En la aurora de la Navidad
Página Siete, La Paz, viernes 4 de diciembre de 2020
El comienzo de este mes es motivo de meditación sobre lo vivido y de proyección sobre lo que vendrá. Por eso, DICIEMBRE es una invitación a pensar, a cambiar, a mirar dentro y fuera de nosotros.
Es tiempo de ver el amor con el
corazón y alejar el odio con la mente, con la razón. En la aurora de la Navidad,
vivimos etapas que se originan con el adviento, donde la liturgia nos llama a
estar preparados.
Navidad es siempre una ocasión de encuentro. Por eso las familias hacen todo lo posible para reunirse. Sin vacilación, la felicidad por estar juntos. José y María recorrieron un largo camino hasta llegar a un lugar de encuentro que simboliza el acercarnos especialmente a aquellos con los que nos hemos alejado y a ser más comprensivos con quienes no coincidimos en ideas, actitudes o elecciones de vida.
El encuentro será así una oportunidad para ensanchar el corazón. El “dar a luz” es otro de los simbolismos que encierra la Navidad; y podríamos decir que el más profundo, porque implica “hacer nacer para iluminar”. Sin embargo, no fue un año normal, porque hemos vivido pérdidas a consecuemcia del Covid 19, decepciones políticas, colapso de la economía. La pandemia es implacable ¿Qué podemos “dar a luz” si nos sentimos sin fuerzas para seguir adelante?
El año 2020 arrojó por otra parte, meses de tensión, cuyo inicio fue el aciago 20 de octubre de 2019, cuando el presidente Morales cometió un fraude en los comicios para elegir nuevo presidente de Bolivia, que lo obligo, primero, a anular las elecciones, y luego renunciar a su cargo y fugar a México y más adelante a la Argentina.
Las nuevas elecciones concluyeron con un nuevo Presidente que llamo a la armonía y la unión. Todavía no se entrevera nada de lo expresado, más al contrario aparece en las tinieblas sentimientos de rencor, de venganza, de odio, de persecución.
La Navidad es un tiempo de reflexiones, que desde el inicio del adviento se nos llama a estar preparados y esperar la llegada de Jesús. Tiempo por tanto de mirar el corazón y perdonar. Esa es la intención fundamental del espíritu religioso que todo creyente asume y con el que aporta a la paz.
Justamente, cuando un niño nace, la madre se olvida inmediatamente de los dolores del parto y de todas las dificultades por las que está atravesando, porque la felicidad que implica la nueva vida, construye una nueva escala de valores y reacomoda las prioridades.
Por eso, DICIEMBRE nos invita especialmente a confiar en que todas las situaciones difíciles, inesperadas o preocupaciones, son una posibilidad para que algo nazca e ilumine algún aspecto de nuestra vida y de la de quienes nos rodean.
¿Quién más que Jesús, transformó la mentalidad de su época con pequeños gestos? Jugó con los niños, compartió la mesa con sus amigos, visitó a un enfermo. Acciones ordinarias, pero que impregnadas de amor se convierten en extraordinarias.
Gloria a Dios en las alturas y paz, paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad, amigas y amigos.
JULIO RÍOS ES ESCRITOR Y CONSULTOR