Andrea Quiroz Alba
(POLLY)
EXPRESIONISMO ABSTRACTO
EN LOS CUADROS DE LA ARTISTA
El expresionismo abstracto es un
movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción en las tendencias
informalistas y matéricas. El término asomó por primera vez en Alemania en 1919
y en los Estados Unidos, Alfred Barr fue el primero en utilizar este vocablo en
1929 en relación con las obras de Wassily Kandinsky.
El artista moderno trabaja con el
espacio y el tiempo, y expresa sus sentimientos en lugar de ilustrar. El
expresionismo abstracto fue ese movimiento pictórico dentro de la abstracción
posterior a la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Y qué mejor
que un arte individual cuya principal característica es la libertad.
En esta realidad, surge al fascinante mundo de las artes plásticas, Andrea Quiroz Alba (Polly), artista visual nacida en Cochabamba, Bolivia el 6 de octubre de 1988. El talento y la inspiración de tan prolija pintora destaca el uso del color de forma excesiva, aportando un carácter simbólico.
Constuye formas naturales que se convierten en aparentes trazos y geometrías
casi irreconocibles. Cobra importancia en su mundo de sueños. A ella, con amor
la apasiona representar el sentimiento y no así el día a día.
Alba se formó en, Associate of Arts, Northern Virginia Community College. Presentó exposiciones colectivas: “Around the pop”- Torpedo Factory Art Center & “Color palette “ - The Art League School, Alexandria, EEUU. Exposición “Inefable” 2017, Museo Casona Mayorazgo, Cochabamba, Bolivia. Muestra colectiva “55” Manzana uno, 2019 Santa Cruz, Bolivia. “Utopía – Distopía” Fundación Simón I. Patiño Bienal Contextos 2019 Cochabamba. Exposición “Deconstrución” 2021 Museo Tambo Quirquincho, La Paz, Bolivia.
Deconstrucción,
es el título de una de sus exitosas exposiciones. “La idea es llegar al núcleo
de lo que no sé, mediante la experimentación con técnicas mixtas”, subraya Quiroz. “Lo que no sé, me fascina más de lo que sé”, agrega.
“En esta obra estoy tratando de
superar lo que experimentamos con los sentidos tridimensionales que tenemos”,
explica. “Vemos el mundo de una manera limitada. Gran parte de la realidad es
lo que no vemos”, subraya Quiroz.
“No es una idea muy profunda,
pero la quietud que me inspira observar mis creaciones me hace sentir sabiduría
en una forma particular”, sostiene la artista.
El expresionismo abstracto, sin
vacilación alguna se advierte en la obra de Quiroz, con un movimiento de un
pincel en acción, pintura gestual que trata propiamente una escuela con un
estilo propio, y de un criterio de artista de convicciones que comparte con el
público sus técnicas pictóricas.
Se puede señalar que Quiroz, tiene
características formales de este estilo, en primer lugar, su preferencia por
los grandes formatos. Trabajaba normalmente con óleo sobre lienzo.
Todas sus obras son abstractas en
el sentido de que elimina la figuración. No obstante, hay excepciones en su
trabajo, como mándalas, aves y otros trazos figurativos. Sus telas presentan un
aspecto geométrico que la hace diferentes de movimientos precedentes, como el
surrealismo.
Una de las características principales de Quiroz es la concepción de la superficie de la pintura como all over (cobertura de la superficie), para significar un campo abierto sin límites en la superficie del cuadro: el espacio pictórico lo trata con frontalidad y no hay jerarquía entre las distintas partes de la tela.
En una
referencia universal histórica, a manera de ilustración, el cromatismo suele
ser muy limitado: blanco y negro, así como los colores primarios: magenta,
amarillo y cian. Los pintores expresionistas que redujeron la obra a
prácticamente un solo color, estaban ya anticipando el arte minimal.
Este tipo
de cuadros, con violentos trazos de color en grandes formatos, presenta como
rasgos distintivos la angustia y el conflicto, lo que actualmente se considera
que refleja la sociedad en la que surgieron estas obras.
En sus orígenes,
los expresionistas tomaron del surrealismo aquello que de automático tenía el
acto de pintar, con sus referencias a los impulsos psíquicos y el inconsciente.
Pintar un cuadro era menos un proceso dirigido por la razón y más un acto
espontáneo, una acción corporal dinámica. Les interesó, pues, el «automatismo
psíquico» que hiciera salir de su mente símbolos y emociones universales.
No es
extraño que les interesara entonces el surrealismo más simbólico y abstracto,
el de Miró, Arp, Masson, Matta, Wolfgang Paalen y Gordon Onslow Ford, más que
el surrealismo figurativo. De ellos tomaron las formas orgánicas y biomórficas.
En su evolución, inicialmente, se trató de un movimiento marcado por influencia
del surrealismo.
La
primera generación del expresionismo abstracto la forman una quincena de
pintores que trabajaron en Nueva York entre 1942 y 1957, entre ellos: Willem de
Kooning (1904-1997), Arshile Gorky (1904-1948) a quien se reputa líder y
precursor, William Baziotes, Adolph Gottlieb, Philip Guston, Franz Kline,
Robert Motherwell (1915-1991), Ad Reinhardt, Mark Rothko (1903-1970) y Clyfford
Still.
Se
considera a ciencia cierta como inspirador e iniciador del mismo a Arshile
Gorky (1904-1948), armenio exiliado a Nueva York desde 1925. Recibe la
influencia del surrealismo y sirve de puente entre la pintura europea de
entreguerras y la escuela norteamericana. Hacia el año 1936 abandona la
figuración y, bajo la influencia de Roberto Matta, descubre un nuevo lenguaje
formal, optando por las figuras abstractas biomorfas. Aunque tendió a la
abstracción y la espontaneidad, no prescindió completamente del dibujo ni
renunció a controlar la pincelada.
Muy cerca
del surrealismo estuvo siempre la obra de William Baziotes (1912-1963), quien
profundizó en la tendencia, de raíz jungiana, a investigar los mitos antiguos y
el arte primitivo. Desde 1941 usó el «automatismo» pictórico, creando imágenes
biomórficas con su sentido mítico.
Una de
las obras más discutidas acerca de su relación con el movimiento es la del
pintor Armando Reverón (1889-1954), el cual crea durante los años 30, una serie
de obras sobre papel que han sido comparadas con las de Willem de Kooning. Los
grandes formatos y la pintura de acción también formaron parte de su trabajo, a
pesar de que no fue hasta los años cuarenta cuando se realizaron las primera
obras de este estilo.
Cabe
finalmente mencionar la obra de Hans Hofmann (1880-1966), importante como
docente. Su pintura tenía una base cubista, pero se fue haciendo abstracta en
los años cuarenta, presentando en sus cuadros zonas de color que contrastaban
entre sí; el estilo es emocional y vigoroso.
Con el
fin de la segunda guerra mundial y el regreso a Europa de muchos de los
exiliados, acabó atenuándose la influencia surrealista y el movimiento se hizo
más genuinamente nortemericano.
Se fue
escindiendo en dos tendencias que pueden definirse como action painting y
campos de color. La primera de ellas enfatizaba más el gesto físico de pintar,
mientras que en la segunda se centró en la aplicación del color en grandes
áreas.
Dentro
del expresionismo abstracto destaca la action painting, tendencia diferenciada
que incluso a veces se usa para nombrar a todas estas obras expresionistas.
Aunque, como se ha señalado, el término action painting fue utilizado por el
crítico Harold Rosenberg en 1952, se había utilizado con anterioridad. Así, en
el Berlín de 1919, y en América hacia 1929, para designar las primeras
composiciones abstractas de Kandinsky.
El centro de interés de la action painting es el gesto o movimiento de pintar, llamándosela también «pintura gestual» por la primacía que dio al procedimiento pictórico en sí. Se hace del acto de pintar un gesto espontáneo. Es un tipo de automatismo que plasma el estado físico y psíquico del pintor. De esta manera, elimina los límites tradicionales entre el pintor y la pintura, ligando la acción de pintar con la biografía del artista.
Volvemos con Andrea Qurioz y entreveramos lo que ella
refiere, a propósito de [INEFABL] ART STUDIO. La observación es un acto de creación y la contribución imaginativa del
espectador completa el proceso creativo. “Vemos color con todo lo que somos. Lo que comienza como una señal que pasa
a lo largo del nervio óptico se convierte rápidamente en un fenómeno emocional,
social o espiritual que lleva muchas capas de significado vívido”, explica Quiroz.
“La resonancia de cualquier sombra a través del
espectro cambia y se desarrolla según el contexto en el que aparece”, aclara. “El contexto en el que se despliega el color, su arco iris de simbolismo
y emoción es la historia misma. Y las fuerzas que, con el tiempo, bien pueden intercambiar
estas asociaciones por otras. La evolución del color es fascinante de ver y es
un elemento fundamental en la experiencia humana”, puntualiza.
“La idea de hacer arte es tratar de hacerlo
accesible a las personas. No tienen que saber nada del artista, no tienen que
saber nada sobre el contexto en el que se encuentra, sólo apreciarlo”, expresa
Quiroz.
“Polly”, nombre artístico de Andrea, estudió arte
en Northern Virginia Community College de Virginia, Estados Unidos, también en
The Art League School Of Art en Alexandria y en Torpedo Factory en Washington
DC (en ambas ciudades realizó exposiciones colectivas).
En una entrevista, en un medio de
comunicación, Quiroz dijo que pinta cuadros de expresionismo
abstracto y es la creadora de chokers by Polly, una marca de joyas que empezó a
diseñar el año pasado y practica yoga para mantenerse en el presente.
“Creo que
nuestras pasiones son nuestros dones, para mi pintar es cumplir con algo que me
debo a mi misma y eso es hacer algo que amo”, asevera. Sus objetivos están en seguir
expandiendo su conciencia, estando y respetando todo lo que hay a asu
alrededor, respirando y canalizando luz través de lo que hace.
“La
familia es amor puro y sin condiciones, a pesar de que mis padres se separaron
hace años; mi hermano y yo siempre tuvimos el mejor ejemplo de nuestros padres
y también se encargaron de enseñarnos buenos valores”, concluye.
Julio Ríos
Acrílicos en panel de trupán, acrílicos
en papel bristol, acrílicos en lienzo, asoman en la colosal obra de Andrea
Quiroz Alba, talentosa artista plástica nacida en Cochabamba, Bolivia. El
sinnúmero de cuadros suyos hace cierto poder predecir que en los años será
autora de una portentosa y genial producción.
Tiene, Andrea un estilo
consolidado, reconocible en cualquier exposición que ella organice, reconocible
entre varios cuadros de diferentes artistas. Ese es el filón de su obra.
Siente, sin duda, la pintura desde la soledad del alma humana. Asciende las
escalinatas del tiempo en busca de una justificación de líneas y manchas
intrusas trocadas, mas tarde, en imagen ajena a los sueños. Una realidad hecha
plástica como “Rincón de olvido y sombra”.
El expresionismo abstracto —la temática y genero de la pintura de la que está perdidamente enamorada— llegó a las ideas de Andrea, la pintora que comenzó a viajar y pintar en papeles, cartones, tarjetas o cuadernos, aquellos primeros lienzos esbozados gracias al conocimiento que ella proporciona a la combinación de colores.
El tiempo le fue dando las
características propias de quienes saben observar las cosas bellas diseminadas
por el mundo. En la sensibilidad de su m ente creativa, las figuras se hicieron
más fragantes al impulso de trazos seguros en un lienzo siempre sorprendente.
Andrea tomó el aire de sombra en la quietud del erial. Un pájaro abrió sus alas
más allá de la circunferencia de su vuelo, y en la suma de elementos llevados a
la tela, todo el espacio entró en movimiento al impulso de la mirada singular
de la joven artista, acercada años atrás, e un centro de exhibición de pinturas,
cuando los sueños aún pesaban en los párpados y el despertar se hacía lejano.
Andrea sumó su nombre a una
generación de pintores de ideas nuevas en una renovación de espíritu y arte,
hoy reconocidos como una transición delo reiterativo en pos de nuevas sensaciones
plásticas.
Las manchas vuelven a
transformarse en imágenes sugerentes. Las manchas ya tienen una razón de ser en
la tela, porque de allí surgen de púrpura y de nieve, esos cuadros ahora
coleccionados por expertos o difundidos más allá del lugar de origen.
Con el convencimiento de que
el camino elegido era correcto, todo tomó sentido: manchas y líneas, como una
constante, como una alucinación, le abrieron camino y le enseñaron la meta.
Andrea ya es un nombre en la
plástica. Su creatividad mantiene los matices de ayer, aquellos que desde la
soledad ante el lienzo motivan un trance excluyente al entorno. A puerta
cerrada las ideas fluyen. De aquella mancha vendrán las imágenes.
Abstracción de la vida hecha color. Aislamiento físico y espiritual. Nada perturba sus horas de inspiración. Las ideas alinean y los ojos toman mirada arquitectónica para construir las nuevas figuras —de pronto convertidas en habitantes de bóvedas azules—, en un segundo vuelo de imaginación y arte refinado, como aquel ángel azul.
Ya los colores surgen de la
atmósfera. No existe analogía con figuras coloniales. No hay similitud con
sonrientes querubines de místicos artistas, todo es docilidad cromática sin
influencia alguna, por eso se menciona la palabra artista. Andrea Artista.
Andrea, hace evidente que cuando parece que la vida imita al arte, es porque el arte ha logrado anunciar la vida. El arte de Andrea anuncia la vida. En consecuencia, se pone de relieve en el ideario íntimo de su sensibilidad, el examen sagaz de la conciencia creadora de la artista que ella lleva en lo más recóndito del alma.
Ser humano y artista coexisten armoniosamente en Andrea. Una mujer talentosa que sabe reír y hacer de sus momentos de esparcimiento un mundo de alegría junto a su entorno. Andrea es una mujer muy joven y hermosa. La observamos con una sonrisa y un estilo siempre elegante y distinguido por la clase que la caracteriza, la misma que la de su pintura. La observamos en la foto que ilustra esta crónica, mostrando la naturalidad de la piel, de la piel que el Padre Celestial le dio como generosa anatomía desnuda. Arropada con indumentaria casual, lejos de los pinceles, la artista se arropa a través de su elegancia, usando una prenda con el cuerpo desnudo debajo. Pasaran las horas y una nueva aurora, trasladará a Andrea a su estudio, para que sus manos tomen, otra vez. el pincel, la espátula, las pinturas, la paleta, y otra vez comience a crear lo que ahora para ella es un camino al infinito.
By Julio Ríos
THE
TALENT OF ANDREA
Acrylics on trupan panel,
acrylics on bristol paper, acrylics on canvas, are the colossal work of Andrea
Quiroz Alba, a talented plastic artist born in Cochabamba, Bolivia. Her
countless paintings make it possible to predict that in the years to come she
will be the author of a portentous and brilliant production.
Andrea has a consolidated
style, recognisable in any exhibition she organises, recognisable among various
paintings by different artists. This is the vein of her work. She undoubtedly
feels painting from the solitude of the human soul. She ascends the stairs of
time in search of a justification of intrusive lines and stains, later
transformed into an image alien to dreams. A reality made plastic as
"Rincón de olvido y sombra" (Corner of oblivion and shadow).
Abstract expressionism the
theme and genre of painting with which she is madly in love - came to Andrea's
ideas, the painter who began to travel and paint on paper, cardboard, cards or
notebooks, those first canvases sketched thanks to the knowledge she gives to
the combination of colours.
Time gave her the
characteristics of those who know how to observe the beautiful things scattered
around the world. In the sensitivity of her creative mind, the figures became
more fragrant with the impulse of sure strokes on an always surprising canvas.
Andrea took the air of shadow in the stillness of the wasteland. A bird spread
its wings beyond the circumference of its flight, and in the sum of elements
brought to the canvas, the whole space entered into movement at the impulse of
the singular gaze of the young artist, approached years ago, in a painting
exhibition centre, when dreams still weighed on the eyelids and awakening was
far away.
Andrea added her name to a
generation of painters of new ideas in a renewal of spirit and art, today
recognised as a transition from the reiterative in pursuit of new plastic
sensations.
The stains are again
transformed into suggestive images. The stains already have a raison d'être on
the canvas, because it is from there that purple and snow are born, those
paintings now collected by experts or disseminated beyond their place of
origin.
With the conviction that the
chosen path was the right one, everything made sense: spots and lines, like a
constant, like a hallucination, opened the way for her and showed her the goal.
Andrea is already a name in
the plastic arts. Her creativity maintains the nuances of yesterday, those that
from the solitude in front of the canvas motivate a trance excluding the
environment. Behind closed doors, ideas flow. From that stain will come the
images.
Abstraction of life made colour.
Physical and spiritual isolation. Nothing disturbs his hours of inspiration.
The ideas align and the eyes take on an architectural look to build the new
figures -suddenly converted into inhabitants of blue vaults-, in a second
flight of imagination and refined art, like that blue angel.
Already the colours emerge
from the atmosphere. There is no analogy with colonial figures. There is no
similarity with smiling cherubs of mystic artists, everything is chromatic
docility without any influence, that is why the word artist is mentioned. Andrea
Artist.
Andrea, makes it evident that when it seems that life imitates art, it is because art has succeeded in announcing life. Andrea's art announces life. Consequently, the intimate ideology of her sensibility highlights the shrewd examination of the creative conscience of the artist that she carries in the depths of her soul.
Being human and being an artist coexist harmoniously in Andrea. A talented woman who knows how to laugh and make her moments of relaxation a world of joy together with her environment. Andrea is a very young and beautiful woman. We observe her with a smile and a style that is always elegant and distinguished by the class that characterises her, the same as that of her painting.
We observe her in the photo that illustrates this chronicle, showing the naturalness of the skin, of the skin that the Heavenly Father gave her as a generous naked anatomy. Dressed in casual clothes, far from the brushes, the artist wraps though in her elegance, wearing a garment with her naked body underneath. The hours will pass and a new dawn will move Andrea to her studio, so that her hands will take, once again, the brush, the palette knife, the paints, the palette, and once again she will begin to create what is now for her a path to infinity.
Julio Ríos, escritor y crítico de arte, licenciado en ciencias de la comunicación, en la actualidad se desempeña como asesor en proyectos de redacción. Escribió el libro DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO (1986), la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), EL ALTO PARA TODOS (2017), LA GENERACIÓN NINI en co-autoría con Alberto Liendo Romero (2023), UNA HISTORIA PARA CONTAR (2024).
En la fecha trabaja en una novela basada en la vida y obra del compositor Wolfgang Amadeus Mozart. Ríos estudió en la Universidad Mayor Real y Pontifica de San Francisco Xavier de Sucre y en la Universidad Católica de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de La Jolla en San Diego California.
Andrea Quiroz Alba - ARTISTA PLÁSTICA