lunes, 20 de junio de 2022

UNICEF / Angelina Jolie


UNICEF EN TIEMPOS DE

LA COVID – 19


YO ACTÚO

POR LA NIÑEZ


TIEMPO DE ACTUAR

POR LA NIÑEZ / UNICEF

Cuando hablamos de un niño asoma a nuestros ojos la ternura y la inocencia. Advertimos su mirada diáfana y picaresca. Observamos cómo juegan con barquitos de papel en los charcos de agua detenida. Contestamos sus preguntas sobre el porqué de las cosas.

Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, y la esperanza del futuro con un chicle en el bolsillo. Les encantan los dulces, los encendedores, la Navidad, los libros con láminas.

Pero no olvidemos al niño que pide limosna, aquel que duerme en albergues miserables, soportándolo todo hasta que un día su resistencia es quebrada y ya no pueden ver un nuevo amanecer. A estos niños se les ve tumbados en el piso, pisoteados como si fueran objetos.

Con el desafío de disminuir los índices de niños que viven en la pobreza, Bolivia conmemora el Día del Niño  en recordatorio de aquel 12 de abril de 1952, fecha en que la OEA y Unicef redactaron la declaración de Principios Universales del Niño, a consecuencia de la desigualdad y maltrato que sufrían y aún sufren en el mundo.

Está visto que los niños rechazados tienen una percepción sumamente aguda. Comprenden su situación con amarga realidad. Profundamente heridos, a menudo evitan el contacto con otra gente, temerosos de verse rechazados de nuevo.

La mayoría solo ha conocido el fracaso de su casa; y en muy pocos casos, el éxito que alcanzan gracias a su propio esfuerzo les infunde una confianza que no tiene precio.

Hoy solo tienen los años. No conocen el árbol de Navidad, jamás descubren un regalo. Y a menudo estos niños se hacen jóvenes y luego hombres, entonces el mundo parece más grande y más temible. Nuestra tarea estriba en buscar su defensa, en amarlos y proporcionarles un hogar que puedan tener legítimamente como suyo.

Se impone justicia para sancionar las insanas influencias de terceros que utilizan a sus hijos, a niños adoptados o bien a la niñez desvalida en general con el fin de conseguir dinero por la vía de la compasión, el hurto o la explotación.

Es necesario facultar a instituciones que revisten competencia en este panorama desolador de mayor control y de un ejercicio más riguroso en el desarrollo de los niños utilizados para fines de lucro.

Sentimos muy poco por la niñez que necesita más de la ternura y de la bondad, en suma, de mayor humanidad. El niño es la herencia invalorable para el destino de un país que merece, para sus nuevas generaciones, mejor suerte y destino.

Demos a nuestros hijos la oportunidad de aprender a vivir, así podrán crecer y desarrollarse en el área que tengan destinada.

 

Nuestro rol como padres es muy sencillo: regar a tiempo y protegerlos de las malezas, pero no ocultarlos del sol. Después, el niño, tal como una flor, podrá crecer por su cuenta y mostrar lo mejor de sí. (Julio Ríos Calderón)





Julio Ríos
“Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es El Reino de los Cielos”. (Mateo 19:14)

Entre la inocencia de la infancia y la dignidad de la madurez encontramos una encantadora criatura llamada niño.

Los niños vienen en diferentes medidas, pesos y colores, pero todos tienen el mismo credo: disfrutar cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día y de protestar ruidosamente (su única arma) cuando el último minuto se termina y los padres los meten a la cama.

Las niñas vienen en cinco colores: negro, blanco, rojo, amarillo y café, y usted siempre obtiene su color favorito al hacer el pedido. Para ellas no existe la ley del precio; hay millones de niñas pequeñas, pero cada una es tan valiosa como una joya. Cuando las crea el cielo, se utiliza parte de la materia de muchas de las criaturas de la naturaleza: del ruiseñor los cantos, de la mulita la terquedad, del chango las monerías, los brincos del chapulín, la curiosidad del gato y añádele la mente incomprensible y misteriosa de la mujer.

A los niños se los encuentra dondequiera: encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo o brincando. Las mamás los adoran, las niñas los detestan, los hermanos mayores los toleran, los adultos los ignoran y el Cielo los protege.

La artista Angelina Jolie (una foto suya ilustra esta crónica, vestida con una camisa blanca de seda muy escotada, a través de la trasparencia que trasluce su cuerpo desnudo por debajo y un corazón revestido de amor por la niñez), ha declarado: “Si los gobiernos cumplieran su palabra, y si todas las personas adultas respetasen los derechos de la infancia, otra sería su futuro. Los niños y niñas tienen derechos igual que las personas adultas, y deben tener poder y capacidad de acción para reclamarlos.”

Ella puede ser la más cariñosa del mundo y también la más majadera. Se le encuentra brincando, cantando y haciendo toda clase de ruidos que le enojaran; cuando le llaman la atención se queda quietecita, humilde y con ese brillo celestial en su mirada. Ella es la inocencia jugando en la tierra, la belleza echando maromas y también la más dulce expresión del amor cuando arrulla y duerme a su muñeca.

Un niño es la verdad con la cara sucia, la belleza con una cortada en el dedo, la sabiduría con el chicle en el pelo y la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo.

Una niña nace con un brillo angelical del que siempre queda suficiente luz para robarnos el corazón, aunque se siente en el lodo, llore a todo volumen, haga una rabieta o camine por la banqueta presumiendo, con las ropas y zapatos de mamá.

Un niño es una combinación. Tiene el apetito de un caballo, la digestión de una traga espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, y cuando hace algo tiene cinco dedos en cada mano. Nadie más se levanta tan temprano ni se sienta a comer tan tarde.

Le encantan los zapatos nuevos, las muñecas, los helado, los vestidos domingueros, los moños para adornarse el pelo, el kínder, los pajaritos, la niña del vecino, jugar a la casita y la tiendita, el baile, los libros de iluminar, el polvo y el perfume. No le gustan los perros grandes, ni los niños, ni que le peinen el pelo.

Un niño es una criatura mágica. Puedes cerrarle la puerta de tu despacho, pero no puedes cerrarle la puerta del corazón. Puedes sacarlo de tu estudio, pero no puedes sacarlo de tu mente.

Es la más ruidosa cuando usted piensa en sus problemas, la más bonita cuando le ha hecho desesperar, la más ocupada a la hora de dormir, la más seria e irritable cuando quiere lucirla a las visitas y la más coquetuela cuando usted ha resuelto que definitivamente, no volverá otra vez a salirse con la suya. Nadie le da mayor disgusto o alegría, o el más legítimo orgullo, que esta mezcla rara de Caperucita Roja y el Ratón Miguelito.

Mejor ríndete; es tu amo, tu carcelero, tu jefe y tu maestro. Pero cuando regresas a casa por las noches con tus sueños y esperanzas hechas trizas, él puede remediarlas y dejarlas como nuevas con dos mágicas palabras: ¡Hola pa! ¡Hola Abu!

Puede desarreglarle los papeles del trabajo, el pelo y la cartera; hacerlo perder tiempo y dinero y precisamente en ese instante, aparece su aureola angelical quitando por encanto su disgusto. A veces le desesperan sus gritos y alborotos; pero cuando usted siente fallar, al mundo en contra suya, sus anhelos y esperanzas más distantes; ella sola lo convierte a usted en un rey, cuando se sienta en sus rodillas, lo abraza tiernamente y le dice papi te quiero.

Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro. Ser como niños es volver a reír, tener la autoestima alta para soñar. Los niños no tienen que hacer nada para ser perfectos, ya lo son y se comportan como si lo supieran; se saben en el centro del mundo.

No tienen miedo de pedir lo que quieren y expresan sus emociones libremente. Se sabe cuándo un niño está enojado; de hecho, todos se enteran hasta los vecinos; también se sabe cuándo está contento porque su sonrisa ilumina la casa.
Están llenos de amor, y mueren si no lo reciben. Los niños no soportan la indiferencia ni la soledad, pues los niños aman su entorno y cada parte de su cuerpo.
El niño es optimista, ingenuo, dependiente, emotivo, elástico, flexible, jugador incansable, íntegro, espiritual y amoroso. ¡Todos fuimos así!

 By Julio Ríos

"Let the little children come to me, for theirs is the kingdom of heaven". (Matthew 19:14)

Between the innocence of childhood and the dignity of maturity we find a charming creature called a child.

Boys come in different sizes, weights and colours, but they all have the same credo: to enjoy every second, every minute, every hour, every day and to protest loudly (their only weapon) when the last minute is up and parents put them to bed.

The girls come in five colours: black, white, red, yellow and brown, and you always get your favourite colour when you order. For them there is no law of price; there are millions of little girls, but each one is as precious as a jewel. When heaven creates them, it uses some of the matter of many of nature's creatures: the nightingale's song, the mullet's stubbornness, the monkey's cuteness, the grasshopper's prancing, the cat's curiosity, and add to that the woman's incomprehensible and mysterious mind.

Children are found everywhere: on top, underneath, inside, climbing, hanging, running or jumping. Mums adore them, girls detest them, big brothers tolerate them, adults ignore them and Heaven protects them.

Artist Angelina Jolie (a photo of her in a low-cut white silk shirt, through the transparency that reveals her naked body underneath, and a heart of love for children), has declared: "If governments kept their word, and if all adults respected the rights of children, their future would be different. Children have rights just like adults, and they must be empowered to claim them.

She can be the cuddliest in the world and also the cuddliest. She can be found bouncing, singing and making all sorts of noises that will make you angry; when her attention is called she stands still, humble and with that heavenly gleam in her eye. She is innocence playing in the dirt, beauty playing with her hands and also the sweetest expression of love when she lulls her doll to sleep.

A child is truth with a dirty face, beauty with a cut on her finger, wisdom with chewing gum in her hair and hope for the future with a frog in her pocket.

A girl is born with an angelic glow from which there is always enough light left to steal our hearts, even if she sits in the mud, cries loudly, throws a tantrum or walks down the pavement showing off, in mummy's clothes and shoes.

A child is a combination. He has the appetite of a horse, the digestion of a sword swallower, the energy of an atom bomb, the curiosity of a cat, the lungs of a dictator, the imagination of Jules Verne, and when he does something he has five fingers on each hand. No one else gets up so early or sits down to eat so late.

She loves new shoes, dolls, ice cream, Sunday dresses, bows to decorate her hair, kindergarten, birds, the neighbour's little girl, playing house and the little shop, dancing, illuminating books, dust and perfume. He doesn't like big dogs, children or having his hair combed.

A child is a magical creature. You can close the door of your office, but you can't close the door of your heart. You can take it out of your study, but you can't take it out of your mind.

It is the loudest when you think of your problems, the prettiest when it has made you despair, the busiest at bedtime, the most serious and irritable when you want to show it off to visitors and the most flirtatious when you have resolved that it will definitely not get its way again. No one gives you more disgust or joy, or the most legitimate pride, than this odd mixture of Little Red Riding Hood and Michaelmas Mouse.

Better surrender; he is your master, your jailer, your boss and your master. But when you come home at night with your hopes and dreams in tatters, he can remedy them and make them as good as new with two magic words: Hola pa! Hola Abu!

He can mess up your work papers, your hair and your wallet; make you waste time and money and just at that instant, his angelic halo appears, charming away your displeasure. Sometimes you despair of her screams and fusses; but when you feel her fail, the world against you, your most distant hopes and longings; she alone makes you a king, when she sits on your knee, hugs you tenderly and says daddy I love you.

Children are the most important resource in the world and the best hope for the future. To be like children is to laugh again, to have high self-esteem to dream. Children don't have to do anything to be perfect, they already are and they behave as if they know it; they know they are at the centre of the world.

They are not afraid to ask for what they want and express their emotions freely. You know when a child is angry; in fact, everyone knows, even the neighbours; you also know when they are happy because their smile lights up the house.

They are full of love, and they die if they don't receive it. Children cannot stand indifference and loneliness, for children love their environment and every part of their body.

The child is optimistic, naïve, dependent, emotional, elastic, flexible, a tireless player, whole, spiritual and loving. We were all like that!

Julio Ríos

"Que as criancinhas venham até mim, pois delas é o reino dos céus". (Mateus 19:14). Entre a inocência da infância e a dignidade da maturidade, encontramos uma criatura encantadora chamada criança.

Os meninos vêm em tamanhos, pesos e cores diferentes, mas todos têm o mesmo credo: aproveitar cada segundo, cada minuto, cada hora, cada dia e protestar em voz alta (sua única arma) quando o último minuto está no ar e os pais os colocam na cama.

As meninas vêm em cinco cores: preto, branco, vermelho, amarelo e marrom, e você sempre recebe sua cor favorita quando faz seu pedido. Para elas não há lei de preço; há milhões de meninas, mas cada uma delas é tão preciosa quanto uma jóia. Quando o céu os cria, ele usa alguns dos assuntos de muitas criaturas da natureza: o canto do rouxinol, a teimosia do tainha, a fofura do macaco, o empinado do gafanhoto, a curiosidade do gato, e acrescenta a isso a mente incompreensível e misteriosa da mulher.

As crianças são encontradas em todos os lugares: por cima, por baixo, por dentro, escalando, pendurando, correndo ou pulando. As mães as adoram, as meninas as detestam, os irmãos grandes as toleram, os adultos as ignoram e o céu as protege.

A artista Angelina Jolie (uma foto dela em uma camisa de seda branca decotada, através da transparência que revela seu corpo nu por baixo, e um coração de amor pelas crianças), declarou: "Se os governos mantivessem sua palavra, e se todos os adultos respeitassem os direitos das crianças, seu futuro seria diferente. As crianças têm direitos como os adultos, e devem ter o poder de reivindicá-los.

Ela pode ser a mais fofa do mundo e também a mais fofa. Ela pode ser encontrada saltando, cantando e fazendo todo tipo de barulho que a enfureça; quando sua atenção é chamada, ela fica parada, humilde e com aquele brilho celestial em seus olhos. Ela é inocência brincando na sujeira, beleza brincando com suas mãos e também a mais doce expressão de amor quando ela embala sua boneca para dormir.

Um menino é a verdade com o rosto sujo, a beleza com um corte no dedo, a sabedoria com pastilha elástica no cabelo e a esperança para o futuro com um sapo no bolso.

Uma menina nasce com um brilho angelical do qual sempre sobra luz suficiente para roubar nossos corações, mesmo que ela se sente na lama, chore alto, faça uma birra ou caminhe pelo pavimento exibindo-se, com as roupas e sapatos da mamãe.

Uma criança é uma combinação. Ele tem o apetite de um cavalo, a digestão de uma espada giratória, a energia de uma bomba atômica, a curiosidade de um gato, os pulmões de um ditador, a imaginação de Júlio Verne, e quando ele faz algo ele tem cinco dedos em cada mão. Ninguém mais se levanta tão cedo ou se senta para comer tão tarde.

Ela adora sapatos novos, bonecas, sorvetes, vestidos de domingo, arcos para decorar o cabelo, jardim de infância, pássaros, a garotinha do vizinho, brincar de casinha e a pequena loja, dançar, iluminar livros, poeira e perfume. Ele não gosta de cães grandes, crianças ou de ter seu cabelo penteado.

Uma criança é uma criatura mágica. Você pode fechar a porta do seu escritório, mas não pode fechar a porta do seu coração. Você pode tirá-lo de seu estudo, mas não pode tirá-lo de sua mente.

É o mais barulhento quando você pensa em seus problemas, o mais bonito quando o fez desesperar, o mais ocupado na hora de dormir, o mais sério e irritável quando você quer mostrá-lo aos visitantes e o mais flertador quando você resolveu que definitivamente não voltará a ter seu caminho. Ninguém lhe dá mais nojo ou alegria, ou o orgulho mais legítimo, do que esta rara mistura de Capuchinho Vermelho e Rato de Michaelmas.

Melhor se render; ele é seu mestre, seu carcereiro, seu chefe e seu mestre. Mas quando você chega em casa à noite com suas esperanças e sonhos em farrapos, ele pode remediá-los e torná-los como novos com duas palavras mágicas: Hola pa! Hola Abu!

Ele pode estragar seus papéis de trabalho, seu cabelo e sua carteira; fazer você perder tempo e dinheiro e, nesse exato momento, sua auréola angelical aparece, encantando seu descontentamento. Às vezes você se desespera com seus gritos e alaridos; mas quando você a sente falhar, o mundo contra você, suas esperanças e anseios mais distantes; só ela faz de você um rei, quando se senta de joelhos, abraça você ternamente e diz papai que eu te amo.

As crianças são o recurso mais importante do mundo e a melhor esperança para o futuro. Ser como as crianças é rir novamente, ter alta auto-estima para sonhar. As crianças não precisam fazer nada para serem perfeitas, elas já o são e se comportam como se soubessem; elas sabem que estão no centro do mundo.

Eles não têm medo de pedir o que querem e expressar suas emoções livremente. Você sabe quando uma criança está com raiva; na verdade, todos sabem, até mesmo os vizinhos; você também sabe quando eles estão felizes porque o sorriso deles ilumina a casa.

Eles estão cheios de amor, e morrem se não o recebem. As crianças não suportam a indiferença e a solidão, pois as crianças amam seu ambiente e cada parte de seu corpo.

A criança é otimista, ingênua, dependente, emocional, elástica, flexível, um jogador incansável, inteira, espiritual e amorosa. Todos nós éramos assim!

 

 

Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Franciso Xavier de Chuquisca y Católica de La Paz, y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022.