sábado, 26 de febrero de 2022

Vuelven los diablos a Oruro JULIO RÍOS CALDERÓN

 

 


Vuelven los diablos a Oruro

JULIO RÍOS CALDERÓN

Página Siete, sábado 26 de Febrero de 2022

El Carnaval de Oruro es una festividad folclórica y cultural en la ciudad de Oruro, así como la máxima representación de los carnavales en Bolivia, “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” (Unesco).

A lo largo del carnaval participan más de 48 conjuntos folklóricos que son distribuidos en 18 especialidades de danzas que reúnen de distintas partes de Bolivia y que realizan su peregrinación hacia el Santuario del Socavón cada sábado de carnaval en la tradicional “Entrada”.

Esta celebración, por la gran popularidad que alcanzó en los últimos años (hasta el 2019, habida cuenta de la ferocidad de la pandemia y la mortal Covid 19), debido a su gran manifestación cultural y atracción turística, pasó a volverse uno de los carnavales más importantes conjuntamente con el de Río de Janeiro, Brasil y otros carnavales en el mundo. Alrededor de 400 mil personas visitan anualmente el carnaval, generando un movimiento económico de al menos 125 millones de bolivianos.

En los días actuales, amplificados a todo el país y enriquecidos con la presencia de comparsas de todos los departamentos de Bolivia, las carnestolendas de los Andes han sido en sus albores una manifestación de fe y de regocijo, por entonces sólo reservada a cultores de la tradición nacional, es decir, a la esencia misma de lo folclórico.

El tiempo y lo espectacular de las danzas, fueron cediendo paso a instituciones organizadas, a grupos juveniles de la sociedad y a una multitud de gente que sólo quería danzar, o en el mejor de los casos, difundir la coreografía de otras regiones del país.

Los carnavales actuales suman miles de bailarines agrupados en comparsas llamativas por vestimentas y bailes. Son portadores de una nacionalidad que se encumbra en la danza, entre la reiteración de lo religioso y lo pagano.

Allí, en medio de ese beato fervor y del sentimiento impío, resalta la Diablada, portadora de la más extraordinaria muestra de fe hacia la imagen de la Virgen del Socavón. Lo infernal de su aspecto, lo maravilloso de su danza y lo extraordinario de su atuendo, reflejan el alto nivel de creación artesanal.

Durante la realización del Carnaval en el año 2018, mujeres orureñas y de todas las regiones del país —en esta crónica se pone de relieve la sensualidad de las bailarinas a través de su indumentario muy escotada con el cuerpo desnudo por debajo—, manifestaron la indiscutible belleza femenina boliviana.

La preciosidad y el sensualismo de la mujer orureña y boliviana se constituyen en uno de los principales atractivos de la principal expresión folklórica religiosa del mundo. Presencia, sin vacilación alguna en el carnaval, fue la de la colega y comunicadora Raiza Terceros Ordoñez, cuya elegancia muy escotada, asomada de distinción, se pone de relieve en la foto que acompaña este apunte.

Las máscaras, los bordados, la música y la sincronización de cientos de bailarines, dan al carnaval de Oruro el mayor espectáculo del mundo, razón por la que se le otorga a Oruro el título de Capital del Folclore Boliviano y, a nivel internacional, el de Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Visitar Oruro en esa festividad, es vivir inmerso en un mundo de fantasías donde el realismo mágico y lo real maravilloso, danzan del brazo al compás de conjuntos musicales tradicionales.

Si aquellos personajes de leyenda fueron los que animaron las horas cotidianas de los orureños, en los primeros cincuenta años del siglo XX, los otros, los surgidos en la otra tradición del pueblo, son los que aún perduran en la literatura, el diálogo y las reuniones de intelectuales. Allí está el Chiru Chiru. No hay duda que en los socavones mineros se tejieron las historias más fantásticas y apasionantes de Oruro.

La creencia en seres superiores, como el Tío de las minas, es algo que pervive en la gente del subsuelo y en la festividad del carnaval. Pero también está el misticismo llevado a la devoción por la Virgen del Socavón, la joven Candelaria, así denominada por un franciscano. Entre el bien y el mal, constante en la vida de todos los pueblos, el cielo y el infierno mantienen distancia en medio de creencias arraigadas, supersticiones y fe religiosa.

 JULIO RÍOS CALDERÓN, es escritor y consultor