domingo, 10 de julio de 2022


LA PAZ en tiempós de la

COVID – 19

SALUDANDO DE JULIO

EL GRAN DÍA

LA PAZ

Que en este día

“La libertad, Sancho ―escribe Miguel de Cervantes Saavedra, en su obra DON QUIJOTE DE LA MANCHA―, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre.

Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”

Con este pensamiento, levanto un testimonio al Día de La Paz, con un apunte histórico del héroe paceño que ofrendó su vida por la libertad, en contra del yugo opresor que le impedía ser un suelo libre.

Periodista, papelista y panfletero, Pedro Domingo Murillo, ejerció la comunicación social, pegando en las paredes de las calles paceñas el texto que ratifica los criterios escritos, como, “hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”, “ya es tiempo de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía”.


Los revolucionarios que habían decidido levantarse en armas, destituyendo a las autoridades españolas y formado un nuevo gobierno, el 16 de julio de 1809, sufrieron las consecuencias de estos actos con una sangrienta represión emprendida por el sicario Goyeneche, quien, por mandato del virrey del Perú, llegó a Bolivia para poner de relieve el absolutismo.

Murillo decidió escapar del ejército realista. Trató de pactar con ellos. Se negaron a negociar y lo vencieron en la batalla de Irupana. Fue apresado, juzgado en consejo de guerra. 

Pedro Indaburo resentido porque no se dio el primer puesto, traicionó a la causa patriota, lo tomó preso, e hizo fusilar a Pedro Rodríguez cuya cabeza fue expuesta en público.

Murillo contaba con solo 1.000 hombres para contender a Goyeneche, armado éste con 5.000 sicarios en Chacaltaya. 

Por la superioridad numérica de los realistas, los patriotas fueron vencidos y se retiraron a Zongo, cerca de La Paz. Allí fue apresado con otros patriotas por el Coronel Domingo Tristán.

La ira de Goyeneche, hombre perverso, se exaltó al conocer el manifiesto de la retórica y el estilo propio de los juristas de la Academia Carolina. Numerosos abogados paceños participaron en el levantamiento: 

Basilio Catacora, Juan Bautista Sagárnaga, Manuel de Oma y Echevarría, Gregorio Lanza, Tiburcio León de la Barra, Joaquín de la Riva, Felipe de la Riva, Juan Pórcel, Manuel Ortiz, Federico de Castro, José Aliaga, Bartolomé Andrade, Gabino Estrada, Baltasar Alquiza, Crispín Santos Diez de Medina y Gerónimo Calderón de la Barca. Todos ellos estudiaron en Chuquisaca. 

Aquí entraron en contacto con las redes independentistas y estuvieron a los más importantes revolucionarios sudamericanos.

Algunos fueron patriotas masones que ofrendaron sus vidas por la causa libertaria, al conjuro de un sacrificio voluntario y en cumplimientos de los cánones grandemente sublimes que encierra el alma de la masonería.

Las primeras logias se formaron en el proceso colonial, en pleno siglo XVI. La masonería participó de este proceso de vida. Se perfiló en la ciudad de La Paz el taller “Junta Patriótica Cultivada”, que sembró el encuentro del hombre con su libertad bajo el influjo de la espiritualidad.

Empero las autoridades españolas, celosas de su predominio aplicaron la Cedula Real que acusa a los masones de todos los males. Se decretó la persecución a sus miembros, condenándolos a las galeras y prisiones de la Santa Inquisición en Lima.

El año 1805 se creó la logia Masónica “Caballeros de América”. Venerable Maestro, fue Pedro Domingo Murillo. 

La revolución de 1809, el 16 de Julio, también fue el efecto de la acción de hombres libres y de buenas costumbres, que alzando el blasón de la emancipación entreveró la influencia de la noble y leal Universidad de San Antonio Abad, en el Cuzco.

Y llegó la fecha aciaga para la historia de Bolivia. El emisario de la muerte, Manuel de Goyeneche, ejecutó el acto mercenario más agresivo en términos de autocracia, sin compromiso con el bando que le dio la misión de acabar con los patriotas.

La fría mañana en la entonces plaza de Armas, quedaba resguardada por la artillería realista. Por un callejón que daba a subterráneos llamados Santa Bárbara, asomaron nueve hombres.

Se instaló un tablado o patíbulo con una horca. Murillo llegó arrastrado por un burro, venía atado con grilletes, al subir a la horca exclamó: “Compatriotas, la llama que dejó encendida, nadie la podrá apagar”. Inmediatamente el verdugo cumplió con su macabra tarea. Siguieron a Murillo en el sacrificio: 

Gregorio García Lanza, Melchor Jiménez, Juan Catacora, Buenventura Bueno, Mariano Graneros, Apolinar Jaén, Juan Bautista Sagárnaga (ejecutado a garrote) y Juan Antonio Figueroa.

Todos murieron, pero en el caso del gallego Figueroa, cuando creyeron que estaba muerto en el garrote, éste se levantó andando porque tenía la garganta muy angosta. Se ordenó que fuera ahorcadoI. 

Inexplicablemente la cuerda se rompió, el patriota volvió a levantarse del suelo y quiso huir, finalmente se gritó que fuera degollado y fue muerto con un cuchillo que fue dado por un chapetón. 

La ejecución del presbítero José Antonio Medina fue aplazada, los otros revolucionarios sufrieron confinamiento a tierras lejanas.


 

La Paz fue clasificada como una de 21 ciudades maravilla del mundo, hoy 16 de julio, celebramos más de dos siglos de su grito libertario, hallamos más de una razón para afirmar lo maravillosa que es la ciudad de La Paz.

En ella una profunda hondonada da lugar a la urbe paceña, rodeada de montes y montañas, entre las que se levanta el majestuoso Illimani cuyos nevados adornan y vigilan a esta metrópoli andina.

La Paz, de cultura arraigada pero a la vez abriendo paso a otras lenguas, otras tradiciones y otros modos de vida. En La Paz no sólo habitan aymaras, sino también se convive con quechuas y sangre mestiza.

Así las calles y avenidas de laderas o del centro de la ciudad se constituyen en espacios de manifestaciones culturales; desde las danzas o teatros callejeros, entradas folklóricas y actividades religiosas que dan cuenta de una cultura viva que confluye con las demás, donde los valores culturales se intercambian y se transforman.

Los enormes edificios, símbolo de modernidad, se levantan al centro de la hoyada, atrapando la mirada no solo de turistas internacionales, sino de todos los bolivianos.

¡La Paz, ciudad maravilla! El PumaKatari, el Teleférico y los puentes trillizos ya forman parte de la ciudad, y es que estos no solo se constituyen en la muestra de un servicio, sino que también trascienden respeto mutuo entre los ciudadanos.

Cuando bajé de la ciudad de El Alto, en mi último viaje, me enamoré más de la ciudad, al apreciar desde las alturas del teleférico, la urbe paceña. Veo que hasta los recién casados encuentran en los Puentes Trillizos, un paseo alternativo en señal de buen augurio para su matrimonio.

El paisaje de la metropolitana urbe no es una extensión callada. En cada esquina, recoveco o callejuela hay voces de historias escritas con lágrimas. Las avenidas son brazos abiertos a la amistad. Las calles tradicionales nos cuentan de personajes que dieron vida a los barrios. 

Aquellas viejas casas que el tiempo bronceó, conservan la humedad del amor que existía. Evocación, razón de ser, nostalgia, sonrisas; toda una colección de estampas vividas.

Desde el piso más elevado de un moderno rascacielos, la ciudad de La Paz se extiende como un aguayo infinito y multicolor, abierto a la esperanza hecha canción, bajo el cielo de un azul inmaculado que despista al invierno y abre sonrisas en la multitud caminante por sus calles llenas de alegrías y tristezas. 

Inspiración de poetas que desmigajaron sus ideas para cantarle con sentimiento estrofas arrancadas de la preciosidad de un entorno, que la encierra entre cumbres elevadas, escoltas del excelso Illimani. 

La vista fija en sus tres picos elevados al cielo como virtudes teologales en oración. El grandioso nevado es la eterna postal de bienvenida al visitante.

Si en la más pulcra avenida se levanta la modernidad hecha cemento, en los arrabales, está presente el callejón conservado entre calaminas gastadas que ofician de pared; vetusta casona harapienta en su vestidura con puerta firme y gastada madera. Por allí pasó un poeta que glosó las tenebrosas noches paceñas.

La Paz, ésta La Paz de hoy no borra La Paz del ayer. Es La Paz que enlazó los barrios de los cuatro puntos cardinales con el cascabeleo del centro citadino. El Obrajes del Sur, legendario creador de una moda en el coloniaje. 

El rumor del Norte con abundancia de frutos naturales y danzas folklóricas. Trabajo y amistad en un Oeste bullicioso de niños escolares y juveniles deportistas. Toda una ciudad esquivando desde sus plazas, parques y jardines, las sombras que proyectan los altos edificios.

Allí se concentra su historia. Vivencias eternizadas en el despliegue de su cultura. Templos con imágenes artísticas de siglos pasados. Cimientos que aún dejan ver los balcones de una aristocracia ya desaparecida. Monumentos elevados con sano patriotismo. 

Extensiones turísticas como Chacaltaya, Valle de la luna, arquitectura maravillosa en la Avenida Camacho. Casas que aún sobreviven en San Jorge y su cultura andina de exportación levantada en El Alto. 

"Don Pedro Domingo Murillo, Protomartir de la Independencia, fue el primer enemigo de la Bolivian Power (hoy Delapaz), y el único ciudadano que aportó una solución concreta y objetiva a los oscurecimientos por falta de energía eléctrica, ya que legó a su ciudad una tea encendida que nunca se apagará”, expresó en el más fino humor, Alfonso Prudencio Claure, en una visita –la última– que causalmente fue una tarde del mes de julio.  

Pedro Domingo Murillo, se destacó como la figura central del alzamiento que estalló en La Paz el 9 de julio de 1809. Hoy las voces se multiplican en el tiempo y en el espacio. La Paz, es una ciudad más cercana a la luna que al mar: Piedras, adobes, ladrillo, tejas, arcos, patios, aljibes y recovecos juntan una historia infinita en el horizonte prehispánico La mayoría de los nombres de calles y plazas recuerdan a los héroes de julio: Murillo, Indaburo, Sagárnaga, Lanza, Jaén. Por esas zonas se siente todo el mestizaje que da la personalidad a la ciudad.

Da brillo desde una perspectiva panorámica a la cuna de heroicos hombres. La Paz madre cariñosa que no pregunta al visitante de donde viene o cuanto trae. Las frases que llevamos como guía: “Los discordes en concordia. En Paz y amor se juntaron y el Pueblo de Paz fundaron para perpetua memoria”, no quisiéramos que sean una ironía. Los discordes jamás se juntaron para hacer de este escenario un pueblo sin paz. La ciudad llora porque la vemos herida por el tronar de la dinamita, con protestas justas o injustas.

Si las tradiciones son las noticias de lo íntimo al correr de los tiempos, una mirada a nuestra ciudad representa un ensayo de la geografía del alma y encarna la naturaleza de nuestro espacio. La particularidad del sentimiento heroico y la iracundia cívica del pueblo paceño tienen la oportunidad de manifestarse cada año al celebrarse el aniversario de la revolución juliana.

La asistencia a la procesión de la Virgen del Carmen y la patriótica participación en el desfile cívico de teas caracterizan el comportamiento ciudadano complementándose con su visita a las verbenas populares. La expresión paceña demuestra ser la suma de un apasionado sentimiento local que configura el carácter de un pueblo que representa el crisol de la nacionalidad.

Es la hora de las teas, y no se ha de ver más que la luz. El simbólico fuego boliviano de La Paz, a veces se apaga provisionalmente. Pero su luz, el pensamiento de Murillo, sigue brillando, encendiendo por doquier nuevas teas, haciendo brotar por doquier nuevas centellas, guiando a los pueblos con una antorcha en la noche. Esa luz, nada podrá jamás apagarla.

 


Esa es la ciudad fraternal abierta a quien llega a sus puertas y penetra en el maravilloso universo de cotidiana existencia. “Cuna de libertad y tumba de tiranos”, se amplifica por todo el departamento, también de fiesta en fechas julias. Cada provincia tiene su orgullo al aportar vida a los diez millones de la patria soberana.

Reinos de la Naturaleza extendidos por todas sus provincias. Lo atractivo nace desde su propia tradición apoyada en el arte: música, literatura, pintura, fotografía y escultura en creatividad de personajes nacidos en cada región, cuyos nombres se escriben en los anales de la cultura boliviana. 

La belleza incomparable del lago Titicaca, bendecido desde el santuario de Copacabana, aún nos deja escuchar a mil sirenas con sus voces de cristal.

Hagamos una pausa, y observemos ahora a Pedro Domingo Murillo, allí, en lo alto de la Boveda Celeste, entre Centauro y Abeja, y mirémoslo con su atuendo tachonado de estrellas: 

“Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que, degradándonos de la especie humana, nos ha mirado como a esclavos”.

En testimonio al célebre hombre, digno patriota, agreguemos al texto una meditación inspirada en la "tea de luz y esperanza", que fue sostenida por el Hermano Pedro.

La Paz, ciudad y departamento, son ahora el extraordinario crecimiento tecnológico y científico que hemos experimentado, pero también ha sido muy grande la pérdida de los valores morales de nuestra sociedad. 

Se han producido daños terribles a la naturaleza, muchos de ellos irreparables, y es vergonzosa la corrupción que desde el poder se ha filtrado a toda la sociedad paceña. 

Más que una crisis económica,  estamos atravesando una crisis de modelo de vida. Sorprende el conformismo con el que parte de sus habitantes lo contempla, como si se tratara de una pesadilla de la que tarde o temprano despertaremos.

Espectadores y víctimas, parecemos esperar que nos salven aquellos mismos que nos han llevado hasta aquí. 

Es necesario que recuperemos los valores democráticos y morales que han sido suplidos por la infamia y la codicia de los representantes del Estado, donde todo tiene un precio, donde todo se compra y donde todo se vende. 

Es un derecho y una obligación, restaurar la memoria de Pedro Domingo Murillo, y reclamar un futuro para una juventud que necesita reconocerse y ser reconocida.

Tal vez no sepamos cuál es el camino, tal vez no sepamos por dónde se llega antes, pero sí sabemos que avenidas son las que no debemos volver a tomar. 

Nosotros gente buena, instruida y tolerante, sabremos juzgar las palabras de Pedro Domingo Murillo, por su intención, más que por la manera en que he sido capaz de expresarse, pero que ha de ser, esta noche, reavivada por cada uno de nosotros. Es el fuego que no se puede apagar.  


En medio de gran civismo, la ciudad de La Paz fue honrada en la histórica fecha del 16 de Julio, ya cumplidos 211 años del grito libertario, motivo de homenajes a quienes hicieron posible la independencia de los pueblos de América del Sur.

En la actualidad, la moderna ciudad de La Paz hace posible apreciar el encanto de sus plazas y avenidas, visibles desde la altitud de sus edificios llamados rascacielos. Precisamente desde allí, desde el piso más alto de atractivo edificio, tuve la sensación de tocar una nube y apartar una oscura nubosidad, a fin de dar espacio a la argentada luminiscencia lunar.

Así puede penetrar en semejante encantamiento, tras ubicarme ante una de las ventanas, tomé cierta posición, semejante a la escultura de Augusto Rodin, cuando llevé índice y pulgar hacia mi áspera quijada, con el único fin de continuar embelesado con cierta mirada indagatoria hacia el pasado y el presente.

Lo actual estimula mucha curiosidad extendida a los recursos de los más destacados ingenieros de la construcción, como a los arquitectos, diseñadores artísticos de ésta ciudad andina.

Todo era comprensible ante reflejos de luces pasajeras de motorizados y de ciertos sonidos ajenos a la quietud nocturna de los habitantes metropolitanos.

Esa visión nocturna dio paso a un sortilegio personal. Cerros iluminados como ornamento navideño. Brillosas calles bajo el colorido de la pintura mural, nada distante a las inquietudes artísticas. Así comprendí la necesidad de fijar mucha atención en los detalles, casi ocultos, hasta encontrar lo más insólito que podía aparecer en aquella extensión de piedra, ladrillo y madera. Casas viejas y callejuelas encerradas en rincones apartados del excelso cemento, siempre acariciante al estrellado cielo nocturno.

Sin embargo, no solamente lo actual se fija en la mente, como referencia del desarrollo urbano y las necesidades de los habitantes paceños, porque no pueden desaparecer atractivos que transmiten las casas viejas, fuente de inspiración poética, pues cada habitación, sala, zaguán y patio, mantienen el sentimiento engendrado en los años vencidos.

La Paz del pasado, no deja de ser una suerte de soneto conservado en la mente, o reproducido en grabaciones discográficas. Los sonidos de la música folclórica y popular, llegan con idéntico sentimiento a los oyentes, al escuchar en instrumentos nativos los compases de la música incaica: Ayarichi, Kena Kena, Kullawada, Cacharpaya entre otras melodías envidiables.

Otros temas se suman en una sucesión de ritmos, tal el caso de Nevando Está, de in Adrián Patiño. Boquerón, inspiración de Antonio Montes Calderón y Humberto Palza Soliz. Junto a ellos, Portocarrero con su tango Illimani. Las cuecas Cholita Paceña y Linda Paceñita, describen la personalidad femenina en la inspiración de Dante Uzquiano.

La grandiosidad del altiplano paceño es parte de la iconografía boliviana, con atractivos naturales en cada barrio y las mencionadas avenidas que enlazan los barrios paceños, ahora con los puentes llamados Trillizo. 

Mucho que ver y admirar en ésta “Ciudad del cielo”. Mientras tanto los músicos no paren de hacer sonar sus instrumentos, y que los poetas no dejen de alzar la voz, que los gritos de la angustia no nos vuelven sordos, y que lo cotidiano no se convierta en normalidad, capaz de volver de piedra nuestros corazones. 

Que entonen las mejores voces del pentagrama de la música paceña, que canten cual si fuera un himno: Oh linda La Paz/ Oh bella ciudad/ Quien te conoce/ No olvida jamás/ Oh linda La Paz.

 

Icono de símbolo de paz colorido Transparent PNG

Nenhuma descrição de foto disponível.

Julio Ríos

¡OH LINDA LA PAZ! ¡OH BELLA CIUDAD!

Rosby destacada cantante paceña ilustra esta crónica en homenaje al día de La Paz

Enmarcada de laureles exitosos, la historia de La Paz es grito libertario despedazando barreras de oprobio y rendición, sólo testimoniado en marchitas páginas de registro auténtico.  Este departamento andino extendido entre rocas milenarias, vertientes cristalinas y variada fauna, despierta a las inquietudes diarias en medio de pregoneros y cantos de esperanza.

La belleza natural ensalzada por poetas y cantada por célebres músicos, resumen el encanto de pueblos y ciudad, en un amparo entregado  a la gente citadina y al poblador de rincones de encanto hechos de sembradíos y pastoreo, donde la brisa acaricia el rostro cobrizo del sembrador, en tanto la metrópoli explayada a los cuatro vientos, levanta en sus barrios el candor que todo habitante puede disfrutar, como se disfruta desde lo más alto de un edificio una ciudad nocturnal ornamentada por la luminiscencia de eléctricas luciérnagas, como un canto a la vida que llegará en el albor de una fresca aurora, en el inaugural día cercado de fructíferas esperanzas.   

Rosby Nava Ruiz –la destacada cantante, nacida en LA PAZ, es una mujer de gran talento en la música, e Ilustra esta crónica con una fotografía suya, luciendo una chamarra color roja que la viste muy escotada con la piel desnuda hasta el torso y sin sujetador, a través de la prenda que junto a unos jeans, la usa con el cuerpo desnudo por debajo–, es una joven mujer paceña encantadora, revestida de inteligencia y muy profesional en su desempeño musical. 

Muchos son los nombres que ensalzaron a La Paz. Escribieron su historia. Cantaron para la ciudad, como la vocalista Rosby Nava Ruiz. Glorificaron nombres. Tejieron la antología de los más brillantes músicos y poetas, sin olvidar a otros, que desde la sencillez de su entorno, le cantaron a este pueblo de brazos abiertos al nuevo habitante, llegado con la ilusión de mejores días, hasta  la urbe de los sueños realizados.

Así, desde los rincones de ensueño, hubo un compositor que le cantó al soberbio Illimani, emblema de la altiva ciudad llamada, también,  “Tumba de tiranos”, porque aquí prevalece el sentimiento humano de la libre expresión. Predomina el derecho encaminado al trabajo y  las distracciones sanas, todas, ajenas el envilecimiento carcomido por el vicio y la enfermiza tendencia de realzar con el alcohol las fiestas paganas y religiosas, manifestadas en quienes disfrutan el libertinaje amparado por la corrupción.

Fue  Néstor Portocarrero el creador de un tango boliviano llamado “IllimanI” y que, en la actualidad, traspasa los límites de la música popular ubicándose en lo clásico de los sonidos. Los versos no sólo retratan al sublime nevado, sino que llegan hasta los oídos las voces de cristal de las sirenas del Lago Titicaca, entonadas  como un himno a la ciudad y sus famosos barrios, evocados en la quinceañera edad de Néstor en su canto a Sopocachi y sus inolvidables diversiones bajo el cielo de Miraflores. Si cabe una ofrenda a la ciudad de La Paz en sus días festivos, también corresponde mencionar a este gran compositor que no se quedó con su “Illimani” sino que tuvo otro tango: “Cielo paceño”. 

Hoy escucharemos voces infantiles y juveniles con su “patriótica armonía”. Se elevaran luces de color al cielo nocturno. Quizá una diana salude en la aurora a la “Cuna de libertad” y todos, de pié, entonemos el Himno a esta La Paz que llevamos en el corazón, los nacidos aquí y los que llegamos de otros confines, ahora agradecidos por tanto que recibimos hasta coronar de triunfos las ilusiones.   

La Paz, todos esperamos que tu voz andina vuelva a ser aquella que escuchamos desde niños; la que se abría como pétalos de rosas encarnadas para decir, aquí, la ciudad de mis amores, escenario de mis éxitos. En este invierno nos alumbra tu sol juvenil pintado en el azul de tu cielo, de donde llega la bendición de la Patrona de la Libertad; Virgen del Carmen, a cuyos pies depositamos un ramillete del follaje de amor y  la devoción.

By Julio Ríos

OH BEAUTIFUL PEACE! OH BEAUTIFUL CITY!

Through a very low-cut and open red jacket with bare skin up to the torso without a bra and with the naked body underneath Rosby, a prominent singer from La Paz, illustrates this chronicle in tribute to the day of La Paz

Framed by successful laurels, the history of La Paz is a libertarian cry shattering barriers of opprobrium and surrender, only witnessed in withered pages of authentic record. This Andean department stretched out between ancient rocks, crystalline springs and varied fauna, awakens to daily concerns amid town criers and songs of hope.

The natural beauty extolled by poets and sung by famous musicians, summarize the charm of towns and cities, in a shelter delivered to the city people and the inhabitants of charming corners made of crops and grazing, where the breeze caresses the coppery face of the sower, as the sprawling metropolis to the four winds, raises in its neighborhoods the candor that every inhabitant can enjoy, as one can enjoy from the top of a building a nocturnal city adorned by the luminescence of electric fireflies, as a hymn to life that will arrive at the dawn of a fresh dawn, on the inaugural day surrounded by fruitful hopes. 

Rosby Nava Ruiz –the outstanding singer, born in LA PAZ, is a woman of great talent in music, and she illustrates this chronicle with a photograph of her, wearing a red jacket that dresses her very low-cut with bare skin down to her torso and Without a bra, through the garment that, together with jeans, she wears with her naked body underneath–, she is a charming young woman from La Paz, full of intelligence and very professional in her musical performance.

Many are the names that praised La Paz. They wrote their story. They sang for the city, like vocalist Rosby Nava Ruiz. They glorified names. They wove the anthology of the most brilliant musicians and poets, without forgetting others, who from the simplicity of their environment, sang to this town with open arms to the new inhabitant, who arrived with the illusion of better days, to the city of dreams made.

Thus, from the corners of dreams, there was a composer who sang to the superb Illimani, emblem of the haughty city also called "Tomb of tyrants", because here the human feeling of free expression prevails. Predominant is the right to work and healthy distractions, all unrelated to the debasement eaten away by vice and the unhealthy tendency to enhance pagan and religious festivals with alcohol, manifested in those who enjoy debauchery protected by corruption.

Néstor Portocarrero was the creator of a Bolivian tango called “IllimanI” and that, at present, crosses the limits of popular music placing itself in the classic of sounds. The verses not only portray the sublime snow-capped mountain, but the crystal voices of the Lake Titicaca sirens reach the ears, intoned as a hymn to the city and its famous neighborhoods, evoked in Néstor's fifteen-year-old age in his song to Sopocachi. and its unforgettable amusements under the sky of Miraflores.

If there is room for an offering to the city of La Paz on its holidays, it is also worth mentioning this great composer who did not keep his “Illimani” but had another tango: “Cielo paceño”. Today we will hear children's and youth voices with their "patriotic harmony". Colored lights will rise into the night sky. Perhaps a reveille will greet the "Cradle of Freedom" at dawn and we will all stand up and sing the Hymn to this La Paz that we carry in our hearts, those of us born here and those of us who come from other borders, now grateful for so much we receive Until the illusions are crowned with triumphs.

La Paz, we all hope that your Andean voice will once again be the one we have heard since we were children; the one that opened like red rose petals to say, here, the city of my loves, scene of my successes. This winter your youthful sun shines on us painted in the blue of your sky, from where comes the blessing of the Patron Saint of Liberty; Virgen del Carmen, at whose feet we place a bouquet of foliage of love and devotion.

 

Por Júlio Ríos

Ó LINDA PAZ! Ô CIDADE LINDA!

Através de uma jaqueta vermelha muito decotada e aberta com a pele nua até o torso sem sutiã e com o corpo nu por baixo Rosby, uma cantora proeminente de La Paz, ilustra esta crônica em homenagem ao dia de La Paz

Emoldurada por louros de sucesso, a história de La Paz é um grito libertário que quebra barreiras de opróbrio e rendição, apenas testemunhado em páginas murchas de registro autêntico.

Este departamento andino, que se estende entre rochas antigas, nascentes cristalinas e fauna variada, desperta para as preocupações cotidianas entre pregoeiros e cantos de esperança. 

As belezas naturais exaltadas por poetas e cantadas por músicos famosos resumem o encanto das vilas e cidades, num abrigo entregue à gente da cidade e aos habitantes de recantos encantadores feitos de colheitas e pastagens, onde a brisa acaricia o rosto acobreado do semeador, como a metrópole espraiada aos quatro ventos, levanta em seus bairros a candura que todo habitante pode desfrutar, como se pode desfrutar do alto de um edifício uma cidade noturna adornada pela luminescência de vaga-lumes elétricos, como um hino à vida que chegará na aurora de uma nova aurora, no dia inaugural cercado de fecundas esperanças. 

Rosby Nava Ruiz –a notável cantora, nascida em LA PAZ, é uma mulher de grande talento na música, e ela ilustra esta crônica com uma fotografia dela, vestindo uma jaqueta vermelha que a veste muito decotada com a pele nua até o corpo torso e sem sutiã, através da roupa que, junto com jeans, ela usa com o corpo nu por baix –, ela é uma charmosa jovem de La Paz, cheia de inteligência e muito profissional em sua performance musical. Muitos são os nomes que elogiam La Paz.

Eles escreveram sua história. Eles cantaram para a cidade, como o vocalista Rosby Nava Ruiz. Eles glorificavam os nomes. Teceram a antologia dos mais brilhantes músicos e poetas, sem esquecer outros, que pela simplicidade do seu ambiente, cantaram a esta cidade de braços abertos ao novo habitante, que chegou com a ilusão de dias melhores, à cidade dos sonhos feito. Assim, dos cantos dos sonhos, havia um compositor que cantava ao soberbo Illimani, emblema da altiva cidade também chamada de "Túmulo dos tiranos", porque aqui prevalece o sentimento humano de livre expressão.

Predomina o direito ao trabalho e às distrações saudáveis, tudo isso sem relação com a degradação corroída pelo vício e a tendência doentia de potencializar festas pagãs e religiosas com álcool, manifestada naqueles que desfrutam de devassidão protegida pela corrupção.

Néstor Portocarrero foi o criador de um tango boliviano chamado “IllimanI” e que, atualmente, ultrapassa os limites da música popular colocando-se no clássico dos sons.

Os versos não apenas retratam a sublime montanha nevada, mas as vozes cristalinas das sereias do Lago Titicaca chegam aos ouvidos, entoadas como um hino à cidade e seus bairros famosos, evocados nos quinze anos de idade de Néstor em sua canção para Sopocachi e suas inesquecíveis diversões sob o céu de Miraflores.

Se há espaço para uma oferenda à cidade de La Paz em suas férias, também vale a pena mencionar este grande compositor que não manteve seu “Illimani”, mas teve outro tango: “Cielo paceño”. Hoje ouviremos vozes infantis e juvenis com sua "harmonia patriótica". Luzes coloridas subirão no céu noturno. Talvez uma alvorada saude o "Berço da Liberdade" e todos nos levantemos e cantemos o Hino a esta Paz que levamos no coração, os nascidos aqui e os que vêm de outras fronteiras, agora grato por tanto que recebemos Até que as ilusões sejam coroadas de triunfos.

La Paz, todos esperamos que sua voz andina volte a ser a que ouvimos desde crianças; aquela que se abriu como pétalas de rosas vermelhas para dizer, aqui, a cidade dos meus amores, cenário dos meus sucessos. Neste inverno, seu sol juvenil brilha sobre nós pintado no azul do seu céu, de onde vem a bênção da Padroeira da Liberdade; Virgen del Carmen, a cujos pés depositamos um buquê de folhagens de amor e devoção.

 Icono de símbolo de paz colorido Transparent PNG

https://scontent.flpb2-2.fna.fbcdn.net/v/t39.30808-6/278831271_325380343068339_347232348259276685_n.jpg?stp=cp0_dst-jpg_e15_fr_q65&_nc_cat=105&ccb=1-7&_nc_sid=85a577&efg=eyJpIjoidCJ9&_nc_ohc=OxPKSnTbfGwAX9K9eo7&_nc_ht=scontent.flpb2-2.fna&oh=00_AT-jr2JnVKgC2OiJP6RSGYI0XgkSUtg4SkSenLDgW-aC5g&oe=62D0398E


Icono de símbolo de paz colorido Transparent PNG
 
 

Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Católica de La Paz, y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022.

 
 

Las ideas están fijadas al plano urbano de una ciudad. Miro el cuadro, me concentro en sus detalles y veo como si me hallara en el piso más elevado de un moderno rascacielos. La destacada pintora boliviana, Cecilia Ruiz Angeletti (Warmi Andina) pinta en la técnica naif, a LA PAZ, que se extiende como un aguayo infinito y multicolor, abierto a la esperanza hecha canción, bajo el cielo de un azul inmaculado que despista al invierno y abre sonrisas en la multitud caminante por sus calles llenas de alegrías y tristezas; inspiración de poetas que desmigajaron sus ideas para cantarle con sentimiento estrofas arrancadas de la preciosidad de un entorno, que la encierra entre cumbres elevadas, escoltas del excelso Illimani. Entre el movimiento del teleférico, el cuadro fija en sus tres picos elevados al cielo como virtudes teologales en oración que hacen del grandioso nevado la eterna postal de bienvenida al visitante.