sábado, 25 de mayo de 2024

MAMÁ SOLO TU MAMÁ / Homenaje 27 DE MAYO

 MAMÁ

ÚNICA

MAMÁ

ESCRIBE

JULIO RÍOS CALDERÓN


NOS AMÓ DESDE EL CLAUSTRO MATERNO

En claustro materno
y calor a mi vida
humana y desnuda
apenas vestida
de inocencia;
guardian de mi
primigenia naturaleza
dulce milagro
me diste fuerza
en tus propias entrañas
porque tu sabías sólo amar

 

A memoria de

ELVA CALDERÓN DE RÍOS

CARMELA DE LA BARRA DE CALDERÓN

25 de MAYO

HEROÍNAS DE LA CORONILLA

He venido esta noche como fugado furtivamente. No le digas a nadie. Me escapé de los años impulsado por el anhelo irresistible de caminar por tus callejuelas estrechas y desiertas. ¿Oyes? El silencio tiene rumores muy suaves, tenues, como si aletearan los recuerdos

Es tarde y me encuentro solito Mamá. Mírame tú creerás que son canas. No. Es el talco que la luna de muchas noches dejó sobre mis sienes. ¿Y tú? También pasó el tiempo y no sé si yo crecí, pero te veo igualita. Vine a la casa donde nací sin decirle a nadie, a este barrio mío. ¡Qué ganas tenía de verte! quería apretarme contra ti, fundirme en las rejas del barrio, hundirme en sus paredes, quería verte sin que nadie me viera. Estar solito contigo y charlar un rato largo sentados en el umbral de la vida y viendo pasar por la vereda lo que fuimos.

Cómo se ha ido el tiempo, pero en realidad ¿te acuerdas de mí? dime que sí aunque sé que me diste la vida, recuerdo mis últimos segundos en tu claustro materno. Y luego el aire, mi primer aliento. Oigo ruido de espadas. ¡A no! Son los obreros de la Alcaldía arreglando la calle. Después, el “Arché”, principio fundamental de todas las cosas, según Tales de Mileto, que al romper el médico el cordón umbilical, me trasladaron a un bañador y me limpiaron con el agua, purificandome para que mientras crezca aprenda a perseverar en la vida. Y luego, el fuego, amor tuyo con el que me purificaste hasta que cerraste tus ojos.  He vuelto en esta noche como escapado a buscarte Mamá. Guardas tú el cofre de mi infancia.

Parece que te tuviera más cerca como ahora en que siento frío y me hieren las mejillas al igual que si tuviera calor; qué mezcla extraña la del barrio, qué raras sensaciones. Me pareces más mía Máma. Se me ocurre que te vestiste de silencios estrellados para recibirme; yo estaba lejos. Tú sabes y me invadió la nostalgia, sentí que anudaba la garganta como si me oprimieras entre tus brazos aquel chico que yo fui, como si aquella corbata que flameó en mi guardapolvo de escolar, se achicara en su lazo; por eso vine, no me mires tan fijo como tu favorito.

No sé si soy más rico y a la vez más pobre, parecido al calor de la fiebre que da frío. Hacía mucho que no nos veíamos, y el silencio que nos envuelve esta noche me guiará en caso a un posible retorno. Perdóname: ¡Qué cosas estoy diciendo!, miro ese ventanal donde detrás de las persianas viven las canciones que arrullaron mis sueños de muchas noches perdidas en el fondo del ayer, tu dormías Mamá, y ahora me voy de puntillas para no despertarte.

He venido a verte a verme, no se lo cuentes a nadie si te lo preguntan. Desde arriba asomado al balcón luminoso de alguna estrella sí te veo. ¡Qué cosas! Tengo más frío y la frente más caliente; quisiera reír pero lloro ¿raro verdad? se me ocurre que de pronto de esta puerta voy a salir corriendo yo mismo el que fui cuando niño el que vine a buscarte esta noche para dar unas vueltas en la calesita de los recuerdos; he venido escapado sigilosamente como un ladrón. Es tarde y tengo que escribir un homenaje a ti y a las mamás, esposas y abuelas de amigas y amigos.

Graciela Rodo Boulanger Amour Tendress Firmado Edición Limitada Enmarcado imagen 1

Tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud. Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud. Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león. Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo esa mujer yo la vi por el camino. Es mi MADRE.

Son ricas cuando aman a sus hijos. No hay pobres, no hay feas, no hay madres viejas. Su amor siempre es la más bella de las alegrías, y cuando parecen tristes, basta un beso que reciban o que den para que todas sus lágrimas se conviertan en estrellas en el fondo de sus ojos.

Siempre fiel a sus ideales. Con su estandarte de paz y de amor, nos guía y nos enseña constantemente, en especial a sus pares masculinos. Difícilmente dejaremos de asombrarnos ante el misterio físico y espiritual más grande de todos; ese grandioso milagro natural que contiene y protege a la vida misma en sus propias entrañas, y que después, sin egoísmo, sino como el acto más puro de amor, se desprende de dicha vida que con tanto fervor cuidó en su interior para permitir el nacimiento de un nuevo ser de la luz.

Jamás pierde de vista sus objetivos y los defiende a capa y espada, puñal o lanza, arco y flecha, para vencer cualquier obstáculo; al mismo tiempo en que, con ternura y gentileza, extiende con la otra mano sus lazos inagotables de amor, fe y esperanza, para todos quienes la rodean. 

El 27 de mayo, es el Día de la Madre, en testimonio a la labor guerrera de las heroínas de la Coronilla en Cochabamba. Retomamos la idea que nos retrotrae en este preciso tiempo y espacio, para recordar que jamás debemos olvidar su valiosa misión. 

Dar gracias no basta. Somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la madre, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a la esclavitud. Esto le ha impedido ser ella misma, y ha empobrecido a la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales.

Todas las madres son ricas cuando aman a sus hijos. No hay pobres, no hay feas, no hay madres viejas. Su amor siempre es la más bella de las alegrías, y cuando parecen tristes, basta un beso que reciban o que den para que todas sus lágrimas se conviertan en estrellas en el fondo de sus ojos.

PORQUE TU SABÍAS SÓLO AMAR

 MAMÁ

I

En claustro materno
y calor a mi vida
humana y desnuda
apenas vestida
de inocencia;
guardían de mi
primigenia naturaleza;
dulce milagro;
me diste fuerza
en tus propias entrañas

porque tu sabías sólo amar
MAMÁ



II

Sin egoísmo;
como el acto más
puro de amor,
viví el silencio
que con tanto fervor
cuidaste en tu interior y
alumbraste mi nacimiento,
como nuevo ser de luz
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ


III

Fuente de la vida,
te convertiste
en seno de mi ser
con alegría y dolores
de exaltación única,
te prodigó sólo a ti mujer,
la inconmensurable
oportunidad de acercar
a mi ser apenas parido
tu primera indeleble sonrisa
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ


IV

Del Padre Celestial
asomaron tus manos
y el reflejo de tus ojos;
esas primeras caricias y mirada
de madre que se transmutaron
para mi tu hijo
a quien sólo tú rociaste
cariño sin límites
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ

V

Ese mimo que
cual guía de mi
primer andar,
discernió mi crecimiento
y cuidado amoroso
al tráfago camino de la vida
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ


VI

Flor de la kantuta
roja como sangre,
amarilla como el sol y
verde como la esperanza,
tuviste en tu origen sangre,
color de labios de mujer,
beso de ternura
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ 

Julio Ríos Calderón

-A la memoria de mi Madre ELVA CALDERÓN DE RÍOS

No existen palabras lo suficientemente hermosas ni elocuentes para expresar nuestros sentimientos para una madre. Jamás entenderemos con exactitud todo lo que significa ser madre, menos lo que implica ser portadora de la vida y guardián de la auténtica naturaleza humana. 

Ser madre no significa solo cambiar pañales, calentar biberones o pelearse con los purés. Ese solo es el comienzo, el momento en el que se da cuenta de que es capaz de hacer cualquier cosa por un mundo al que ha dado la vida. Ese mundo es ese hijo en el que hay millones de ilusiones.

Significa cambiar nuestra vida, el tiempo y la forma de pensar por los hijos. Dar todo su corazón y entregar sus fuerzas cada día para sacar a los hijos adelante y enseñarles a vivir.

Encarna tener una razón de ser para el resto de tu vida. Querer aprovechar y exprimir cada momento al máximo. Tener sentimientos encontrados al ver cómo los hijos crecen, sintiendo dicha y nostalgia cuando avanzan dando pasos de gigante por la vida.

Si hay un amor que podamos llamar verdadero es el amor sincero de una madre, un amor que a su vez es eterno e infinito. En realidad, ser madre implica seguir los pasos de unos pequeños maestros, los hijos, hasta que se hacen grandes. Con solo existir y sin saberlo los hijos les enseñan a amar de manera incondicional. Simboliza nunca más estar sola en el pensamiento, pues siempre piensa doble: por sus hijos y por ella. 

Se siente tremendamente afortunada porque sabe que nosotros somos el mayor tesoro que podría tener. La maternidad no significa sonreír siempre, sino también llorar a mares. Requiere muchas noches de insomnio fundiendo a la almohada en un asfixiante abrazo. Significa un sinfín de preocupaciones; horas de correr tras de nosotros; días, meses y años inventando cientos de maneras para camuflar las verduras y el pescado; aguantar peleas y tolerar con toda la paciencia del mundo la infinidad de sinsentidos que tiene la vida. 

Ningún idioma puede expresar el poder, belleza y heroísmo del amor de una madre. A ella le duele más que a nadie decir no a sus hijos, retarles, medir sus fuerzas, verlos caer, abandonar sus sueños o desaprovechar sus capacidades. Pero conoce la importancia de los límites y pretende que los hijos los aprendan. Una madre no puede vivir por sus hijos pero sí procura compartir lo máximo con ellos. Por eso, intenta cada día coser unas alas enormes y ligeras que permitan a sus hijos volar muy, muy alto. 

Quiere que a sus hijos les vaya en todo bien en la vida, pero también quiere que haya tormentas y aprendan a navegar en alta mar. Sabe que los hijos tienen que pasear de la mano de sus demonios, liberarse de las cargas y tropezar mil veces con la misma piedra. Ven mejor que nadie los defectos de los hijos, sin embargo los aceptan y nunca los esconden. 

Saben si sus hijos no están bien con solo mirarlos, puesto que las madres son las más expertas detectoras de emociones. Las madres también viven sus culpas con el mayor terror conocido. Sentirse culpable y responsable de los problemas de la persona a la que más amas en este mundo es tremendamente doloroso. Por eso una madre carga sobre su espalda demasiado equipaje. 

Es un acto heroico, pero sobre todo es generoso. Probablemente sacrificar sus metas, sus aspiraciones o su vida por sus hijos no hace de una madre un ser valiente, pero sí la persona más tenaz y generosa del mundo. Las noches en las que los hijos despiertan con fiebre, enfrentarse al mundo y superar todos los miedos, sacarlos adelante y protegerlos ante todo, eso es lo que hace a las madres el mejor ejemplo de valentía y amor. 

Porque son las personas más fuertes del mundo. Su debilidad es su punto fuerte y este siempre será el amor hacia los que cada día encienden su corazón y sus ganas de vivir. Enseñarás a volar, pero no volarán nuestro vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán nuestro sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán nuestra vida. Sin embargo, en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado.

Las madres hoy en día, imponen a que el alma de cada uno de los hijos, esposos, entrevere el derecho de ser, ante todo, los discípulos de la palabra viva, cumpliendo con el propio potencial femenino interno del ser.

Toda la verdad de la creación divina está en ella, como es también el germen de la vida y la muerte. De ella depende la existencia del hombre, pues es el socorro de sus faenas. Ella nos parió sumida en el sufrimiento. Ella vigila nuestro crecimiento. Hasta su propia muerte le ocasionan tribulaciones. Es amiga, único apoyo en la Tierra. Su amor ennoblece, alivia el corazón amargado y doma a la bestia. Ellas son los adornos del universo. De ellas nacerán todos los habitantes del universo.

Así como la luz se separó de la oscuridad, así la Madre posee la cualidad divina de separar en el hombre las buenas intenciones de las malas acciones. Nuestros pensamientos más nobles deben pertenecer a nuestras madres. Imbuídos en ese templo de fuerza moral, la que debemos poseer para ayudar a los seres queridos.  

Nuestra Madre es Divina; está con nosotros y dentro de nosotros y se manifiesta universalmente en el Cosmos Material. Es la gran Luz que está dentro de todos nosotros. Cuando hablamos de la ella, nos referimos al potencial femenino del ser.

 

 

 Julio Ríos Calderón, LA PAZ BOLIVIA, licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Católica de La Paz, y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017). Este año publicará dos nuevos libros (en imprenta), LA GENERACIÓN NINI en co-autoría con Alberto Liendo Romero, y ALCOS Del sueño a la realidad. La presentación se prevé para julio y agosto de este año 2023.