre (al que Béla admiraba mucho), su madre se llevó a él y a su hermana, Erzsébet, a vivir a Nagyszőlős (Vinogradiv, ahora en Ucrania), donde daba clases de piano. Es en esa ciudad que Béla empezó a componer a la edad de nueve años.


Con 11 años, Bartók dio su primer concierto: el allegro de la sonata Waldstein de Beethoven y una de sus primeras composiciones, El curso del Danubio, compuesta dos años antes. La familia se trasladó entonces a Pozsony (Presburgo en alemán y la actual Bratislava, capital de Eslovaquia), donde László Erkel le acogió como pupilo y le enseñó armonía y piano. Allí conoció también al compositor y pianista Ernő Dohnányi.

El Concierto para piano y orquesta n.º 3 en mi mayor, Sz. 119, fue escrito por Béla Bartók en 1945 mientras el compositor vivía exiliado en los Estados Unidos y padecía una fase terminal de leucemia.

Bartók quiso dedicar el concierto a su esposa Ditta Pásztory-Bartók, una talentosa pianista. Al morir Bartók el 26 de septiembre de ese año, el tercer y último movimiento del concierto estaba inconcluso. Su alumno, Tibor Serly, fue responsable de completar los últimos 17 compases.

El concierto se compone de tres movimientos y se aparta notablemente de obras anteriores del autor en la medida en que contiene numerosos temas tonales y carece en buena parte de los rasgos de color sombrío y complejidad rítmica característicos de composiciones previas. Por otro lado, la parte solista es de menor virtuosismo que en los dos primeros conciertos.

El concierto fue interpretado por primera vez el 8 de febrero de 1946, por György Sandor y la Orquesta de Philadephia, dirigida por Eugene Ormandy, con una recepción crítica poco favorable, precisamente por las características antes señaladas.

El acompañamiento orquestal se compone de cuerdas, dos flautas, (la segunda toca también el flautín), dos oboes, (el segundo toca también el corno inglés) dos clarinetes, (el segundo toca también el clarinete bajo)), dos fagots, cuatro trompas, dos trompetas, dos trombones, una tuba, timbales y percusión (que incluye un xilófono y un tam-tam).

Los tres movimientos del concierto tienen una duración total de unos 25 minutos. Son sus tiempos: Allegretto, Adagio religioso y Allegro vivace




















 

Julio Ríos

La belleza de escuchar a Yuga

Yuja Wang, nació en Pekín, el 10 de febrero de 1987; es una pianista clásica china. Comenzó a estudiar piano a la edad de seis años. Ingresó en el Conservatorio Central de Música de Pekín un año después. A la edad de 21 años ya era internacionalmente reconocida y daba recitales alrededor del mundo. Tiene contrato de grabación con Deutsche Grammophon.

Para ella, tocar música es transportarse a otro modo de vida, otra forma de ser. Ingresa al escenario acompañada de Sir Simon Tattle, Director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, y cada uno toma su lugar: Tattle al podio y Wang al piano. Previamente Yuga saluda al primer violín y conchertino. El público la mira admirado. Vestida con indumentaria color morada, casi azul, la pianista luce la prenda muy escotada y la usa sobre el mismo cuerpo desnudo exento de prendas interiores. Es un acicalado conjunto largo que permite a la artista mostrar mucha piel. No usa ningún anexo íntimo o sujetador. Es la presencia desnuda a través del morado que ajusta su generosa anatomía.

El Concierto No 3 exige permite a Yuga un excelso virtuosismo. Los elementos melódicos y rítmicos húngaros son revelados por la pianista y asoman presentes y muy pronunciados. Yuga interpreta con talento una obra cálida, melódica, y popularmente atractiva.

El Allegretto transcurre sonoro, Tattle dirige con prolijidad a sus músicos, mientras Yuga muestra resbalar sus dedos en el teclado con un pronunciado virtuosismo. Su técnica es asombrosa, más su digitación permite entrever seguridad, concentración e incluso iluminación. Entra en transe y deja que su espíritu se sumerja en la partitura revestida de contornos húngaros.

El segundo movimiento es lento y la sensibilidad de Yuga entrevera un notorio sentimiento. Con los ojos cerrados dialoga con la orquesta y el Adagio religioso se transmuta en oración. Piano y orquesta ingresan finalmente al Allegro vivace; Yuga mueve las manos, mueve los dedos, mueve el cuerpo, y el piano obedece al ritmo, a la armonía y a la melodía impuestas por Wang.

Los últimos acordes que frenan en seco, tal como lo escribió Bártok, finalizan el amoroso concierto de matices modernos, contemporáneos muy diferente a las obras de los clásicos y románticos. El público aplaude, la pianista se levanta, abraza al director, extiende la mano al primer violinista y con una venia provoca la ovación del auditorio que no deja de aplaudir emocionado ante el regalo musical del que fue objeto. Yuga se aleja, no sin antes seguir provocando la admiración de su talento, su belleza y su sensualidad que coexisten en la pianista con notable presencia, carácter y genialidad.

 

By Julio D. Rios

The beauty of listening to Yuga

NAKED AND VERY LOW-CUT BODY TO

THROUGH THE ELEGANT PURPLE DRESS

Yuja Wang, born in Beijing on February 10, 1987, is a classical Chinese pianist. She began studying piano at the age of six. She entered the Beijing Central Conservatory of Music a year later. At the age of 21 she was already internationally recognized and gave recitals around the world. She has a recording contract with Deutsche Grammophon.

For her, playing music is a transport to another way of life, another way of being. She enters the stage accompanied by Sir Simon Tattle, conductor of the Berlin Philharmonic Orchestra, and each takes her place: Tattle on the podium and Wang on the piano. Prior to this, Yuga greets the first violin and conchertino.

The audience looks on in admiration. Dressed in purple, almost blue, clothing, the pianist wears the garment very low-cut and wears it on the same naked body without underwear. It is a long, neat ensemble that allows the artist to show a lot of skin. She does not wear any intimate attachments or brassieres. It is the naked presence through the purple that adjusts her generous anatomy.

Concert No. 3 demands Yuga's excellent virtuosity. The Hungarian melodic and rhythmic elements are revealed by the pianist and are present and very pronounced. Yuga performs with talent a warm, melodic, and popularly attractive work.

The Allegretto is sonorous, Tattle leads his musicians neatly, while Yuga slides his fingers on the keyboard with pronounced virtuosity. His technique is amazing, plus his fingering allows a glimpse of security, concentration and even lighting. He enters into transept and lets his spirit immerse itself in the score covered with Hungarian contours.

The second movement is slow and Yuga's sensitivity reveals a remarkable feeling. With his eyes closed he dialogues with the orchestra and the religious Adagio is transmuted into prayer. Piano and orchestra finally enter the Allegro vivace; Yuga moves his hands, moves his fingers, moves his body, and the piano obeys the rhythm, harmony and melody imposed by Wang.

The last chords that stop in their tracks, as written by Bártok, end the amorous concert of modern, contemporary nuances that are very different from the works of the classics and romantics. The audience applauds, the pianist stands up, embraces the conductor, extends her hand to the first violinist and with a bow provokes a standing ovation from the audience that does not stop applauding emotionally before the musical gift that he was given. Yuga walks away, but not before continuing to provoke the admiration of his talent, his beauty and his sensuality that coexist in the pianist with notable presence, character and genius. 


Yuga is tall, beautiful, sensual and always very low-cut. She stands out for her naked body barely tucked in through two garments that show bare skin, free from other vests. Yuga is a naked presence through a tiny, preening bikini.

Yuga es alta, hermosa, sensual y siempre muy escotada. Destaca por su cuerpo desnudo apenas acicalado entre dos prendas que muestran la piel desnuda, libre de camisetas. Yuga es una presencia desnuda a través de un diminuto bikini.













ACERCA DEL AUTOR

Julio Ríos, escritor, periodista y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor privado, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO y la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera y segunda edición 2008 y 2017. EL ALTO PARA TODOS (2017), es su última publicación relacionada con información cultural y turística de la ciudad boliviana. 

Ha escrito desde 1975 hasta la fecha más de 15 mil artículos, entre editoriales, entrevistas, análisis políticos, crítica de arte, filosofía, literatura y música. Es columnista del periódico Página Siete de La Paz, Bolivia y crítico de arte. Ha ganado premios como periodista, y ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Dirige la publicación "Artistas en el pincel", dedicada a pintores contemporáneos del mundo. Escribe comentarios sobre cine en su Blog que se publican en su cuenta de Twitter. Su hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, es cineasta y guionista de las películas: Quien mató a la llamita blanca, Norte Estrecho junto a Omar Villarroel, y la Virginia de los bolivianos.

JULIO RÍOS, ES ESCRITOR Y CONSUTOR