domingo, 7 de marzo de 2021

 

La grandeza de la mujer

JULIO RÍOS CALDERÓN

Página Siete, lunes 8 de marzo de 2021

La grandeza de las mujeres es especial debido a que ella es la misma en todos los momentos. Hoy en día es una identificada maestra. Capacita, instruye, orienta, enseña, sufre horarios a deshoras. Con ella se descorre un velo más de la historia de la humanidad. Se reconoce que controló el poder del silencio. Administró sabiamente sus talentos. Captó la esencia real de su angustia y gloriosa reivindicación.

No se olvide que el hombre está dirigido por la belleza y seducción femenina. Los hombres a quienes esto no sucede son hombres sin influencia. Para algunos escenarios, ayunos en todo, es un verdadero crimen el despilfarro que se hace del talento, la sensibilidad, la laboriosidad que encierra el alma y la mente de la mujer condenada al ostracismo, en su propio medio. Mientras la mujer no desarrolle en plenitud e independencia todas sus potencialidades, nuestras sociedades no saldrán de su atraso.

Gandhi mientras luchaba contra los británicos decía que la revolución más grande es la que cambian las mujeres en el sistema de vida. No se equivocó el apóstol hindú, pues a ellas debió en buen parte la independencia de la corona inglesa. Ellas ahora pueden contribuir a cambiar la suerte de los países machistas y construir un mundo de paz.

El Día Internacional de la Mujer (originalmente llamado Día Internacional de la Mujer Trabajadora) se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona.

A pesar de nuestra vanidad intelectual, los hombres jamás entenderemos con exactitud todo lo que significa ser mujer, menos lo que implica ser portadora de la vida y guardián de la auténtica naturaleza humana; difícilmente dejaremos de asombrarnos ante el misterio físico y espiritual más grande de todos: ese grandioso milagro natural que contiene y protege a la vida misma en sus propias entrañas, y que después, sin egoísmo, sino como el acto más puro de amor, se desprende de dicha vida que con tanto fervor cuidó en su interior, para permitir el nacimiento de un nuevo ser de la luz.

Pocos advirtieron –el más importante fue Gandhi– la fuerza que ella siempre poseyó para el proceso de la evolución del trabajo en todos sus rubros. Sin embargo, el paso del tiempo nos ha enseñado muchas lecciones, con el resultado que este ser espiritual dotado de innata intuición, pudo erigirse en toda su relevancia gracias al auténtico valor que hoy ostenta.

Precursora de la reivindicación pedagógica, social y cultural, la maestra y poeta Adela Zamudio, en su valerosa defensa de los derechos de las mujeres, reclamó la necesidad de introducir el laicismo en los programas académicos. Si Adela viviera y hubiera hecho extensivo su clamor en la defensa intransigente del ser a quien debemos la vida, hoy todos aplaudiríamos, ovacionando a miles de mujeres que se desempeñan con la mejor capacidad en el progreso de nuestra patria.

 
Julio Ríos Calderón es escritor y consultor