lunes, 10 de enero de 2022

EL BARBIJO III


 

REFLEXIONES EN TIEMPO DE LA

COVID – 19

EL  BARBIJO

ANVERSO / REVERSO

¿UNA PRENDA DE MODA?

¿UN ESTORBO?

MASCARILLA EN DETRIMENTO

DE LA IDENTIDAD

(Máxime la femenina)

ESCRIBE: NINIVE ALONSO

El Comercio
España

COMENTARIOS: JULIO RÍOS

Julio Ríos

ESCRITOR / CONSULTOR

 

Era en Egipto, estaba en un crucero por el Nilo, y disfrutaba de una embarcación de ensueño con las mejores y más modernas instalaciones pero tomándome un cóctel en una de las cafeterías vi que dos camareros se reían de mí, cuchicheaban entre ellos y me miraban de reojo, muy molesta me dirigí hacía ellos y les reprobé su comportamiento, en mi escueto inglés dije: What’s the matter?, ellos señalaron mi boca, mi pintalabios rojo, ¡eso les hacía reírse!

Más tarde me enteré que era una de identificaciones de las mujeres prostitutas en Egipto: dejar la boca visible con los labios pintados con carmín.

Lo que para mí, mujer occidental, era una expresión más de la moda, el “rouge Chanel” suponía, sin embargo, una manifestación muy concreta en un país, que aún adorado por su innegable valor histórico, era, junto con otros, paradigma de la invisibilización de la identidad femenina. Las caras borradas de las mujeres.

Ahora me encuentro en mi país España, paseo por la calle sin conocer a la gente, de suerte les veo los ojos y cada vez menos porque el contacto visual casi ha desaparecido por las calles.

La mascarilla supone una barrera psicológica tal que elimina el lenguaje de la cara, el lenguaje no verbal indispensable para la comunicación y el hermanamiento de los ciudadanos, aún desconocidos.

Acuérdese, antes uno sonreía en una acera estrecha al encontrase de frente con alguien, en una cola lenta del supermercado o a los niños que correteaban, un gesto de sonrisa, un gesto facial que ahora parece un lujo ver.

Esto plantea un escenario apocalíptico sobre el que ya reflexioné en diferentes artículos, también en este medio, que en su momento nos lo presentaron como transitorio, con medidas necesarias hasta el estudio científico de la covid-19 y diseño de las diversas vacunas y el análisis científico de las formas de transmisión del propio virus.

Nos dijeron que el virus se transmitía a través de los aerosoles en lugares cerrados sin suficiente ventilación y a través de las gotículas, las gotas de saliva que al hablar se despedían y contactaban con las mucosas de las otras personas.

A estos estudios científicos se le dieron las salidas de: distancia de seguridad y mascarilla obligatoria hasta conseguir la inmunidad de rebaño a través de la vacunación de la mayor parte de la población, así como mantener ciertos protocolos de limpieza y distancia personal.

Sin embargo, hemos sido buenos, nos hemos vacunado, hemos cumplido lo que se nos dijo, y de nuevo se nos impone una mascarilla de protección en el exterior que ni encaja con las investigaciones de los expertos, ni supone una real y efectiva medida de contención, pero lo que sí supone y es lo que me preocupa profundamente, son dos cosas gravísimas:

La primera, en esfera jurídica, esta forma cambiante de actuar entraña para los ciudadanos la sensación (real) de arbitrariedad de las normas:

Vemos un cambio constante de la normativa que nos subsume en una inseguridad jurídica en la que uno ya no sabe qué hacer para estar dentro de la ley, qué hacer para no ser sancionado, de modo que deja de hacer todo por miedo, ¡esto es gravísimo!

La segunda, en esfera filosófica, la inútil imposición de la mascarilla en el exterior, supone el detrimento o daño moral de la identidad a través del borrado generalizado de las caras,

Máxime en las mujeres que, occidentales, mantenemos “como oro en paño” nuestra cara al aire, nuestra sonrisa y si queremos, nuestros labios pintados de rojo.

¡Esto es terrible e intolerable!

La mascarilla supone una barrera psicológica tal que elimina el lenguaje de la cara, el lenguaje no verbal indispensable para la comunicación y el hermanamiento de los ciudadanos, aún desconocidos. -NINIVE ALONSO

It was in Egypt, I was on a cruise on the Nile, and I was enjoying a dream boat with the best and most modern facilities but having a cocktail in one of the cafes I saw two waiters laughing at me, whispering among themselves and looking at me sideways, very annoyed I turned to them and reproached them for their behaviour, in my short English I said: What's the matter, they pointed to my mouth, my red lipstick, that made them laugh!

Later I found out that it was one of the identifications of prostitutes in Egypt: to leave the mouth visible with lips painted with lipstick.

What for me, a Western woman, was just another expression of fashion, the "rouge Chanel" was, however, a very concrete manifestation in a country which, although adored for its undeniable historical value, was, along with others, a paradigm of the invisibilisation of female identity. The erased faces of women.

Now I find myself in my country, Spain, walking down the street without knowing the people, I am lucky to see their eyes, and less and less because eye contact has almost disappeared in the streets.

The mask is such a psychological barrier that it eliminates the language of the face, the non-verbal language that is indispensable for communication and the twinning of citizens, even strangers.

Remember, one used to smile on a narrow pavement when meeting someone face to face, in a slow supermarket queue or at children running around, a gesture of a smile, a facial gesture that now seems a luxury to see.

This poses an apocalyptic scenario on which I have already reflected in different articles, also in this medium, which at the time was presented to us as transitory, with necessary measures until the scientific study of covid-19 and the design of the various vaccines and the scientific analysis of the forms of transmission of the virus itself.

We were told that the virus was transmitted through aerosols in closed places without sufficient ventilation and through droplets, the droplets of saliva that were released when talking and came into contact with other people's mucous membranes.

These scientific studies were followed up with the following: safety distance and obligatory masks until herd immunity was achieved through vaccination of the majority of the population, as well as maintaining certain protocols of cleanliness and personal distance.

However, we have been good, we have been vaccinated, we have complied with what we were told, and once again a protective mask is being imposed on us outside, which does not fit in with the experts' investigations, nor does it represent a real and effective containment measure, but what it does mean, and this is what worries me deeply, are two extremely serious things:

First, in the legal sphere, this changing way of acting gives citizens the (real) feeling of arbitrariness of the rules:

We see a constant change in the rules, which leads to a legal insecurity in which one no longer knows what to do to stay within the law, what to do so as not to be punished, so that one stops doing everything out of fear.

The second, in the philosophical sphere, the useless imposition of the mask on the outside, means the detriment or moral damage of identity through the generalised erasure of faces,

This is especially true for women who, as Westerners, keep our faces in the air, our smiles and, if we wish, our lips painted red.

This is terrible and intolerable!

LA COVID-19 cambió el mundo. Lo que empezó como una enfermedad local, posiblemente a partir del contacto humano con animales en un mercado chino, se extendió en poco tiempo y constituye una pandemia que se propaga con rapidez hasta los últimos rincones del planeta.

Algunos hablaron de la aparición de un cisne negro, es decir de un acontecimiento altamente improbable de graves consecuencias. Pero el propio Nicolas Taleb que acuñara este concepto, se ocupó de aclarar que este evento era previsible e incluso casi inevitable si no se cambiaba radicalmente la conducta de la gente.

Las causas de la pandemia de la COVID-19 son diversas y complejas. Pero hay evidencia de que la destrucción de ecosistemas como consecuencia de la tala de bosques, la ampliación de áreas dedicadas a la agricultura y la cría masiva de animales para alimento humano propiciaron su propagación.

Habitamos un mundo hiperconectado, con verdaderas “ciudades” de animales confinados para la producción de carne  y crecientes áreas dedicadas a monocultivos de especies de alto rendimiento. Esto, y la movilidad creciente de personas y mercancías por el mundo constituyen el contexto ideal para la transmisión explosiva del virus.

Las consecuencias de la pandemia son conocidas y en algunos países los sistemas de salud se vieron superados por la cantidad de pacientes. En poco tiempo la disponibilidad de ventiladores pasó a ser tema de la agenda política, la información sobre el estado sanitario y los servicios asociados ocuparon espacios relevantes en las noticias.

La discusión sobre como aplanar la curva de contagio se convirtió en asunto de Estado. Las estrategias de mitigación y prevención variaron mucho, pero en la mayoría de los países las autoridades implementaron medidas más o menos voluntarias de limitación del contacto social mediante llamados a la precaución, la limitación de los movimientos y hasta la puesta en práctica de la cuarentena obligatoria.

No existe unanimidad respecto a la necesidad de la cuarentena. Hay quienes la consideran ineludible para evitar el colapso de los sistemas de salud. Para otros constituye una limitación inaceptable de su libertad ciudadana, o creen que provocará daños aún mayores que la epidemia misma a la economía e incluso a la salud mental de la población.

A lo largo de las últimas semanas comenzó un proceso de reinicio de las actividades productivas, comerciales, turística, educativas y culturales. Aunque este proceso parezca una vuelta a lo de ya conocido, algunos hablan de una “nueva normalidad”, mientras otros advierten que nada será como antes. Aprender a convivir con este virus implicará conductas precautorias y fundamentalmente nuevas formas de relacionamiento entre las personas.

Más allá de las esperanzas en la pronta aparición de una vacuna salvadora, la pandemia del COVID-19 interpela a los individuos. El “desconfinamiento” progresivo, como lo llaman algunos expertos, comprende riesgos que no deberían ser omitidos en medio de la euforia por el relativo control de la evolución de los contagios.

Existe incertidumbre respecto al desarrollo de esta crisis, ya que más allá de los esfuerzos sanitarios y de investigación a nivel global, persisten las causas primarias de la pandemia. 

Es probable que el añorado reinicio de las actividades provoque rebrotes.

En la medida en que éstos se puedan localizar rápidamente será posible evitar un aumento exponencial de los contagios y la circulación comunitaria del virus. 

Para esto es necesario aumentar las capacidades de testeo y de seguir los hilos epidemiológicos. 

La contraparte indispensable de esta estrategia es la conducta de la ciudadanía ya que ningún sistema de salud podrá responder en forma eficaz si la ola de contagios se descontrola.

La pandemia hizo visibles y colocó en la agenda la discusión sobre los sistemas de salud pública. 

Las dramáticas imágenes de hospitales durante los picos de contagio en numerosos países mostraron la exigencia a la que está sometido el personal de la salud. 

También quedó clara la importancia de los aportes desde la ciencia a los procesos de toma de decisión política.

Mientras que regímenes populistas recurrieron a la negación del problema o a consignas triunfalistas, las democracias apostaron a la comunicación seria y sistemática, y llamaron a la ciudadanía a sostener los esfuerzos colectivos.


En algunos países los institutos dedicados a la investigación científica pasaron a ocupar un rol clave no solamente en la provisión de conocimiento, sino en la comunicación y explicación de una situación inédita y desafiante.

Un resultado positivo de la crisis del COVID-19 es que favoreció la cooperación de la ciencia con la política. 

En algunos países esto ocurre mediante la participación de instituciones de investigación (Alemania), en otros se constituyeron comités científicos de carácter honorario (Uruguay).

Desde estas instancias se difunden informaciones serias y se promueve la participación ciudadana en la lucha contra la pandemia.

Las conductas responsables y empáticas permitirán evitar correr de atrás los problemas y anticipar las situaciones críticas para navegar exitosamente por este desafío.

Como resumió un integrante del Grupo Asesor Científico Honorario en Uruguay: “el barbijo es un deber cívico”.

La nueva normalidad exigirá nuevos diálogos y cooperaciones. Del compromiso de toda la sociedad, de cada uno de nosotros dependerá el futuro.

La boca es una de las principales partes de uerpo en la que nuestra mirada se fija cuando interactuamos con alguien, escribe en LA VANGUARDIA, Rubén Navarro. “Resulta inevitable no hacerlo, incluso en plena pandemia. De hecho, aunque quede oculta tras la mascarilla, el poder de la sonrisa es capaz de trasmitir sus beneficios a través de la mirada, las expresiones faciales e incluso la actitud”, agrega.

Explica Navarro que numerosos estudios han demostrado que la sonrisa influye en nuestro estado ánimo, las relaciones personales y hasta en el éxito personal. “Por desgracia, 2020 pasará a la historia como el año que lo cambió prácticamente todo y en el que menos hemos visto sonreír a nuestros cercanos”, puntualiza.

Subraya, que la necesidad de reinventarse a marchas forzadas para afrontar las restricciones de la covid-19 han dibujado un escenario nuevo para muchos, pero no para todos. “La red odontológica Clínicas W se marcó un objetivo desde sus inicios que sigue aplicando hasta la fecha: ayudar a sonreír a la gente. La organización promueve una filosofía “slow” basada en la humanización de la atención, la optimización de los recursos, la seguridad y la idea de que menos es más”, concluye.

Por su parte la Dra.  Cristina Botella, que es una notable investigadora en el ámbito de la Psicología Clínica y las Nuevas Tecnologías, escribe que cuando sentimos alegría la expresamos con una sonrisa y con un humor que nos invita a reír, a jugar, a cantar, a compartir.

En los actuales tiempos, avasallados por la aciaga pandemia que golpea al mundo por la vigencia del enemigo invisible conocido con el nombre de “la Covid 19”, ha ocasionado el fallecimiento de un sinnúmero de mujeres y hombres en todo el universo del planeta Tierra.

El título EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA, novela escrita por Gabriel García Márques, Premio Novel de Literatura, llama a un nueo título: EL BARBIJO EN LOS TIEMPOS DEL COVID 19. Sin duda, tema de actualidad paliado por una inevitable y consoladora alternativa: lucir, vivir y consentir al tapa bocas.

El uso puesto de relieve en las redes sociales, permite entrever, cómo se trabaja con él, cómo se hacen ejercicios con él, cómo se disfruta del diseño, cómo se luce en diferentes circunstancias: en el periodismo, en la oficina, en la calle, en el automóvil, en el avión, en un bus Pumakatari, en el teleférico, en fin, en todo lado.

Llama la atención el ingenio, la combinación que se hace del barbijo, por ejemplo con el color de una pañoleta, o con el color de la blusa, los zapatos y otras prendas a las que se quiere combinar. Hay, reitero, en las redes sociales, FACEBOOK, Twitter, Instagram, coquetas formas de lucirlo: desde el bikini, o con el rostro que imprime un carácter de pertenencia y donde los ojos se resaltan por su belleza. Gal Gadot, gana esta página. 

La famosa artista se caracteriza por una personalidad carismática, contagiando su actitud de vivir feliz y sonriendo. Elegante y sensual, ilustra su presencia esta crónica. Ella es piel desnuda y sonrisa. Vestida con una camisa muy escotada, exenta de prendas interiores, se la ve muy hermosa con la blusa que viste con el cuerpo desnudo debajo y sin sujetador.

Desde estas instancias se difunden informaciones serias y se promueve la participación ciudadana en la lucha contra la pandemia.

Las conductas responsables y empáticas permitirán evitar correr de atrás los problemas y anticipar las situaciones críticas para navegar exitosamente por este desafío.

Como resumió un integrante del Grupo Asesor Científico Honorario en Uruguay: “el barbijo es un deber cívico”.

La nueva normalidad exigirá nuevos diálogos y cooperaciones. Del compromiso de toda la sociedad, de cada uno de nosotros dependerá el futuro.

Manfred Steffen, Magíster en Ciencias Ambientales, sin vacilación, levanta un minucioso análisis relacionado fundamentalmente con el barbijo. Su exposición es pormenorizada y escrita con microscópica meticulosidad. No se le escapa ni un solo dato.

Toca ahora referir el par de opuestos al loable argumento del MG. Sterffen. Detrás del tapabocas hay una nariz y una boca cubierta; empero asoman los ojos que son la ventana del alma, y los hay como si fueran dos lagos de agua cristalina: agua que llama, agua que moja, agua que ahoga, agua que inunda.

Sin duda que al mal tiempo, un buen barbijo. ¡Volvámonos coquetos! Primero apareció al tapabocas quirúrgico, luego el desechable en colores blanco, negro, celeste y azul.

Después jóvenes emprendedoras encontraron un camino abierto a la oportunidad, haciendo evidente el escrito en chino “crisis”, que volcado dice “oportunidades”.

Aparecieron entonces los barbijos de seda, de hilo, de tela (lavables) y llegaron los de alta costura que embellecieron el medio rostro de mujeres, que ante la fascinación de usarlos, aparecieron en las redes sociales, especialmente en Facebook, Twitter e Instagram.

Más adelante, artistas y modelos famosas, como Emily Ratajkowski, destacaron el barbijo sumando la ropa puesta. Ella apareció en las tramas generales y fotográficas vestida con un cubrebocas rozado que combinaba con una blusa del mismo color de corte transparente que traslucía su cuerpo desnudo por debajo, resaltando un coqueto sujetador de media copa también de similar tono.

Aparecieron, luego, las máscaras floreadas en lienzo de satín, con camisas de gasa reflejadas sobre la misma piel desarropada, pero con un bracee negro, y así sucesivamente trajes sastre de dos piezas muy escotados y sin sostén en la tendencia braless —la sensualidad a la que se adhirió el barbijo fue increíble por los gráficos a pecho desnudo por debajo de toda prenda—, pero combinando en destacada elegancia con el cubrebocas del mismo color.

Las playas que son susceptibles a una infección, se abrieron una vez que prosperaron las dosis de las vacunas, y los bikinis entreveraron un juego de bikini y tapabocas con idéntica tela. Las circunstancias se diversificaron y las fotos llegaron a niveles insospechados.

Todos estos detalles, con un mensaje metafórico de ver sus protagonistas con ojos nuevos lo que estamos mirando con ojos atufados o sobrecegados por la angustia de sobreexistir. Hasta ahora las redes están avasalladas y por otra parte, portadas de revistas muy afamadas con Vogue, Para Ti, Cosas, entre otras, pusieron de relieve rostros y barbijos. El resultado fue que los observadores pierdan todo posible contacto con la desvaída realidad que nos rodea.

En un mundo politizado, en una redondez del globo salpicando corrupción, en un escenario de todo el universo, donde las injusticias están día a día; en momentos en los que se revivió el tango “Cambalache” que comienza la letra “el mundo es y será una porquería…”, el barbijo fue la prenda ansiolítica y de mucho análisis creativo, de reflexiones que nos enseñan que debemos vivir minuto a minuto, hora a hora, mañana a mañana, tarde a tarde, día a día, como si fueran únicos, añadiendo el instante espiritual de amanecer con vida y agradecer a Dios por nuestra existencia intacta en toda aurora.

La mujer y el hombre son seres de costumbre, y en casi dos años de obligatoriedad en el uso del tapabocas, éste es parte de nuestro cuerpo, junto al celular; que es incómodo, lo es, pero que hacer de la limitación un rostro agradable, una manera de protegernos de la Covid 19, es un realidad insoslayable y para consuelo final la posibilidad satisfactoria de lucir un elegante barbijo.


Imágenes de Mujer Con Tapabocas Dibujo | Vectores, fotos de stock y PSD  gratuitos

Julio Ríos

El uso de mascarillas de diseño es una costumbre que se originó en Asia como forma de protección ante la contaminación del aire. Hoy, por causas estrictamente medicinales, la pandemia del coronavirus extendió este hábito al mundo entero, al punto de convertir el tapabocas en el nuevo accesorio que cambiará por completo la industria de la moda. Ocurría en las calles de Pekín pocos meses antes del brote.

En febrero, por las tiendas más exclusivas del barrio de Sanlitun, que concentra marcas de moda y belleza de lujo, era muy común ver a grupos de jóvenes fashionistas con una especie de barbijo de tela que en sus inicios era negro o blanco, sobrio y sin ningún tipo de estampado y cumplía una función meramente sanitaria: proteger a los habitantes y visitantes de la capital china de los altos índices de contaminación ambiental a los que está expuesta la ciudad.

Estas mascarillas comenzaron a refinarse en su confección, materiales y prints hasta convertirse en accesorios de moda entre los adolescentes, que encontraron en este pedacito de tela con elástico un escudo de protección contra los aires poco puros de Pekín y una especie de barrera o refugio contra las inclemencias del mundo exterior. Las jóvenes asiáticas adoptaron la mascarilla, además, como un fashion statement que rezaba: Enfrentemos este mundo contaminado que nos han dejado, pero hagámoslo con estilo.

La doctora y filósofa española, Ninive Alonso, destacada profesional y analista de diferentes tópico y de versatilidad en temas de opinión, publico en EL COMERCIO, medio de comunicación digital una nota que entrevera la situación jurídica de la mascarilla o barbijo. Apunte sin vacilación profundo y de connotadas referencias que orientan al mundo sobre el uso del tapabocas.

Es increíble como la cantante Selena Gómez —la artista ilustra esta crónica con toda su juventud y apuesta por la tendencia braless, mostrándose con una muy escotada y colorida chaqueta de gamuza sobre una indumentaria negra exenta de sujetador, luciéndose con el conjunto vestido con el cuerpo desnudo por debajo— enfrenta con valentía a la pandemia, cuidándose con medidas de bioseguridad de la mortal Covid 19 que ha provocado millones de muertes en toda la redondez del globo. La artista usa el inevitable barbijo, poniendo de relieve sus atractivos ojos.

Hoy la situación del mundo cambió y la pandemia del coronavirus hizo de su uso una cuestión primordial para cuidar nuestra salud: llevarlo es obligatorio en gran parte de mundo, incluso hasta se aplicarán multas en la ciudad de La Paz, a quienes no acaten la norma de cubrirse la cara para proteger al resto de la población.

En los Estados Unidos, su uso se masificó en los últimos días, más allá de la polémica sobre su efectividad, que allí también es motivo de debate, y así surgieron cientos de opciones que van desde lo meramente preventivo hasta piezas de diseñador. Los modelos tradicionales cuestan entre 30 y 50 centavos de dólar en tiendas como Amazon, pero en diversos locales de diseño aparecieron modelos exclusivos que cuestan desde 20 hasta 45 dólares por unidad. En Europa, por su parte, las grandes cadenas de moda low cost, como Zara y H&M, se abocaron a la confección de barbijos para donar a asociaciones públicas y no para su venta.

Si se convertirá en un accesorio de moda dependerá de si habrá o no un cambio en el estigma de utilizar un barbijo en el mundo occidental. Lo cierto es que, además, muchos jóvenes se entusiasmaron con la idea de convertir el tapabocas en un accesorio, más allá de la importancia primordial de protegerse y proteger a los demás. Una de las características distintivas y fundamentales es que están desarrollados por cuatro capas protectoras.

La primera, una exterior de poliéster y licra que repele microgotas exteriores y permite ajustar el producto ergonómicamente a cada rostro sin que haya efecto bolsa. Luego, dos capas de algodón hipoalergénico internas que forman un sobre para estar en contacto con el rostro. Por último, un filtro de Spunbond de 80 gramos que evita que las microgotas de quien lo usa se transmitan al exterior. Cada unidad tiene su manual de instrucciones y diez filtros de cinco a diez días de uso cada uno.

Es decir, la vida útil de cada máscara es de 50 a 100 días. En cuanto al diseño, hay siete colores distintos en talle para hombre, mujer y niños mayores de ocho años. Los barbijos se consiguen a través de la web de la marca (themicromask.com), en sus redes sociales y en Mercado Libre. Los precios arrancan en $590 y ofrecen un 20% de descuento para los que compren cien o más.

Hablar de moda en un tema como este, hoy empieza a ser tangible en el resto del mundo. Mascarillas con motivos de calaveras, cómics, manga japonés, flores, cuadros o pajaritos se ofrecen por decenas en algunas calles y avenidas de la urbe paceña.

Pero lo que al principio era cosa de pequeñas boutiques especializadas en esta nueva “prenda” terminó por instalarse en el curioso mercado de la moda mundial, cuando Dsquared2, Prada Fendi y Louis Vuitton comenzaron a fabricar y vender mascarillas de diseño propio para un mercado asiático rico y ávido de nuevos diseños. Y tuvo su toque de gracia masivo en cadena mundial cuando Billie Eilish, la joven cantante y compositora del momento, se presentó en la alfombra roja de los Grammy con un conjunto de saco y pantalón diseñado especialmente para ella por Gucci, con una mascarilla de la misma marca y material que su atuendo (transparencias negras con el famoso logo de la G en pedrería verde) que cubría la mitad de su rostro adolescente.

By Julio Ríos

THE MASK IS SUCH A PSYCHOLOGICAL BARRIER THAT IT ELIMINATES THE NON-VERBAL LANGUAGE THAT IS INDISPENSABLE FOR COMMUNICATION AND THE TWINNING OF CITIZENS, EVEN STRANGERS, SAYS SPANISH DOCTOR AND PHILOSOPHER NINIVE ALONDO.

The use of designer masks is a custom that originated in Asia as a form of protection against air pollution. Today, for strictly medical reasons, the coronavirus pandemic has spread this habit to the whole world, to the point of turning the face mask into the new accessory that will completely change the fashion industry. It happened on the streets of Beijing a few months before the outbreak.

In February, in the most exclusive shops of the Sanlitun district, which concentrates luxury fashion and beauty brands, it was very common to see groups of young fashionistas wearing a kind of cloth mask that was initially black or white, sober and without any kind of pattern, and fulfilled a purely sanitary function: to protect the inhabitants and visitors of the Chinese capital from the high levels of environmental pollution to which the city is exposed.

These masks began to be refined in their construction, materials and prints until they became fashionable accessories among teenagers, who found in this little piece of elastic fabric a shield of protection against the unpure air of Beijing and a kind of barrier or shelter against the inclemency of the outside world. Young Asian women also adopted the mask as a fashion statement that read: Let's face this polluted world that has been left to us, but let's do it in style.

The Spanish doctor and philosopher, Ninive Alonso, an outstanding professional and analyst of different topics and versatility in matters of opinion, published in EL COMERCIO, a digital media, an article on the legal situation of the mask or chinstrap. It is an unhesitating and profound article with connoted references that guide the world on the use of masks.

It is incredible how the singer Selena Gómez the artist illustrates this chronicle with all her youth and bets on the braless trend, showing herself with a very low-cut and colourful suede jacket over a black bra-free outfit, showing off with the outfit dressed with the naked body underneath bravely faces the pandemic, taking care of herself with biosecurity measures against the deadly Covid 19 that has caused millions of deaths all over the globe. The artist wears the inevitable chinstrap, highlighting her attractive eyes.

Today the world situation has changed and the coronavirus pandemic has made its use an essential part of our health care: wearing it is mandatory in much of the world, and even fines will be levied in the city of La Paz for those who do not comply with the rule of covering their faces to protect the rest of the population.

In the United States, its use has become widespread in recent days, beyond the controversy over its effectiveness, which is also a matter of debate there, and hundreds of options have emerged, ranging from the merely preventive to designer pieces. Traditional models cost between 30 and 50 cents on the dollar in shops such as Amazon, but exclusive models have appeared in various designer shops costing between 20 and 45 dollars per unit. In Europe, meanwhile, the big low-cost fashion chains, such as Zara and H&M, are making chinstraps to donate to public associations rather than for sale.

Whether or not it will become a fashion accessory will depend on whether or not there will be a change in the stigma of wearing a chinstrap in the Western world. What is certain, moreover, is that many young people have become enthusiastic about the idea of making the mask an accessory, beyond the overriding importance of protecting themselves and others. One of the distinctive and fundamental characteristics is that they are made up of four protective layers.

The first, an outer layer of polyester and lycra that repels external micro-droplets and allows the product to fit ergonomically to each face without any bag effect. Then, two inner layers of hypoallergenic cotton that form an envelope to be in contact with the face. Finally, an 80-gram Spunbond filter that prevents micro-droplets from the wearer being transmitted to the outside. Each unit comes with an instruction manual and ten filters, each of which can be used for five to ten days.

In other words, the lifespan of each mask is 50 to 100 days. As for the design, there are seven different colours in sizes for men, women and children over eight years old. The chinstraps are available through the brand's website (themicromask.com), its social networks and Mercado Libre. Prices start at $590 and they offer a 20% discount for those who buy a hundred or more.

Talking about fashion on a subject like this is now becoming tangible in the rest of the world. Masks with motifs of skulls, comics, Japanese manga, flowers, paintings or birds are offered by the dozen in some streets and avenues of La Paz.

But what at first was a matter for small boutiques specialising in this new "garment" ended up becoming part of the curious world fashion market, when Dsquared2, Prada Fendi and Louis Vuitton began to manufacture and sell masks of their own design for a rich Asian market eager for new designs. And it had its massive, worldwide chain of grace when Billie Eilish, the young singer-songwriter of the moment, appeared on the Grammy red carpet in a specially designed Gucci jacket and trouser ensemble, with a mask of the same brand and material as her outfit (black transparencies with the famous G logo in green rhinestones) covering half of her teenage face.

Imágenes de Mujer Con Tapabocas Dibujo | Vectores, fotos de stock y PSD  gratuitos


Imágenes de Mujer Con Tapabocas Dibujo | Vectores, fotos de stock y PSD  gratuitos

Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022. Todos los derechos reservados. Condiciones de uso y Política de Privacidad.


Nínive Alonso (Gijón, 1985) comenzó Derecho con la intención de cambiar el mundo hasta que se dio cuenta de que todas las personas tenían que aportar su granito de arena para que fuera posible. Por ello, decidió licenciarse también en Filosofía, donde se especializó en terapia filosófica. Disciplina dada a conocer gracias al libro 'Más Platón y menos prozac', de Lou Marinoff. Actualmente trabaja en su propia publicación, 'Tu fortaleza', en la que a través de un castillo da las claves para aprender a organizar los sentimientos.

-¿Qué es la terapia filosófica?

-Es una psicoterapia. Te ayuda a poner en orden tus emociones y alcanzar la felicidad. Parece que los filósofos nos hemos sumado al carro de la autoayuda y la felicidad, pero no. Para el filósofo es el territorio de su disciplina desde hace veintiséis siglos. Es nuestro trabajo. El terapeuta filosófico lo es por un compromiso con el ser humano.

-¿Cuál es la situación de esta disciplina en España?

-Estamos comenzando. Es un trabajo arduo porque, a diferencia de otros países más liberales, aquí hay una academia teórica muy grande. Son muy reacios a las incorporaciones de nuevas versiones. Es muy difícil. Somos pocos. Hay algo en Madrid, en Barcelona y en el sur.

-¿Cómo se trabaja para lograr la felicidad?

-Cuando tenemos algún problema emocional es siempre una forma desorganizada de tu puzzle emocional. El paciente es un tipo activo, debe comprometerse. Nosotros empezamos primero analizando en qué situación está y luego le damos herramientas a través, en mi caso, del cine. Las películas nos enseñan formas de vida diferentes y qué debemos hacer para alcanzar nuestros objetivos. Las rupturas sentimentales, los duelos por muerte o que te echen de un trabajo son las cuestiones que más desorganizan nuestra vida emocional.

-¿Qué diferencia hay entre acudir a un filósofo o a un psicólogo?

-Lo primero es sentirse a gusto con esa persona. Cuando acudes a otro tipo de terapeutas, normalmente, no hay tutorización, no hay seguimiento. 

Cuando pasas por la puerta vuelves a estar solo. Si hace falta salir con él a la calle, se hace. Eso no debe pasar con un filosofo. Además nosotros no insertamos a la persona en un cuerpo de patología. Estamos en lucha contra las etiquetas.

-En los últimos años se ha empezado a hablar mucho del coaching. ¿Qué opina de esta materia?

-Es la panacea de una sociedad plenamente enfocada a lo económico. Lo que hace es optimizar a cualquier precio y solo hablan del alcance de objetivos de modo empresarial. Los seres humanos no somos recursos. Decía Kant que el ser humano es un fin en sí mismo. La felicidad también lo es. El coaching se mueve en el territorio de los negocios, del I+D+i, pero lo venden como autoayuda. La filosofía no pasa de moda, esto sí lo hará.

-¿Qué tipo de clientes vienen a su consulta?

-Creo que tenemos un largo camino en este sentido. Suele ser gente con educación superior. Hay una especie de consideración de que la filosofía es elitista. Eso no es cierto. El filosofo debe adecuar su lenguaje y sus herramientas al paciente. Debe trabajar con todo tipo de personas.

-Está trabajando en su propio libro, ¿qué puede esperar el lector?

-Sí, se titula 'Tu fortaleza'. En él hablo de un castillo como representación de la vida de una persona. Por ejemplo, un personaje es el archivero emocional, que se encarga de guardar nuestro aprendizaje.

ALICIA G. OVIES