domingo, 6 de diciembre de 2020

APUNTES EN PANDEMIA

COVID – 19

 
 

EL TELETRABAJO

Las dos caras del home office

La mayoría de las organizaciones lo ha implementado de manera mandatoria y acelerada debido a la nueva enfermedad. Sin embargo, ya se están visualizando algunas consecuencias de no realizarlo de manera programada, paulatina y organizada

Antes de la aparición del COVID-19, solo 1 de cada 3 empleados en Latinoamérica podía trabajar en sus hogares.

Si bien hemos naturalizado el trabajo remoto en los últimos meses, previo a la pandemia eran muy pocas las personas que utilizaban esa modalidad con habitualidad.

De hecho, una investigación publicada por la Comisión Europea destacó el crecimiento casi nulo que tuvo en la última década hasta principios de este año, manteniéndose en valores cercanos al 10% de los empleados en relación de dependencia y no más de 1 cada 3 de los autónomos.

De igual manera, un estudio presentado por Bumeran recientemente destaca que antes de la aparición del COVID-19, solo 1 de cada 3 empleados en Latinoamérica podía trabajar en sus hogares (tanto dependientes como cuentapropistas). Y es tan así, que hasta mediados de marzo solo un selecto grupo empresas tenía como beneficio -muy valorado y diferencial- la posibilidad de que sus colaboradores trabajasen fuera de las oficinas y lo hacían generalmente como máximo un par de veces por semana.

Era una de las ventajas competitivas que resaltaban los mejores empleadores y un aspiracional para los jóvenes y no tan jóvenes talentos.Sin embargo, desde esa fecha, la mayoría de las empresas lo han implementado de manera mandatoria y acelerada como su única opción, en aquellos casos en lo que era posible, para poder seguir desarrollando muchas de sus actividades.

De lo que eran estrategias de home office, planificadas e implementadas con una serie de políticas, aspectos de infraestructura, tecnología, prácticas y cultura que permitían una adopción paulatina a una activación intempestiva y repentina, de un día para el otro.

Para todos aquellos que ya tenían incorporada previamente esta manera de interactuar no solo no fue una sorpresa, sino que implicó una continuidad y una potenciaciónEl director de tecnología de uno de los bancos líderes en la región destacó que durante el mes de marzo compraron miles de laptops para permitir que sus ejecutivos comenzaran a trabajar fuera de las sucursales y de las oficinas, por primera vez en la historia.

En esa dirección, el mismo reporte de Bumeran señaló el crecimiento exponencial que ha tenido la adopción de esta modalidad y que dos de cada tres colaboradores piensan que son más productivos en sus casas que en la oficina. Evidentemente, está claro que la aparición del Cisne Negro denominado COVID-19 generó otro Cisne Negro en las empresas: la necesidad de que sus colaboradores comiencen a trabajar fuera de la propia locación de la organización.

Las denominaciones a esta forma de trabajo son variadas, entre ellas trabajo remoto, teletrabajo, trabajo a distancia, home office, telecommuting, trabajo virtual, working from home, trabajo distribuido.

Las denominaciones a esta forma de trabajo son variadas, entre ellas trabajo remoto, teletrabajo, trabajo a distancia, home office, telecommuting, trabajo virtual, working from home, trabajo distribuido.

Desde ya, para todos aquellos que ya tenían incorporada previamente esta manera de interactuar no solo no fue una sorpresa, sino que implicó una continuidad y una potenciación. Sin embargo, para todos los que se resistieron a utilizarla durante todos estos años, lamentablemente muchos en nuestras latitudes, el esfuerzo para implementarla fue y sigue siendo muy superior. Consideremos que, en esta oportunidad, al verse forzadas por las circunstancias y no provenir de la propia voluntad, no tenían preparada ni la infraestructura, ni los procesos ni la cultura requerida.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a home office? Toda actividad laboral que se realiza fuera de las instalaciones de una empresa mediante la utilización de tecnologías. Si bien no todo trabajo se puede hacer de esta forma, está corroborado que cada vez se incrementan más las opciones.

Lo que antes parecía imposible, hoy se está demostrando que es factible, desde maestros a muchas áreas de la medicina. Un aspecto para considerar es que el lugar físico para realizarlo no necesariamente es la casa de trabajador, que es donde la mayoría lo realiza hoy , sino cualquier espacio que no pertenezca a la empresa. Por eso, la denominación más genérica es trabajo remoto, virtual y distribuido.

Más allá de que en esta oportunidad estuvo impulsado por la emergencia sanitaria, hay que tomar en cuenta las múltiples ventajas que puede ofrecer para todas las partes involucradas:-Aumento de la productividad personal y organizacional (sobre todo a mediano y largo plazo). Incremento de la motivación y satisfacción (en la mayoría de los casos). Optimización en la utilización de los recursos. Se evitan tiempos y costos de traslado hacia y desde el trabajo. Contribución al cuidado del medioambiente y disminución del tránsito. Es inclusivo para aquellos que son más vulnerables.

Atracción del talento de las nuevas generaciones. Fomento a vidas integralmente balanceadas. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a home office? Toda actividad laboral que se realiza fuera de las instalaciones de una empresa mediante la utilización de tecnologías (Shutterstock).

Si bien inicialmente fue pensado para responder a situaciones personales particulares (como por ejemplo el regreso de una licencia prolongada, ante ciertas dificultades para movilizarse o la maternidad) se fue expandiendo para impulsarse como una manera de interactuar mucho más ágil, dinámica y flexible.

Desde ya, no todos pueden adaptarse ni tienen las comodidades en sus hogares para poder llevarlo a la práctica con la plenitud que aspirarían, pero momentos como el que estamos transitando nos permiten probarlo y encontrar la oportunidad para sostenerlo en tiempo.

FUENTE

Alejandro Melamed

INFOBAE





 


JULIO RÍOS 

LA OTRA CARA

Sin embargo, no todo es color de rosas. Una investigación llevada a cabo por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPECC) reveló que para el 40% de los trabajos es crítica la presencia física y no hay manera de realizarlos de forma remota.

Por otro lado, ya se están visualizando algunas de consecuencias de no realizarlo de manera programada, paulatina y organizada. Hasta inicios del 2020, cada uno de nosotros solía tener por lo menos tres planos diferentes en los cuales llevaba adelante su vida: el laboral/profesional, el social y el personal/familiar/íntimo.

Hoy en día, los tres conviven en un solo espacio, nuestra casa (que nunca fue pensada para tener que incluir a los otros dos). Si a ello le adicionamos que en muchos hogares hay más de una persona que trabaja, que en muchos hay niños que estudian también de manera remota, que no son menos en los que hay adultos mayores al cuidado, que hay que la limpieza se realiza sin ninguna ayuda externa, cocinar, lavar vajilla, ropa, entre otros todo al mismo tiempo y en el mismo lugar.

Estamos en el lugar de trabajo las 24 horas, no hay pausas, trabajamos todo el tiempo. Y como no hay división clara entre el trabajo y el no trabajo, estamos laborando mucho más.  

De igual manera, hasta el mes de marzo, las personas “íbamos al trabajo” y estábamos en él varias horas, para luego regresar a nuestros hogares. Ese tiempo de traslado no sólo era físico, sino que también mental y emocional.

Hoy estamos a solo unos pasos de distancia. Pero, además, estamos en el lugar de trabajo las 24 horas, no hay pausas, trabajamos todo el tiempo. Y como no hay división clara entre el trabajo y el no trabajo, estamos laborando mucho más.Según un reporte que emitió el National Bureau of Economic Research, el análisis realizado por las Universidades de Harvard y New York sobre 3.1 millones de personas, de más de 21.000 compañías de 16 ciudades de diferentes lugares del mundo, nuestras jornadas tienen una duración adicional en promedio de 48.5 minutos, lo que hace un total de más de 16 horas mensuales.

Apuntan que el número de reuniones se incrementó un 13% y que enviamos y recibimos muchos más mensajes por los diferentes canales. Si bien apuntan que la productividad aumentó, el tiempo personal aparentemente sería el principal factor que lo estaría subsidiando.En China, lo sintetizan como la evolución del ’996′ al ’007′.

De trabajar de 9 de la mañana a 9 de la noche y 6 días a la semana , a hacerlo desde el primer minuto del día hasta el último, los 7 días. Y para completar el panorama, en los últimos meses hemos conocido a un nuevo fenómeno: la fatiga de la videollamada. El estrés que nos genera estar todo el día conectados a las diferentes plataformas, participando de reuniones permanentes por esta vía con las más diversas audiencias, mirándonos nuestra propia cara todo el tiempo y con los temores que se nos caiga la red, nos interrumpa un pariente o el timbre con algún delivery.

En los últimos meses hemos conocido a un nuevo fenómeno: la fatiga de la videollamada.

Evidentemente, debemos tener en cuenta, que el home office bien programado y ejecutado, puede incrementar la productividad, el compromiso y los resultados, pero mal hecho, puede generar ineficiencias, dañar las relaciones laborales, desmotivar e impactar negativamente en la calidad de vida.

Es una excelente modalidad que trabajo y traerá innumerables beneficios, pero para que ello sea realidad debemos considerar la estrategia apropiada, contar con la infraestructura y tecnología adecuada, asegurarnos tener la conectividad requerida y, fundamentalmente basado e impulsado por una cultura coherente y consistente, que respete las individualidades y que comprenda la innumerable cantidad de situaciones personales que atraviesa cada colaborador en ciertas situaciones, como estos tiempos de COVID-19.

Muy posiblemente, estemos transitando, cuando el COVID-19 ya se haya controlado, hacia un híbrido, donde algunos días de la semana aprovechemos todas las ventajas que nos brinda trabajar de manera remota y distribuida y capitalicemos los espacios de colaboración presencial otros, de manera ágil, flexible y sensata. Y ahí sí, todos saldremos ganando.

By Julio Ríos

The other side

TELEWORKING WITH THE NAKED BODY

THROUGH THE VERY LOW SHIRT

Teleworking makes it possible to dress more freely. All it takes is a blouse on the naked body of the person who articulates his or her mobile phone, computer, laptop or tablet. Comfort helps a lot for a relaxed performance.

However, not everything is rosy. Research by the Center for the Implementation of Public Policy for Equity and Growth (CIPECC) revealed that for 40% of the jobs, physical presence is critical and there is no way to perform them remotely.

On the other hand, some of the consequences of not doing it in a programmed, gradual and organized way are already being visualized. Until the beginning of 2020, each one of us used to have at least three different planes in which to carry out our lives: work/professional, social and personal/family/private. 

Today, all three live together in one space, our house (which was never meant to include the other two). If we add to this the fact that in many homes there is more than one person working, that in many there are children who also study remotely, that there are no fewer children in the care of older adults, that cleaning is done without any outside help, cooking, washing dishes, clothes, among others, all at the same time and in the same place.

We are in the workplace 24 hours a day, there are no breaks, we work all the time. And since there is no clear division between work and non-work, we are working much more. 

Similarly, until March, people were "going to work" and staying there for several hours, and then returning home. That travel time was not only physical, but also mental and emotional.

Today we are just a few steps away. But, in addition, we are at the workplace 24 hours a day, there are no breaks, we work all the time. And since there is no clear division between work and non-work, we are working much more.according to a report issued by the National Bureau of Economic Research, the analysis carried out by Harvard and New York Universities on 3.1 million people, from more than 21,000 companies in 16 cities in different parts of the world, our working days last an average of 48.5 minutes, making a total of more than 16 hours a month.

They point out that the number of meetings increased by 13% and that we sent and received many more messages through the different channels. While they point out that productivity increased, personal time seems to be the main factor that is subsidizing it. In China, they summarize it as the evolution from '996′ to '007′.

From working from 9am to 9pm and 6 days a week, to working from the first minute of the day to the last, all 7 days. And to complete the picture, in recent months we have seen a new phenomenon: video call fatigue. The stress generated by being connected to the different platforms all day long, participating in permanent meetings in this way with the most diverse audiences, looking at our own face all the time and with the fear that the network will fall, be interrupted by a relative or the doorbell with some delivery.

In recent months we have come across a new phenomenon: video call fatigue. Obviously, we must bear in mind that a well programmed and executed home office can increase productivity, commitment and results, but if it is not done properly, it can generate inefficiencies, damage labour relations, demotivate people and have a negative impact on their quality of life.

It is an excellent modality that I work with and will bring countless benefits, but for this to become a reality we must consider the appropriate strategy, have the infrastructure and technology, ensure we have the required connectivity and, fundamentally based on and driven by a coherent and consistent culture, which respects individualities and understands the countless personal situations that each employee goes through in certain situations, such as these times of COVID-19.

It is quite possible that we are moving, once the COVID-19 has been brought under control, towards a hybrid, where some days of the week we take advantage of all the benefits of working remotely and in a distributed manner, and capitalise on the spaces for face-to-face collaboration on others, in an agile, flexible and sensible manner. And there, everyone will be a winner.













 

 

ACERCA DE JULIO RÍOS  

Julio Ríos, escritor, periodista y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor privado, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO y la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera y segunda edición 2008 y 2017. EL ALTO PARA TODOS (2017), es su última publicación relacionada con información cultural y turística de la ciudad boliviana. 

Ha escrito desde 1975 hasta la fecha más de 15 mil artículos, entre editoriales, entrevistas, análisis políticos, crítica de arte, filosofía, literatura y música. Es columnista del periódico Página Siete de La Paz, Bolivia y crítico de arte. Ha ganado premios como periodista, y ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Dirige la publicación "Artistas en el pincel", dedicada a pintores contemporáneos del mundo. 

Escribe comentarios sobre cine en su Blog que se publican en su cuenta de Twitter. Su hijo Juan-Cristóbal Ríos Violand, es cineasta y guionista de las películas: Quien mató a la llamita blanca, Norte Estrecho junto a Omar Villarroel, y la Virginia de los bolivianos.

 JULIO RÍOS, ES ESCRITOR Y CONSULTOR