viernes, 30 de abril de 2021

 

INTELECTUALIDAD VERSATIL

EN PANDEMIA

LA COVID – 19

MELISA MACHADO

POETA Y TERAPEUTA

AUTORA DE SEIS LIBROS DE POESÍA


Nació en Durazno, Uruguay, en 1966. Vive en Montevideo. Es periodista, poeta, narradora, analista de arte, terapeuta y docente universitaria.

Ha publicado seis libros de poesía desde 1994 a la fecha, “Ritual de las Primicias” (Ediciones Imaginarias, 1994), “El lodo de la Estirpe” (Artefato, Montevideo, 2005), “Adarga” (2000), “Jamba de Flores Negras” (2006) y Marjal (2008), reunidos y publicados por Ed. Estuario, en 2011, bajo el título “Rituales”.

En 2013, publicó El canto rojo. Este libro ha sido traducido y publicado en varios idiomas y países: México, Italia, Suecia. Actualmente está siendo traducido al inglés y será publicado por la Ed. Norteamericana Action Books, en 2017.

Ha recibido una docena de premios y distinciones literarias en su país. En 2009, el MEC le otorgó una beca para difundir la literatura nacional en el City College de New York, donde dictó un curso de Redacción Creativa. En esa oportunidad fue invitada a realizar charlas y lecturas de su poesía en la Universidad de Brown (Providence, Rhode Island) y en el Smith College, Northampton, Massachussets).

En febrero de 2011, participó del Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, en homenaje a Claribel Alegría y del Festival «Letras en la Mar», en México, organizado por la Universidad de Guadalajara, en marzo del mismo año.

En 2012, participó en Poetry Parnassus, en Londres, festival internacional de poesía paralelo a los juegos olímpicos. Le fue otorgada la beca Fefca, (fomento a la creación artística del Ministerio de Cultura de Uruguay y CUNY), premio a la trayectoria nacional e internacional, con dos años de apoyo financiero a su labor intelectual de 10 años.

Escribió como periodista en las revistas y suplementos culturales Punto y Aparte, Posdata, Tres, Brecha, La Jornada Semanal (México), Qué pasa, Arte y Diseño, El País Cultural, Dossier y Búsqueda, entre otros medios de prensa. También fue editora y correctora de textos.

Poemas suyos han sido incluidos en las antologías “Mujeres de Mucha Monta” (Arca, Montevideo, 1992), “La Abadía de los Pensamientos y otros poemas” (Arca, 1993), Antología de poetas jóvenes uruguayos”, “El Amplio Jardín” (embajada de Colombia y MEC, 2005), y “Nada es igual después de la poesía: Cincuenta poetas uruguayos del medio siglo, 1955-2005”, (MEC y Archivo General de la Nación, 2005).

Integra Auca (Asociación Uruguaya de Críticos de Arte). Realizó estudios de Psicología en Udelar y Ucudal, y de Letras, en la Facultad de Humanidades y Ciencias, entre 1985 y 1989. Es ex docente de Redacción Creativa y Expresión Oral y Escrita, de la Universidad Ort, en la licenciatura de Comunicaciones y Diseño.




Melisa vive junto a su hijo Joaquín en el barrio de Pocitos. Allí, trabaja como terapeuta, en un espacio especialmente dedicado en el segundo piso del hogar.

La luz solar esquiva, se compensa con la calidez de los colores de las paredes del espacio. El color rojo se presenta y se impone en el ambiente. El ir y venir de sus dos gatos, componen el paisaje. Se respira arte en todo el lugar.

En el living, se detiene a contarnos la historia de determinados objetos: sus últimos tres libros (uno contiguo al otro), fotos hechas por Santiago Epstein, una ilustración de Fidel Sclavo (periodista a quién admira) y máscaras guatemaltecas. Habla de “la poesía de su infancia”, cuya única referencia fue una enciclopedia que había en su casa de niña, la busca, la abre y la muestra:

“Yo recortaba y pegaba oraciones, las mezclaba y reordenaba los cuentos y las poesías, inventaba cosas”, dice. También señala una obra de Virginia Patrone, su amiga.

Resalta la atención sobre otro libro, grande y ubicado en una especie de altar, es el único libro en esa habitación, “El Libro Rojo”, de Jung. Cuenta que él estudiaba sus propios sueños y los dibujaba. Obtuvo este raro ejemplar, luego de haber escrito una nota para revista Dossier, a través de la distribuidora Gussi.

Melisa cuenta que empezó a escribir a consciencia, luego de haber tenido un accidente grave a los veintiún años: “me corté la cara profundamente, y ahí me tomé en serio dos cosas: una, la poesía y la otra, el autoconocimiento; empecé mi camino por un trauma, trauma entendido como cualquier evento que te ocurre de manera imprevista”. En esa época también hacía danza, “de la danza y la Gestalt pasé al aikido; del aikido al tai chi; y del shiatsu pasé al jen shiatsu; una cosa me llevó a la otra”, dice, a modo de resumen.

Señala numerosas libretas donde hace anotaciones y escribe poemas. Lee un poema elegido al azar, de una de ellas "No hay mayor lentitud que la esbeltez detenida de los muros, el canto de las piedras, la hoja inerte y quieta, la espesura del viento sobre la casa”. De diversas procedencias, unas le han sido regaladas –según Melisa, obsequiar una libreta es un gran regalo para un escritor–, otras las ha ido adquiriendo durante sus viajes.

Muestra una en especial, comprada en Londres, en ocasión de asistir a un Festival Poético como invitada, en el año 2012. Esto es un disparador para hablar de sus viajes: visitó Nicaragua en dos oportunidades, Guatemala, Chile.

Escalera arriba, está el consultorio, espacio al que hay que descalzarse para entrar. La nota culmina allí, con música instrumental como telón de fondo, charlas de danza y arcanos de tarot.





 Julio Ríos

Melisa Machado nunca ha sido muy admiradora de la mal llamada poesía erótica. Expresa mal llamada, porque toda buena poesía tiene un trasfondo erótico, entendiéndose por Eros, una pulsación vital.

Recuerda cuando la poeta Leda García visitó Uruguay, durante la Feria dedicada a Aída Cartagena Portalatin y sus poemas desataron la locura de un joven que desde entonces la persiguió por toda la ciudad con propuestas hasta de matrimonio. La recuerda refugiándose en la humanidad de Graciela Genta, poeta del Uruguay, como si fuera una escolar asustada, y ella mira en retrospectiva, muerta de la risa frente a esa inconsecuencia. Claro, si se agita las avispas, tiene que estar preparada para las consecuencias.

Machado también manifiesta que fue la primera vez que externó su reserva frente a la mal llamada poesía erótica, basada en la percepción de que es una especie de hedonismo, una manera de autopromoverse, y ha presenciado ya suficientes lecturas de poetas eróticas, jugando a la seducción, algunas ya muy mayorcitas, como para reafirmarse en su concepto de lo erótico como algo que no se anuncia,  algo muy sutil, una electricidad secreta que encuentra su eco donde tiene que encontrarlo.

Con estas aprehensiones asistió a la sesión de poesía erótica que se organizó en Londres con la poeta Gioconda Belli del Uruguay. Gioconda comenzó la lectura pidiendo excusas por leer un poema que a su madre no le gusta, y que le había recomendado no leer. Luego se reivindicó con un excelente poema, incluido en la Antología Mundial, donde hace recomendaciones eróticas a un pintor amigo a punto de casarse.

Melisa,  quien leyó de su poemario Rituales, unos poemas que el crítico Aldo Mazzucchelli  presenta como  de alguien que ha superado la llamada retórica de lo femenino. Poesía donde lo femenino, a menudo construido por el otro genérico como espacio permitido, debe reapropiarse en cada nueva práctica, creando una metafísica de la sensualidad.  De ahí que no abunde lo emocional ni lo exuberante en estos poemas, cuidadosamente construidos.  Proceso que desemboca en un control de la retórica, dotando su poesía de mitologización, alejamiento y grandiosidad: “Quédate conmigo, haz de mí un instrumento de tu fe, entendiendo que desnudar el texto (lo que predominaba en los 70 como liberación), solo conduce al tedio y a la dictadura de las medianías.

Poeta que entiende que no existe sensorialidad alguna sin concepto, ni palabra que no esté revestida de logos, Melisa define como ejercicio de la poesía  el intento de despojarse de ese logos que siempre significa domesticidad y pérdida de la experiencia original y única.

De su libro “De Jamba de flores negras (Rituales, Ed. Estuario, 2011)”, miramos a la poeta en cuerpo desnudo a través de una muy escotada camiseta que la viste con piel desnuda debajo, y escuchamos a Melisa leer este poema: Anoche me despertaron los pómulos endurecidos./ Me espantó mi propia cabellera:/ ráfaga imprevista,/ líquen desmedido./ Lejos, un corazón de almendras./ Me crecían uvas en la boca y mis palabras eran bruma./ Me eché a temblar: larga, delgada y poseída./ Y llegué hasta allá/ y jugué conmigo/ como se juega con un animal dormido./ Sellaré ahora mis vocales./ Reconozco el odre de mi miel./ (Me miran de noche sus ojos de hígado).

By Julio Ríos

NAKED BODY THROUGH MELISA'S T-SHIRT WITH NAKED SKIN UNDERNEATH EXPRESSING A POEM

Melisa Machado has never been a great admirer of the misnamed erotic poetry.  She expresses wrongly called, because all good poetry has an erotic background, being understood by Eros, a vital pulsation.

He remembers when the poet Leda Garcia visited Uruguay, during the Fair dedicated to Aida Cartagena Portalatin and her poems unleashed the madness of a young man who since then chased her around the city with proposals even of marriage. He remembers her taking refuge in the humanity of Graciela Genta, poet of Uruguay, as if she were a frightened schoolgirl, and she looks back, dead with laughter at that inconsequence. Of course, if she stirs up wasps, she has to be prepared for the consequences.

Machado also states that it was the first time she expressed her reservations about the misnamed erotic poetry, based on the perception that it is a kind of hedonism, a way of self-promotion, and she has already witnessed enough readings of erotic poets, playing at seduction, some of them very old, to reaffirm her concept of the erotic as something that is not announced, something very subtle, a secret electricity that finds its echo where it has to find it.

It was with these apprehensions that she attended the erotic poetry session organized in London with the poet Gioconda Belli from Uruguay.  Gioconda began the reading by apologizing for reading a poem that her mother does not like, and had recommended her not to read. She then vindicated herself with an excellent poem, included in the World Anthology, where she makes erotic recommendations to a painter friend who is about to get married.

Melisa, who read from her poetry book Rituales, poems that the critic Aldo Mazzucchelli presents as those of someone who has overcome the so-called rhetoric of the feminine.  Poetry where the feminine, often constructed by the generic other as a permitted space, must be reappropriated in each new practice, creating a metaphysics of sensuality.  Hence, there is no abundance of the emotional or the exuberant in these carefully constructed poems.  A process that leads to a control of rhetoric, endowing his poetry with mythologization, remoteness and grandiosity: "Stay with me, make me an instrument of your faith, understanding that stripping the text (which predominated in the 70s as liberation), only leads to tedium and the dictatorship of the mediocre.

A poet who understands that there is no sensoriality without a concept, nor a word that is not coated with logos, Melisa defines as an exercise of poetry the attempt to divest herself of that logos that always means domesticity and loss of the original and unique experience.

From her book "De Jamba de flores negras (Rituales, Ed. Estuario, 2011)", we look at the poet's naked body through a very low-cut t-shirt that dresses her with bare skin underneath, and listen to Melisa read this poem: Last night I was awakened by hardened cheekbones./ I was frightened by my own hair:/ unforeseen gust,/ inordinate lichen./ Far away, a heart of almonds./ Grapes were growing in my mouth and my words were mist. / I trembled: long, thin and possessed / And I came there / And played with me / As one plays with a sleeping animal / I will seal my vowels now / I recognize the wineskin of my honey / (His liver eyes look at me at night).

    





Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

Melisa Machado, poeta y terapeuta uruguaya