NAVIDAD
Julio Ríos Calderón
Página Siete, domingo 12 de
diciembre de 2021
La Navidad, no es sólo una fiesta, es un momento de profunda reflexión y meditación espiritual. Desde el primer domingo de Adviento, se llama a la preparación para entender el nacimiento del Maestro Jesús. Son cuatro velas que simbolizan la circunstancia. La del primer domingo es de color Morado: simboliza el espíritu de vigilia de este tiempo: “estad preparados”. El segundo domingo aparece la Verde: simboliza la esperanza. El tercer domingo el Rojo: simboliza la alegría por la cercanía del nacimiento de Jesucristo. Finalmente, el color Blanco: es el que anuncia la presencia de Dios.
Dios es
amor, y en la Noche Buena, todos olvidamos todo, sólo nos sumergimos en la
importancia que entrevera el nacimiento de quien nos sostiene incluso cuando
nos abandonamos a él. La oración del 24 a las doce en punto, levanta un
testimonio de agradecimiento por lo bueno, por lo malo, por la vida. Hoy cada
jornada es un milagro y amanecer y ver la aurora es un motivo para expresarle
al Padre Celestial una gracia por tener salud. Gloria a Dios en las alturas y
paz a los hombres de buena voluntad. Que todos construyamos en el alma un
pesebre donde se exalten la fe, la esperanza y la caridad.
Se dice
que san Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó
un árbol que representaba al Yggdrasill (aunque también pudo ser un árbol
consagrado a Thor), y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne,
simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban
el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la
luz de Jesucristo como luz del mundo. Conforme pasó el tiempo, las manzanas y
las luces, se transformaron en esferas y otros adornos.
Cada
abrazo en la Noche Buena, es una manifestación de amor y un deseo para esperar
un Nuevo Año, augurándolo próspero. En Bolivia atravesamos por una cadena de
odio, resentimiento y venganza. Tres males que nos maltratan. Oremos para mover
corazones, oremos para pedir justicia.
El mejor mensaje
Navideño es dejar para todos una consecuente oración para que cesen las
iniquidades que hay en este mundo. No queremos mucho para las navidades. Solo
desear salud, felicidad y amor.
La música
que nace del canto del pajarito creado por Dios junto a la naturaleza, nos
entregó un arte divino: la música. Armonía que todos debemos tener para brindar
todas las energías positivas. Melodía, para cantar cada día felices, y ritmo
para caminar siempre con un norte de prosperidad sobre todo de espíritu.
Es, a no
dudarlo, como si la Navidad tuviera una varita mágica y repartiera todo lo
hermoso de la fecha, la alegría, el amor, encendiera con su chispa la chimenea
de la generosidad y la solidaridad; prendiera en todos el deseo de dar, de
compartir, de abrazar y querer. Ninguna fecha como la de Navidad. Es la jornada
en que se unen todos los tiempos.
La
celebración es también un momento ideal para motivar a los menores a tener en
cuenta a los más necesitados e insistir en que aprendan el valor de dar de
manera desinteresada, hay que cultivar la bondad desde edades tempranas,
facilitar la formación de hermosos hábitos. Hay que enseñarles que la verdadera
felicidad no está en los obsequios y en los regalos materiales. Las tradiciones
fomentan, crean vínculos emocionales.
Tampoco
falta quien asegure que en Navidad se acaba antes el dinero que los amigos,
pero algo está claro, nadie está solo. El ambiente navideño ejerce una
atracción especial, a tal punto que algunos precisan: la mejor Navidad es en mi
casa. Y no se equivocan.
Claro que en esta fecha es preciso vestir el espíritu, lucir su esplendor, adornado más que todo con sonrisas y un excelente estado de ánimo, es el momento de compartir la alegría, la comida, los panetones, el calor de la chimenea, y mejor aún, el del corazón. Que la Navidad dure los 365 días del año.
Julio Ríos Calderón, escritor y consultor
juliorioscalderon2@gmail.com