martes, 15 de febrero de 2022



OPINIÓN EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19


ANVERSO Y REVERSO DEL

BARBIJO

ESCRIBE Ninive Alonso

COMENTARIOS: Julio Ríos


Era en Egipto, estaba en un crucero por el Nilo, y disfrutaba de una embarcación de ensueño con las mejores y más modernas instalaciones pero tomándome un cóctel en una de las cafeterías vi que dos camareros se reían de mí, cuchicheaban entre ellos y me miraban de reojo, muy molesta me dirigí hacía ellos y les reprobé su comportamiento, en mi escueto inglés dije: What’s the matter?, ellos señalaron mi boca, mi pintalabios rojo, ¡eso les hacía reírse!

Más tarde me enteré que era una de identificaciones de las mujeres prostitutas en Egipto: dejar la boca visible con los labios pintados con carmín.

Lo que para mí, mujer occidental, era una expresión más de la moda, el “rouge Chanel” suponía, sin embargo, una manifestación muy concreta en un país, que aún adorado por su innegable valor histórico, era, junto con otros, paradigma de la invisibilización de la identidad femenina. Las caras borradas de las mujeres.

Ahora me encuentro en mi país España, paseo por la calle sin conocer a la gente, de suerte les veo los ojos y cada vez menos porque el contacto visual casi ha desaparecido por las calles.

La mascarilla supone una barrera psicológica tal que elimina el lenguaje de la cara, el lenguaje no verbal indispensable para la comunicación y el hermanamiento de los ciudadanos, aún desconocidos.

Acuérdese, antes uno sonreía en una acera estrecha al encontrase de frente con alguien, en una cola lenta del supermercado o a los niños que correteaban, un gesto de sonrisa, un gesto facial que ahora parece un lujo ver.

Esto plantea un escenario apocalíptico sobre el que ya reflexioné en diferentes artículos, también en este medio, que en su momento nos lo presentaron como transitorio, con medidas necesarias hasta el estudio científico de la covid-19 y diseño de las diversas vacunas y el análisis científico de las formas de transmisión del propio virus.

Nos dijeron que el virus se transmitía a través de los aerosoles en lugares cerrados sin suficiente ventilación y a través de las gotículas, las gotas de saliva que al hablar se despedían y contactaban con las mucosas de las otras personas.

A estos estudios científicos se le dieron las salidas de: distancia de seguridad y mascarilla obligatoria hasta conseguir la inmunidad de rebaño a través de la vacunación de la mayor parte de la población, así como mantener ciertos protocolos de limpieza y distancia personal.

Sin embargo, hemos sido buenos, nos hemos vacunado, hemos cumplido lo que se nos dijo, y de nuevo se nos impone una mascarilla de protección en el exterior que ni encaja con las investigaciones de los expertos, ni supone una real y efectiva medida de contención, pero lo que sí supone y es lo que me preocupa profundamente, son dos cosas gravísimas:

La primera, en esfera jurídica, esta forma cambiante de actuar entraña para los ciudadano la sensación (real) de arbitrariedad de las normas:

Vemos un cambio constante de la normativa que nos subsume en una inseguridad jurídica en la que uno ya no sabe qué hacer para estar dentro de la ley, qué hacer para no ser sancionado, de modo que deja de hacer todo por miedo, ¡esto es gravísimo!

La segunda, en esfera filosófica, la inútil imposición de la mascarilla en el exterior, supone el detrimento o daño moral de la identidad a través del borrado generalizado de las caras.

Máxime en las mujeres que, occidentales, mantenemos “como oro en paño” nuestra cara al aire, nuestra sonrisa y si queremos, nuestros labios pintados de rojo. ¡Esto es terrible e intolerable!



Nínive Alonso Buznego es Abogada y Filósofa práctica, Philosophical Counselor. Articulista. 


Por Julio Ríos

El título EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA, novela escrita por Gabriel García Márquez, Premio Novel de Literatura, me inspira a esta crónica, con un tiempo de EL BARBIJO EN LOS TIEMPOS DEL COVID 19. Sin duda, tema de actualidad paliado por una inevitable y consoladora alternativa: lucir, vivir y consentir a la tapa bocas.

El uso puesto de relieve en las redes sociales, permite entrever, cómo se trabaja con él, cómo se hacen ejercicios con él, cómo se disfruta del diseño, cómo se luce en diferentes circunstancias: en el periodismo, en la oficina, en la calle, en el automóvil, en el avión, en todo lado.

Llama la atención el ingenio, la combinación que se hace del barbijo, por ejemplo, con el color de una pañoleta, o con el color de la blusa, los zapatos y otras prendas a las que se quiere combinar. Hay, reitero, en las redes sociales, FACEBOOK, Twitter, Instagram, coquetas formas de lucirlo: desde el bikini, o con el rostro que imprime un carácter de pertenencia y donde los ojos se resaltan por su belleza. Asoman rostros, sin el barbijo como un antes, y luego con el barbijo, como un después. Hay reflexiones que acompañan a las fotografías.

Esta pandemia que azotó al mundo y que cobro miles de miles de fallecidos, ha tenido un descanso, una disminución. Se habla de un nuevo rebrote, hecho que nos asusta; pero la fe y la esperanza en la vacuna que en Bolivia ya llego a la tercera dosis, hará que la divinidad pueda en esa espiritualidad a la que hoy nos hemos acercado, y en las expresiones elevadas en oración, que desaparezca definitivamente.

Filosofar con el barbijo, es perder contacto con esa adversidad, y al ser al principio una incómoda prenda, hoy en un acto de vivir y sobrellevar el virus, intentamos con esta tapa bocas, mostrarnos diferentes; mostrar los rostros más coquetos y darlos a conocer en fotos específicas, portando el barbijo, a través del internet.

Tenemos que reinventarnos; ser felices, agradecer por lo malo y por lo bueno. Al final veremos que no obstante el sacrificio de esta pandemia terminará como un acto de bendición. Nos hemos tecnificado mucho para creer en las cosas del espíritu, y hemos sido soberbios jugando con la madre tierra, sin medir consecuencias. Muchos actos de maldad se han visto entrar en un estado de nueva conciencia, de una expansión de conciencia, de una conciencia solar dispuesta a la solidaridad y al amor.

Esta filosofía trata, precisamente, de buscar soluciones ingeniosas y hacer de nuestro principal escudo que es el barbijo, una prenda de moda capaz de embellecer rostros y resaltar las pupilas que miran ahora con otros ojos.

Vivimos un tiempo muy complicado. La pandemia actualmente vigente deja todavía a las sociedades del mundo en un escenario de incertidumbre. Se entrevera una desesperación silenciosa, interna. Hay miedo, pero también hay cuidado. En las restricciones y normas de bioseguridad, aparece la más importante, la más eficaz, la más característica en estos tiempos del Covid 19. Se trata del tapabocas, mascarilla o barbijo, que cubre desde la nariz hasta la boca, equilibrándose con dos asideros que se sostienen detrás de la orejas. Únicamente son los ojos el único lugar visible, habida cuenta que la ya llamada prenda sólo revela la mitad del rostro. A veces amigos, parientes, son irreconocibles si no se identifican.

El barbijo se puso de relieve cuando inmediatamente los gobiernos determinaron tomar medidas drásticas, por intermedio de cuarentenas rígidas, dinámicas y hoy con más libertad, pero más riesgo por un posible rebrote del virus. Lo primero fue el barbijo, una sencilla mascarilla de color blanca y por lo general quirúrgica. No había mayor trascendencia más que reconocer que todos estábamos sumidos en una realidad que nos exigía vestir el tapabocas.

Y la expresión vestir, dio un giro trascendental, donde sin sospecharlo, jamás imaginarlo, resultó que el barbijo fue perfeccionándose bajo la premisa o expresión de desahogo que decía “al mal tiempo un buen barbijo”. Aparecieron entonces diseñadores, artistas, fabricantes de renombre y también caseros. Así el barbijo adquirió una importancia insospechada. Se convirtió en la principal prenda de vestir. Aparecieron elaborados en telas de seda, en diseños muy atractivos que llegaron a embellecer a las mujeres. Se llegó a llamar la consecuencia, el arte del barbijo.

La juventud siempre airosa por verse bien, adquirió tapabocas con diseños atractivos y le dieron su toque sensual. El resultado observar piel desnuda y barbijo; vale decir artistas, mujeres, jóvenes combinando el biquini con el barbijo: ambos del mismo color. Rita Ora (la artista ilustra esta crónica con tres piezas sobre piel desnuda: barbijo, sujetador y trusa color verde en tela de seda), que apuesta por la moda braless, la observamos, en otro ángulo, sin barbijo, con una camisa muy escotada a través del cuerpo desnudo por debajo, dejando exento el uso del sujetador o camiseta interior básica.   

La evolución que nació de un tapabocas quirúrgico intrascendente, común y puesto de relieve en un solo motivo: cubrir la nariz y la boca en un color blanco uniforme con todos los semejantes que ante medidas reglamentadas comenzaron a usarlos, tuvo una metamorfosis de variedad, de elegancia y de importancia francamente extraordinaria en el barbijo.

El hecho en la realidad es que el barbijo avasalló los millones de rostros de mujeres y hombres, permitiendo más atención en diseños para las mujeres, pues el hombre dentro de su masculinidad, utiliza un traje, camisa y corbata y un barbijo blanco. La mujer no. Utiliza una indumentaria sexy para que se vea una presencia compacta donde el tapabocas sea de lejos lo más importante.

La imagen puede interpretarse como un mensaje concientizado sobre la importancia de tomar las medidas necesarias para cuidar la salud y evitar los contagios por coronavirus. En cuestión de algunas horas, aparece, de pronto un posteo que recolectó 26 mil "me gusta, o LIKE" y comentarios de los usuarios que destacaron su originalidad.

 

By Julio Ríos

 WITH NAKED BODY RITA WEARS THREE PIECES OF THE SAME COLOUR, FROM THE CHEEK, THE BRA AND THE TRUSS

The title EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA, a novel written by Gabriel García Márquez, winner of the Novel Prize for Literature, inspires me to write this chronicle, with a time of EL BARBIJO EN LOS TIEMPOS DEL COVID 19. Undoubtedly, a topical subject palliated by an inevitable and consoling alternative: to wear, live and pamper the mouth cover.

The use highlighted in the social networks gives a glimpse of how people work with it, how they exercise with it, how they enjoy the design, how it looks in different circumstances: in journalism, in the office, in the street, in the car, on the plane, everywhere.

The ingenuity is striking, the combination of the chinstrap, for example, with the colour of a scarf, or with the colour of the blouse, the shoes and other garments that you want to combine it with. There are, I repeat, on the social networks, FACEBOOK, Twitter, Instagram, flirty ways of wearing it: from the bikini, or with the face that imprints a character of belonging and where the eyes stand out for their beauty. Faces appear, without the mask as a before, and then with the mask, as an after. There are reflections that accompany the photographs.

This pandemic that swept the world and claimed thousands of thousands of lives has had a break, a decline. There is talk of a new outbreak, a fact that frightens us; but faith and hope in the vaccine, which in Bolivia has already reached its third dose, will ensure that divinity, in the spirituality we have approached today, and in the elevated expressions of prayer, will make it disappear for good.

To philosophise with the chinstrap is to lose contact with this adversity, and at the beginning it was an uncomfortable garment, today in an act of living and coping with the virus, we try with this mouth cover, to show ourselves different; to show the most flirtatious faces and to make them known in specific photos, wearing the chinstrap, through the internet.

We have to reinvent ourselves; to be happy, to be grateful for the bad and the good. In the end we will see that however the sacrifice of this pandemic will end up as an act of blessing. We have become too technical to believe in the things of the spirit, and we have been arrogant in playing with mother earth, without measuring consequences. Many acts of evil have been seen to enter into a state of new consciousness, of an expansion of consciousness, of a solar consciousness disposed to solidarity and love.

This philosophy is precisely about seeking ingenious solutions and making our main shield, which is the chinstrap, a fashionable garment capable of beautifying faces and highlighting the pupils that now look with different eyes.

We live in a very complicated time. The current pandemic still leaves the world's societies in a state of uncertainty. There is a silent, internal despair. There is fear, but there is also care. In the restrictions and biosecurity rules, the most important, the most effective, the most characteristic in these times of Covid 19 appears. It is the mask, mask or chinstrap, which covers from the nose to the mouth, balanced by two handles that are held behind the ears. Only the eyes are visible, as the mask reveals only half of the face. Sometimes friends and relatives are unrecognisable if they are not identified.

The mask came to the fore when governments immediately decided to take drastic measures, through rigid, dynamic quarantines and today with more freedom, but more risk due to a possible resurgence of the virus. The first thing was the chin mask, a simple white mask, usually surgical. There was nothing more important than recognising that we were all immersed in a reality that required us to wear the mask.

And the expression "to wear" took a transcendental turn, where without suspecting it, never imagining it, the chinstrap was perfected under the premise or expression of relief that said "to bad weather a good chinstrap". Designers, artists, renowned manufacturers and also home-made ones appeared. Thus the chinstrap acquired an unsuspected importance. It became the main item of clothing. They appeared in silk fabrics, in very attractive designs that came to beautify women. It came to be called, as a consequence, the art of the chinstrap.

The youth, always eager to look good, acquired masks with attractive designs and gave them a sensual touch. The result was to observe bare skin and a chinstrap; that is to say artists, women, young people combining the bikini with the chinstrap: both in the same colour. Rita Ora (the artist illustrates this chronicle with three pieces on bare skin: chinstrap, bra and green trunk in silk fabric), who is committed to braless fashion, we observe her, in another angle, without a chinstrap, with a very low-cut shirt across the naked body underneath, leaving the use of a bra or basic underwear free.  

The evolution that was born from an inconsequential surgical mask, common and highlighted in a single motive: to cover the nose and mouth in a uniform white colour with all the similar ones that before regulated measures began to use them, had a metamorphosis of variety, of elegance and of frankly extraordinary importance in the chinstrap.

The fact in reality is that the chinstrap overwhelmed the millions of faces of women and men, allowing more attention in designs for women, because the man within his masculinity, uses a suit, shirt and tie and a white chinstrap. Women do not. She wears a sexy outfit so that a compact presence is seen where the mask is by far the most important thing.

The image can be interpreted as an awareness message about the importance of taking the necessary measures to take care of one's health and avoid infection by the coronavirus. In a matter of a few hours, a post suddenly appeared that collected 26,000 "likes, or LIKE" and comments from users who highlighted its originality.

 

 Por Julio Ríos

COM O CORPO NU RITA USA TRÊS PEÇAS DA MESMA COR, DA BOCHECHA, DO SOUTIEN E DA TRELIÇA

O título EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA, romance escrito por Gabriel García Márquez, vencedor do Prémio de Literatura, inspira-me a escrever esta crónica, com um tempo de EL BARBIJO EN LOS TIEMPOS DEL COVID 19. Sem dúvida, um tema actual paliado por uma alternativa inevitável e consoladora: olhar, viver e mimar a capa da boca.

O uso destacado nas redes sociais dá uma ideia de como as pessoas trabalham com ele, como se exercitam com ele, como gostam do design, como ele se apresenta em diferentes circunstâncias: no jornalismo, no escritório, na rua, no carro, no avião, em todo o lado.

O engenho é impressionante, a combinação da correia do queixo, por exemplo, com a cor de um lenço, ou com a cor da blusa, os sapatos e outras peças de vestuário com que se pretende combiná-lo. Existem, repito, nas redes sociais, FACEBOOK, Twitter, Instagram, formas de flertar: do biquíni, ou com o rosto que imprime um carácter de pertença e onde os olhos se destacam pela sua beleza. As caras aparecem, sem a máscara como um antes, e depois com a máscara, como um depois. Há reflexões que acompanham as fotografias.

Esta pandemia que varreu o mundo e ceifou milhares de milhares de vidas teve uma ruptura, um declínio. Fala-se de um novo surto, um facto que nos assusta; mas a fé e a esperança na vacina, que na Bolívia já atingiu a sua terceira dose, garantirão que a divindade, na espiritualidade que hoje abordamos, e nas elevadas expressões de oração, a fará desaparecer de vez.

Filosofar com a correia do queixo é perder o contacto com esta adversidade, e no início era uma peça de vestuário desconfortável, hoje num acto de viver e lidar com o vírus, tentamos com esta capa de boca, mostrar-nos diferentes; mostrar os rostos mais flirtosos e torná-los conhecidos em fotos específicas, usando a correia do queixo, através da Internet.

Temos de nos reinventar; de ser felizes, de estar gratos pelo mau e pelo bom. No final veremos que, no entanto, o sacrifício desta pandemia acabará por ser um acto de bênção. Tornámo-nos demasiado técnicos para acreditar nas coisas do espírito, e temos sido arrogantes em brincar com a mãe terra, sem medir consequências. Muitos actos de maldade foram vistos a entrar num estado de nova consciência, de expansão da consciência, de uma consciência solar disposta à solidariedade e ao amor.

Esta filosofia consiste precisamente em procurar soluções engenhosas e fazer do nosso escudo principal, que é a correia do queixo, uma peça de vestuário da moda capaz de embelezar rostos e destacar as pupilas que agora olham com olhos diferentes.

Vivemos numa época muito complicada. A actual pandemia ainda deixa as sociedades do mundo num estado de incerteza. Há um desespero silencioso e interno. Há medo, mas há também cuidado. Nas regras de restrições e biossegurança, a mais importante, a mais eficaz, a mais característica nestes tempos do Covid 19 aparece. É a máscara, máscara ou correia do queixo, que cobre desde o nariz até à boca, equilibrada por duas pegas que são seguradas atrás das orelhas. Apenas os olhos são visíveis, uma vez que a máscara revela apenas metade do rosto. Por vezes os amigos e familiares são irreconhecíveis se não forem identificados.

A máscara surgiu quando os governos decidiram imediatamente tomar medidas drásticas, através de quarentenas rígidas e dinâmicas e hoje com mais liberdade, mas com mais risco devido a um possível ressurgimento do vírus. A primeira coisa foi a máscara de queixo, uma simples máscara branca, geralmente cirúrgica. Não havia nada mais importante do que reconhecer que estávamos todos imersos numa realidade que nos obrigava a usar a máscara.

E a expressão "usar" deu uma volta transcendental, onde sem suspeitar, sem nunca imaginar, a correia do queixo foi aperfeiçoada sob a premissa ou expressão de alívio que dizia "ao mau tempo uma boa correia do queixo". Apareceram desenhadores, artistas, fabricantes de renome e também fabricantes caseiros. Assim, a correia do queixo adquiriu uma importância insuspeitável. Tornou-se o principal artigo de vestuário. Apareceram em tecidos de seda, em desenhos muito atraentes que vieram para embelezar as mulheres. Veio a ser chamada, como consequência, a arte da correia do queixo.

Os jovens, sempre ansiosos por ter bom aspecto, adquiriram máscaras com desenhos atraentes e deram-lhes o seu toque sensual. O resultado foi observar a pele nua e uma máscara; ou seja, artistas, mulheres, jovens combinando o biquíni com a máscara: ambos na mesma cor. Rita Ora (a artista ilustra esta crónica com três peças sobre pele nua: soutien, cinta de queixo e tronco verde em tecido de seda), que aposta para a moda sem soutien, observamo-la, num outro ângulo, sem cinta de queixo, com uma camisa muito decotada através do corpo nu por baixo, deixando o uso do soutien ou colete básico isento. 

 A evolução que nasceu de uma máscara cirúrgica inconsequente, comum e destacada num único motivo: cobrir o nariz e a boca de uma cor branca uniforme com todas as semelhantes que antes das medidas reguladas começaram a utilizá-los, teve uma metamorfose de variedade, de elegância e de importância francamente extraordinária na cintura do queixo.

Na realidade, o facto é que a correia do queixo sobrecarregou os milhões de rostos de mulheres e homens, permitindo maior atenção nos desenhos para as mulheres, porque o homem dentro da sua masculinidade, usa um fato, camisa e gravata e uma correia do queixo branca. As mulheres não o fazem. Ela usa uma roupa sexy para que se veja uma presença compacta onde a máscara é de longe a coisa mais importante.

A imagem pode ser interpretada como uma mensagem de sensibilização sobre a importância de tomar as medidas necessárias para cuidar da própria saúde e evitar a infecção pelo coronavírus. Em poucas horas, surgiu subitamente um post que recolheu 26.000 "gostos, ou LIKE" e comentários de utilizadores que sublinharam a sua originalidade.


Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022. Todos los derechos reservados. Condiciones de uso y Política de Privacidad.

En la época que hoy vivimos a consecuencia de las cuarentenas dinámicas y rígidas por el panorama desolador que deja el Covid 19, la fotografía ha ganado la realidad física puesta de relieve en el uso del "tapabocas" o "barbijo", y resultado de esta situación son las rostros y circunstancias donde se entrevera el uso de esta prenda y haciendo evidente que, al mal tiempo, aparece un elegante barbijo.

Y ahora que debemos ocultar esa parte de la fisonomía humana, el uso de este barbijo ha conseguido trabajos artísticos puede darle un toque de buen humor y color a estos días grises, que esperemos muy pronto queden en el pasado.

Los ojos que son la ventana del alma, y “lo esencial es invisible a los ojos”, frase de la autoría del escritor y píloto francés Antoine de Saint-Exupéry. Significa que el verdadero valor de las cosas no siempre es evidente. “destacan mucho con el uso del "tababocas", habida cuenta que se especifican y el rostro es puro ojos. Ya se impuso la fotografía y la moda; combinar el color del barbijo con con el color del top; confeccionar un bikini o bustier con la misma tela del barbijo, revestido por las normas de bioseguridad, y tomarse una foto.

Las tapas de revistas famosas, medios digitales, redes sociales, en todo el mundo subrayan el espacio de la portada o del internet con la expresión de ojos hermosos y piel desnuda, a través de escotes de vestidos, trajes sastres, blusas transparentes o caladas y mucha elegancia. Aparecen artistas de cine, modelos que matizan metafóricamente hablando, un cuerpo desnudo vestido a través del barbijo. 

En diversidad de colores, estilos, telas o materiales sintéticos, el nasobuco irrumpió en el 2020 para adueñarse de las pasarelas cotidianas en las ciudades de todo el mundo. La prenda del año, la declaran algunos al bromear con el tema. Aunque su finalidad, claramente, no guarda relación alguna con la estética y sí con la protección imperiosa que demanda el momento ante la propagación del nuevo coronavirus.

Podría decirse en todo caso que es de lo más antiéstetico que haya usurpado las pasarelas, ya que oculta casi la totalidad del rostro dejando entes inexpresivos caminar más seguros.

Los barbijos o tapabocas, como también se les nombra, esconden el calor de una sonrisa a 37 grados, la simpatía de una mueca, la desaprobación en unos labios fruncidos. Pero como prenda de moda asumen su reinado. Las costureras ponen toda su creatividad al combinar texturas, hilos y colores, y el resultado son sorprendentes diseños.

Algunos hurgan en la originalidad de las culturales precolombinas del continente latinoamericano, como los de la artista textil ayacucha Gaudencia Yupari Quispe De Sarhua y su hija, que desde Perú se han hecho tan virales como la COVID-19 por sus asombrosas mascarillas.

In the times we live in today as a result of the dynamic and rigid quarantines due to the desolate panorama left by the Covid 19, photography has gained the physical reality highlighted in the use of the "tapabocas" or "barbijo", and the result of this situation are the faces and circumstances where the use of this garment is intermingled and making it evident that, in bad weather, an elegant chinstrap appears.

And now that we must hide this part of the human physiognomy, the use of this chinstrap has achieved artistic works that can give a touch of good humour and colour to these grey days, which we hope will soon be in the past.

The eyes are the window to the soul, and "what is essential is invisible to the eye", a phrase by the French writer and poet Antoine de Saint-Exupéry. It means that the true value of things is not always evident. "The use of "tababocas" is very much in evidence, since they are specified and the face is pure eyes. Photography and fashion have taken over; matching the colour of the mask with the colour of the top; making a bikini or bustier out of the same fabric as the mask, covered by biosafety standards, and having a photo taken.

The covers of famous magazines, digital media, social networks, all over the world underline the space of the cover or the internet with the expression of beautiful eyes and bare skin, through the necklines of dresses, tailored suits, transparent or openwork blouses and a lot of elegance. Film artists and models appear, metaphorically speaking, to shade a naked body dressed through a chinstrap.

In a variety of colours, styles, fabrics or synthetic materials, the nasobuco burst in 2020 to take over the daily catwalks in cities all over the world. The garment of the year, as some jokingly declare it. Although its purpose clearly has nothing to do with aesthetics and everything to do with the imperative protection demanded by the spread of the new coronavirus.

In any case, it is arguably one of the most anti-aesthetic things to have usurped the catwalks, as it hides almost the entire face, leaving expressionless entities to walk more confidently.

Masks, or face masks as they are also called, hide the warmth of a smile at 37 degrees, the sympathy of a grimace, the disapproval of pursed lips. But as a fashionable garment they assume their reign. The seamstresses put all their creativity into combining textures, threads and colours, and the result is surprising designs.

Some of them dig into the originality of the pre-Columbian cultures of the Latin American continent, such as those of the Ayacucho textile artist Gaudencia Yupari Quispe De Sarhua and her daughter, who have become as viral as COVID-19 for their astonishing masks from Peru.

Na época em que vivemos hoje, como resultado da dinâmica e rigidez das quarentenas devido ao panorama desolado deixado pelo Covid 19, a fotografia ganhou a realidade física destacada na utilização do "tapabocas" ou "barbijo", e o resultado desta situação são os rostos e as circunstâncias em que a utilização desta peça de vestuário se mistura e torna evidente que, com o mau tempo, aparece uma elegante correia de queixo.

E agora que temos de esconder esta parte da fisionomia humana, o uso desta cinta de queixo alcançou obras artísticas que podem dar um toque de bom humor e cor a estes dias cinzentos, que esperamos que em breve estejam no passado.

Os olhos são a janela para a alma, e "o essencial é invisível aos olhos", uma frase do escritor e poeta francês Antoine de Saint-Exupéry. Isto significa que o verdadeiro valor das coisas nem sempre é evidente. "O uso de "tababocas" está muito em evidência, uma vez que são especificados e o rosto é olhos puros. A fotografia e a moda assumiram o controlo; combinar a cor da máscara com a cor do topo; fazer um biquíni ou corpete com o mesmo tecido da máscara, coberto por normas de biossegurança, e mandar tirar uma fotografia.

As capas de revistas famosas, meios digitais, redes sociais, em todo o mundo, sublinham o espaço da capa ou da Internet com a expressão de belos olhos e pele nua, através dos decotes dos vestidos, fatos à medida, blusas transparentes ou de trabalho aberto e muita elegância. Artistas e modelos de cinema aparecem, metaforicamente falando, para dar sombra a um corpo nu vestido através de uma correia de queixo.

Numa variedade de cores, estilos, tecidos ou materiais sintéticos, o nasobuco rebentou em 2020 para tomar conta das passarelas diárias em cidades de todo o mundo. A peça de vestuário do ano, como alguns brincam a declarar. Embora a sua finalidade não tenha claramente nada a ver com a estética e tudo a ver com a protecção imperativa exigida pela propagação do novo coronavírus.

Em qualquer caso, é sem dúvida uma das coisas mais anti-estéticas ter usurpado as passarelas, uma vez que esconde quase todo o rosto, deixando entidades sem expressão a caminhar com mais confiança.

As máscaras, ou máscaras de rosto como também são chamadas, escondem o calor de um sorriso a 37 graus, a simpatia de uma mágoa, a desaprovação dos lábios com bolsa. Mas como uma peça de vestuário da moda, assumem o seu reinado. As costureiras colocam toda a sua criatividade na combinação de texturas, fios e cores, e o resultado são desenhos surpreendentes.

Alguns deles mergulham na originalidade das culturas pré-colombianas do continente latino-americano, tais como as do artista têxtil Ayacucho Gaudencia Yupari Quispe De Sarhua e a sua filha, que se tornaram tão viris como a COVID-19 pelas suas espantosas máscaras do Peru.