INTELECTUALIDAD VERSATIL
EN PANDEMIA
LA COVID – 19
MELISA MACHADO
POETA Y TERAPEUTA
AUTORA DE SEIS LIBROS DE POESÍA
Nació en Durazno, Uruguay, en 1966. Vive en Montevideo. Es periodista, poeta, narradora, analista de arte, terapeuta y docente universitaria.
Ha publicado seis libros de poesía desde 1994 a la
fecha, “Ritual de las Primicias” (Ediciones Imaginarias, 1994), “El lodo de la
Estirpe” (Artefato, Montevideo, 2005), “Adarga” (2000), “Jamba de Flores
Negras” (2006) y Marjal (2008), reunidos y publicados por Ed. Estuario, en
2011, bajo el título “Rituales”.
En 2013, publicó El canto rojo. Este libro
ha sido traducido y publicado en varios idiomas y países: México, Italia,
Suecia. Actualmente está siendo traducido al inglés y será publicado por la Ed.
Norteamericana Action Books, en 2017.
Ha recibido una docena de premios y distinciones
literarias en su país. En 2009, el MEC le otorgó una beca para difundir
la literatura nacional en el City College de New York, donde dictó un curso de
Redacción Creativa. En esa oportunidad fue invitada a realizar charlas y
lecturas de su poesía en la Universidad de Brown (Providence, Rhode Island) y
en el Smith College, Northampton, Massachussets).
En febrero de 2011, participó del Festival
Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, en homenaje a Claribel Alegría y
del Festival «Letras en la Mar», en México, organizado por la Universidad de
Guadalajara, en marzo del mismo año.
En 2012, participó en Poetry Parnassus, en
Londres, festival internacional de poesía paralelo a los juegos olímpicos. Le fue otorgada la beca Fefca, (fomento a la
creación artística del Ministerio de Cultura de Uruguay y CUNY), premio a la
trayectoria nacional e internacional, con dos años de apoyo financiero a su
labor intelectual de 10 años.
Escribió como periodista en las revistas y suplementos culturales Punto y Aparte, Posdata, Tres, Brecha, La Jornada Semanal (México), Qué pasa, Arte y Diseño, El País Cultural, Dossier y Búsqueda, entre otros medios de prensa. También fue editora y correctora de textos.
Poemas suyos han sido incluidos en las antologías “Mujeres de Mucha Monta” (Arca, Montevideo, 1992), “La Abadía de los Pensamientos y otros poemas” (Arca, 1993), Antología de poetas jóvenes uruguayos”, “El Amplio Jardín” (embajada de Colombia y MEC, 2005), y “Nada es igual después de la poesía: Cincuenta poetas uruguayos del medio siglo, 1955-2005”, (MEC y Archivo General de la Nación, 2005).
Integra Auca (Asociación Uruguaya de Críticos de Arte). Realizó estudios de Psicología en Udelar y Ucudal, y de Letras, en la Facultad de Humanidades y Ciencias, entre 1985 y 1989. Es ex docente de Redacción Creativa y Expresión Oral y Escrita, de la Universidad Ort, en la licenciatura de Comunicaciones y Diseño.
Melisa vive junto a su hijo Joaquín en el barrio de
Pocitos. Allí, trabaja como terapeuta, en un espacio especialmente dedicado en
el segundo piso del hogar.
La luz solar esquiva, se compensa con la calidez de los
colores de las paredes del espacio. El color rojo se presenta y se impone en el
ambiente. El ir y venir de sus dos gatos, componen el paisaje. Se respira arte
en todo el lugar.
En el living, se detiene a contarnos la historia de
determinados objetos: sus últimos tres libros (uno contiguo al otro), fotos
hechas por Santiago Epstein, una ilustración de Fidel Sclavo (periodista a
quién admira) y máscaras guatemaltecas. Habla de “la poesía de su infancia”,
cuya única referencia fue una enciclopedia que había en su casa de niña, la
busca, la abre y la muestra:
“Yo recortaba y pegaba oraciones, las mezclaba y reordenaba
los cuentos y las poesías, inventaba cosas”, dice. También señala una obra de
Virginia Patrone, su amiga.
Resalta la atención sobre otro libro, grande y ubicado en una especie de altar,
es el único libro en esa habitación, “El Libro Rojo”, de Jung. Cuenta que él
estudiaba sus propios sueños y los dibujaba. Obtuvo este raro ejemplar, luego
de haber escrito una nota para revista Dossier, a través de la distribuidora
Gussi.
Melisa cuenta que empezó a escribir a consciencia, luego de
haber tenido un accidente grave a los veintiún años: “me corté la cara
profundamente, y ahí me tomé en serio dos cosas: una, la poesía y la otra, el
autoconocimiento; empecé mi camino por un trauma, trauma entendido como
cualquier evento que te ocurre de manera imprevista”. En esa época también
hacía danza, “de la danza y la Gestalt pasé al aikido; del aikido al tai chi; y
del shiatsu pasé al jen shiatsu; una cosa me llevó a la otra”, dice, a modo de
resumen.
Señala numerosas libretas donde hace anotaciones y escribe
poemas. Lee un poema elegido al azar, de una de ellas "No hay mayor
lentitud que la esbeltez detenida de los muros, el canto de las piedras, la
hoja inerte y quieta, la espesura del viento sobre la casa”. De diversas
procedencias, unas le han sido regaladas –según Melisa, obsequiar una libreta
es un gran regalo para un escritor–, otras las ha ido adquiriendo durante sus
viajes.
Muestra una en especial, comprada en Londres, en ocasión de
asistir a un Festival Poético como invitada, en el año 2012. Esto es un
disparador para hablar de sus viajes: visitó Nicaragua en dos oportunidades, Guatemala,
Chile.
Escalera arriba, está el consultorio, espacio al que hay
que descalzarse para entrar. La nota culmina allí, con música instrumental como
telón de fondo, charlas de danza y arcanos de tarot.
Julio Ríos
Melisa
Machado nunca ha sido muy admiradora de la mal llamada poesía erótica. Expresa mal llamada, porque toda buena poesía tiene un trasfondo erótico,
entendiéndose por Eros, una pulsación vital.
Recuerda
cuando la poeta Leda García visitó Uruguay, durante la Feria dedicada a Aída
Cartagena Portalatin y sus poemas desataron la locura de un joven que desde
entonces la persiguió por toda la ciudad con propuestas hasta de matrimonio. La
recuerda refugiándose en la humanidad de Graciela Genta, poeta del Uruguay,
como si fuera una escolar asustada, y ella mira en retrospectiva, muerta de la
risa frente a esa inconsecuencia. Claro, si se agita las avispas, tiene
que estar preparada para las consecuencias.
Machado
también manifiesta que fue la primera vez que externó su reserva frente a la mal
llamada poesía erótica, basada en la percepción de que es una especie de
hedonismo, una manera de autopromoverse, y ha presenciado ya suficientes
lecturas de poetas eróticas, jugando a la seducción, algunas ya muy mayorcitas,
como para reafirmarse en su concepto de lo erótico como algo que no se
anuncia, algo muy sutil, una electricidad secreta que encuentra su eco donde
tiene que encontrarlo.
Con estas
aprehensiones asistió a la sesión de poesía erótica que se organizó en Londres
con la poeta Gioconda Belli del Uruguay. Gioconda comenzó la lectura
pidiendo excusas por leer un poema que a su madre no le gusta, y que le había
recomendado no leer. Luego se reivindicó con un excelente poema, incluido
en la Antología Mundial, donde hace recomendaciones eróticas a un pintor amigo
a punto de casarse.
Melisa,
quien leyó de su poemario Rituales, unos poemas que el crítico Aldo Mazzucchelli
presenta como de alguien que ha superado la llamada retórica de lo
femenino. Poesía donde lo femenino, a menudo construido por el otro
genérico como espacio permitido, debe reapropiarse en cada nueva práctica,
creando una metafísica de la sensualidad. De ahí que no abunde lo
emocional ni lo exuberante en estos poemas, cuidadosamente construidos.
Proceso que desemboca en un control de la retórica, dotando su poesía de
mitologización, alejamiento y grandiosidad: “Quédate conmigo, haz de mí un instrumento
de tu fe, entendiendo que desnudar el texto (lo que predominaba en los 70
como liberación), solo conduce al tedio y a la dictadura de las medianías.
Poeta que
entiende que no existe sensorialidad alguna sin concepto, ni palabra que no
esté revestida de logos, Melisa define como ejercicio de la poesía
el intento de despojarse de ese logos que siempre significa domesticidad y
pérdida de la experiencia original y única.
De su libro “De Jamba de flores
negras (Rituales, Ed. Estuario, 2011)”, miramos a la poeta en cuerpo desnudo a
través de una muy escotada camiseta que la viste con piel desnuda debajo, y
escuchamos a Melisa leer este poema: Anoche me
despertaron los pómulos endurecidos./ Me espantó mi propia
cabellera:/ ráfaga imprevista,/ líquen desmedido./ Lejos, un
corazón de almendras./ Me crecían uvas en la boca y mis palabras eran
bruma./ Me eché a temblar: larga, delgada y poseída./ Y llegué hasta
allá/ y jugué conmigo/ como se juega con un animal dormido./ Sellaré
ahora mis vocales./ Reconozco el odre de mi miel./ (Me miran de noche
sus ojos de hígado).
By Julio Ríos
NAKED BODY THROUGH MELISA'S T-SHIRT WITH NAKED SKIN
UNDERNEATH EXPRESSING A POEM
Melisa Machado has never been a great admirer of the misnamed
erotic poetry. She expresses wrongly called,
because all good poetry has an erotic background, being understood by Eros, a
vital pulsation.
He remembers when the poet Leda Garcia visited Uruguay,
during the Fair dedicated to Aida Cartagena Portalatin and her poems unleashed
the madness of a young man who since then chased her around the city with
proposals even of marriage. He remembers her taking refuge in the humanity of
Graciela Genta, poet of Uruguay, as if she were a frightened schoolgirl, and
she looks back, dead with laughter at that inconsequence. Of course, if she
stirs up wasps, she has to be prepared for the consequences.
Machado also states that it was the first time she expressed
her reservations about the misnamed erotic poetry, based on the perception that
it is a kind of hedonism, a way of self-promotion, and she has already
witnessed enough readings of erotic poets, playing at seduction, some of them
very old, to reaffirm her concept of the erotic as something that is not
announced, something very subtle, a secret electricity that finds its echo
where it has to find it.
It was with these apprehensions that she attended the erotic
poetry session organized in London with the poet Gioconda Belli from
Uruguay. Gioconda began the reading by
apologizing for reading a poem that her mother does not like, and had
recommended her not to read. She then vindicated herself with an excellent
poem, included in the World Anthology, where she makes erotic recommendations
to a painter friend who is about to get married.
Melisa, who read from her poetry book Rituales, poems that
the critic Aldo Mazzucchelli presents as those of someone who has overcome the
so-called rhetoric of the feminine.
Poetry where the feminine, often constructed by the generic other as a
permitted space, must be reappropriated in each new practice, creating a
metaphysics of sensuality. Hence, there
is no abundance of the emotional or the exuberant in these carefully
constructed poems. A process that leads
to a control of rhetoric, endowing his poetry with mythologization, remoteness
and grandiosity: "Stay with me, make me an instrument of your faith,
understanding that stripping the text (which predominated in the 70s as
liberation), only leads to tedium and the dictatorship of the mediocre.
A poet who understands that there is no sensoriality without
a concept, nor a word that is not coated with logos, Melisa defines as an
exercise of poetry the attempt to divest herself of that logos that always
means domesticity and loss of the original and unique experience.
From her book "De Jamba de flores negras (Rituales, Ed.
Estuario, 2011)", we look at the poet's naked body through a very low-cut
t-shirt that dresses her with bare skin underneath, and listen to Melisa read
this poem: Last night I was awakened by hardened cheekbones./ I was frightened
by my own hair:/ unforeseen gust,/ inordinate lichen./ Far away, a heart of
almonds./ Grapes were growing in my mouth and my words were mist. / I trembled:
long, thin and possessed / And I came there / And played with me / As one plays
with a sleeping animal / I will seal my vowels now / I recognize the wineskin
of my honey / (His liver eyes look at me at night).
Julio Ríos, escritor y crítico de arte, en la actualidad se desempeña como consultor, asesor de seguros y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).