sábado, 6 de marzo de 2021

 


 

EL ALTO DE ANIVERSARIO

Julio Ríos Calderón

Página Siete, sábado 6 de marzo de 2021

Esta ciudad, hoy se extiende como un escenario infinito y multicolor, abierto a la esperanza hecha canción, bajo el cielo de un azul inmaculado que despista al invierno y abre sonrisas en la multitud caminante por sus calles, llenas de alegrías.

Una ciudad que ha sido inspiración de poetas y artistas, que desmigajaron sus ideas para cantarle con sentimiento, estrofas arrancadas de la preciosidad de un entorno, que la encierra entre cumbres elevadas, escoltas del excelso Huayna Potosí.

Este pico elevado al cielo, como una de las virtudes teologales, la fe en oración, hace del grandioso nevado, la eterna postal de bienvenida al visitante.

En la intensidad alteña y en marcada armonía con las montañas, existen lugares que constituyen auténticos centros de atractivo turístico. Es rica en fiestas y celebraciones. Es única en observaciones paisajísticas.

Su mundo fascinante destaca el quehacer progresivo de esta joven ciudad, desde sus múltiples facetas y desde sus ángulos poco comunes. Todo ello en virtud a la trayectoria ascendente y meteórica que hoy invita a descubrir, la diversidad de la ciudad más joven de Bolivia.

En 1988, el 26 de septiembre, El Alto fue elevado a rango de ciudad, fecha hoy, alegre en la memoria, fresca para ver la andadura de su recorrido, como el buen Don Quijote de la inmortalidad novela, la aventura de El Alto ha sido la de trabajar luchando. Que lo vivido hasta ahora es cosa de esta ciudad y lo que resta es más bien cosa de Dios.

Los habitantes alteños, siempre han protagonizado una lucha agónica. Y hoy, estimulamos el intelecto, porque a veces dejamos que las palabras pierdan su verdadera acepción y cuando se habla de Apocalipsis, se piensa en desorden, y en verdad desde su origen griego de palabra, Apocalipsis es la irrupción de Dios en la historia.

Como en este caso “agonicus” del latín, precisa la realidad del que lucha permanentemente, aunque nosotros la hayamos circunscrito, constreñido, y limitado al transe que separa la vida de la muerte.

La vida es una agonía en sí misma, porque es una lucha, ya lo decía la poetisa medieval y, El Alto, es en esencia una ciudad de luchadores.

El Alto, ni un minuto dejaron de luchar. Ni un minuto dejaron de luchar ayudando a organizar permanentemente una gran ciudad. Ni un minuto dejaron de luchar estimulando y promoviendo la esperanza y la ilusión de su espíritu.

Lucharon para recrear las ideas y construir nuevas acepciones. Lucharon contra la adversidad, lucharon contra la limitación ociosa de conceptos extraños y ajenos la realidad, cuando la arquitectura alteña fue objeto de términos peyorativos que oportunamente los aclaró el arquitecto Freddy Mamani Silvestre, como Arquitectura Andina, marca alteña, marca boliviana; es una arquitectura “de exportación”, ícono de la ciudad que ahora tiene potencial turístico embellecido.

El futuro de El Alto está en el presente y se acerca a la realidad que lo cambia y lo agranda. Decía el filósofo “Dormí y soñé que la vida era belleza, pero desperté y vi que era servicio”.

Los dolores y las molestias son poca cosa. Tenemos claro que la mayor virtud que tiene la vida, la vida vegetal, la vida animal, la vida intelectual es la constancia. Tener constancia significa perseverar y no darse nunca por vencido y, el que tiene constancia jamás es reducido a cenizas. En este ejemplo, refiero a esta tan querida ciudad de El Alto. Una ciudad perseverante.

Por otra parte, El alto, es colosal todo lo que le entraña por ofrecer como destino turístico, gracias a sus amplias avenidas y barrios, gracias a su arquitectura demostrada en sus imponentes edificios de colores brillantes, que permiten miran con ojos nuevos lo que los demás observan con vista atufada o sobrecegada por la angustia de sobreexistir.

Muestra un número importante de iglesias que junto a su Catedral, asoman otros templos y otros 70 más, que el Padre Sebastián Obermayer, construyó para que la fe sea renovada por los habitantes de El Alto en todos sus confines.

Muestra un número importante de monumentos, miradores, rutas, excursiones. Muestra un ángulo espiritual que permite coexistir lo exotérico con lo esotérico. Lo exotérico que se ve en su progreso, lo esotérico que se descubre cuando acudimos a Yatiris, Amautas y Chifleras.

El elefante es el más sabio de todos los animales, porque recuerda sus vidas anteriores y se detiene a reflexionar sobre ellas.

En este sentido, asoma un importante inventario de datos, relacionado con empresas de turismo, hoteles, restaurantes, cafeterías, discotecas, lugares de entretenimiento, salud, artesanías, casas de cambios, transporte, servicios especiales, creaciones, cines, arrendadoras de vehículos, da a conocer la pronta apertura de La Terminal Bimodal Metropolitana, que será la más grande de Bolivia, y una de las más importantes de Latinoamérica y, mucha información para que a nadie se le escape ni un solo dato y, para que las nuevas generaciones que contribuyen al enriquecimiento de El Alto, sepan cuál es su herencia.

No hay obra que sea resultado de una sola persona. En toda ciudad, como EL ALTO, intervienen los aportes de las personas más notorias y más ignoradas, pero presentes en la obra terminada.

Una vez más El alto, en este feliz aniversario, se vuelve a mostrar como una fuerza orientada hacia fines trascendentales, capaces de hacer girar sus ruedas sobre las insospechadas avenidas del mañana, siempre progresista, de una ciudad, que más allá de ser el crisol de la bolivianidad, es el espíritu que, como luz de esperanza, indica el destino promisorio a esta tierra libre y mil veces bendita.

*Julio Ríos, es escritor y consultor