Rotary Club La Paz
HOMENAJE AL DÍA DE LA MADRE
Julio Ríos Calderón
Tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud. Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud. Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león. Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo esa mujer yo la vi por el camino. Es mi MADRE.
Son ricas cuando aman a sus hijos. No hay pobres, no hay feas, no hay madres viejas. Su amor siempre es la más bella de las alegrías, y cuando parecen tristes, basta un beso que reciban o que den para que todas sus lágrimas se conviertan en estrellas en el fondo de sus ojos.
Difícilmente dejaremos de asombrarnos ante el misterio físico y espiritual más grande de todos; ese grandioso milagro natural que contiene y protege a la vida misma en sus propias entrañas, y que después, sin egoísmo, sino como el acto más puro de amor, se desprende de dicha vida que con tanto fervor cuidó en su interior para permitir el nacimiento de un nuevo ser de la luz.
Jamás pierde de vista sus objetivos y los defiende a capa y espada, puñal o lanza, arco y flecha, para vencer cualquier obstáculo; al mismo tiempo en que, con ternura y gentileza, extiende con la otra mano sus lazos inagotables de amor, fe y esperanza, para todos quienes la rodean.
El 27 de mayo, es el Día de la Madre, en testimonio a la labor guerrera de las heroínas de la Coronilla en Cochabamba.Retomamos la idea que nos retrotrae en este preciso tiempo y espacio, para recordar que jamás debemos olvidar su valiosa misión.
Ser madre no significa solo cambiar pañales, calentar biberones o pelearse con los purés. Ese solo es el comienzo, el momento en el que se da cuenta de que es capaz de hacer cualquier cosa por un mundo al que ha dado la vida. Ese mundo es ese hijo en el que hay millones de ilusiones.
Si hay un amor que podamos llamar verdadero es el amor sincero de una madre, un amor que a su vez es eterno e infinito. En realidad, ser madre implica seguir los pasos de unos pequeños maestros, los hijos, hasta que se hacen grandes. Con solo existir y sin saberlo los hijos les enseñan a amar de manera incondicional. Simboliza nunca más estar sola en el pensamiento, pues siempre piensa doble: por sus hijos y por ella.
Se siente tremendamente afortunada porque sabe que nosotros somos el mayor tesoro que podría tener. La maternidad no significa sonreír siempre, sino también llorar a mares. Requiere muchas noches de insomnio fundiendo a la almohada en un asfixiante abrazo. Significa un sinfín de preocupaciones; horas de correr tras de nosotros; días, meses y años inventando cientos de maneras para camuflar las verduras y el pescado; aguantar peleas y tolerar con toda la paciencia del mundo la infinidad de sinsentidos que tiene la vida.
Ningún idioma puede expresar el poder, belleza y heroísmo del amor de una madre. A ella le duele más que a nadie decir no a sus hijos, retarles, medir sus fuerzas, verlos caer, abandonar sus sueños o desaprovechar sus capacidades. Pero conoce la importancia de los límites y pretende que los hijos los aprendan. Una madre no puede vivir por sus hijos pero sí procura compartir lo máximo con ellos. Por eso, intenta cada día coser unas alas enormes y ligeras que permitan a sus hijos volar muy, muy alto.
Quiere que a sus hijos les vaya en todo bien en la vida, pero también quiere que haya tormentas y aprendan a navegar en alta mar. Sabe que los hijos tienen que pasear de la mano de sus demonios, liberarse de las cargas y tropezar mil veces con la misma piedra. Ven mejor que nadie los defectos de los hijos, sin embargo los aceptan y nunca los esconden.
Saben si sus hijos no están bien con solo mirarlos, puesto que las madres son las más expertas detectoras de emociones. Las madres también viven sus culpas con el mayor terror conocido. Sentirse culpable y responsable de los problemas de la persona a la que más amas en este mundo es tremendamente doloroso. Por eso una madre carga sobre su espalda demasiado equipaje.
Es un acto heroico, pero sobre todo es generoso. Probablemente sacrificar sus metas, sus aspiraciones o su vida por sus hijos no hace de una madre un ser valiente, pero sí la persona más tenaz y generosa del mundo. Las noches en las que los hijos despiertan con fiebre, enfrentarse al mundo y superar todos los miedos, sacarlos adelante y protegerlos ante todo, eso es lo que hace a las madres el mejor ejemplo de valentía y amor.
Porque son las personas más fuertes del mundo. Su debilidad es su punto fuerte y este siempre será el amor hacia los que cada día encienden su corazón y sus ganas de vivir. Enseñarás a volar, pero no volarán nuestro vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán nuestro sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán nuestra vida. Sin embargo, en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado.
Toda la verdad de la creación divina está en ella, como es también el germen de la vida y la muerte. De ella depende la existencia del hombre, pues es el socorro de sus faenas. Ella nos parió sumida en el sufrimiento. Ella vigila nuestro crecimiento. Hasta su propia muerte le ocasionan tribulaciones. Es amiga, único apoyo en la Tierra. Su amor ennoblece, alivia el corazón amargado y doma a la bestia. Ellas son los adornos del universo. De ellas nacerán todos los habitantes del universo.
I
En claustro materno
y calor a mi vida
humana y desnuda
apenas vestida
de inocencia;
guardian de mi
primigenia naturaleza;
dulce milagro;
me diste fuerza
en tus propias entrañas
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ
II
Sin egoísmo;
como el acto más
puro de amor,
viví el silencio
que con tanto fervor
cuidaste en tu interior y
alumbraste mi nacimiento,
como nuevo ser de luz
porque tú sabías sólo amar
MAMÁ
III
Fuente de la vida,
te convertiste
en seno de mi ser
con alegría y dolores
de exaltación única,
te prodigó sólo a ti mujer,
la inconmensurable
oportunidad de acercar
a mi ser apenas parido
tu primera indeleble sonrisa
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ
IV
Del Padre Celestial
asomaron tus manos
y el reflejo de tus ojos;
esas primeras caricias y mirada
de madre que se transmutaron
para mi tu hijo
a quien sólo tú rociaste
cariño sin límites
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ
V
Ese mimo que
cual guía de mi
primer andar,
discernió mi crecimiento
y cuidado amoroso
al tráfago camino de la vida
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ
VI
Flor de la kantuta
roja como sangre,
amarilla como el sol y
verde como la esperanza,
tuviste en tu origen sangre,
color de labios de mujer,
beso de ternura
porque tu sabías sólo amar
MAMÁ
La feliz iniciativa de mi amigo y hermano, Miguel Angel Arenas Villarroel, Presidente del Rotary Club, hizo posible elevar un homenaje a la MADRE EN SU DÍA. “Difícilmente dejaremos de asombrarnos ante el misterio físico y espiritual más grande de todos; ese grandioso milagro natural que contiene y protege a la vida misma en sus propias entrañas, y que después, sin egoísmo, sino como el acto más puro de amor, se desprende de dicha vida que con tanto fervor cuidó en su interior para permitir el nacimiento de un nuevo ser de la luz.” Me acompañó en la circunstancia la presencia en un cuadro, de Casto Rojas Quesada, abuelo de mi gran amigo, Ricardo Rojas Harrison. Casto Rojas fue Presidente en su momento del ROTARY, y dejó una obra digna de recuerdo, pues como abogado y político trataba de sisar a sus actividades horas que le devolverían a su hogar. Un hogar de los ejemplares entre su círculo. Tenía devoción hacia él. Falleció, después de una larga y prolífica vida, el 15 de marzo de 1973.