REDES SOCIALES EN TIEMPOS DE
LA COVILD – 19
Facebookeando
II
PARTE
Revista de Medicina y Cine
UNA APORTACIÓN AL
ORÍGEN DE LAS MASCARILLAS
ESCRIBE: Francisco S
Lozano Sánchez
COMENTARIOS: Julio
Ríos C.
Las mascarillas, de demostrada eficacia a partir del
siglo XIX (antisepsia-asepsia), se han visto reactualizadas debido a la
pandemia COVID-19.
En 1897, el cirujano Jan Mikulicz (1850-1905) fue el
creador de las mascarillas quirúrgicas, al demostrar la teoría de la infección
por las gotas de saliva (Flügge). No obstante, existen precedentes
«pre-científicos» que conocemos fundamentalmente a través de grabados (s. XVII)
y pinturas (s. XVIII).
The masks, of proven efficacy from the 19th century
(antisepsis-asepsis), have been updated due to the COVID-19 pandemic.
In 1897, the surgeon Jan Mikulicz (1850-1905) was the
creator of surgical masks, by demonstrating the theory of infection by drops of
saliva (Flügge). However, there are «pre-scientific» precedents that we know
mainly through engravings (17th century) and paintings (18th century).
INTRODUCCIÓN Entre 1720 y 1722, la ciudad de Marsella y
alrededores fueron asolados por una terrible peste. El resultado de la
denominada «Gran Peste de Marsella» fueron 40.000 muertos sobre una población
de 90.000 habitantes en la ciudad (44%) y 120.000 sobre 400.000 en la región de
la Provenza (30%)1. Esta pestilencia sirvió de inspiración para diversas
representaciones artísticas, destacando las aportaciones de Michel Serre,
testigo directo del referido brote infeccioso.
Michel Serre (Tarragona 1658 - Marsella 1733) fue un
pintor hispano-francés, que a sus 68 años como residía en Marsella vivió en
primera persona la citada peste negra o bubónica2. Aunque Serre era un artista
barroco especializado en pintura religiosa (muchas de sus obras están
repartidas por numerosas iglesias de la Provenza, Francia), para nuestros
intereses son más importantes sus lienzos que testimonian la Gran Peste de
Marsella. Aunque adscritas a un Barroco tardío, las tres pinturas dedicadas por
Michel Serre a la peste de 1720, describen perfectamente el caos acontecido en
la ciudad portuaria francesa.
Aportación: Entre esos lienzos, hay uno que representa a
Nicolás Roze o Chevalier Roze (un aristócrata francés) trabajando en la
Tourette (puerto viejo de Marsella) durante la peste; allí se encontraba
supervisando la inhumación de cadáveres para realizar entierros masivos. Por
esa actitud heroica, el caballero Roze (1675-1733) ha pasado a la historia.
Un aspecto llamativo de este cuadro es que quienes
recogían los cuerpos sin vida cubrían sus narices y bocas con telas blancas.
Esta obra se puede observar en el museo Atger, situado en la facultad de
medicina de la universidad de Montpellier (una de las más antiguas de Francia y
Europa).
Según el diccionario de la RAE la mascarilla quirúrgica,
cubreboca, tapaboca o barbijo, es un tipo de máscara «autofiltrante» que cubre
parcialmente el rostro y es utilizada por el personal sanitario para contener
bacterias y virus provenientes de su nariz y boca. Las mascarillas quirúrgicas
también las utilizan civiles en espacios públicos ante brotes, epidemias y
pandemias de enfermedades transmitidas por vía respiratoria, o bien cuando el
aire de un determinado lugar está contaminado.
Con la irrupción del COVID-19, las mascarillas se han
convertido en una prenda cotidiana de nuestro vestuario; para algunos «es un
símbolo de nuestro tiempo». Conjuntamente las mascarillas son protagonistas en
los ámbitos sociales y políticos, con sus certezas y controversias.
Las recomendaciones de las autoridades político-sanitarias, los debates políticos, la existencia de negacionistas, etc., son buena prueba de ello. Sin embargo, su historia demuestra que las mascarillas han salvado millones de vidas y actualmente están salvando otro número incontable de ellas.
La importancia de la obra de Serre, al margen del valor
artístico, tiene un interés desde el punto de vista sanitario, pues
posiblemente se trata de uno de los primeros registros del uso de la
mascarilla.
Lógicamente en ese tiempo su utilización carecía de
fundamento científico; aunque podía ser utilizada de forma empírica, el fin
primordial era evitar la pestilencia (olores fuertes y desagradables) que
desprendían los cadáveres. En este sentido, debemos recordar que la teoría
microbiana de la enfermedad se postuló bien entrada la segunda mitad del siglo
XIX por Louis Pasteur (1860) y Robert Koch (1882).
Junto a todo lo referido, existe otro precedente de
mascarilla pre-científica. Se trata de las llamadas máscaras «pico de pájaro»,
utilizadas durante las epidemias de peste europeas a partir del siglo XIV.
Estas máscaras junto a un ropaje (y una vara o palo para no tocar a los
enfermos) eran utilizadas habitualmente por los médicos que se ocupaban de los
enfermos con peste bubónica.
Estas mascarillas estaban diseñadas con huecos en su
interior donde se podía poner incienso (o flores) para soportar los malos
olores. Erróneamente se pensaba que al protegerse del olor, se protegían del
contagio. Conjuntamente, estas siniestras máscaras eran bastante disuasorias, donde
los «niños salen huyendo de los médicos».
Finalmente, estas curiosas máscaras, muy populares desde
sus comienzos entre los médicos de la época, en la actualidad han sido
utilizadas como elemento literario, teatral o cinematográfico (ej. el fantasma
de la ópera) y en ciertos momentos (ej. en los carnavales de Venecia).
Desde el punto de vista científico la historia de la
mascarilla quirúrgica comienza en 1897, en la ciudad alemana de Breslau (hoy
Wroclaw, Polonia), donde el cirujano Jan Mikulicz-Radecki (1850-1905) realiza
un trabajo cooperativo con el bacteriólogo e higienista Carl Friedrich Flügge.
La publicación original trataba de cómo realizar
operaciones con un «vendaje bucal». Allí, Mikulicz describe una mascarilla
hecha con una capa de gasa y señala su aplicabilidad al decir: «nosotros
respirábamos a través de ellas tan fácilmente como una dama que lleva un velo
en las calles». La misión de esas primitivas mascarillas era evitar esparcir
gotas al toser o estornudar durante las intervenciones (gotas de Flügge).
Mikulicz fue un famoso cirujano de su época, y uno de los
discípulos predilectos del gran Theodor Billroth. Durante su estancia en la
universidad de Breslau creó una escuela quirúrgica que alcanzó fama mundial.
En este tiempo, sólo los mejores centros hospitalarios
incorporaban medidas de asepsia y antisepsia. En esos hospitales, sus cirujanos
se lavaban las manos, usaban batas, gorros, guantes, etc., pero no mascarillas,
pues no se intuía su beneficio.
En todos estos aspectos, el hospital universitario de
Breslau era modélico, y por ello Mikulicz lanzó la hipótesis de usar
mascarillas. Aunque a sus ayudantes les parecía una tontería, Mikulicz con el
carácter prusiano propio de la época obligó a todos sus colaboradores a meterse
carbón en la boca durante las operaciones; éstos al hablar lógicamente
esparcían gotas de saliva mezcladas con carbonilla y al salir despedidas
impregnaban de negro el cuerpo de los pacientes y otros lugares del quirófano.
Después de estos curiosos e ingeniosos experimentos, que
duraron varios meses, todo el equipo quirúrgico de Breslau aceptó la
incorporación de las mascarillas en su equipamiento y también la supresión de
palabras superfluas durante el acto quirúrgico. A pesar de emplear unas
mascarillas muy primitivas (confeccionadas con simples gasas) estas demostraron
su eficacia: protegían a los pacientes durante la cirugía.
En conclusión, aunque fue Mikulicz (1897) el creador de
la mascarilla quirúrgica, al demostrar la teoría de la infección por las gotas
de la saliva (Flügge), existen curiosos precedentes «pre-científicos» que
conocemos fundamentalmente gracias a los grabados (s. XVII) y pinturas (s.
XVIII) presentadas.
Por Julio Ríos C.
El uso de mascarillas
de diseño es una costumbre que se originó en Asia como forma de protección ante
la contaminación del aire. Hoy, por causas estrictamente medicinales, la
pandemia del coronavirus extendió este hábito al mundo entero, al punto de
convertir el tapabocas en el nuevo accesorio que cambiará por completo la
industria de la moda. Ocurría en las calles de Pekín pocos meses antes del
brote.
En febrero, por las tiendas
más exclusivas del barrio de Sanlitun, que concentra marcas de moda y belleza
de lujo, era muy común ver a grupos de jóvenes fashionistas con una especie de
barbijo de tela que en sus inicios era negro o blanco, sobrio y sin ningún tipo
de estampado y cumplía una función meramente sanitaria: proteger a los
habitantes y visitantes de la capital china de los altos índices de
contaminación ambiental a los que está expuesta la ciudad.
Estas mascarillas
comenzaron a refinarse en su confección, materiales y prints hasta convertirse
en accesorios de moda entre los adolescentes, que encontraron en este pedacito
de tela con elástico un escudo de protección contra los aires poco puros de
Pekín y una especie de barrera o refugio contra las inclemencias del mundo
exterior. Las jóvenes asiáticas adoptaron la mascarilla, además, como un
fashion statement que rezaba: Enfrentemos este mundo contaminado que nos han
dejado, pero hagámoslo con estilo.
La doctora y filósofa
española, Ninive Alonso, destacada profesional y analista de diferentes tópico
y de versatilidad en temas de opinión, publico en EL COMERCIO, medio de
comunicación digital una nota que entrevera la situación jurídica de la
mascarilla o barbijo. Apunte sin vacilación profundo y de connotadas referencias
que orientan al mundo sobre el uso del tapabocas.
Dejamos un
instante al barbijo y la Covid-19, y para entrar en el tema de las redes
sociales FACEBOOK, ponemos de relieve rostros, ojos, presencias que nos embelesan
con su belleza, inteligencia y actividad profesional, como se advierte en este
ensayo.
Nereyht Venecia
Caballero Torrico —la abogada y artista ilustra esta crónica vestida a través
de un traje muy escotado sin sujetador que luce ella con el cuerpo desnudo por
debajo exento de prendas interiores; otra foto entrevera a Venecia usando el inevitable barbijo— ha dejado un legado a sus hijas, entre
ellas a la segunda de tres, también llamada Venecia, la pasión de la madre,
aquella bailarina de Fico’s Show de la que la hija heredó su talento, así como
alcanzó también sus sueños, sus pasos y su belleza. Cuando escucho “Fico’s
Show”, mi memoria acerca el nombre de Peter Travesí, mi amigo quien junto a
Jorge Exeni, compartimos en Cochabamba algunas ideas en algunos guiones para el
indeleble “Tra-la-la”, Peter fue pionero en la actividad de Fico Ávila, quien
lo recuerda con cariño.
Hoy la situación del
mundo cambió y la pandemia del coronavirus hizo de su uso una cuestión
primordial para cuidar nuestra salud: llevarlo es obligatorio en gran parte de
mundo, incluso hasta se aplicarán multas en la ciudad de La Paz, a quienes no
acaten la norma de cubrirse la cara para proteger al resto de la población.
En los Estados
Unidos, su uso se masificó en los últimos días, más allá de la polémica sobre
su efectividad, que allí también es motivo de debate, y así surgieron cientos
de opciones que van desde lo meramente preventivo hasta piezas de diseñador.
Los modelos tradicionales cuestan entre 30 y 50 centavos de dólar en tiendas
como Amazon, pero en diversos locales de diseño aparecieron modelos exclusivos
que cuestan desde 20 hasta 45 dólares por unidad. En Europa, por su parte, las
grandes cadenas de moda low cost, como Zara y H&M, se abocaron a la
confección de barbijos para donar a asociaciones públicas y no para su venta.
Si se convertirá en
un accesorio de moda dependerá de si habrá o no un cambio en el estigma de
utilizar un barbijo en el mundo occidental. Lo cierto es que, además, muchos
jóvenes se entusiasmaron con la idea de convertir el tapabocas en un accesorio,
más allá de la importancia primordial de protegerse y proteger a los demás. Una
de las características distintivas y fundamentales es que están desarrollados
por cuatro capas protectoras.
La primera, una
exterior de poliéster y licra que repele microgotas exteriores y permite
ajustar el producto ergonómicamente a cada rostro sin que haya efecto bolsa.
Luego, dos capas de algodón hipoalergénico internas que forman un sobre para
estar en contacto con el rostro. Por último, un filtro de Spunbond de 80 gramos
que evita que las microgotas de quien lo usa se transmitan al exterior. Cada
unidad tiene su manual de instrucciones y diez filtros de cinco a diez días de
uso cada uno.
Es decir, la vida útil
de cada máscara es de 50 a 100 días. En cuanto al diseño, hay siete colores
distintos en talle para hombre, mujer y niños mayores de ocho años. Los
barbijos se consiguen a través de la web de la marca (themicromask.com), en sus
redes sociales y en Mercado Libre. Los precios arrancan en $590 y ofrecen un
20% de descuento para los que compren cien o más.
Hablar de moda en un
tema como este, hoy empieza a ser tangible en el resto del mundo. Mascarillas
con motivos de calaveras, cómics, manga japonés, flores, cuadros o pajaritos se
ofrecen por decenas en algunas calles y avenidas de todas las ciudades de
Bolivia y el mundo.
By Julio Ríos C.
Wearing a low-cut
orange bodysuit without a bra, Venecia dresses him with a naked body underneath
The use of designer
face masks is a custom that originated in Asia as a form of protection against
air pollution. Today, for strictly medical reasons, the coronavirus pandemic
has spread this habit to the whole world, to the point of turning the face mask
into the new accessory that will completely change the fashion industry. It
happened on the streets of Beijing a few months before the outbreak.
In February, in the
most exclusive shops of the Sanlitun district, which concentrates luxury
fashion and beauty brands, it was very common to see groups of young
fashionistas wearing a kind of cloth mask that was initially black or white,
sober and without any kind of pattern, and fulfilled a purely sanitary function:
to protect the inhabitants and visitors of the Chinese capital from the high
levels of environmental pollution to which the city is exposed.
These masks began to
be refined in their construction, materials and prints until they became
fashionable accessories among teenagers, who found in this little piece of
elastic fabric a shield of protection against the unpure air of Beijing and a
kind of barrier or shelter against the inclemency of the outside world. Young
Asian women also adopted the mask as a fashion statement that read: "Let's
face this polluted world we have been left with, but let's do it in style. The
Spanish doctor and philosopher, Ninive Alonso, an outstanding professional and
analyst of different topics and versatility in matters of opinion, published in
EL COMERCIO, a digital media outlet, an article on the legal situation of the
mask or chinstrap. It is an unhesitating and profound article with connoted
references that guide the world on the use of masks.
We leave for a moment
the mask and the Covid-19, and to enter the subject of the social networks
FACEBOOK, we highlight faces, eyes, presences that enrapture us with their
beauty, intelligence and professional activity, as can be seen in this essay.
Nereyht Venecia
Caballero Torrico -the lawyer and artist illustrates this chronicle dressed in
a very low-cut suit without bra that she wears with her body naked underneath,
free of undergarments- has left a legacy to her daughters, among them the
second of three, also called Venecia, her mother's passion, that dancer of
Fico's Show from whom her daughter inherited her talent, as well as her dreams,
her steps and her beauty. When I hear "Fico's Show", my memory brings
back the name of Peter Travesí, my friend who together with Jorge Exeni, we
shared in Cochabamba some ideas in some scripts for the indelible
"Tra-la-la", Peter was a pioneer in the activity of Fico Ávila, who
remembers him with affection.
Today the world
situation has changed and the coronavirus pandemic has made its use an
essential issue to take care of our health: wearing it is compulsory in most of
the world, even fines will be applied in the city of La Paz, to those who do
not comply with the rule of covering their faces to protect the rest of the
population.
In the United States,
its use has become widespread in recent days, beyond the controversy over its
effectiveness, which is also a matter of debate there, and hundreds of options
have emerged, ranging from the merely preventive to designer pieces.
Traditional models cost between 30 and 50 cents on the dollar in shops such as
Amazon, but exclusive models have appeared in various designer shops costing
between 20 and 45 dollars per unit. In Europe, meanwhile, the big low-cost
fashion chains, such as Zara and H&M, are making chinstraps to donate to
public associations rather than for sale.
Whether or not it
will become a fashion accessory will depend on whether or not there will be a
change in the stigma of wearing a chinstrap in the western world. What is
certain, moreover, is that many young people have become enthusiastic about the
idea of making the mask an accessory, beyond the overriding importance of
protecting themselves and others. One of the distinctive and fundamental
characteristics is that they are made up of four protective layers.
The first, a
polyester and lycra exterior that repels external micro-droplets and allows the
product to fit ergonomically to each face without any pouch effect. Then, two
inner layers of hypoallergenic cotton that form an envelope to be in contact
with the face. Finally, an 80-gram Spunbond filter that prevents micro-droplets
from the wearer being transmitted to the outside. Each unit comes with an
instruction manual and ten filters, each of which can be used for five to ten
days.
In other words, the
lifespan of each mask is 50 to 100 days. As for the design, there are seven
different colours in sizes for men, women and children over eight years old.
The chinstraps are available through the brand's website (themicromask.com),
its social networks and Mercado Libre. Prices start at $590 and they offer a
20% discount for those who buy a hundred or more.
Talking about fashion
on a subject like this is now starting to become tangible in the rest of the
world. Masks with motifs of skulls, comics, Japanese manga, flowers, paintings
or birds are offered by the dozen in some streets and avenues of all the cities
of Bolivia and the world.
Por Julio Ríos C.
A pele nua é drapeada
sobre uma saia comprida com um corte profundo e um top de seda aberto sem sutiã
cobre o tronco do corpo nu de Venecia
O uso de máscaras de
designer é um costume que teve origem na Ásia como forma de proteção contra a
poluição do ar. Hoje, por razões estritamente médicas, a pandemia do
coronavírus espalhou este hábito pelo mundo inteiro, a ponto de transformar a
máscara facial no novo acessório que irá mudar completamente a indústria da
moda. Isso aconteceu nas ruas de Pequim alguns meses antes do surto.
Em fevereiro, nas lojas
mais exclusivas do bairro de Sanlitun, que concentra marcas de moda de luxo e
beleza, era muito comum ver grupos de jovens fashionistas usando uma espécie de
máscara de tecido que inicialmente era preta ou branca, sóbria e sem qualquer
tipo de padrão, e que cumpria uma função puramente sanitária: proteger os
habitantes e visitantes da capital chinesa dos altos níveis de poluição
ambiental a que a cidade está exposta.
Estas máscaras
começaram a ser refinadas em sua construção, materiais e estampas até se tornarem
acessórios de moda entre os adolescentes, que encontraram neste pequeno pedaço
de tecido elástico um escudo de proteção contra o ar puro de Pequim e uma
espécie de barreira ou abrigo contra a inclemência do mundo exterior. As jovens
asiáticas também adotaram a máscara como uma declaração de moda que dizia:
"Vamos enfrentar este mundo poluído que nos resta, mas vamos fazê-lo com
estilo". O médico e filósofo espanhol Ninive Alonso, um excelente
profissional e analista de diferentes tópicos e versatilidade em matéria de
opinião, publicou no EL COMERCIO, um meio de comunicação digital, um artigo
sobre a situação legal da máscara ou da correia de queixo. É um artigo sem
hesitação e profundo com referências conotadas que orientam o mundo sobre o uso
de máscaras.
Deixamos por um
momento a máscara e o Covid-19, e para entrar no tema das redes sociais
FACEBOOK, destacamos rostos, olhos, presenças que nos encantam com sua beleza,
inteligência e atividade profissional, como pode ser visto neste ensaio.
Nereyht Venecia
Caballero Torrico -a advogada e artista ilustra esta crônica vestida com um
terno muito decotado sem sutiã que ela usa com seu corpo nu por baixo, livre de
roupa de baixo- deixou um legado para suas filhas, entre elas a segunda de
três, também chamada Venecia, a paixão de sua mãe, aquela bailarina do Show de
Fico de quem sua filha herdou seu talento, bem como seus sonhos, seus passos e
sua beleza. Quando ouço "Fico's Show", minha memória traz de volta o
nome de Peter Travesí, meu amigo que junto com Jorge Exeni, compartilhamos em
Cochabamba algumas idéias em alguns roteiros para o indelével
"Tra-la-la", Peter foi um pioneiro na atividade do Fico Ávila, que se
lembra dele com carinho.
Hoje, a situação
mundial mudou e a pandemia de coronavírus fez de seu uso uma questão essencial
para cuidar de nossa saúde: usá-lo é obrigatório na maior parte do mundo, até
mesmo multas serão aplicadas na cidade de La Paz, àqueles que não cumprirem a
regra de cobrir seus rostos para proteger o resto da população.
Nos Estados Unidos, seu uso se generalizou nos últimos dias, além da controvérsia sobre sua eficácia, o que também é motivo de debate lá, tendo surgido centenas de opções, que vão desde as peças meramente preventivas até as de designer. Os modelos tradicionais custam entre 30 e 50 centavos de dólar em lojas como a Amazon, mas modelos exclusivos têm aparecido em várias lojas de design que custam entre 20 e 45 dólares por unidade. Na Europa, entretanto, as grandes cadeias de moda de baixo custo, como a Zara e a H&M, estão fazendo francaletes para doar a associações públicas e não para venda.
Se se tornará ou não
um acessório de moda dependerá se haverá ou não uma mudança no estigma de usar
uma cinta de queixo no mundo ocidental. O que é certo, além disso, é que muitos
jovens se entusiasmaram com a idéia de tornar a máscara um acessório, além da
importância primordial de proteger a si mesmos e aos outros. Uma das
características distintivas e fundamentais é que são formadas por quatro
camadas protetoras.
Pero lo que al
principio era cosa de pequeñas boutiques especializadas en esta nueva “prenda”
terminó por instalarse en el curioso mercado de la moda mundial, cuando
Dsquared2, Prada Fendi y Louis Vuitton comenzaron a fabricar y vender
mascarillas de diseño propio para un mercado asiático rico y ávido de nuevos
diseños. Y tuvo su toque de gracia masivo en cadena mundial cuando Billie
Eilish, la joven cantante y compositora del momento, se presentó en la alfombra
roja de los Grammy con un conjunto de saco y pantalón diseñado especialmente
para ella por Gucci, con una mascarilla de la misma marca y material que su
atuendo (transparencias negras con el famoso logo de la G en pedrería verde)
que cubría la mitad de su rostro adolescente.
O primeiro, um
exterior de poliéster e lycra que repele as micro-gotas externas e permite que
o produto se ajuste ergonomicamente a cada rosto sem qualquer efeito de bolsa.
Em seguida, duas camadas internas de algodão hipoalergênico que formam um
envelope para estar em contato com o rosto. Finalmente, um filtro Spunbond de
80 gramas que impede que microgotas do usuário sejam transmitidas para o
exterior. Cada unidade vem com um manual de instruções e dez filtros, cada um
dos quais pode ser usado por cinco a dez dias.
Em outras palavras, a
duração de vida de cada máscara é de 50 a 100 dias. Quanto ao design, existem
sete cores diferentes em tamanhos para homens, mulheres e crianças com mais de
oito anos de idade. As francaletes estão disponíveis através do site da marca
(themicromask.com), de suas redes sociais e do Mercado Libre. Os preços começam
em US$ 590 e oferecem um desconto de 20% para aqueles que compram uma centena
ou mais.
Falar de moda sobre um assunto como este começa agora a se tornar tangível no resto do mundo. Máscaras com motivos de caveiras, quadrinhos, mangá japonês, flores, pinturas ou pássaros são oferecidos pela dúzia em algumas ruas e avenidas de todas as cidades da Bolívia e do mundo.
Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Católica de La Paz, y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).
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