A Papá en su día
JULIO RÍOS CALDERÓN
Página Siete, La Paz, 18 de marzo de 2021
El Día del Padre es una celebración universal. Esta festividad es una
gran oportunidad para reconocer su importante labor en el cuidado, educación y
formación de valores en sus hijos.
Un gran festejo para todos, pues si madre hay una sola, padre también.
No olvidemos que el mejor homenaje a nuestro padre es respetarlo y tomar en
cuenta sus consejos durante toda la vida. Las enseñanzas que nos brindan
nuestros padres están basadas en la experiencia de vida.
El regalo del hijo y del nieto es la muestra de su inocencia y
confianza.
El regalo del hijo adulto, el apretón de manos, el abrazo estrecho y
seguro es la muestra de su reconocimiento, de su agradecimiento.
Reconocimiento, confianza, agradecimiento por su permanente esfuerzo y
dedicación con que los hijos testimoniamos su labor, su obra; o, ¿el regalo
costoso o no, entregado por compromiso, pero que no refleja el respeto y amor
que se gana a pulso día con día?
La paternidad es una bendición para ser disfrutada y siempre habrá unos
momentos para soportar, eso es parte de la vida. Se instituyó, en Bolivia, que
el 19 de marzo sea el día del padre, gracias a que en el calendario santoral se
recuerda esta misma fecha, el día de San José, padre de Jesús.
Antes de venir a la Tierra, Jesús vivía en el cielo con Dios. Por eso
fue tan diferente a los demás hombres, porque fue el único que vivió en el
cielo antes de nacer en la Tierra. En el cielo, Jesús había sido un buen hijo
que escuchaba a su Padre. Por lo tanto, pudo enseñar a los seres humanos lo que
había aprendido de Dios. Si nosotros escuchamos a nuestros padres, estaremos
imitando el ejemplo de Jesús.
Vemos que en la vida inventan los días, está el día de algo, pero los
días importantes en la vida del ser humano deben ser cuatro o cinco.
Hoy es un día importante para el ser humano, hoy es el día del padre.
Pensemos que tener un hijo no nos convierte en padres. Para ser padres
tenemos que tener ganas de ser padres, tenemos que aprender a ser padres,
tenemos que esforzarnos para ser padres. Lo más importante de todo: para ser
padres, hay que estar.
Nuestras madres nos dan la vida y nuestros padres nos enseñan a vivirla.
¿Cómo nos enseñan a vivirla? Con la palabra, con el ejemplo, con el afecto, que
es muy importante, pero también con los límites. Un padre que pone límites, nos
está enseñando a vivir.
Es mucho más fácil no poner límites. No es lo mismo ser un padre bueno,
que ser un buen padre. Hay que estar ahí, cerquita de la jugada, con él.
El padre se va a equivocar, pero siempre nos va a dar las herramientas
para salir adelante. Algunos padres no tenían, o no tienen, mucho para dar. Nos
miran y ya nos enseñan. Con el ejemplo nos enseñan el esfuerzo, la dignidad, la
amistad, la lealtad, el amor de la familia. Nuestras madres dan el amor a la
familia, nuestros padres la unifican.
Este homenaje es un homenaje a todos los padres, a los que no están, a
los que se fueron, a los que desaparecieron. Nosotros no pensemos que es el día
del padre así porque sí. Es el día de nuestro padre. Y, si estamos
distanciados, si hace mucho que no lo vemos, vayamos a verlo. Hoy es el día, el
regalo no importa, el regalo somos nosotros. Digámosle todo lo que lo que
queramos, a lo mejor un día va a ser tarde.
Nuestros padres sembraron en un Erial, y ahora son uno de los que en el crespúsculo retornan a través del vasto campo adormecido. Sin con su siembra no nos sentimos más felices: ¿para que nuestros padres habrán sembrado? Si no arrancaron siquiera una espina de nuestra carne, ¿para qué habrán vivido? Recojamos sus palabras. Aunque él calle, no dejemos de escucharle. Pronto será, él, una sombre que mueve en la sombra, pero amándonos.