domingo, 5 de junio de 2022


Mujeres emprendedoras en tiempos de

LA COVID – 19

Rosemery Terrazas Rivas

AL VALOR DE LA LUCHA 

CONTRA EL CANCER

MUJER

VALIENTE Y DECIDADA

¿Cómo venció al

CANCER?

Rosemery Terrazas Rivas, amiga mía hace muchos años, es una gran mujer que venció dos enfermedades aterradoras. La vida puso en prueba su donaire, templanza y carácter. Revestida de una personalidad versátil, talento para desenvolverse en cualquier campo, seguridad en sí misma y temperamento equilibrado, le caracteriza su franqueza, así la sinceridad la haya inventado alguien que quiso amargarle la vida al prójimo. Nada es imposible para ella, y la experiencia le enseñó que todo tiene remedio menos la muerte. Todo se puede; sí se puede, expresiones muy suyas ante las circunstancias aciagas.

Como ser humano, sin vacilación alguna, asoma las riendas de su vida, hace frente con templanza y valor los momentos difíciles. Se levanta y se sacude el polvo porque sabe que siempre hay forma de seguir, no tiene tiempo de presionar a la duda o la incertidumbre, vive feliz y el amor llega solo, con la fuerza de un huracán cuando ella menos lo espera, porque la vida siempre recompensa el mandamiento de Dios de” amar a tu prójimo como a ti misma”.

Cada persona edifica su personalidad a lo largo de toda su existencia, al convertir las circunstancias que se suceden en oportunidades para diseñar el argumento de su vida de forma positiva. Rosmery Terrazas Rivasestá casada, 27 años con Mario Villegas Aldazosa, de cuya unión conyugal tiene dos hijos: Cristian de 25 y Valentina de 22.

De profesión es cosmetóloga; no obstante se ha desempeñado en diferentes empresas, como la banca. Fue directora en ventas en Yanbal durante cinco años; directora de ventas de Natura, en una trayectoria de tres años. Sus aspiraciones hoy en día son convertirse en una motivadora por intermedio de un canal en YouTube, a través intervenciones dirigidas a mujeres con cáncer al ovario.



Rosmery sobrevivió a dos graves enfermedades, que la tuvieron al filo de la muerte. La primera la contrajo hace 15 años. Sufrió el síndrome de Guillain-Barré, que es un trastorno poco frecuente en el que el sistema inmunitario del organismo ataca los nervios. Los primeros síntomas suelen ser debilidad y hormigueo en las extremidades.

Estas sensaciones se propagaron rápidamente y, con el tiempo, casi le paralizan todo el cuerpo. La forma más grave del síndrome de Guillain-Barré se considera una emergencia médica. Rosmery con esta afección fue hospitalizada para recibir tratamiento.

Gracias a Dios lo superó; se recuperó hasta un 95 por ciento, merced a su aplomo y fuerza de voluntad. Dios fue su principal médico, y la apoyó su familia, fundamentalmente su señora Madre. Sus hijos eran muy pequeños con 9 y 6 años de edad. Verlos fue el motor más grande para salir adelante. El invalorable sostén para ayudarla fue su esposo y un destacado equipo de médicos y fisioterapeutas excelentes.

Rosmery, ya curada, sintió que había pasado una gran lección y comenzó a valorar las cosas más simples de la vida. Caminar por la calle y sentir el viento golpeando su cuerpo, pasar a buscar a sus hijos del colegio o compartir con amigas (Ros como amiga es ejemplar y muy querida), leer un libro, apreciar una buena película.

Pero el destino fue cruel muy con ella, la hirió profundamente en la salud, al extremo de llegar al paroxismo del desequilibrio emocional, a la pregunta sin respuesta, al eventual rechazo a santos que decoran su tocador. “Dios no me quiere”, decía.

Empero fue sólo el momento, naturalmente comprensible. Después de 15 años de recobrarse del síndrome de Guillain-Barré, la aurora del nuevo día que señalaba la fecha de cumpleaños de su hija, un 28 de octubre de 2020 y en plana Pandemia, avasallada por la mortal Covid 19 que cobró la vida de miles de millones de habitantes en todo el mundo, Rosmery se vio otra vez afectada en su salud.

Primero sufrió un cólico muy fuerte con el insoportable dolor en el abdomen. Es muy común la reprenda de carácter especulativo, que referían al consumo de beber mucho café, por tanto se advertía una posible inflamación del hígado.

El abdomen paulatinamente empezó a hincharse, reteniéndose un líquido nocivo para el cuerpo. Valentina, su hija, le comentaba que su madre parecía embarazada. Se dio inició a la romería dirigida a la vista a un sinnúmero de médicos y en todas las especialidades. Primero le diagnosticaron gastritis, luego reflujo –se equivocaron los galenos–, mas el hígado continuaba engordando.

Continuó el peregrinaje médico, llegándose a la conclusión de tenerla internada para detectar oficialmente de que enfermedad padecía Rosmery. Le colocaron un catéter y otros medios para retirar los cuatro litros de substancia depositados en el abdomen. Durante 12 días estuvo en la clínica, tiempo en inalterable observación, interviniendo médicos en todas las especialidades.


 

Llegó el domingo y a media noche, Rosmery recibió la visita de una persona: ¿Quién es usted? –le preguntó muy agitada y extrañada–. Soy el Dr. Vladimir Roca Calderón –respondió, explicándole que desde ese instante sería su médico oficial, pero con la desoladora noticia de comunicarle el diagnóstico final: –Señora usted tiene cáncer en el ovario en nivel 3 que es el penúltimo–.

 

Rosmery sintió cómo una bola de plomo se apoderó de ella. Millones de hormigas comenzaron a roerle el alma. Estalló en llanto, las lágrimas le mojaron hasta el corazón, al extremo de desmayarse. Procuró pararse, veía todo nublado, se sentía quebrada. Su hija Valentina la asistió le trajo una bebida azucarada.

 

Llegada la conclusión final, Rosmery tuvo que esperar un tiempo, como sucede en estos estados de salud. Se informó del internet, a través de GOOGLE y otras redes sociales. Visitó otros profesionales en busca de una segundo opinión. Todo estaba consolidado y el diagnóstico final fue “Cáncer de Ovario”.

 

La fe y la esperanza, fueron las virtudes teologales asumidas por Rosmery. Virtudes inquebrantables. Se inició la cruzada médica y en medio de tratamientos, remedios, proteínas, vitaminas, sueros, inició las sesiones de quimioterapia, sumándose un total de nueve.

 

El cáncer de ovario suele no ser detectado hasta que se extiende a la pelvis y el vientre. En esta etapa, el cáncer de ovario es más difícil de tratar y puede ser mortal. El cáncer de ovario suele no presentar síntomas en las primeras etapas. Las etapas más avanzadas suelen presentar síntomas, pero estos pueden ser poco específicos, como la pérdida de apetito y de peso. El cáncer de ovario generalmente se trata con cirugía y quimioterapia. Rosmery por la voluntad de Dios realizó su método de recuperarse de manera disciplinada y consecuente. Le hizo frente positivo a las 9 quimioterapias y la intervención quirúrgica que concluyó con el restablecimiento de su salud.

 

Dios fue su mejor médico y le proveyó de la más profunda esperanza. Rosmery llegó a la meta del éxito, coronando su carrera con la recuperación de su salud. Dada de alta trabajó con un psicólogo y compartió su experiencia en las redes sociales. 

 

  

  

Por Julio Ríos

 

Rosmery Terrazas Rivas, nació en La Paz el 29 de enero de 1973. Después de nueves de espera antecedida con el sentimiento del amor, su madre alumbró la imagen humana y desnuda de la bebé, apenas vestida con su inocencia. Hija del abogado Carlos Terrazas Alborta y Marcela Rivas Téllez, radicó un tiempo en la ciudad de Cochabamba y luego en La Paz, al cuidado de sus abuelos Cnl. Alfredo Rivas Jenkins y Carmen Téllez Vidaurre.

 

Desde niña era muy inquieta. Sin duda, el carácter relevante, la inteligencia, los juicios oportunos y definitorios de Rosmery, colaboraron a una formación espiritual, fortalecida por un temple revestido de personalidad y aplomo. Fue siempre una mujer guerrera preparada para todo. Profesional acentuada y versátil, experimentó un desarrollo exhaustivo y pormenorizado del mundo del marketing y un dominio agresivo de la fuerza en las ventas. Posesora de mucha información, melómana con la mejor música y atraída por el cine, su vida asomó siempre interesante. Como persona, fue amiga favorita en diferentes circunstancias, habida cuenta que su espíritu impregnado de fidelidad y lealtad la llevó a cultivar muchas amistades, como muestran las fotografías que ilustran esta crónica.

 

Nunca, sin embargo, imaginó que la vida la golpeara de manera descarnada dos veces, alternándose su salud con dos endebles enfermedades; sufrió primero del síndrome de Guillain-Barré y después de 15 años de un terrible cáncer de ovario. Pero una mujer, así, una Rosmery luchadora, sólo confronta el prólogo de ambos males, se quebró momentáneamente y tal vez renegó inclusive de la divinidad. Es por demás comprensible. Pero ya en los capítulos del libro de su admirable defensa, éstos se perfilaron en una consecuencia inquebrantable, desarrollando la práctica de la perseverancia a niveles insospechados capaces de hacer girar sus ruedas sobre las lúgubres situaciones que le cupo atravesar.

 

Dios, un domingo a medianoche de la aurora del día siguiente, le envió un ángel, el Dr. Vladimir Roca Calderón, brillante y joven oncólogo quien le oficializó el diagnóstico de cáncer de ovario. Juntos, médico y paciente trabajaron, el primero con la mayor capacidad profesional, y la segunda, con la disciplina, templanza, fortaleza y mucha fe, dejando a un lado pesimismos, depresiones y otros factores.

 

Creó, reitero el libro con 9 capítulos, ilustrados de esperanza, al que tituló QUIMIOTERAPIAS. La línea que unía, los mismos, fue acompañada por un himno, adoptado del cantautor Ricardo Cocciante. Emocionante letra, de expresión vehemente, conciliadora, mensajera de paz: “Yo renaceré ciervo en primavera; tal vez regresaré gaviota de escogiera sin un pasado que olvidarme, sin nada más que preguntarme con un camino por delante”.

 

Interludios espirituales, Rosmery compartió con las amigas, amigos y redes sociales. Vestida de negro con un barbijo, daba cuenta del resultado de cada quimioterapia, con voz firme, dulce, ojos de expresión tierna, reflexiones alineadas de sabiduría. Palabras de Rosmery que derramaron lágrimas invisibles e intentos figurativos de abrazarla con fuerza y felicitar su esfuerzo. Fotos conmovedoras, empero más con imágenes de emoción repartidas por números correlativos del 1 al 9.

 

Valoró su vida, supo quererse a sí misma, valoró su cuerpo, su alma y venció, gritando su corazón el éxito de ganarle a la enfermedad: Sí se puede. El Dr. Jorge Céspedes Mendoza, cirujano oncólogo la intervino quirúrgicamente, y Dios omnipotente, omnipresente, omnisciente, la premió por su endereza en la fe, llegando a un final feliz.

 

Fue premiada con el galardón Titicaca por su voluntad de vencer el cáncer, e ilustrada en un calendario, como mujer TOP y emprendedora. Rosmery, nunca se cayó y si lo hubiera hecho, sin vacilación se levantaría de nuevo. Su obra EL RAYO CAE DOS VECES, hoy es un testimonio y una apuesta de caridad, como tercera virtud teologal para trabajar con videos motivacionales en la red social YouTube.

 

“Queridos amigos y personas que están pasando por cáncer o alguna enfermedad, les comparto este video con mucho cariño; espero les guste y sea útil. El cáncer no es sinónimo de muerte sino de lucha”, expresa Rosmery Terrazas Rivas. 




By Julio Ríos

Rosmery Terrazas Rivas was born in La Paz on 29 January 1973. After nine years of waiting, preceded by the feeling of love, her mother gave birth to the human and naked image of the baby, barely dressed in her innocence. Daughter of the lawyer Carlos Terrazas Alborta and Marcela Rivas Téllez, she lived for a time in the city of Cochabamba and then in La Paz, in the care of her grandparents Cnl. Alfredo Rivas Jenkins and Carmen Téllez Vidaurre.

As a child she was very restless. Undoubtedly, Rosmery's relevant character, intelligence, timely and defining judgements, collaborated in her spiritual formation, strengthened by a temper of personality and aplomb. She was always a woman warrior ready for anything. A keen and versatile professional, she experienced an exhaustive and detailed development of the world of marketing and an aggressive mastery of sales force. Possessor of a wealth of information, a music lover with a passion for the best music and attracted to cinema, her life was always interesting. As a person, she was a favourite friend in different circumstances, as her spirit of faithfulness and loyalty led her to cultivate many friendships, as the photographs illustrating this chronicle show.

She never, however, imagined that life would strike her twice in a cruel way, alternating her health with two debilitating illnesses; she suffered first from Guillain-Barré syndrome and then, after 15 years, from a terrible ovarian cancer. But such a woman, such a fighter Rosmery, only confronted the prologue of both illnesses, broke down momentarily and perhaps even disavowed divinity. This is understandable. But already in the chapters of the book of her admirable defence, they took shape in an unwavering consequence, developing the practice of perseverance to unsuspected levels capable of turning her wheels over the dreary situations she had to go through.

God, one Sunday at midnight at dawn the following day, sent her an angel, Dr. Vladimir Roca Calderón, a brilliant young oncologist who officially diagnosed her with ovarian cancer. Together, doctor and patient worked, the former with the utmost professional skill, and the latter with discipline, temperance, fortitude and a lot of faith, leaving aside pessimism, depression and other factors.

He created, I reiterate, the book with 9 chapters, illustrated with hope, which he called CHEMOTHERAPY. The line that united them was accompanied by a hymn, adopted by the singer-songwriter Ricardo Cocciante. Exciting lyrics, of vehement expression, conciliatory, messenger of peace: "I will be reborn, deer in spring; perhaps I will return, seagull of choice, without a past to forget, with nothing more to wonder about, with a road ahead of me".

Spiritual interludes, Rosmery shared with friends, friends and social networks. Dressed in black with a chinstrap, she gave an account of the outcome of each chemotherapy, with a firm, sweet voice, eyes with a tender expression, reflections lined with wisdom. Rosmery's words shed invisible tears and figurative attempts to hug her tightly and congratulate her efforts. Touching photos, but more with images of emotion distributed by correlative numbers from 1 to 9.

She valued her life, she knew how to love herself, she valued her body, her soul and she won, shouting from her heart the success of beating the disease: Yes we can. Dr. Jorge Céspedes Mendoza, an oncological surgeon, operated on her, and God, omnipotent, omnipresent, omniscient, rewarded her for her rightness in faith, reaching a happy ending.

She was awarded the Titicaca award for her will to overcome cancer, and illustrated in a calendar, as a TOP and enterprising woman. Rosmery, never fell down and if she had, without hesitation she would get up again. Her work EL RAYO CAE DOS VECES, today is a testimony and a bet of charity, as a third theological virtue to work with motivational videos on the social network YouTube.

"Dear friends and people who are going through cancer or any other illness, I share this video with much affection; I hope you like it and that it will be useful. Cancer is not synonymous with death but with struggle," says Rosmery Terrazas Rivas.

Por Julio Ríos

Rosmery Terrazas Rivas nasceu em La Paz, em 29 de janeiro de 1973. Após nove anos de espera, precedidos pelo sentimento de amor, sua mãe deu à luz a imagem humana e nua do bebê, mal vestida em sua inocência. Filha do advogado Carlos Terrazas Alborta e Marcela Rivas Téllez, ela viveu por um tempo na cidade de Cochabamba e depois em La Paz, aos cuidados de seus avós, Cnl. Alfredo Rivas Jenkins e Carmen Téllez Vidaurre.

Quando criança, ela estava muito agitada. Sem dúvida, o caráter relevante de Rosmery, a inteligência, os julgamentos oportunos e definidores, colaboraram em sua formação espiritual, fortalecidos por um temperamento de personalidade e de lomba. Ela sempre foi uma mulher guerreira pronta para tudo. Profissional perspicaz e versátil, ela experimentou um desenvolvimento exaustivo e detalhado do mundo do marketing e um domínio agressivo da força de vendas. Possuidora de uma riqueza de informações, amante da música com uma paixão pela melhor música e atraída pelo cinema, sua vida sempre foi interessante. Como pessoa, ela era uma amiga favorita em diferentes circunstâncias, pois seu espírito de fidelidade e lealdade a levou a cultivar muitas amizades, como mostram as fotografias que ilustram esta crônica.

No entanto, ela nunca imaginou que a vida a atingiria duas vezes de forma cruel, alternando sua saúde com duas doenças debilitantes; ela sofreu primeiro a síndrome de Guillain-Barré e depois, após 15 anos, de um terrível câncer ovariano. Mas tal mulher, tal lutadora Rosmery, só enfrentou o prólogo de ambas as doenças, quebrou-se momentaneamente e talvez até renegou a divindade. Isto é compreensível. Mas já nos capítulos do livro de sua admirável defesa, eles tomaram forma em uma consequência inabalável, desenvolvendo a prática da perseverança a níveis insuspeitos capazes de virar suas rodas sobre as situações monótonas pelas quais ela teve que passar.

Deus, num domingo à meia-noite do amanhecer do dia seguinte, enviou-lhe um anjo, o Dr. Vladimir Roca Calderón, um brilhante jovem oncologista que a diagnosticou oficialmente com câncer de ovário. Juntos, médico e paciente trabalharam, o primeiro com a máxima habilidade profissional, e o segundo com disciplina, temperança, fortaleza e muita fé, deixando de lado o pessimismo, a depressão e outros fatores.

Ele criou, repito, o livro com 9 capítulos, ilustrado com esperança, que ele chamou de QUEMOTERAPIA. A linha que os uniu foi acompanhada de um hino, adotado pelo cantor-compositor Ricardo Cocciante. Letra excitante, de expressão veemente, conciliadora, mensageira da paz: "Renascerei, veado na primavera; talvez eu volte, gaivota de escolha, sem passado para esquecer, sem nada mais para pensar, com um caminho à minha frente".

Interlúdios espirituais, Rosmeria compartilhada com amigos, amigos e redes sociais. Vestida de preto com uma cinta de queixo, ela deu um relato do resultado de cada quimioterapia, com uma voz firme e doce, olhos com uma expressão terna, reflexos alinhados com sabedoria. As palavras de Rosmery derramaram lágrimas invisíveis e tentativas figurativas de abraçá-la com força e parabenizar seus esforços. Fotos comoventes, mas mais com imagens de emoção distribuídas por números correlativos de 1 a 9.

Ela valorizava sua vida, sabia como se amar, valorizava seu corpo, sua alma e ganhou, gritando de seu coração o sucesso de bater a doença: Sim, nós podemos. O Dr. Jorge Céspedes Mendoza, cirurgião oncológico, operou-a, e Deus, onipotente, onipresente, onisciente, a recompensou por sua retidão na fé, alcançando um final feliz.

Ela recebeu o prêmio Titicaca por sua vontade de superar o câncer, e ilustrado em um calendário, como uma mulher TOP e empreendedora. Rosmaria, nunca caiu e se tivesse caído, sem hesitar, ela se levantaria novamente. Seu trabalho EL RAYO CAE DOS VECES, hoje é um testemunho e uma aposta de caridade, como uma terceira virtude teológica para trabalhar com vídeos motivacionais na rede social YouTube.

"Queridos amigos e pessoas que estão passando por câncer ou qualquer outra doença, compartilho este vídeo com muito carinho; espero que vocês gostem e que ele seja útil. Câncer não é sinônimo de morte, mas de luta", diz Rosmery Terrazas Rivas.

 ROSMERY

De perfil


 1. ¿Principal rasgo de su carácter?

Perseverancia

2. ¿Qué cualidad aprecia más en un hombre?

La honestidad

3. ¿Y en una mujer?

Proactiva, fuerte y femenina a la vez

4. ¿Qué espera de sus amigos?

Lealtad

5. ¿Su principal defecto?

La impaciencia

6. ¿Su ocupación favorita?

La natación

7. ¿Su ideal de felicidad?

La satisfacción de inculcarles valores a mis hijos y ayudar al prójimo.

8. ¿Cuál sería su mayor desgracia?

El día que mi madre falleció

9. ¿Qué le gustaría ser?

Poder llegar a la gente, ser una oradora, dar conferencias para ayudar a la gente con cáncer.

10. ¿En qué país desearía vivir?

México

11. ¿Su color favorito?

Negro

12. ¿La flor que más le gusta?

Orquidea

13. ¿El pájaro que prefiere?

El águila

14. ¿Sus escritores favoritos?

Mario Vargas llosa, Walter Risso, Cesar lozano y Oscar Alfaro

15. ¿Su poeta favorito?

15 Pablo Neruda

16. ¿Un héroe de ficción?

Superman

17. ¿Una heroína?

Gatubela

18. ¿Su compositor favorito?

Wolfgang Amadeus Mozart

19. ¿Su pintor preferido?

Salvador Dalí

20. ¿Su héroe de la vida real?

Una heroina Josemith Bermudez. Murió de cáncer-

21. ¿A qué político admira?

Samuel Doria Medina

22. ¿Cuál es su marca de ropa preferida?

Zara, Nike

23. Signo del zodiaco

Acuario

24. Fecha de nacimiento

Nací el 29 de enero 1973

25. ¿Cuál es su lema?

La vida es linda después de todo; que siempre hay una luz al final del camino. Vive y deja vivir.

26. ¿Cómo se define?

Soy una mujer que supo batallar ante las adversidades buena madre, buena hija, leal con mis amistades y muy resilente.



Arriba, Rosmery, junto a su médico, el Dr. Vladimir Roca Calderón, oncólogo, portando la estatuilla que testimonia su  iniciativa y excelencia a la mejor trayectoria, "Al valor de la lucha contra el Cáncer". Abajo, el cirujano oncólogo que la operó, Dr. Jorge Céspedes Mendoza.

Julio Ríos, licenciado en Ciencias de la Comunicación UCB y diplomado en investigación periodística por la Universidad de la Jolla, San Diego California USA, es escritor y crítico de arte. En la actualidad es consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), y EL ALTO PARA TODOS (2017).

© 2022. Todos los derechos reservados. Condiciones de uso y Política de Privacidad.