viernes, 26 de agosto de 2022


DÍA DE LA

DIGNIDAD

No es justo ni noble descartar a los ancianos, es pecado. El adulto mayor seremos nosotros, dentro de poco, o de mucho. Una antigua oración encontrada en un monasterio de Baltimore, Maryland reza: “Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud”.

El 26 de agosto de cada año se recuerda el Día del Adulto mayor en Bolivia, fecha de la dignidad. Fue instituida mediante Decreto Supremo del 17 de diciembre de 1948, y ratificado por los gobernantes bolivianos  

Cuando se llega a la cima de la vida, desde donde se contempla una trayectoria personal conformada por caídas y triunfos, puede reclamar un derecho, el del respeto de los demás. El ser honrado es la corona de la ancianidad.

El afamado cantante José Luis Rodríguez EL PUMA de 79 años, junto a su hija Génesis Rodríguez, heredera de un ejemplo de dignidad vocacional. La bella artista de cine y TV. asoma muy escotada a través de un elegante traje que lo viste con el cuerpo desnudo por debajo. En el joven hay algo de anciano, y en el anciano hay algo de la juventud. Nada hay más agradable que una ancianidad rodeada por las inquietudes de la juventud.    

Podemos observar que, pese al declinar de las fuerzas y facultades, hay una vida que sigue creciendo y complicando cada año la infinita red de sus relaciones y engarces. Mientras se mantiene despierta la memoria, nada se pierde del pasado ni de lo transitorio. Se expresa que la vejez es la edad del atardecer, pero hay ocasos que todos se paran para mirar.

¿Qué sería de quienes llevan un cuerpo gastado si no fuesen poseedores de ese libro ilustrado que es el recuerdo de lo vivido, y con lo que se sienten ricos? De viejo es cuando se ve por primera vez lo rara que es la belleza y el milagro que supone que crezcan flores entre las fábricas, y que entre los periódicos y los papeles haya también poesías.

En esta realidad se presenta el anciano de las calles, que bordean los límites de lo indigno, descansando sobre unos hombros que muchos sobrellevan y que presentan la figura de otro longevo.

A la distancia parece asomar aquella juventud que evoca cada esquina del ayer inalcanzable. El recuerdo agiganta su vitalidad, y cuando la mente permite volver a la niñez o a la adolescencia, la evocación suma horas y días en silencio, en los que se rememora la pasada juventud bañada de sol en el claro invierno.

Los ancianos y ancianas conocen los resabios de las sociedades que se fueron extinguiendo en diferentes ciudades. También han sido testigos del esplendor económico que permitió el mantenimiento de ciudades atractivas y hospitalarias. Han vivido hazañas políticas y procesos democráticos de diferente índole.

Conocieron el esplendor de las épocas de antaño. Contemplaron con ojos admirados cómo el asfalto se volcaba sobre calles pedregosas para darles aspecto de ciudades modernas. Algunos asistieron a la Guerra del Chaco y repiten sin tregua cuánto hicieron por la patria, y cómo ésta solo los recuerda una vez al año, en oportunidades cívicas que ellos viven como los últimos pasos de un camino largo y sin retorno. 

Su jubilación, en la mayoría de ellos, asoma injustamente paupérrima. Son montos de dinero miserables; ellos no tienen derecho al “electoral” beneficio del “doble aguinaldo”. Tampoco a los aumentos salariales decretados en porcentajes.

En la visión internacional, las Naciones Unidas en 1992, definió los principios más importantes a favor de las personas mayores, como tener independencia, participación, cuidados, autorrealización y dignidad de una vida plena.

La vejez es consecuencia de un proceso biológico ineludible que afecta a todo ser humano y que no comienza en ningún momento específico, sino que sucede a lo largo de toda la vida.

Se les debe un merecido agradecimiento a todos los adultos mayores, depositarios de nuestros saberes ancestrales, nuestra memoria como Estado, como cultura, como colectividad, siempre creciente y autocrítica en un mundo cambiante que exige siempre la mirada que contempla, recuerda y espera su sabio consejo y guía. 

DAY OF DIGNITY

It is neither just nor noble to discard the elderly, it is a sin. The elderly will be us, in a little while, or in a long while. An ancient prayer found in a monastery in Baltimore, Maryland reads: "Accept meekly the counsel of the years, forsaking with grace the things of youth".

On 26 August each year, the Day of the Elderly is commemorated in Bolivia, a date of dignity. It was instituted by Supreme Decree on 17 December 1948, and ratified by the Bolivian government. 

When one reaches the peak of life, from where one contemplates a personal trajectory made up of falls and triumphs, one can claim a right, that of the respect of others. To be honoured is the crown of old age.

Famed singer José Luis Rodríguez EL PUMA, 79, with his daughter Génesis Rodríguez, heir to an example of vocational dignity. The beautiful film and TV artist shows off her low-cut figure through an elegant suit that she wears without a bra and with a naked body underneath. In the young there is something of the old, and in the old there is something of the young. There is nothing more pleasant than an old age surrounded by the restlessness of youth.   

We can observe that, despite the decline of strength and faculties, there is a life that continues to grow and to complicate every year the infinite web of its relations and entanglements. As long as the memory is kept awake, nothing is lost of the past or of the transitory. It is said that old age is the age of sunset, but there are sunsets that everyone stops to look at.

What would become of those who carry a worn-out body if they were not the possessors of that illustrated book which is the memory of what they have lived, and with which they feel rich? It is when we grow old that we see for the first time how rare beauty is, and what a miracle it is that flowers grow among the factories, and that among the newspapers and papers there is also poetry.

It is in this reality that the old man of the streets presents himself, bordering on the limits of the unworthy, resting on shoulders that many carry and that present the figure of another long-lived man.

In the distance, he seems to be a glimpse of that youth that evokes every corner of the unattainable yesterday. The memory grows in vitality, and when the mind allows one to return to childhood or adolescence, the evocation adds up to hours and days in silence, in which one remembers the past youth bathed in sunshine in the clear winter.

The old men and women know the remnants of the societies that died out in different cities. They have also witnessed the economic splendour that made it possible to maintain attractive and hospitable cities. They have experienced political exploits and democratic processes of various kinds. 

They have experienced the splendour of bygone eras. They watched with admiring eyes as asphalt was poured over stony streets to give them the appearance of modern cities. Some of them attended the Chaco War and relentlessly repeat how much they did for the homeland, and how it only remembers them once a year, in civic opportunities that they experience as the last steps on a long road of no return.

Their pensions, for most of them, seem unjustly meagre. These are miserable amounts of money; they are not entitled to the "electoral" benefit of the "double aguinaldo". Nor are they entitled to the wage increases decreed in percentages.

In the international vision, the United Nations in 1992 defined the most important principles in favour of the elderly, such as independence, participation, care, self-realisation and the dignity of a full life.

Old age is the consequence of an unavoidable biological process that affects every human being and that does not begin at any specific point in time, but occurs throughout life.

A well-deserved thank you is due to all older adults, repositories of our ancestral knowledge, our memory as a State, as a culture, as a collectivity, ever growing and self-critical in a changing world that always demands the gaze that contemplates, remembers and awaits their wise advice and guidance. 


Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022. Todos los derechos reservados REVISTA ANDO.