jueves, 20 de junio de 2024


SOLSTICIO y

ESPERANZA


Julio Ríos Calderón

La Paz, 20 de junio de 2024

El solsticio de invierno es la oportunidad necesaria para crecer y liberarse de ingratas ataduras. Es necesario entregarse, soltar y vaciarse. Dejar de aferrarse al poder y al autoritarismo y abrazar el proceso de la energía de un cambio.

En la actualidad, se han conectado las distintas culturas en diversos puntos del planeta. Los bolivianos estamos en condiciones de profundizar, en nosotros mismos, para converger en una civilización humana universal.

En este renacimiento del sol, empezamos un nuevo ciclo como humanidad, con la certeza de que los días que vienen, serán cada vez más luminosos. Esta es nuestra mejor esperanza, pues la frialdad del que me importismo, es un hielo duro, un hielo descarnado, un hielo congelado, un hielo miserable.

Nuestras miserias no se limitan a la pobreza. Son morales. Su indigencia en gran parte es producto de permitir entrever un mundo profano con una imagen nada digna. Para terminar con la miseria debemos empezar por acabar con la indecencia y la corrupción; con los vicios, con el alcoholismo, la drogadicción y sus promotores, la violencia en todo orden de circunstancias, vejámenes, crímenes, desprecio, truculencia, arbitrariedad y, abuso del poder.

Busquemos una realidad de conciliación, absolutamente necesaria para la estabilidad y, de lúcida voluntad para quebrar el círculo que nos aprisiona en la postergación y la hipocresía. Las nuevas generaciones tienen que trascender con su luz benefactora como luminaria y dar fosforescencia a la oscuridad profana.

He aquí el porqué de la necesidad de la razón. A los hombres nos apremia la falta de luz. A tientas, en la oscuridad, no sabemos a dónde vamos y aun no hallamos seguro refugio, y porque no vemos, no divisamos la salida, y nuestro movimiento es apenas un eterno girar sobre lo mismo. Por esto nos estancamos y ensuciamos las manos, sin rubor, en las pútridas ambiciones que manchan la dignidad de lo verdadero, lo bello y lo justo.

La proa visionaria hacia una estrella tiende el ala hacia una excelsitud inasible, afanosa de perfección y rebelde a la mezquindad, lleva un resorte misterioso de un ideario humano. Es ascua sagrada, capaz de templarse para las grandes acciones.

Ante ese frío del piso desnudo de la indiferencia, de la intolerancia, no desmayemos, mis hermanos, en la lucha. Si la dejamos apagar no se reencenderá jamás. Y si ella muere en nosotros, quedaremos inertes y esclavos de la fría bazofia humana.

Asomemos calor a ese frío, afloremos la mente preclara de los genios, la sublime virtud de los santos, la magna gesta de los héroes, inclinándonos con igual veneración ante los creadores de la Verdad o de la Belleza.

No permitamos actitudes ventajosas porque acrecientan la sombra que proyectan en su escenario. Así como los ingenios exiguos mimetizan el talento intelectual, embalumándose de refinados artilugios y defensas, los sujetos de moralidad indecisa parodian el talento moral, oropelando de virtud su honestidad insípida. Ignoran el veredicto del propio tribunal interior; persiguen el salvoconducto otorgado por los cómplices de sus prejuicios convencionales.

Pululan hombres respetados en fuerza de no descubrírseles bajo el disfraz; bastaría penetrar en la intimidad de sus sentimientos, un solo minuto, para advertir su doblez y trocar en desprecio la estimación.

Para Bolivia, la circunstancia astronómica invernal tiene una importante relevancia filosófica. La naturaleza es el panorama de inspiración para un espectáculo del aparente trayecto traslativo del Sol como una representación del equilibrio que mueve al mundo. Comienza cuando asoma el solsticio de invierno que trasciende al nuevo ciclo agrícola. En esa fecha, los amautas encuentran el punto clave para que retorne el reordenamiento de la Tierra.

El solsticio de invierno es oportunidad para meditar, con el fin de poner lo mejor de nosotros mismos en procura de ejercitar una mejor patria. Este cambio que hace la naturaleza conlleva a conquistar la necesidad de reactivar nuestra voluntad en pos de una renovación.

Es un momento de reflexión destinado a compartir sentimientos, cual semilla de fraternidad entre todos los bolivianos, irradiados por el brillo de los primeros rayos del Sol, con la esperanza de lograr la unidad que nos inspira a unificar nuestras emociones en la alegría de la vida.

Julio Ríos Calderón, es periodista y escritor