LOS REYES
¡QUE NOS TRAIGAN LA VACUNA!
¿Llegarán las primeras dosis de la vacuna del Covid-19? ¿Llegarán a Bolivia? Quiere esto decir que los Reyes Magos traerán a los bolivianos lo que llevan meses esperando: la luz al final del túnel a una pandemia que ha matado a millones de personas en más de nueve meses. Se habla con rictus de subjetividad que las primeras en llegar serán las de Pfizer y BioNTech, que supuestamente tendrían una efectividad del 95%.
Nuestro sueño es expresar que habrá vacunas para todo el mundo, y sobrarán, es nuestro clamor que en oración le pedimos a Dios. Según los datos oficiales, el reparto se realizaría de forma progresiva conforme se vayan recibiendo, es la frase que con fe la escuchamos.
Que, por fin, sea una buena noticia y que se produzca; sin embargo, después de que se haya registrado un repunte de contagios en la mayoría de las regiones bolivianas tras el puente de la esperanza es que el plan de vacunación se desarrollará en tres etapas, con una priorización de los grupos de personas que tienen que vacunarse. Si todo va según lo previsto, se habría concluido el proceso de inmunización en nuestro país.
La puesta en marcha del plan de vacunación no significa que la pandemia toque a su fin y que los ciudadanos puedan volver a la normalidad. Los expertos auguran muchos meses de prudencia, de utilización de mascarillas y de medidas higiénicas, porque a estas alturas nadie duda que el Covid-19 está aquí para quedarse y que no se puede bajar la guardia, a pesar de que se consiga una cierta inmunidad de rebaño.
Lo que sí es previsible es que la actividad social y económica vaya aumentando poco a poco y que la vida se pueda ir normalizando. Por eso, Bolivia registró aumentos ante la previsión de un primer trimestre del año con aumento de la actividad económica, que podría consolidarse a partir de abril. Si a eso unimos que pronto llegarán las primeras ayudas europeas y a partir de junio las siguientes, se aprecia un espíritu más optimista entre proveedores (el gobierno) y en los consumidores.
En ese clima de cierto optimismo, los expertos sanitarios y los analistas económicos insisten en que no se debe caer en una euforia injustificada que nos lleve a una tercera ola que frustre todas las buenas previsiones. Esa llamada de prudencia se dirige, sobre todo, a los días que vivimos después de las fiestas navideñas. La experiencia del pasado verano, después de que se hablara de la guerra contra la pandemia, pesa todavía sobre la memoria de todos, porque la segunda ola está siendo más dañina para la salud y la economía de los bolivianos.
Desde el gobierno de la Presidenta transitoria, Jeanine Añez se decretó el primer estado de alarma, los mensajes políticos, de uno y otro lado, han creado confusión y desconcierto entre los ciudadanos. En primer lugar, por la falta de consenso a la hora de decidir y aprobar las medidas sanitarias, sociales y económicas. En segundo lugar, por la opacidad frente a los datos. Y, por último, por la improvisación y la falta de criterios sostenidos frente a la crisis, tanto del anterior Gobierno, como del actual. Hay unanimidad al valorar que la gestión política no ha sido buena y que con una administración más responsables y efectiva, se hubieran podido evitar muchos de los contagios y fallecimientos registrados en los últimos nueve meses.
Tras el fin del primer estado de alarma y sus prórrogas y las vacaciones incomprensibles de buena parte del Gobierno, se ha optado, supuestamente, por devolver toda la responsabilidad sanitaria al gobierno, gobernaciones y municipios, en una actitud muy cercana a desentenderse del problema. Se entró entonces en una gestión más cercana a las del exterior a la de un Estado que se identifica como salvador y moderno. No hay más que echar un vistazo a nuestros vecinos europeos para comprobar cómo se deben afrontar las grandes crisis de país.
JULIO RÍOS, ES
ESCRITOR Y CONSULTOR