sábado, 27 de abril de 2024

En el DÍA DEL TRABAJO / Testimonio al 1 de MAYO

 

En el 

DÍA TRABAJO

La jornada de ocho horas de trabajo es hoy una realidad cotidiana en gran parte del mundo

8 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA

 ESCRIBE

Julio Ríos Calderón

 

El 1 de mayo fue elegido por los trabajadores para manifestarse, al unísono, contra las condiciones laborales a las que se hallaban sometidos. Y si desde su nacimiento esta fecha fue adoptada a nivel mundial fue porque, por encima de nacionalidades y colores, todos los obreros tenían en común el máximo denominador de pertenecer a la misma clase trabajadora.

Desde hace varios años la principal meta era oficializar internacionalmente la jornada máxima de ocho horas de trabajo, anhelo que solo unos pocos, en escasos países, lograron alcanzar, mientras que muchos otros trabajaban 14 horas interrumpidas o más, sin discriminación de edad ni sexo.

Está claro que la jornada que marca un hito en esta lucha es aquella organizada el 1 de mayo de 1886 en Chicago por los obreros sindicalizados de EEUU y Canadá, para que se pusiera en práctica las ocho horas. No obstante, desde la época de los grandes constructores que edificaron los principales y más antiguos edificios del mundo la jornada de trabajo asomó de ocho horas. Estos “albañiles libres” simbolizaban incluso sus herramientas para que su obra sea repartida con equidad durante las 24 horas. De ahí se conoce la regla de 24 pulgadas, que en épocas remotas aclaraba la diferencia entre “vivir para trabajar” o “trabajar para vivir”. De ese instrumento de la arquitectura se desglosó que ocho horas debían destinarse al trabajo, ocho al estudio, y ocho horas al descanso reparador.

Con todo, el movimiento en demanda de esta consigna iba en ascenso y no faltaron empresas que concedieron la jornada de ocho horas mucho antes del 1 de mayo de 1886. Pero las empresas más “comprensivas” eran las menos. La mayoría se aferraba a sus privilegios, y la prensa hostigaba a las autoridades para que trataran con mano dura a huelguistas y agitadores.

Las condiciones de los trabajadores de Chicago se encontraban precisamente entre las peores. A la jornada de 14 o 16 horas se sumaba el hacinamiento en viviendas de mala muerte. Muchos obreros solteros dormían en los corredores de esas viviendas y los salarios apenas alcanzaban para cubrir una alimentación deficiente.

Así, año tras año se fueron ganando pequeñas parcelas para la justicia social. La jornada de ocho horas es hoy una realidad cotidiana en gran parte del mundo, lo mismo que otras muchas mejoras sociales, que europeos, norteamericanos y bolivianos y algunos países del hemisferio sur disfrutan ampliamente. En esta fecha universal es que nos permitimos mirar por encima del hombro a un pasado que deberíamos recordar con agradecimiento.

May 1 was chosen by the workers to demonstrate, in unison, against the working conditions to which they were subjected. And if since his birth this date was adopted worldwide it was because, beyond nationalities and colors, all workers had in common the highest denominator of belonging to the same working class.

For several years now, the main goal was to make the maximum eight-hour working day official internationally, a goal that only a few, in a few countries, managed to achieve, while many others worked 14 interrupted hours or more, without discrimination of age or sex.

It is clear that the day that marks a milestone in this struggle is the one organized on May 1, 1886 in Chicago by unionized workers from the United States and Canada, to put the eight hours into practice. However, since the time of the great builders who built the main and oldest buildings in the world, the workday has lasted eight hours. These “free bricklayers” even symbolized their tools so that their work could be distributed equitably during the 24 hours. Hence the 24-inch rule is known, which in ancient times clarified the difference between “living to work” or “working to live.” From this instrument of architecture it was broken down that eight hours should be allocated to work, eight to study, and eight hours to rest.

However, the movement demanding this slogan was on the rise and there were no shortage of companies that granted the eight-hour day long before May 1, 1886. But the most “understanding” companies were the least. The majority clung to their privileges, and the press harassed the authorities to deal harshly with strikers and agitators.

The conditions of Chicago workers were precisely among the worst. In addition to the 14 or 16 hour workday, there was overcrowding in substandard housing. Many single workers slept in the corridors of these homes and salaries were barely enough to cover poor nutrition.

Thus, year after year, small plots of land were won for social justice. The eight-hour day is today a daily reality in much of the world, as are many other social improvements, which Europeans, North Americans and Bolivians and some countries in the southern hemisphere widely enjoy. It is on this universal date that we allow ourselves to look over our shoulders at a past that we should remember with gratitude.

 
 
Julio Ríos Calderón, nació en LA PAZ BOLIVIA, el 12 de julio de 1956. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, estudió en las universidades Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, Sucre y Universidad Católica San Pablo de La Paz. Hizo un diplomado en investigación periodística en la Universidad de la Jolla, en San Diego California USA. Ha sido Presidente y Director General CEO de la revista especializada en turismo GBT. Ha ganado el PREMIO INTERNACIONAL DE PERIODISMO MARRIOTT GOLDEN CIRCLE AWARD. Como periodista ha visitado 50 ciudades en Latinoamérica, Centroamérica, Norteamérica y Europa.  Es escritor, periodista, orador y crítico de arte. Es columnista del periódico PÁGINA SIETE de la ciudad de La Paz. Sus padres fueron Mario D. Ríos Gastelú, escritor y periodista, y Elva Calderón de Ríos, profesora de lenguaje. Tiene un hijo Juan-Cristóbal Ríos, cineasta: escribio la película boliviana QUIEN MATÓ A LA LLAMITA BLANCA. Por otra parte, hizo estudios de filosofía contemporánea. En la actualidad se desempeña como consultor y asesor en proyectos de redacción. Ha escrito los libros DIECIOCHO CRÓNICAS Y UN RELATO, la novela LA TRIADA DE LA MOSCA (Primera Edición 2008 y Segunda Edición 2016), EL ALTO PARA TODOS (2017), Historia de ALCOS (2021), LA GENERACIÓN NINI en co-autoría con Alberto Liendo Romero (2023).
 
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