viernes, 30 de septiembre de 2022

Lizell Claros Alandia / PIANISTA

 

DEDOS EN EL PIANO EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19


De la música nacional boliviana, el tango y el bailecito a

RACHMANINOFF

Transmitiendo emociones a través del piano

Lizell Claros Arandia

FUENTE. EL DIARIO CULTURAL.- Lizell Claros es una virtuosa pianista, profesora de piano, gestora cultural, fotógrafa amateur, en fin, una amante del arte en todas sus formas. Lizell es “una joven agradecida con las oportunidades que le ha brindado la vida y apegada a su familia”.

¿Cómo descubres tu amor por la música?

Gracias a mi padre que es un acuarelista que no da una sola pincelada sin escuchar música y en definitiva es un melómano sin cura. Desde muy pequeña, mientras yo jugaba y él pintaba, pude conocer a los grandes compositores de una manera natural, ya que eran parte de mi atmósfera.

¿El primer instrumento en tu vida fue el piano?

Sí, aunque en realidad fue un teclado muy pequeño. Mis padres me contaron que yo les pedía clases de piano con mucha vehemencia. Tenía 5 años y en el kínder ya me habían enseñado a leer, así que cuando encontré un anuncio en el periódico, lo recorté y se los mostré para que me hicieran caso. Resulta curioso, lo que parecía ser un capricho infantil fue una decisión para toda la vida.

¿Quiénes son tus mayores influencias musicales?

Sin duda mi maestra, Ana Inés Aguirre, Directora de la Cátedra de Piano de la Universidad Nacional de San Juan, en la cual estudio. Ella es quien me ha mostrado el camino que quiero seguir como pianista e intérprete y, además, me está acompañando a transitarlo. Valoro mucho su gran sabiduría y generosidad.

Teresa Laredo es la pianista boliviana que más admiro, ya que ha tenido una carrera brillante y es una hermosa persona. Me encantaría seguir sus pasos.

De los grandes compositores a quienes interpreto, me han influenciado en especial las obras de Mozart, Beethoven y Rachmaninoff.

¿Qué efecto causa en tu alma la música?

Creo que nunca podría responder esta pregunta o tal vez todavía no tengo la respuesta. La música me acompaña casi todo el día, ya sea como oyente, como estudiante, como intérprete y como profesora de piano en la materia Práctica Docente de mi facultad. Estudiarla me provoca una sensación de vértigo ya que día a día me doy cuenta lo mucho que todavía me falta por aprender. 

 

Escucharla, más allá del género que esté apreciando en ese momento, me causa satisfacción y placer instantáneo. Como intérprete, tiene un efecto de liberación ya que no hay nada mejor que encontrar una manera de expresar lo que uno siente, sin necesidad de usar palabras. Como profesora, siento que es gratificante y, a la vez, desafiante el poder transmitir a un niño algo que es tan complejo, intentando que le parezca simple y lograr que se enamore de la música sin tenerle miedo a la rigurosidad que requiere su estudio.

¿Cuándo fue tu debut oficial como pianista?

A los 10 años di un concierto en el Goethe Institut, cuando estudiaba con María Jesús Torres y estaba en el Conservatorio Nacional de Música en La Paz. Participé con una compañera, tocando obras para piano solo y para cuatro manos. Fue la primera vez que me presenté a un gran público conociendo los nervios previos a un concierto, pero también descubriendo que me gustaba mucho tocar en un escenario, al lograr olvidarme de la gente y concentrarme en la música. Representa un recuerdo muy lindo.

Tienes varias presentaciones importantes, ¿cuál es la que más ha marcado en tu vida profesional?

En el año 2019 tuve la oportunidad de participar en el Concurso Maestro Vicente Costanza, organizado por el Departamento de Música y el Centro de Creación Artística Orquestal de la Universidad Nacional de San Juan. Fue la primera vez que estudié un concierto para piano y orquesta, el No. 20 en Re menor de Mozart. Nunca antes había tocado para un jurado. La preparación mental y física que adquirí para ese concurso fue un gran logro, tanto en lo personal como para mi carrera musical. Además, tuve el privilegio de obtener el Primer Premio, por decisión unánime.

¿Cuál es el estilo que más disfrutas ejecutar?

Aunque disfruto en general de todo tipo de música, me siento especialmente identificada con las obras del Clasicismo y del Romanticismo.

¿Y cuál es el más difícil?

Todos los estilos que existen tienen una gran dificultad al momento de estudiarlos a fondo. No solo hay que entender la partitura, sino el contexto geográfico, histórico y social del compositor, el tipo de instrumento para el cual componía y la fuente de inspiración que tenía. Para mí, siempre la más difícil es la música del barroco, sobre todo la de Johann Sebastian Bach, bella pero sumamente compleja.

¿Qué buscas transmitir mediante tu arte?

Creo que lo interesante de interpretar música es que con cada compositor puedo transmitir algo nuevo y diferente. Por un lado, está lo que el compositor quiso decir y, por otro, lo que yo entiendo y cómo lo profundizo. Sin embargo, más allá de ser una servidora de la música a la hora de tocar, me interesa llegar al corazón del oyente y elevar su espíritu.

¿Qué planes tienes en agenda esta segunda mitad de 2021?

Próximamente tengo programados dos conciertos, uno como solista con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de San Juan y un recital de piano solo en el Auditorio Juan Victoria. Además, realizaré una grabación en el Club Social San Juan, interpretando repertorio francés para piano a cuatro manos junto a un talentoso colega.

CULTURAL / El Diario

Julio Ríos

Lizell Claros Arandia, es una joven talentosa poseedora de una asombrosa técnica en el teclado. Concertista de piano de 25 años, su última actuación junto a la Orquesta Sinfónica de San Juan, en la ciudad que asoma el mismo nombre dentro de la Argentina, permitió escuchar el Concierto para piano y orquesta No. 20 de Wolfgang Amadeus Mozart

Fue ganadora en el concurso de la Universidad de San Juan, Maestro Vicente Constanza, que permite a los alumnos tocar como concertinos con la Orquesta Sinfónica de la institución. Producto de este logro, fue la intervención referida con una joya musical de uno de los más famosos compositores y de mayor cantidad de obras escritas.

Lizell radica en Argentina hace cinco años, donde emprende una doble carrera en la Universidad Nacional de San Juan: una tecnicatura superior en Interpretación Musical y un profesorado universitario en Piano. Su práctica docente es su fuerte, reconociendo la capacidad de enseñar directamente en la universidad, en materias como historia de la música, armonía o piano. La otra carrera se aboca más a tocar y ser artista.

La joven pianista en cada ejecución permite apreciar un dominio en la difícil técnica del piano. Tiene una sorprendente digitació0n y sus manos resbalan el teclado con maestría, sentimiento y ponderado sonido. Su repertorio es versátil. La apreciamos tocar piezas del pentagrama nacional boliviano, como la cueca “Rosa” revestida de bellísima armonía y compuesta por Simeón Roncal, hasta composiciones de Astro Piazolla, intérprete del bandoneón, fusionando el tango con el jazz.

Es como joven, muy hermosa. Lizell Claros (una foto suya ilustra esta crónica vestida con ropa casual a través de un top muy escotado sin sujetador que lo viste con el cuerpo del torso desnudo), trabaja en una perspectiva orientada hacia fines trascendentales capaces de hacer girar el piano sobre las insospechadas avenidas del fantástico repertorio de la música culta.

Nació en Cochabamba y su formación en humanidades la realizado en el afamado Instituto Laredo, institución colegiada que la fundo el compositor Franklin Anaya. Ya formada en la ejecución del piano se trasladó a la Argentina donde completo sus estudios de concertista de piano, hoy una de las más relevantes profesionales del instrumento de nuestro país.

El ambiente familiar en el creció estaba más orientado a las artes plásticas, pero su talento musical se impuso, y el jurado del concurso de su universidad lo confirmó al otorgarle su premio por unanimidad.

Nació iluminada con la inspiración que el Padre Celestial le brindó. Le gustaba dibujar, y cuando era pequeña expresaba que iba a ser pintora y pianista. En las vacaciones del colegio se quedaba dibujando todo el día. Su Padre, con una total maestría y con las mejores intenciones, había empezado a corregir algunas de sus obras de arte, y al parecer eso no le agradó a la pequeña Lizell y se quedó con la música solamente.

Nada le llamaba la atención tanto como la música, de hecho, cuando dibujaba necesitaba escuchar algo, normalmente había música en su casa, habida cuenta que su padre es un melómano que tampoco puede vivir en silencio.

Hay una parte de la sensibilidad artística con la que todos nacemos, y algunos la desarrollan a lo largo de su vida. Sus padres solían llevarla a presentaciones de danza o música en el Teatro Municipal de La Paz. Le parecía fascinante ver a cualquier artista en el escenario y eso llamaba mucho su atención. Por otro lado, al ver a su padre dedicar casi toda su vida a las acuarelas, siempre estuvo, ella, en contacto con esa sensibilidad visual, y además él le mostraba obras de arte (cuadros, libros, videos de las grandes orquestas tocando, etc.), y eso ingresó a su cabeza casi como un juego.

“Puedes ser un gran músico y no tener la capacidad de transmitir a un niño cómo abordar diferentes movimientos, resolver problemas técnicos, entre otras cosas. Considero que para poder enseñar hay que aprender, tener herramientas y, por supuesto, voluntad”, respondió la pianista a propósito de su trabajo como docente. 

By Julio Ríos

THROUGH A VERY LOW-CUT TOP THE TALENTED BOLIVIAN PIANIST DRESSES IT WITH THE TORSO OF THE NAKED BODY

Lizell Claros Arandia, is a talented young woman with an amazing keyboard technique. A 25-year-old concert pianist, her latest performance with the Orquesta Sinfónica de San Juan, in the city of the same name in Argentina, featured Wolfgang Amadeus Mozart's Concerto for Piano and Orchestra No. 20.

She was a winner in the competition of the University of San Juan, Maestro Vicente Constanza, which allows students to play as concertmasters with the Symphony Orchestra of the institution. As a result of this achievement, she performed a musical jewel of one of the most famous composers with the largest number of written works.

Lizell has been living in Argentina for five years, where she is pursuing a double degree at the National University of San Juan: a higher technical degree in Music Performance and a university professorship in Piano. Her teaching practice is her forte, recognising her ability to teach directly at the university, in subjects such as music history, harmony or piano. The other career is more about playing and being an artist.

The young pianist's mastery of the difficult piano technique is evident in every performance. She has an amazing fingering and her hands glide over the keyboard with mastery, feeling and a well-considered sound. Her repertoire is versatile. We appreciate her playing pieces from the Bolivian national pentagram, such as the beautifully harmonised cueca "Rosa" composed by Simeón Roncal, to compositions by Astro Piazolla, the bandoneon player, fusing tango with jazz.

She is as a young woman, very beautiful. Lizell Claros (a photo of her illustrates this chronicle dressed in casual clothes through a very low-cut top without bra that dresses her naked torso body), works in a perspective oriented towards transcendental ends capable of spinning the piano over the unsuspected avenues of the fantastic repertoire of cultured music.

She was born in Cochabamba and studied humanities at the famous Instituto Laredo, a collegiate institution founded by the composer Franklin Anaya. Already trained in piano playing, she moved to Argentina where she completed her studies as a concert pianist, today one of the most important professionals of the instrument in our country.

The family environment in which she grew up was more oriented towards the plastic arts, but her musical talent prevailed, and the jury of her university's competition confirmed this by unanimously awarding her the prize.

She was born enlightened with the inspiration that the Heavenly Father gave her. She loved to draw, and when she was little she expressed that she was going to be a painter and a pianist. During the school holidays she would spend the whole day drawing. Her father, with total mastery and with the best of intentions, had started to correct some of her artwork, and it seemed that little Lizell did not like that and she was left with music only.

Nothing attracted her attention as much as music, in fact, when she was drawing she needed to listen to something, there was usually music in her house, since her father is a music lover who can't live in silence either.

There is a part of artistic sensibility that we are all born with, and some develop it throughout their lives. Her parents used to take her to dance or music performances at the Teatro Municipal de La Paz. She found it fascinating to see any artist on stage, and that attracted her attention. On the other hand, seeing her father dedicate almost all his life to watercolours, she was always in touch with that visual sensibility, and he would also show her works of art (paintings, books, videos of the great orchestras playing, etc.), and that entered her head almost like a game.

"You can be a great musician and not have the ability to transmit to a child how to approach different movements, solve technical problems, among other things. I believe that to be able to teach you have to learn, have the tools and, of course, the will", the pianist replied about her work as a teacher.  


Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

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 LIZELL CLAROS ARANDIA

Concertista de piano